Vladimir en otro comienzo, pero ahora en tierra de PabloNeruda |
Los venezolanos y demás habitantes de esta
Tierra de Gracia pueden irse hasta donde le alcancen sus sueños o quedarse si su
sobrevivencia no está en peligro o si encontraron esas vías mínimas para
alcanzar sus desarrollos sociales y económicos. No se emigra por moda, salvo
que se tenga la respetable afición a las aventuras. Siempre hay de trasfondo ese
no-se-que de carácter existencial, el más frecuente, para tomar ese tipo de
decisiones. Decimos esto porque son varias las docenas de artistas e intelectuales,
quienes se han asentado en el exterior, para señalar ese segmento importante de
la colectividad. El caso más reciente es del director de Vladimir Vera y su
esposa, la actriz Fedora Freites, lideres del grupo teatral Teatro Forte, quienes
ahora se reportan desde Santiago de Chile.
Vladimir, vía Internet, respondió así a nuestro
cuestionario:
¿Cuánto tiempo llevan en Chile y hasta cuándo esperan
estar ahí?
Arribé a este generoso país del sur
americano a mediados de marzo. Estoy tratando de buscar un nuevo asidero para
mi búsqueda creativa y he sentido que se me han abierto muchas puertas en
Chile. Espero estar el tiempo necesario, aunque es muy fácil enamorarse de esta
tierra.
¿Qué está haciendo?
Bueno, espero hacer mucho por acá, si esta
ciudad me lo permite. Por ahora, hace unas semanas grabé con el apoyo de Trampa
Films mi primer cortometraje chileno, que se tituló Casting, contando con el
apoyo de uno de los directores de fotografía más potentes o importantes de
Chile: Valentín Atias y la productora Tamara Dupre. También mi agrupación
Teatro Forte está en los ensayos de un remontaje de nuestro espectáculo Crónicas Palahniuk, para estrenarlo durante los próximos meses,
con un excelente elenco y con una interesante diversidad de nacionalidades: los
venezolanos Fedora Freites (mi cómplice en las artes), Alexander Solórzano y
María Alejandra Rojas, el actor español Alonso Torres y la actriz chilena
Ignacia Santa María.
¿Llevó obras venezolanas para montar?
Siempre tengo en mente a los grandes
dramaturgos, no solo a los venezolanos, sino a los de cualquier parte de la
orbe. Pero hay textos maravillosos de Gustavo Ott, de Xiomara Moreno, de Elio
Palencia, de Néstor Caballero, de Gennys Pérez; que recorren de manera
constante mi imaginario.
¿Cuál es su balance de lo realizado en Venezuela?
Hay experiencias que he optado por olvidar,
como otras que atesoraré de por vida. Llevar por dos años la dirección
artística de Rajatabla, es por ejemplo algo que siempre agradeceré. Según la
historia teatral, en tiempos de crisis es cuando surgen las obras más
importantes de un país. Veremos si es así. Algo que también me nutrió como
creador es la maravillosa oportunidad de haber formado a muchos jóvenes que
poseen un increíble talento, un talento y una disciplina que me hace pensar que
si hay esperanzas en esta nueva generación. El tiempo dirá como les irá.
¿Satisfecho de su experiencia en Caracas?
Es un
ciclo. No sé si está cerrado, pero por lo menos está en pausa. Satisfecho de
trabajar con los excelentes profesionales que me topé en el camino. Satisfecho
de la entrega en el arte de muchos. Insatisfecho con la mala vida que lleva el
artista y el escaso apoyo. Insatisfecho
con lo difícil que es desarrollar o investigar estéticas contemporáneas en un
país que se ha cerrado a las influencias más modernas de la creación universal.
Pero en el talento de los jóvenes es allí donde veo una luz en medio de la
penumbra.
Balance
Rajatabla
Para Vladimir Vera la
historia del teatro venezolano siempre tendrá en cuenta el nombre de Rajatabla.
“No sólo por la labor excepcional y titánica realizada por Carlos Giménez
(1946/1993), sino por el desfile de directores que hicieron montajes de alta
factura dentro de la agrupación (Raúl Bambilla, Basilio Álvarez, Paolo Magelli,
Rolando Giménez y Ugo Ulive, entre otros). Rajatabla está ahora en una
encrucijada conceptual; se encuentra entre la institución que añora los grandes
montajes de su historia o la agrupación de vanguardia que busca nuevos
derroteros creativos. En Rajatabla monté los espectáculos La piel en llamas del catalán Guillem Clua, El marqués de Sade de Yukio Mishima y La
casa de Bernarda Alba de
Bernarda Alba, de Federico García Lorca además de El fantasma de Hiroshima de Gennys Pérez, los cuales arrojaron
valiosos récords de público y de críticas, montajes que fueron reseñados por ti, además”.
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