Sócrates y Héctor en "El dìa que me quieras"
La temporada 2017 del Trasnocho Cultural
comienza este 20 de enero, a las 6 pm con la obra teatral más emblemática de
José Ignacio Cabrujas, El día que me
quieras, según la versión escénica de Juan Carlos Gené, estrenada en la
temporada 2005 del Ateneo de Caracas (plaza Morelos). Serán inicialmente 18
funciones, porque después esta producción del Grupo Actoral 80 (GA 80) se va de
gira internacional.
El
día que me quieras es uno de los
grandes éxitos del teatro venezolano. Estrenada en 1979, en su primer montaje
se mantuvo en cartelera durante casi un año alcanzando cerca de 200 funciones.
La pieza ha cosechado también el éxito internacional, siendo aclamada por la
crítica en Nueva York, en donde se han realizado dos montajes, uno en 1983 y
otro en 1987; en Chile, donde estuvo año y medio en cartelera, así como en
Brasil, España, México, Argentina, Puerto Rico, Santo Domingo y Perú. En
Colombia se le llevó al cine.
Ahora vuelve este El día que me quieras, una de las obras más emblemáticas
de José Ignacio Cabrujas; es la cuarta
vez que la redirige Héctor Manrique, con la producción de Carolina Rincón; la
puesta en escena cuenta con las actuaciones de Héctor Manrique como Pio
Miranda, Martha Estrada encarna María Luisa Ancízar y María Cristina Lozada es
Elvira, Angélica Arteaga da vida a la virginal Matilde, Juan Vicente Pérez es
Placido Ancízar, Juan Carlos Ogando y Sócrates Serrano serán Alfredo Lepera y
Carlos Gardel, respectivamente.
Manrique he dicho que El día que me quieras es, a su juicio, la más universal de un
trilogía de piezas -completada por Acto
cultural y Profundo- en “las que
Cabrujas logra retratar a los venezolanos de manera cruda y dolorosa, pero,
sobre todo, plenas de ese humor que tanto nos caracteriza”.
EL PRIMER MITO DE AMÉRICA
La obra recibe su título de una de las
canciones más conocidas de Gardel y es justamente la visita a Venezuela del
recordado cantante de tangos, antes de perder la vida en un accidente de
aviación en Medellín (24 de junio de 1935), la excusa perfecta usada por
Cabrujas para despertar de su letargo a una sociedad sumida en la quietud y la
pasividad.
Gardel, considerado el primer y mayor mito
de América, por azares del destino viene a cantar en la diminuta y cálida
cotidianidad de la Caracas de 1935, para deslumbrar, además, cual relámpago las
añejas rencillas familiares del hogar de los Ancízar, familia cuya única
herencia es un apellido aristocrático que llena a los personajes de nostalgias
que los mantienen alejados de la realidad que viven y padecen.
El mítico cantante se cruza en la ficción
con Pio Miranda, uno de los personajes mejor logrado del universo cabrujiano,
desbordadamente humano en sí mismo con su ansiado como postergado viaje a la
hoy desaparecida y entonces floreciente Unión Soviética, con el camarada Stalin
siempre a flor de labios y una década de estéril noviazgo con María Luisa
Ancízar a cuestas.
Todas estas situaciones recreadas por la
prolífica mente de Cabrujas nos hablan del fracaso del ser humano en su intento
de mostrarse como algo que no es, además de reflejar el derrumbe de un sistema
político, en este caso, el comunismo. “Pareciera una obra escrita en la mañana
de hoy, por su vigencia”, destaca Manrique en relación a los planteamientos de
la obra que agotara entradas y que en
esta puesta en escena cuenta en su elenco con el primer actor Sócrates Serrano
para interpretar al mayor mito de nuestra América, Gardel, también conocido
como el “Morocho del Abasto”.
El
día que me quieras puede
leerse como un melodrama de mujeres angustiadas en una Caracas sometida al
poder tiránico del Benemérito y cuyas vidas son alteradas para siempre porque
las visita de improviso de Gardel en su casa de La Pastora. Y ellas además
descubren que el comunista Pío Miranda no lo es a conciencia, pero sí es un
chulo, quien sin piedad ha engañado y además nunca la tocado más allá de lo
permitido, porque la biología no le funciona sino en esa Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas.
HONESTIDAD REVOLUCIONARIA
¿Qué quiso predicar
Cabrujas? Que un verdadero revolucionario no es mentiroso jamás y lucha siempre
por su ideología porque está plenamente convencido de ella y no porque quiere
medrar, y además no abusa de la buena fe de quienes lo aman o creen en él. Hay,
por supuesto, otras lecturas posibles, pero todas tienen un denominador común:
la honestidad de un revolucionario nunca puede ser puesta en tela de juicio. En
síntesis: Cabrujas sí creía en un proceso de necesarios y profundos cambios
sociales, pero los mismos tenían que contar con hombres y mujeres convencidos y
no por simple moda. ¿Por qué Cabrujas metió a Gardel en esa diatriba contra los
falsos revolucionarios? Algunos afirman que lo hizo para respetar el origen del
cuento familiar que lo impulso a pergeñar su sainete o su melodrama, otros
apuntan que es para derrumbar esos mitos de la farándula que sirven para
adormecer a multitudes y hacerlas soñar en otros mundos supuestamente mejores.
Sea lo que sea, la presencia de esa gran estrella latinoamericana es un viento
fresco que anima a los personajes encerrados de esa casona de La Pastora, un
teatro que prosigue convocando multitudes en esta Tierra de Gracia y donde se
le exhiba. Por supuesto que es posible
una lectura plana, esa que ayuda a la digestión y que no exige mayores
complicaciones, pero estamos seguros que ese tipo de espectadores ya no existe
en este país, después de largos 400 años de sufrida y constante vida teatral.
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