El Centro
Nacional de Teatro, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular para la
Cultura, invita a disfrutar de la celebración del Día Nacional del Teatro este
28 de junio a las 6 de la tarde en el Teatro Baralt de Maracaibo, donde será
escenificada la coproducción teatral La última voluntad de Felipe Pirela.
El Día
Nacional del Teatro en Venezuela se conmemora, desde hace más de 30 años, en
recuerdo a la solicitud que fuera hecha para escenificar un espectáculo teatral
en Caracas ante el Cabildo de Caracas el 28 de junio del año 1600, aunque el
teatro comienza en Venezuela ya durante la época precolombina, cuando nuestros
ancestros realizaban representaciones con fines educativos y sobre todo
religiosos, generando una tradición que a través de los siglos ha dejado un
vasto e importante legado cultural, reflejado en el devenir de nuestra
colectividad social.
La última voluntad
de Felipe Pirela, es una coproducción del 2014 del CNT
y la agrupación teatral mirandina “Producciones Pequeño Grupo”. La pieza escrita y dirigida por Paúl Salazar Rivas nos cuenta la vida de Felipe
Pirela a través de unos personajes inmersos en la locura. Es una historia
construida con secretos a voces, éxitos, traiciones, donde se lleva un mensaje
sobre la discriminación e intolerancia. Temas muy pertinentes en nuestro actual
momento histórico.
Además de
la presentación, el programa del día contempla la lectura de un mensaje
nacional a propósito del Día del Teatro por parte de voceros de la Red Nacional
de Teatro y Circo de Venezuela, en las palabras de Fernando Acosta, según informó Alfredo Caldera, director del CNT.
MENSAJE DEL DIA NACIONAL DEL TEATRO
Cuando me acerque al teatro fue en un
momento crucial de mi existencia, formaba parte de un grupo de jóvenes, amigos,
quienes incitados por la época, finales de la década de los sesenta y comienzo
de los setenta; nos acercamos a todo tipo de información cultural foránea (la
música, las vestimentas, el lenguaje verbal y corporal), fuimos modificando
nuestras formas de ver y vivir, nos sentíamos hippies, nos drogábamos, nos
creíamos felices. Pero ya nos estábamos deteriorando, perdiendo el tiempo de
los estudios, el modo de relacionarnos como individuos, como miembros de una
comunidad, con nuestras familias, la necesidad de obtener dinero como fuere
para satisfacer nuestra adicción. Nuestro futuro ya pendía de un hilo, sin
comprenderlo.
Una noche fuimos invitados por
familiares de dos de los nuestros, preocupados por la conducta destructiva, e
inteligentemente nos llevan al encuentro con el maestro Clemente Izaguirre,
quien dirigía en aquel entonces el Teatro Universitario de LUZ. Esa noche nos
hablo de nuestra vida modelada por la sociedad. De cómo quienes controlaban el
“Sistema de Dominación Mundial” manipulaban y desviaban los propósitos
fundamentales de los movimientos sociales, como el movimiento hippie, nos
hablaba de cosas que no entendíamos en ese momento, termina la conversación con
una propuesta para hacer teatro. Dos días después recibíamos nuestra primera
clase de actuación y ahí para nosotros comenzó todo. Nuestra mirada al mundo ya
iba acompañada de acciones, ingresamos al recién creado Grupo de Títeres “La
Petaca” fundado por las entrañables e inteligentes amigas Maite Pascual y
Yazmina Jiménez. Hacíamos Teatro de Títeres y Actores en la calle, nos
convertimos en militantes estudiantiles, en defensores de la ecología,
sembrábamos árboles y hacíamos murales, funciones todas las semanas con proyecciones
de cine. Y nos fuimos llenando de cómplices, pero no en el delito, sino en la
solidaridad, la alegría de vivir, de percibir un camino lleno de futuro…
Con el maestro Clemente Izaguirre,
continúe el tiempo de la formación teatral, al ingresar en 1972 al Teatro
Universitario. Allí recibimos formación artística, entrenamiento físico además
de ideología, de economía, de historia, de semiología También recibimos
entrenamiento e instrucción con maestros del Teatro Latinoamericano. En lo
personal teníamos largas conversaciones sobre la música clásica, contemporánea
y popular y discutíamos acerca de autores de la dramaturgia, de la prosa y de
la lírica. Otro tema era la situación social y política, debatíamos desde
