El filme venezolano El amparo es un punto referencial oportuno para este poema.
Primero vinieron a
buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por
los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por
los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por
los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por
mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada
por Friedrich Gustav
Emil Martin Niemöller (1892-1984)
La historia de este famoso poema esta
atravesada por el error frecuente, la contradicción existencial, el cambio
permanente de sus formas, la aprobación post mortem de su versión escrita y la
desfachatada falacia de ciertos “demócratas”. No pertenece a quien con
frecuencia se le ha atribuido; nunca fue escrito exactamente como lo conocemos
por su verdadero creador; sufrió numerosas modificaciones en su construcción;
la versión finalmente aprobada es la que dio la segunda esposa del autor,
Sibylle Sarah Niemoeller-von Sell, cuando éste ya había fallecido; y, además,
fue vaciado de un fragmente de su contenido real por aquellos que se
autoproclaman asiduamente los máximos exponentes de la democracia y el
pensamiento libre.
Desmenucemos entonces cuál es la historia
de un poema sin título pero que suele ser presentado como “Ellos vinieron”. Lo
primero que hay que decir es que el error lo ha acompañado por años, ya que ha
sido atribuido en reiteradas ocasiones al dramaturgo y poeta alemán Bertold
Brecht (1898-1956) sin que el mismo tuviese ninguna responsabilidad al
respecto; error que se ha multiplicado hasta el hartazgo desde que existe
Internet. Este medio maravilloso que ha revolucionado la historia de las
comunicaciones, transmitiendo a gran velocidad y a una enorme cantidad de seres
humanos distribuidos en todo el mundo información y conocimientos verdaderos,
también es el responsable de amplificar errores y falacias como ninguno.
Ocurre que el verdadero gestor de lo que
hoy se conoce como el poema “Ellos vinieron” fue el alemán Friedrich Gustav
Emil Martin Niemöller (1892-1984), quien a lo largo de su curiosísima historia
de vida recorrió el largo camino que va desde la condición de comandante de un
submarino alemán durante la Primera Guerra a pastor, y de su inicial apoyo como
pastor al nazismo hasta la lucha contra las guerras desatadas por el
imperialismo, al punto de visitar en 1965 Vietnam del Norte para reunirse con
Ho Chi Minh.
Niemöller tenía una visión prejuiciosa del
movimiento obrero y manifestaba serias simpatías por el antisemitismo, todo lo
cual lo condujo casi con naturalidad en la Alemania de los años treinta hacia
el apoyo a Hitler. Sin embargo, sus diferencias con el régimen se fueron
desarrollando poco a poco, pasando a la indiferencia y luego a oponerse a que
su iglesia fuese funcional a las imposiciones nazis, pues consideraba que su
único referente sólo podía ser Dios. Esta nueva situación lo condujo, como era
de esperar en una coyuntura política dominada por la expresión más bárbara que
ha gestado el capitalismo, en un primer momento a prisión y luego a los
tenebrosos campos de concentración del nazismo, siendo recluido tanto en
Sachsenhausen como en Dachau.
Recién cuando en 1945 termina la Segunda
Guerra recuperó la libertad regresando a su actividad como pastor protestante.
Y fue precisamente durante sus sermones cuando comenzó a gestar paulatinamente,
con modificaciones introducidas en cada uno de ellos, el poema que estoy
considerando. Pero la que finalmente se convertiría en la versión escrita
aprobada es la que dio su esposa Sibylle Sarah Niemoeller-von Sell, quien había
escuchado por primera vez al que muchos años más tarde sería su compañero
cuando era apenas una niña. Esta mujer, que provenía de una aristócrata familia
prusiana, siendo ya una adolescente llegó a enfrentar a los nazis con un arma
en sus manos.
En Argentina uno de los mejores recitados
del poema considerado es el de la talentosa actriz Cipe Lincovsky. En 2006, al
cumplirse 50 años de la desaparición física de Bertold Brecht ella realizó el
unipersonal “Cipe dice a Brecht”.
La historia del poema no es ajena a la
propia historia de vida del Martin Niemöller, quien en un giro de 180º pasó de
su inicial complicidad con el régimen nazi hacia el compromiso militante por la
paz. Su increíble metamorfosis ideológica lo condujo en el final de su vida,
cuando ya había alcanzado los 90 años y se autodefinía como un revolucionario,
a expresar irónicamente que si viviera hasta los 100 quizás acabaría siendo
anarquista. Este hombre pues ha sido el verdadero responsable de un poema
famoso que recorrió el mundo rodeado de equívocos.
Como dato nada menor, para culminar el
sintético relato de esta apasionante historia, cabe acotar que allí donde el
capitalismo occidental intenta definir lo que sería su paradigmático estilo de
vida, Estados Unidos de Norteamérica, y en un espacio reservado a la muy
necesaria memoria del horror, como es el Museo del Holocausto en Washington, la
presentación del poema tiene una curiosa e inquietante particularidad (otra
más), se le ha amputado nada menos que su primera frase, aquella con la que
Niemöller invariablemente iniciaba su exposición:
"Primero vinieron a buscar a los
comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.”
Publicado en La Plata , Argentina, julio de 2011
Ver: Cuaderno de la Izquierda Nacional |
Cuaderno de la Ciencia Social
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