Pablo García Gámez viene a la Patria por unos días. |
Los éxitos de los venezolanos
allende las fronteras son siempre noticia y mucho más cuando ocurren se materializan
sobre los difíciles escenarios de Nueva York. Lo decimos porque el teatrero Pablo
García Gámez, con un cuarto de siglo laborando en Manhattan, sigue viviendo,
que es lo más importante, y además cosecha premios gracias a su dramatúrgia.
Ocurrió, el pasado mes de
mayo, cuando su obra Olvidadas obtuvo premios en Dramaturgia, Dirección, Producción
y Actriz para Rosie Berrido, alzándose con cuatro de los cinco galardones entregados
del Festival LGBTQ Hispano de Teatro FUERZA Fest, organizado por la Federación
Hispana de Nueva York. Es la historia de Estela y Luna, pareja que vive aislada
del mundo. Estela no puede recordar quién es o dónde está y Luna debe cuidar de
ella. A través de dibujos, colores y poemas, Estela va construyendo un pasado
donde ellas fueron marginalizadas por sus ideales y preferencias, un pasado del
cual Luna trata desesperadamente de protegerla. Olvidadas
es una historia sobre el amor y los
recuerdos: aquellos que luchamos para conservar y aquellos que deseamos olvidar,
puntualiza García Gámez,
¿Cuál es su origen y cómo se hizo espectáculo?
Fueron
semanas intensas: por un lado Olvidadas y por el
otro Yo no soy Lupita,
unipersonal que tuvo una recepción extraordinaria y del cual hay que hablar. Las
dos estrenaron el mismo día -20 de mayo-, además de las clases, mi tesis, el
congreso de LASA; no tuve tiempo para nada, ni para mandar un email a Caracas. Olvidadas fue escrita
en 2009. La imagen de partida se da al escuchar la lectura de testimonios
de una amiga apresada durante la última dictadura argentina. De allí
salieron más imágenes: niños, mujeres tras rejas, reclusos, la vejez. De
allí olvidar o recordar. La memoria como recurso, la historia que incorpora lo
que la hegemonía impone dejando por fuera los aportes hechos por las minorías.
Así que son dos personajes, Estela y Luna; viven en un espacio que no saben
cuál es, que no reconocen, ellas son, o ¿fueron?, maestras, desafían la
normativa, siguen la pedagogía del oprimido, de Freyre, y pueden envejecer o enjovenecer según las recuerden.
Mario
Colón, de Hispanic Federation institución organizadora de FUERZA Fest LGBTQ
Latino Festival, me invitó directamente. Decliné la invitación porque ya
estaba en la producción de Yo no soy Lupita. Mario invitó entonces a Diego
Chiri, director peruano, quien a su vez me llamó y le mandé el texto; la
producción la asumió Corezon, la productora de Pablo Andrade, que presentó Lo
que Kurt Cobain se llevó en
el Festival de Teatro del Comisionado Dominicano. Diego en la dirección hizo un
trabajo impresionante. Trabajó con poquísimos elementos escenográficos y
de utilería. Se abocó a resaltar el trabajo actoral. Valoró gestos,
movimientos, pausas. Esa propuesta creó una energía en escénica fuerte,
fortísima, teatro con pinceladas de performance, barroco sin elementos que
llena el espacio. La entrega de las actrices fue absoluta: Rosie Berrido
y Noelle Mauri tienen talento -extraordinario, por cierto- para un trabajo tan
exigente como éste. Está pautado seguir presentándola; tengo que reunirme
con Diego y Pablo una vez que cumplan su compromiso en el Comisionado. Por lo
pronto, -aquí tienes un tubazo- aprovechando que voy a Caracas, a mediados de
julio se realizará una lectura dramática de Olvidadas en la Galería de Arte Nacional.
El director es de lujo: Elio Palencia, quien ahorita está poniéndose en
contacto con las actrices.
¿Cuántos años en USA y cómo ha sido su trabajo
teatral?
En USA voy
hacia mis primeros 25 años. Mi trabajo como dramaturgo ha sido bien
recibido, llevo ya ocho premios: tres HOLA, dos ACE, dos Proyecto Asunción,
éste de FUERZAFest… y espero seguir cosechando... amén.
¿No teme
encajonarse en temáticas sexuales?
¿Encajonarme
en temáticas de sexualidad? Jejeje… me causa gracia porque es como
preguntarle a un autor heterosexual si teme estancarse en la
heterosexualidad. En serio, la mayoría de mis personajes, como Camelia
Margarita de Noche tan linda o Luna y Estela forman parte de una marginalidad. Son así
porque escribo desde mi visión de mundo y no necesariamente desde un punto de
vista heteronormativo. Desde el margen puedo leer, reflejar, reflexionar
sobre mi contexto, un contexto que además es diaspórico, un acullá mezcla de aquí
y de allá. Esos personajes con su sexualidad han logrado crear diálogos
con gente que no necesariamente comparten su marginalidad y que encuentran
otras aristas de la realidad. Hay que visibilizar personajes LGBTQ. Buscar,
inventar, recrear una memoria. Por ejemplo, en Noche tan linda es
un muchacho caraqueño travesti enfrentado al 27 de febrero de 1989. No
conozco, no sé de un registro que se refiera a una actitud, un caso, una
historia de un gay en esa fecha. Estela y Luna hablan del paso del tiempo
entre parejas del mismo sexo: ¡envejecemos como los heterosexuales! Como
ellos, discutimos, se nos olvidan las cosas, tenemos miedo a quedar indefensos,
podemos pasar muchos años juntos en pareja; tenemos actitudes políticas, de
clase, de raza. Eso sí: también están los personajes straights como
Coromoto Chiquinquirá Gouveia, la heroína de Yo no soy Lupita que, en una estética bien camp plantea
cómo nos transformamos en imágenes en esta sociedad del espectáculo.
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