nuestras diferencias y llegábamos a acuerdos que no cerraban ninguna
posibilidad. Todo proyecto que emprendíamos nos exigía investigación y
compromiso a fondo. A su lado, bajo su dirección fui: obrero del teatro,
técnico, apuntador, actor, instructor, asistente de dirección. Durante este
proceso, sin saberlo yo, el Maestro me preparaba como Director y el Teatro
fraguaba mi vida. Fue una década llena de un raudal de acontecimientos,
información y conocimientos que removieron y fortalecieron mi espíritu, que
comenzó en 1968 cuando escuche una banda de Liverpool por primera vez siendo un
joven, alienado, que se creía feliz y que concluyo en 1978 cuando cierro el
ciclo con el Teatro Universitario de LUZ convertido en un proyecto artístico…
Al rememorar esta etapa de mi vida en
el teatro, lo hago como reflexión en función del momento histórico que
atravesamos en nuestro país. Es necesario revisar los principios que guían mi
pensamiento y mis creencias y entender el valor significativo que tiene el teatro, no
solo para la diversión, sino también para la formación del hombre y la mujer
que comparten una hora o dos de su tiempo desde una butaca presenciando la
puesta en escena. También obtengo las respuestas para saber sí el teatro que
hago, que quiero seguir haciendo, en estos momentos donde el mundo está al
revés de cómo lo soñamos, con la angustia existencial que genera la lucha por
conseguir lo elemental para el día a día, tiene sentido para los demás.
¿Cómo hacer para
lograr el teatro que queremos?
Para los colectivos,
para los creadores del teatro de arte, hacer un espectáculo teatral, estrenar
una obra es un esfuerzo titánico por las condiciones económicas que atraviesa
el país. Sabemos, además que no contamos con el presupuesto del Estado, ya que
las circunstancias cambiaron el ingreso petrolero. En medio de una
hiperinflación tenemos que producir recursos para suplir las necesidades
básicas del elenco y para cubrir los gastos de realización del espectáculo
haciendo muy difícil cumplir nuestra labor. Es necesario mantener y revisar los
aportes financieros a la actividad teatral. Eso implica un cambio en los
criterios de nuestra relación con el Estado, la empresa pública y privada,
utilizando los mecanismos legales que están establecidos y que permitan el
desarrollo y la dignificación del oficio teatral.
¿Qué nos impone el
momento?
Primero seguir
haciendo sin dudas teatro. El que queremos y necesitamos con urgencia imperativa.
Segundo tenemos que darle prioridad a la organización gremial. Pero no
atomizada, ni manipulada. Tercero generar desde la unidad de criterios acciones
que nos faciliten la productividad: Realización de Circuitos teatrales tanto
regionales, nacionales e internacionales; Crear espacios destinados al
reciclaje, diseño y realización de elementos técnicos para el teatro y el
circo; Crear las temporadas teatrales en las salas independientes con entradas
solidarias y accesibles para todo público; Crear eventos teatrales comunitarios
que se transformen en referencia para la sociedad.
No hay que olvidar
la responsabilidad que tenemos en emprender una tarea fundamental para la
preservación y el mejoramiento de las condiciones de la vida en nuestro país:
la formación y la difusión de nuestro Arte.
Pensar que para
desarrollar el aprendizaje teatral el ser humano tiene que ponerse en el medio,
él es la fuente del descubrimiento. Lo que somos como individuo, lo bueno y lo
malo; la memoria genética, la memoria histórica, la memoria de nuestros
conocimientos y la memoria emotiva. La relación con nuestro entorno, el rol que
asumimos en la sociedad. Y todo lo que logremos producir en los oficiantes se
van a multiplicar por miles desde un escenario…
Voy a cerrar con el
final de la epístola irreverente de uno de los genios de la alegría y las
tradiciones del ser venezolano, el Credo del gran Aquiles Nazoa: Creo en la
amistad como el invento más bello del hombre, Creo en los poderes creadores del
pueblo, Creo en la poesía y en fin, Creo en mí mismo, puesto que sé que alguien
me ama…
Gracias maestro
Clemente Izaguirre por sus aportes…
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