Diana Volpe encabeza un elenco muy comprometido con el espectáculo. |
En Venezuela y Estados Unidos se
cometieron decenas de miles de crímenes de odio contra sus habitantes, a
quienes se agredió o exterminó bien sea por su edad o sexo, identidad de género
o religión, raza o etnia, nivel socioeconómico o nacionalidad, ideología o
afiliación política, discapacidad u orientación sexual.
Mientras que en el año 2009 el
gobierno estadounidense promulgó la Ley Matthew Shepard para castigar severamente a
todos los crímenes de odio, actualmente los habitantes de Venezuela no tenemos
estadísticas de esos delitos de odio ni tampoco hay leyes precisas que
castiguen a tales criminales, aunque en el seno de la Carta Magna de 1999
está la semilla contra todas las discriminaciones habidas y por haber.
Y escribimos de los crímenes de odio
en estos dos países, porque hace temporada en Caracas (La caja de fósforos) el
montaje Proyecto Laramie, de Moisés
Kaufman (Caracas, 1963), versión escénica de Orlando Arocha, la cual alude a
una ejemplar investigación de campo que adelantó un grupo de teatro neoyorquino
en la población de Laramie, Wyoming, donde fue asesinado Matthew Shepard, de 22 años, por ser
gay, el 12 de octubre de 1998.
La agrupación Tectonic Theater Project (fundada por
Kaufman y su socio Jeffrey Lahoste en Nueva York) escribió y estrenó en
Manhattan The Laramie Proyect porque
el asesinato de Mathew se había convertido en estupor y vergüenza para Estados
Unidos. Ellos entrevistaron
a la comunidad para comprender porqué a ese joven lo habían torturado y
asesinado. A partir de esas conversaciones pergeñaron la obra, como
símbolo de la lucha contra la intolerancia y la discriminación hacia lesbianas,
homosexuales, bisexuales y transgénicos, la cual hasta ahora sido vista
por más 200 millones de personas no solo en Estados Unidos, desde 2000, y dos
años después se convirtió en película de HBO. Tiempo después vino la
legislación para combatir a los crímenes de odio, pero los mismos no han
desaparecido porque el problema es cultural y solo una profunda revolución en
los hogares y en la sociedad entera eliminará esa plaga del género humano.
The Laramie Project vertido al castellano y trasformado
en Proyecto Laramie se exhibe, hasta
el próximo 10 de julio, gracias al Festival de Teatro Contemporáneo Estadounidense,
bajo la severa y creativa dirección de Arocha y la cómplice y existencial
entrega de 25 actores que materializan y dan sus voces a unos 70 personajes del
pueblito de Laramie, que termina siendo metáfora de Estados Unidos o de toda
ciudad o nación donde revienten los crímenes de odio.
El espectáculo Proyecto Laramie es, pues, un excelente trabajo de producción, logrado
por la pasión que le pusieron todos los artistas ahí involucrados, ejemplar
muestra que si hay talento venezolano para crear y lograr un montaje de calidad
como pocas veces hemos visto en este siglo XXI, muestra de que se ha trabajado
en función de una colectividad que cada vez más exige a sus artistas un faro o
una guía para sobrevivir en los tiempos difíciles.
Proyecto Laramie es modelo de cómo investigar y
escribir un teatro sacado de la misma vida de un pueblo, muestra del talento de
Kaufman y de los venezolanos que ahora lo han mostrado.
Hay, por supuesto una producción muy
cuidadosa y una utilización perfecta de efectos
visuales y videos vitales para crear las
atmosferas, especialmente en la etapa del juicio y el show mediático que se armó
por la muerte de Matthew y el juico de
su asesinos, además de un espacio escénico
múltiple bien, concebido y bien ejecutado. Es, sin lugar a dudas, una de las
mejores producciones de La Caja de Fósforos en sus dos años de labores.
Y del amplio y valiente elenco
debemos decir que lo encabeza Diana Volpe y la secundan, correctamente, toda
una generación de nuevos y jóvenes intérpretes, auténtico semillero para las temporadas
venideras.
El estreno de este espectáculo ha
coincidido, lamentablemente, con la masacre de Orlando, donde un disociado mato
a 50 e hirió a otra cincuentena de personas que se divertían en una discoteca gay.
No hay palabras para rechazar ese múltiple crimen de odio, que nos advierte como
el teatro y la vida se nutren no solo de sagas literarias sino también de
sangre joven, además.
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