El autor Luis Vicente González encarnando a su Perla |
La estrujante historia de Perla,
un preadolescente travestido de un pueblo venezolano, quien es asesinado en su
escuela, fue convertida en Callejera
, excelente pieza y además actuada magistralmente por su autor Luis Vicente
González, méritos que le permitieron ganar el Premio Municipal de Teatro César
Rengifo 2016.
El argumento de Callejera, auténtico y desopilante texto, está basado en un hecho real, ocurrido en
Estados Unidos de América, cuando un joven es asesinado por un compañero de
clases en plena fiesta de San Valentín, delante de todos. El muerto solía
travestirse ocasionalmente para ir al liceo y lo hacía con vestidos que una
profesora le regalaba. Este chico se enamora de su asesino, a quién le pide que
sea su acompañante en el baile de los enamorados que se celebrará en el
claustro, petición que le hace públicamente días antes de la fiesta.
El autor-actor se apropió de tal suceso para su Callejera y en el proceso de
creación o poetización fue incorporándole anécdotas y personajes que pertenecen al mundo de
su niñez, en el pueblo donde nació y creció, friccionándolos para construir la
vida familiar y callejera de Perla, al igual que su interioridad. “En el proceso de escritura fui incorporando sucesos y personajes que
pertenenecen al mundo de mi niñez, en el pueblo donde nací y crecí,
ficcionándolos para construir la vida familiar y callejera de Perla al igual
que su interioridad”.
La Perla teatral es un delgado jugador que corretea, salta, se tira al
piso, durante 70 minutos, dentro del desnudo espacio escénico y con mínimos
elementos de utilería va mostrado todas sus etapas. Todo es tan rápido y tan
violento que no hay tiempo para seleccionar y regodearse con las estéticas
imágenes que compone sino para verlo en su performance destinada a gritarle al
mundo que la homofobia en el hogar y en el liceo lo llevaron al final: un
disparo por la espalda, cuando aún no había cumplido 15 años.
-¿Por qué un montaje eminentemente físico?
-En primer lugar debo decir que el montaje no es eminentemente físico.
Es teatro y se hace desde la presencia física de los actores en escena.
De lo contrario no sería teatro. Ciertamente la propuesta escénica permitió la
incorporación, en algunos momentos, de materiales corporales como un lenguaje
más desde donde se cuenta la historia. Creo con mucha firmeza que en nuestro
país no se entiende y se desconoce las implicaciones técnicas y estetéticas de
eso que se ha dado en llamar "teatro físico". Por ello cualquier
montaje donde el actor use su cuerpo fuera de las convenciones del teatro
"de texto", entonces pasa a ser mal llamado “teatro físico”. Pero
resulta que el teatro ni es de texto ni es físico, el teatro es una
manifestación artística viva, el texto como todos los elementos que participen
de la puesta en escena, son recursos para la elaboración de los lenguajes
escénicos. De manera que se puede pasar con total fluidez del habla a la
gestualidad como quien usa variados colores para construir una pintura. Por
otro lado, el texto de “Callejera” está
constituido por 29 cuadros escritos. De manera que al leerlo fácilmente se le
pudiera inscribir dentro del llamado teatro de texto, pero como se ha mostrado,
en la creación escenica hemos usado una variedad de lenguajes para la
elaboración del discurso.
-¿Qué busca?
-Buscamos hacer un teatro propio, es decir una forma de hacer teatro
surgida de las posibilidades y necesidades expresivas reales de los
creadores. Entonces, como yo llevo algún tiempo ya en una investigación
personal sobre las calidades físicas y el contacto para la construcción de la
acción escénica, he derivado en un acabado actoral como el que has visto en
Callejera . En éste
punto debo resaltar el mérito de Carlos Díaz, quien como director ha tenido la
inteligencia de trabajar desde mí y conmigo más que con prefabricadas ideas de director.
Esto ha dado como resultado una propuesta en la que yo como actor no tengo que
lidiar con la búsqueda para alcanzar las ideas del director, porque el director
a construido sus ideas en "diálogo" activo y vivo con el actor. De
allí que estar en escena me sea tan placentero en éste montaje.
La otra pobreza
A Luis Vicente González no le preocupa la homofobia en particular. “Me
preocupa la intolerancia en general. La no aceptación de lo diferente en
cualquier ámbito. En la política, en las artes, en fin, en la vida.
Callejera intenta invitar a la reflexión
sobre esto. El rechazo al homosexual es en este caso un pre-texto para hablar
de lo pobres que somos culturalmente y que es nuestra pobreza la que nos hace
ser intolerantes hasta extremos nefastos que nuestro país conoce bastante. A
través del teatro no pretendo detener la homofobia. Lo que sí busco con él es
brindar espacios y tiempos para sensibilizar, elevar el espíritu y jorungar los
corazones del espectador para que sea una mejor persona y, de pronto, sea
menos homófobo”.
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