Este García Lorca criollo es una visión valiosa en lo estético e ideológico |
Lo odiaban porque era rojo, poeta y gay. Lo fusilaron por las nalgas
para que le doliera más. Además desaparecieron su cuerpo y le negaron una tumba
para “borrar su alma”. Sus verdugos fascistas enloquecieron. Jamás
comprendieron como sus personajes teatrales y su poesía son inmortales y que
algún día el mundo lo exaltaría y sería el intelectual modelo de un nuevo mundo
de libertad y amor.
En estos días, cuando hay que evocar ocho décadas del fusilamiento y
desaparición de Federico García Lorca y se festejan 41 años de la muerte
del generalísimo Francisco Franco, ya en el reino de España se habla del fin de
la transición legal y hasta proponen luchar para lograr la transición ética. ¿Qué
pasará?
Imposible una predicción, pero en Caracas un joven puñado de artistas
venezolanos antifascistas ha iniciado la tercer temporada de Yo,
Federico, como
para que nadie olvide jamás el epílogo existencial del autor de La
casa de Bernarda Alba, Yerma, Mariana Pineda y otros
textos teatrales y poéticos, a manos del franquismo, aquel 20 de agosto de
1936. Este texto de Jan Thomas Mora Rujano ha sido muy bien escenificado por Dairo Piñeres y los
coreógrafos Angélica Escalona y Carlos Dimas, apuntalados en las destrezas
físicas y actorales de Theylor Plaza, descalzo y de punta en blanco, y en
el virtuosismo de nueve intérpretes-bailarines, quienes usan botas y faldas
semilargas oscuras y llevan los torsos desnudos y las cabezas rapadas, cual
sórdido atuendo andrógino contemporáneo. Es un espectáculo impactante y
novedoso, de 50 minutos, acompañado por el Sound
Track de un ejemplar y profesional trio de músicos (Leonardo Maldonado,
Ricardo Chacín y Gabriela Sarauz), que puede suscitar enconadas polémicas por
lo que se hizo y como se hizo, o incluso exigir que dure 30 minutos más para
exacerbar más a la fascinada audiencia.
Se trata de un alucinante unipersonal sobre García Lorca, donde el vate
se entrega a un delirio dancístico con los textos de personajes básicos de sus
obras y hasta se materializa al torero Ignacio Sánchez Mejía en una hermosa
faena taurina poética, e incluso se reviven los agrestes romances del poeta con
Dalí.
Yo,
Federico está lejano de la estética tradicional
lorquiana y por eso busca y obtiene códigos visuales contemporáneos, lo cual no
es malo, sino todo lo contrario, ya que actualiza su prédica contra el
fascismo, que está más vivo que nunca y capaz incluso de masacrar incluso más
desvalidos poetas, como siempre lo ha hecho.
Con este montaje, hibrido delicioso de patético teatro y danza contemporánea,
producido por Héctor Becerra, el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela celebra
25 años de labores. El elenco está conformado por Theylor Plaza (valioso
comediante) en el papel de Federico García Lorca, acompañado de Carlos Dimas,
Gerardo Sorongo, Alejandro Martínez, Andrew White, Edward King, Francisco
Aguana, José Angarita, Javier Peña y
José Figueroa. La producción ejecutiva es de Luis Rendón,
asistencia de dirección de María Eugenia Gutiérrez. El diseño y realización de
utilería y máscaras es de Noelia Rojas, la pintura escénica y el vestuario de
Oriely Brizuela. Hace temporada en la sala Rajatabla.
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