Los seres humanos
elegimos el momento para nacer, despues de nadar varios meses, no más de nueve,
en unos líquidos vitales del útero de nuestras madres. Pero difícilmente
podemos seleccionar el momento final de nuestras existencias, ese cuando se nos
detiene el corazón y emprendemos un viaje hacia lo desconocido. Eso pasó con
Moliere, el legendario comediógrafo francés, que el 17 de febrero de 1673, que terminó ahogado en su sangre mientras
finalizaba su actuación de su obra El
enfermo imaginario, mientras el publico aplaudía y reía sin parar, sin
saber que el actor estaba personificando su propia muerte, a los 51 años.
EL GITANO MARACUCHO
Murió Moliere en su reino artístico y no
sabia que no se recuperaría jamás de ese ataque de hemoptisis y algo parecido
acaba de ocurrir en el club social Hermandad Gallega, de Caracas, hacia la
medianoche, del 31 de diciembre, de 2016, donde perece, como consecuencia de un infarto al miocardio, el celebre cantante popular Luis Guillermo Morales o Memo
Morales o El Gitano Maracucho.
Memo
Morales había nacido en Maracaibo, estado Zulia, el 6 de abril de 1937 en una
familia de gaiteros y desde pequeño se vinculó con el mundo artístico y se inició en la canción como especie de
“niño prodigio” que cantaba en programas de aficionados. En 1945 llegó a
Caracas, donde participó en el programa llamado “Proarte infantil”, en el que
interpretó el tango “Princesita rubia” que lo hizo merecedor de su primer
premio musical.
Comenzó su carrera musical en 1953 como una
sección vocal de la orquesta Garrido y sus Solistas. En 1954 se trasladó a
Caracas y trabajó allí hasta 1958 con Juanito Arteta y su orquesta juntos.
En 1958 se unió a Carlos Torres, y de 1959
a 1960 fue el primer cantante de la orquesta de Luis Alfonso Larraín. De 1961 a
1964 fue miembro de la orquesta Los Hermanos Salanis.
Se apropió de las interpretaciones con aire
español de la orquesta Billo’s Caracas Boys y temas como “El tunante”,
“Rumores” y “Gitana” hicieron que su voz se inmortalizara en América Latina y
por eso no es gratuito que su seudónimo de El Gitano Maracucho sea mucho más reconocido en la actualidad que
su nombre de pila, Guillermo Enrique Morales Portillo.
Billo Frómeta, director y fundador de la
agrupación venezolana, supo de la existencia de Memo Morales porque el cantante
ya tenía una trayectoria consolidada con la orquesta de Luis Alfonso Larraín, y
aunque ya había figurado en otros colectivos, como el de Garrido y sus
Solistas, sus cualidades interpretativas a finales de la década del 50 ya eran
comentadas en el ámbito nacional.
NI SE COMPRA NI SE VENDE
En 1964, Morales firmó su contrato con la
Billo’s Caracas Boys y quedó establecido desde un principio que su fuerte
estaría centrado en aquellas canciones ligadas con España. De esta manera,
además, el nuevo integrante respetaría las especialidades de sus compañeros de
tarima de ese entonces, Cheo García, mejor conocido como El Guarachero de
América ; y José Luis Rodríguez (El Puma), quien antes de dedicarse a la balada
cantaba música tropical.
Gracias a la interpretación de Memo Morales
se popularizaron temas como “Ni se compra ni se vende”, “Que viva España” y “Se
necesitan dos”, el debut en la composición de pasodobles de Billo Frómeta. Con
el reconocimiento dentro del bolsillo, el cantante toma la decisión de lanzarse
como solista en 1976 y emprende una gira exitosa por las principales plazas de
Estados Unidos. Incluso, en Houston (Texas) fue nombrado Ciudadano Honorífico y
Embajador de la Buena Voluntad.
Morales, quien lideraba la organización
musical que lleva su nombre, cumplió con la realización de un concierto de
despedida del año 2016 en la Hermandad Gallega de donde salió ovacionado.
Minutos después, ya cuando despuntaba el 2017, sufrió un infarto fulminante en
la ambulancia que lo transportaba hasta el centro de salud más cercano. Se
apagó la voz de El Gitano Maracucho, un artista que se dedicó a amenizar con
sus interpretaciones las vidas de los demás.
SE FUE CANTANDO
Alicia Morales,
hija de “Memo” Morales, agradeció a quienes han dedicado palabras de cariño a
su padre. "Él se fue como quería irse cantando,
haciendo lo que le gustaba. Sus últimas horas fueron fantásticas al lado de su
familia. Recibió el año en la Hermandad Gallega, y antes de subirse a la
tarima le dio un beso a mi mamá, y ahí estábamos mi hermana y yo. Murió
feliz de poder entregar su vida", detalló Alicia desde el Cementerio del Este donde fueron velados sus
restos.
Señaló que
quiere que Venezuela lo recuerde como El gitano maracucho. "Esa voz inolvidable que llenaba las casas en cualquier fiesta
venezolana".
Confesó que era un hombre con "una disposición para
trabajar increíble. Él estaba en la casa y decía tengo que trabajar. Tenía 79 años,
estaba en perfecto estado de salud”.
Sus parientes aseguraron a los periodistas que la ultima canciòn que interpretó fue el pasodoble "Se necesitan dos", que le compusiera Billo Frometa.
Sus parientes aseguraron a los periodistas que la ultima canciòn que interpretó fue el pasodoble "Se necesitan dos", que le compusiera Billo Frometa.
PRIMERO FUE VICTOR PIÑERO
Otro cantante venezolano que se despidió al
terminar una jornada musical fue Vìctor Piñero, quien había nacido en El Guarataro,
de Caracas el 10 de mayo de 1923, zona popular habitada en su mayor parte por
afrodescendientes. En 1957, el productor de la Sonora Matancera, Rogelio Martínez, lo escuchó cantar y le ofreció un
contrato. Piñero aceptó y un año después se convirtió en el primer y único
venezolano que grabó con la Sonora Matancera. En 1961 regresa a Los Melódicos,
pero dura poco. Renuncia con la intención de formar su propia orquesta: Los Caribes de Víctor Piñero. Pero no le va bien con esta empresa y poco
después la disuelve. Regresa a los Melódicos a fines de los sesenta y allí se
queda hasta la fatídica madrugada donde murió.
Puntualiza Wikipedia que es común escuchar a muchos artistas del
espectáculo decir: "Quiero morir como murió Víctor Piñero". Piñero se
encontraba amenizando un baile con los Melódicos en el Hotel Intercontinental
Tamanaco de Caracas en la noche del 5 de enero de 1975. Ya en horas de la
madrugada y al terminar de cantar su tema "Las pilanderas" , tomó unas maracas y las agitó mientras tarareaba una canción. Se sintió mal, se
tambaleó y uno de los músicos impidió que cayera al suelo. Lo sentaron en una
silla y llamaron a un médico, quien le
dijo a Renato Capriles, director de Los Melódicos, que ya Víctor se había ido.
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