jueves, enero 26, 2017

Falsedad y frustración

Y Sócrates Serrano encarnó al mítico Carlos Gardel.El teatro criollo avanza
Históricamente el cantante, compositor y actor de cine Carlos Gardel pasó el penúltimo mes de su vida en Venezuela entre el 25 de abril y el 23 de mayo de 1935. Se presentó en los teatros Principal y Rialto de Caracas entre el 26 de abril y el 14 de mayo. Después siguió su gira por América latina y el 24 de junio de 1935 murió en un insólito accidente aéreo en Medellín, Colombia, sin cumplir 45 años.
Ya era un mito argentino que se ha transformado en un ser mítico latinoamericano, gracias al teatro, el cine y la televisión, como lo afirma la investigadora Catalina Julia, quien cita obras como Matatangos.Disparen sobre el zorzal (1978) del chileno Marco Antonio de la Parra; El día que me quieras (1979) del venezolano José Ignacio Cabrujas, y del uruguayo Víctor Manuel Leites: El chalé de Gardel (1985).
GARDEL CABRUJIANO
Gracias a la dramaturgia de Cabrujas, Gardel llega a Caracas el 11 de junio de 1935, conoce a la familia Ancizar en su casa, canta en el teatro Principal y sigue su destino. Sobre lo que pasó con este célebre cantante y el pequeño grupo de cinco personas que lo tratan de palabra y obra es que el escritor pergeñó su fantástico texto El día que me quieras, uno de los grandes éxitos del teatro venezolano, estrenado en 1979; en su primer montaje se mantuvo en cartelera durante casi un año alcanzando cerca de 200 funciones. La pieza cosechó también el éxito internacional, siendo aclamada por la crítica en Nueva York, en donde se  realizaron  dos montajes, uno en 1983 y otro en 1987; en Chile, donde estuvo año y medio en cartelera, así como en Brasil, España, México, Argentina, Puerto Rico, Santo Domingo y Perú. En Colombia se le llevó al cine.
La temporada 2017 del Trasnocho Cultural comenzó este 20 de enero con El día que me quieras, según la versión escénica de Juan Carlos Gené, estrenada en la temporada 2005 del Ateneo de Caracas (plaza Morelos), donde Cabrujas sí logra retratar a los venezolanos de manera cruda y dolorosa, pero, sobre todo, pletórica de ese humor que tanto caracteriza a este pais caribeño. Serán inicialmente 18 funciones, porque después esta producción del Grupo Actoral 80 (GA 80) se va de gira internacional; es la cuarta vez que la redirige Héctor Manrique, con la producción de Carolina Rincón; la puesta en escena cuenta con las actuaciones de Héctor Manrique como Pio Miranda, Martha Estrada encarna María Luisa Ancízar y María Cristina Lozada es Elvira, Angélica Arteaga da vida a la virginal Matilde, Juan Vicente Pérez es Plácido Ancízar, Juan Carlos Ogando y Sócrates Serrano serán Alfredo Lepera y Carlos Gardel, respectivamente.
PRIMER MITO DE AMÉRICA
La obra recibe su título de una de las canciones más conocidas de Gardel y es, justamente la visita a Venezuela del recordado cantante de tangos, la excusa perfecta usada por Cabrujas para despertar de su letargo a esta sociedad sumida en la quietud y la pasividad. Ayer, como hoy, los cambios son mínimos y quizás tiene mayor vigencia que nunca
Gardel, considerado el primer y mayor mito de América, por azares del destino viene a cantar en la diminuta y cálida cotidianidad de la Caracas de 1935, para deslumbrar, además, cual relámpago, las añejas rencillas familiares del hogar de los Ancízar, familia cuya única herencia es un apellido aristocrático que llena a los personajes de nostalgias que los mantienen alejados de la realidad que viven y padecen.
El mítico cantante se cruza en la ficción con el supuesto intelectual marxista Pio Miranda, uno de los personajes mejor logrado del universo cabrujiano, desbordadamente humano en sí mismo con su ansiado como postergado viaje a la -hoy desaparecida y entonces floreciente- Unión Soviética, con el camarada Stalin siempre a flor de labios y una década de estéril noviazgo con María Luisa Ancízar a cuestas.
Todas estas situaciones recreadas por la prolífica mente de Cabrujas nos hablan del fracaso del ser humano en su intento de mostrarse como algo que no es, además de reflejar el derrumbe de un sistema político, en este caso, el ortodoxo comunismo. Pareciera una obra escrita en la mañana de hoy, por su ácida vigencia, ha dicho Manrique en relación a los planteamientos de la obra, que en esta puesta en escena cuenta en su elenco con el primer actor Sócrates Serrano para interpretar al mayor mito de nuestra América, Gardel, también conocido como el “Morocho del Abasto”.
El día que me quieras puede leerse como un melodrama de mujeres angustiadas en una Caracas sometida al poder tiránico del paradigmático Benemérito y cuyas vidas son alteradas para siempre porque Gardel las visita de improviso en su casa de La Pastora. Y ellas además descubren que el comunista Pío Miranda no lo es a conciencia, pero sí es un chulo, quien sin piedad ha engañado y además nunca la tocado más allá de lo permitido, porque la biología no le funciona sino en esa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
HONESTIDAD REVOLUCIONARIA
¿Qué quiso predicar Cabrujas? Queda el espectador en la libertad de interpretar lo que le llegue desde la escena, pero es obvio que se trata de discurso equilibrado entre la moral y la ética a la venezolana, donde se enseña que un verdadero revolucionario no es mentiroso jamás y lucha siempre por su ideología porque está plenamente convencido de ella y no porque quiere medrar, y además no abusa de la buena fe de quienes lo aman o creen en él. Hay, por supuesto, otras lecturas posibles, pero todas tienen un denominador común: la honestidad de un revolucionario nunca jamás puede ser puesta en tela de juicio.
En síntesis: Cabrujas sí creía en un proceso de necesarios y profundos cambios sociales, pero los mismos tenían que contar con hombres y mujeres convencidos y no por simple moda. ¿Por qué Cabrujas metió a Gardel en esa diatriba contra los falsos revolucionarios? Algunos afirman que lo hizo para respetar el origen del cuento familiar que lo impulso a pergeñar su sainete o su melodrama, otros apuntan que fue para derrumbar esos mitos de la farándula que sirven para adormecer a multitudes y hacerlas soñar en otros mundos supuestamente mejores.
Sea lo que sea, la presencia de esa gran estrella latinoamericana es un viento fresco que anima a los personajes encerrados de esa casona de La Pastora, un teatro que prosigue convocando multitudes en esta Tierra de Gracia y donde se le exhiba.
Por supuesto que es posible una lectura burguesa plana, esa que ayuda a la digestión y que no exige mayores complicaciones, pero estamos seguros que ese tipo de espectadores ya no existe en este país, después de largos 400 años de sufrida y constante vida teatral. 
Vimos este espectáculo y cuando ya casi nos lo sabemos de memoria, debemos admitir que publico lo disfruta como nunca antes lo habíamos palpado, a sabiendas que se trabaja para él, quedo fascinado por la novedad que le llegó desde el escenario, ese lacerante anatema sobre la falsedad y la frustración disfrazadas con el oropel de la dictadura gomecista.

Es importante que se haya exhibido en este crucial 2017, además las actuaciones de Sócrates, Angélica y Juan Vicente son maravillosas y les dan a sus personajes dimensiones y matices contemporáneos, al lado del sobrio Ogando, las señoriales Lozada y Estrada y el austero Manrique, crecido como nunca antes lo había visto.

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