Nirma Prieto,gran actriz. |
Quienes
no hayan amado jamás o quieran aprender en cuerpos ajenos lo que eso puede significar
y todo lo bueno y lo malo que les puede ocurrir si deciden probarlo, les recomendamos
que vean, cuando esté de nuevo en temporada, el espectáculo teatral La Celestina, sobria y convincente producción
de la Fundación Arteú y el Colectivo Aedos, creativamente dirigido por Costa Palamides,
quien además actúa al lado de Nirma Prieto, Ludwig Pineda, Livia Méndez, Oscar
Salomón, Sabrina Rodríguez, Jonell Páez y Marxlenin Cipriani.
La Celestina, de Fernando de Rojas, quien la escribió a finales
del siglo XV español, es reconocida como la pieza teatral más antigua en esa lengua.
Los amores de los jóvenes Melibea y Calixto, además de los embrujos de Celestina,
una vieja alcahueta, tramposa y proxeneta (gran performance de Nirma), son los
mecanismos de esta obra, considerada tan importante como el mismo El
Quiijote, de Miguel de Cervantes Saavedra.
Ha sido transformada
por Palamides en una cantata mediterránea
y es todo un acierto porque la
convierte en uno de esos montaje gratos de ver y hasta de repetir, gracias al virtuosismo
actoral ahí desplegado (bien Jonell Páez), así como por la sencillez de la versión y la inclusión de musica y 20
canciones populares para transformarla en una cantata, gracias además al virtuosismo de Gonzalo
Mendoza con su guitarra y los actores cantantes. Todo esto correctamente
complementado con la adecuada iluminación que creó Gerónimo Reyes, la escenografía
y utilería de Oscar Salomón y el vestuario diseñado por estudiantes del
Instituto de Diseño Las Mercedes. Una producción como debe ser, en medio de la
crísis económica que se vive en el sector artístico.
El
director Carlos Giménez, en el año 1986, hizo una memorable versión de La Celestina, con Alexannder Milic
(como la siniestra bruja),Mariú Favaro, Aníbal Grunn y otros comediantes,
como Jorge Luis Morales, y Javier Zapata, del grupo Rajatabla de ese siglo XX.
Su montaje fue un canto al amor de los jóvenes y una denuncia de la corrupción
de una sociedad, explotadora de aquellos amores, los cuales terminaron tragicamente,
ya que sus familias y las creencias religiosas los hicieron prohibidos. Costa Palamides
también hizo lo suyo en este siglo XXI.
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