“Nuestro cine, el cine venezolano y el
latinoamericano entran a la década de los 2020 y dele, y el nuestro a todas
luces sigue sin asumir este desafío, esa necesidad de ir por delante a definir su
espacio necesario, su espacio merecido de vanguardia de nuestra imagen en
siglo que comienza”, nos lo dice en misiva particular el cineasta Miguel Curiel.
Comenta que a trompicones, bajos y
altos desde el siglo pasado : dirección de cine del ministerio de fomento,
Foncine, Fonprocine, CNAC y ley de cine se había establecido una base de
crecimiento, lo acompañan un legado de películas honestas, reveladoras de una
identidad cultural particular, una pre-definición dentro del panorama
cinematográfico mundial y un respeto a nuestra creatividad. “Elementos claros y
necesarios para decir presente en el mapa de la imagen universal”.
“Ahora, al inicio de la década 20 del
2000, nuestras películas tienen identidades mexicanas, peruanas, norte
americanas, dominicanas, colombianas, etcétera,
y una escuálida dosis de supuestas nacionales con destino fracaso en su
mayoría. Él porque es simple: un CNAC enemigo del desarrollo de este proceso de
desarrollar un cine nacional y una incapacidad de las organizaciones sociales
de nuestro cine de enfrentar esta circunstancia”.
“Desde el punto de vista gobierno: su
incapacidad de darse cuenta que “la camisa de fuerza” acabó con el
cine cubano y soviético (de ellos solo quedan los clásicos del siglo pasado) y
comprender que el cine y la imagen son la ventana internacional de una cultura
que se reflexiona sí misma, el ejemplo concreto es Bergmann, Titon, Glauber
Rocha, Sanjines, Copolla, Záng yi Mu, Godard, Chalbaud, los Rodríguez, los
Cohen, etcétera. Elemento olvidado: son los autores y no los actores quienes
determinan el camino de reflexión, siendo estos últimos el producto de venta”.
“Desde el punto de vista de nuestras
organizaciones sociales : su incapacidad (generacional, ya que los baby-boom
lograron la ley de cine) de deslindar política cinematográfica de política
gobierno, se desangran en posiciones anti y pro, estamos con o contra, en vez
de asentarse en una política cine e imagen, que es y ha sido la base de
nuestras conquistas, las ideológicas pro-contra gobierno se manifiestas en la
película hecha, no en las reglas de cómo hacerlas para que nuestras historias
imágenes se hagan”.
“Triste situación para aquellos que
hemos creído en que nuestro aporte permitiría desarrollar una industria (con
sus buenas y sus menos buenas, que importa), triste situación para un cine que conquistaba
y digo bien, conquistaba, su espacio en
la cultura mundial”.
Antes de de terminar, la
irresponsabilidad de las distribuidoras es patente, incapaces de asumirse en la
nueva década del entretenimiento (el cine y la cultura en general lo son) con la múltiples formas que se han establecido y la renovación
estructural de las mismas, no es cotufa más barata o entradas dobles a precio
de una que resuelven el problema .Para terminar: si el Estado pone
“presidente” debe poner fondos suficientes también para justificarlo. Sin protección social y médica no puedes tener profesionales en la
industria. Sin cable internacional no puedes tener, tal día
como hoy, tú presencia de imagen internacional. Sin pañuelos ni
maletín de dólares no puedes estabilizar una producción nacional de cine
coherente. Sin una producción estable de entre 20 y 100 películas anuales no
hay industria. Argentina, México, etcétera, son el ejemplo) por lo tanto no hay
cine nacional. Sin adaptarse a las nuevas firmas de difusión y producción de la imagen
no hay forma de un cine a futuro”.
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