Culmina el Año Centenario del caraqueño
Cesar Rengifo (14 de mayo, 1915/2 de noviembre de 1980 ) con el traslado de sus restos al Panteón Nacional, el 10 de mayo, para que descansen ahí hasta la resurrección de los muertos, según la tradición
cristiana. Su familia sanguínea, la elegida y el Estado venezolano, por
intermedio del ministerio de Poder Popular para la Cultura (Fredy Ñáñez),
asumieron la organización y realización,desde el año pasado, de todo conjunto de eventos teatrales, poéticos,
pictóricos y reflexivos centrados en su vasta obra que legó a su patria.
El Centro Nacional del Teatro (Alfredo Caldera)
ha organizado, para el cierre, una muestra de montajes teatrales, creados por particulares y coproducciones con la Compañía Nacional de Teatro, la cual se podrá apreciar en las salas del
Estado y durante el próximo Festival de Fundarte. Gracias, pues, a esa coordinación
se podrán ver montajes como Sonata del
alba, Apacuana, Harapos en la noche, Vivir en paz y Volcanes en Mapocho, además de El
vendaval amarillo. Habrá, pues, un poco más de teatro rengifista, para
molestia de algunos pocos y un gran festejo para su pueblo que no lo olvidará
jamás.
PADRE
DE LA DRAMATUGIA MODERNA
César Rengifo es considerado con razón “El padre de la
dramaturgia moderna venezolana”. Lo demuestra no solo su crecida producción, más
de 40 obras, sino la forma como abordó, con crudeza y haciendo gala de un
estilo no exento de poesía, la realidad de su país, haciendo énfasis en lo
social, porque para él la estética que no reivindique al pueblo, carece de
función y contenido. Preocupado por la explotación petrolera y el daño que
dejaba la maligna conducta de las empresas transnacionales y las displicentes
conductas de los gobiernos nacionales de turno, realizó a lo largo de su vida
una “tetralogía del petróleo”, piezas que al lograr verlas puestas en la
escena, le permitió reescribirlas incluso, donde analizó y cuestionó la
explotación petrolera y sus graves consecuencias sociales.
Para el crítico e investigador Leonardo Azpárren
Giménez, Rengifo es un dramaturgo
importantísimo, que tiene una amplia obra original, y quien junto a Román Chalbaud,
Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Rodolfo Santana, es uno los grandes
puntales del teatro moderno venezolano de la segunda mitad del siglo XX.
TETRALOGIA PETROLERA
Para nosotros, lo mejor de Rengifo es su ejemplar tetralogía del petróleo,
donde él arremete contra el imperio de las petroleras
y su nefanda presencia en Venezuela. Deberían los teatreros venezolanos detener
durante un año sus producciones extranjerizantes, por lo menos, y planificar y ejecutar
un ciclo de montajes y foros con esos cuatro textos porque es necesario
predicar precisamente con el teatro. Ahí advirtió las
frustraciones de un amplio sector de la sociedad venezolana por el sinuoso
destino de la renta petrolera, además de la muerte lenta de la agricultura y el
éxodo de los campesinos a las grandes ciudades para buscar un destino incierto
o esquivo, al tiempo que señalaba la incesante sustitución de la cultura
nacional por una foránea, “bien servida” por todos los medios de comunicación.
Ahí están, pues, Las mariposas en la oscuridad (entre
1951 y 1956), basada en el éxodo y el abandono de los campos venezolanos
ante la invasión (y nunca esa palabra fue tan patética) de las empresas
petroleras. Muestra el dolor del campesinado al dejar atrás sus raíces, lo
que le lleva a supercherías tan burdas y grotescas dejando el presente
como testigo de un pasado.
Concibió en tres actos a El vendaval amarillo (1952), que
transcurre en el estado Zulia, entre los años 1938 y 1939, una zona
que sacrificó su explotación agraria y lanzó, sin destino alguno, a los
campesinos, al tiempo que sus poblados eran destruidos. Denuncia con sus diez
personajes populares cómo los terratenientes fueron vendiendo, sin
contemplaciones, sus haciendas para que las compañías petroleras iniciaran y
avanzaran en la búsqueda de “el estiércol del diablo”.
Un marxista, como era César, no podía dejar pasar la oportunidad de
inmiscuirse en la vida privada de los empleados estadounidenses de las
petroleras, desnudarlos de sus supuestos ropajes de dignidad y exhibirlos como
unos asesinos desalmados. Eso lo logró con El raudal de los muertos
cansados (1969). Muestra cómo se va urdiendo una serie de
intrigas entre los petroleros para quedarse con un cargo burocrático que les
permitirá ganarse unos cuantos miles de dólares más, aunque para ello tengan
que matar o sacrificar al personal que trabaja para ellos, al tiempo que la
explotación petrolera avanza y se lleva por delante a los mismos obreros.
Y diez años antes de su muerte, entregó Las torres y el viento, la
más poética y la más completa pieza de su tetralogía petrolera. Sintetizó en el
preámbulo el valor de las torres de petróleo y el viento en los pueblos donde
la explotación del mineral ha cesado: “Torres destruidas y viento. He
ahí para muchos venezolanos lo que queda del petróleo”. Como frustración de
la riqueza fácil o decepción por el inalcanzable Dorado, las torres en abandono
y el viento pasando libre entre las viviendas abandonadas, resulta, por la
fuerza de sus significaciones, son casi un personaje. Es una de las obras más
resaltantes del teatro de Rengifo, la cual fue llevada a la escena por el
Teatro Universitario de la UCV, en los tiempos de Herman Lejter, hacia 1975.
PROFETA
¿Sería chavista César Rengifo si hubiese sobrevivido a sus dolencias físicas, que no eran pocas? No sabemos, porque eso que él denunció en sus obras, no era de su exclusividad, sino que ya el resto la inteligencia venezolana, especialmente la de izquierda. Luchaba para detener el proceso desgastador que durante un gran parte del siglo XX significó la explotación de los hidrocarburos.
¿Sería chavista César Rengifo si hubiese sobrevivido a sus dolencias físicas, que no eran pocas? No sabemos, porque eso que él denunció en sus obras, no era de su exclusividad, sino que ya el resto la inteligencia venezolana, especialmente la de izquierda. Luchaba para detener el proceso desgastador que durante un gran parte del siglo XX significó la explotación de los hidrocarburos.
No hay que ser chavista para execrar los abusos
cometidos, no sólo por las empresas sino por los gobiernos títeres. Lo único
cierto es que todo lo que él advirtió se cumplió y que al final el petróleo
terminó por ser controlado por el Estado venezolano al desencadenarse una serie
de cambios en la conducción política del país, pero las secuelas de los malos
años no ha podido curarse todavía, ni los muertos inocentes resucitarán jamás.
Él hizo lo suyo al escribir su teatro, pero muy pocos
con poder político le hicieron caso y las consecuencias están a la vista,
porque “ya no somos un país
independiente económicamente. Junto con el alud del
capital extranjero, explotador, nos llegó también una pseudo civilización
estandarizada. Y junto a los ranchos, habitados por gente depauperada y sin
ninguna cultura, apareció la pseudocultura del petróleo”.
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