Los esposos Javier Vidal (63) y Julie Restifo
(58) decidieron jugar al teatro con los sendos seres de carne y hueso que mejor
conocen: ellos mismos. Y por eso retomaron el texto Tal para cual y lo transformaron en audaz e hiperkinetico show de stand up comedy, al cual presentan en el Teatro BOD; cuyos personajes
teatrales plasman de manera directa y desenfadada su relación de más 30 años de
vida en pareja, ciñéndose a un libreto de autoficción, puesto en escena por
Julie.
Hay que puntualizar que Tal para cual es la obra 15 de las 24 que, exitosamente, Vidal hasta
ahora ha escrito y representado; fue estrenada en la temporada del 2007 en el Trasnocho
Cultural, pero nueve años más tarde, según lo que hemos ponderamos, es otra
pieza, no solo por los perceptibles cambios en el guión, donde ahora hay más
ficción edulcorada y menos crudas realidades, sino porque sus intérpretes lucen
más maduros y por ende más versátiles en sus desempeños histriónicos. Es, por supuesto,
mejor espectáculo.
Se trata, pues, de un nostálgico viaje de 90
minutos que va desde los inolvidables años 70 hasta la primera década del siglo
XXI, tocando de soslayo el inicio de la era chavista y el patético deslave del
estado Vargas. Vidal, que es libre de
contar lo que quiera de su vida íntima y familiar, hilvanó unas cuantas facetas
auténticas y armó así un laberinto de monólogos para ambos, con unas cuantas escenas
complejas, hasta lograr plasmar como ha sido la vida de una pareja de clase
media, que no es la Javier&Julie de la vida real, con unas cuantas aristas
en sus relaciones, etcétera. Aquí la ficción supera la realidad y eso, aunque nos
parezca mentira, es lo que la gente quiere degustar. Por eso el éxito cómplice de
telenovelas y buen cine y ahora este teatro de Javier&Julie.
Aquellos que acudan al BOD creyendo que
Javier&Julie es un streep tease con sus intimidades, esas que ruedan
por pasillos de los canales de TV o por los meandros de las columnas de
chismes, podrán salir rabiando, ya que
lo exhibido es una versión light o edulcorada o una exquisita ficción teatral, nada de
teatro-verdad, donde ambos terminan felices y esperando las ventajas de una
edad dorada más calmada, donde habría nietos y más experiencias, porque los
seres humanos o teatrales son de la misma materia de los sueños, como enseña
aquel Próspero shakespereano, pero antes muestran unos bailes que son auténticos
shows terapéuticos y unos cuantos pugilatos verbales, todo dentro de una gratísima
atmósfera lúdica, donde cada espectador buscará su pedacito de sueño en ese polícromo
escenario.
Si alguna virtud tiene este espectáculo es
que atrapa al público más aburrido y lo hace participar en ese sueño de los
ciudadanos Javier&Julie y sus personajes de Javier&Julie. No es difícil
para los que conocen al matrimonio Javier&Julie diferenciar la ficción de
la realidad, pero el público en general no tiene ese conflicto, porque hay singulares
momentos del espectáculo que atrapan con sus peripecias y los desenlaces de sus
crisis, donde es ostensible la comprensión, inteligente, de ese matrimonio
teatral, que de alguna manera copia la realidad allende la escena. En síntesis,
es terapéutico todo aquello.
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