jueves, agosto 18, 2016

Elba Escobar en gira por Venezuela

Elba Escobar, otro monstruo del teatro criollo.
 Lila Rodriguez Escobar (Caracas, 1954) abandonó sus estudios de matemáticas en el caraqueño Pedagógico y se fue tras la magia de los títeres que manejaba el director José León con su agrupación Los monigotes, hasta lograr debutar en su espectáculo La pelotica encantada. Y pudo así ganarse con justicia el apodo de “la pelotica” por sus innegables redondeces. Muy pronto la conoció el dramaturgo Isaac Chocrón y la invitó a encarnar una importante sirvienta chejoviana del memorable montaje que dirigió Antonio Costante para el Nuevo Grupo de El jardín de los cerezos, en la temporada de 1977, pero antes le cambió su nombre y desde entonces se le conoció, profesionalmente, como Elba Escobar.
Pudimos apreciar a esa Elba Escobar precisamente cuando comenzaba su carrera actoral y es ahora, a casi 40 años de tales románticos inicios, que hemos logrado ponderar otra etapa de su vida profesional y  disfrutar así de su unipersonal Yo si soy arrecha, un texto escrito y dirigido por Enrique Salas, en la sala Escena 8, con el cual hace una intensa gira que le organizó el empresario Jesús Fuenmayor por escenarios de Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Puerto Ordaz, Lecherías, Porlamar y Valencia, antes de regresar a  Miami, donde ella vive y trabaja actualmente, desde hace dos años, para demostrar que el Norte es una quimera posible, durante cierto tiempo y con mucha paciencia.
Yo si soy arrecha inicialmente es una historia corta que integra el macro espectáculo Relatos borrachos, el cual desde hace cinco años permanece en la cartelera caraqueña y actualmente se exhibe en el teatro Urban Cuplé, pero que ahora su autor Salas lo ha llevado a 45 minutos de duración para hacer reír y sufrir otro tanto  al público, porque es la rocambolesca y tragicómica historia de una mujer exitosa en su profesión que drena sus desequilibrios románticos y existenciales con el consumo constante de bebidas alcohólicas.
 Al alargar el monologo Yo si soy arrecha, Elba tiene más material dramático para provocar la reflexión entre la audiencia, especialmente de aquellos, que son casi la mayoría de los espectadores, que vivieron o viven el síndrome del hijo del alcohólico, por lo que pueden pasar fácilmente de la risa al llanto o a la conmiseración, por que se muestra al alcohólico como un enfermo social que debe ser rescatado o recuperado  con ayuda de profesionales de la medicina y la psiquiatría, lo  cual se hace muy poco y condenan al borracho a su desgracia, con pocas excepciones.
Son, pues, 45 minutos de risas y de profunda reflexión  donde Elba Escobar demostró, una vez más, su calidad y versatilidad interpretativa al encarnar a una exitosa ejecutiva alcohólica que celebra su ascenso laboral en el bar La soledad. Todo transcurre en un escenario en penumbra, y ella reposa, o guarda equilibrio, en la silla de una imaginaria barra y frente a una mesa con un par de copas y una botella, para que así su personaje comparta episodios de su vida, una mezcla de logros y frustraciones marcadas por la presencia del alcohol, ayudada en su discurso por una serie de videos sobre su deambular exitoso por el mundo, por así llamarlo.
 Y para que el espectáculo tenga mayor impacto participa un grupo de mariachis que la acompañan al interpretar el tema “Sombras nada más”, pero antes realiza una tarea física que muestra poco a poco el derrumbe físico de una borracha que no tema a nada ni a nadie y se transforma en un ser inconsciente.
 Aleccionador ese espejo que transmite desde la escena. Y ahí reside su grandeza actoral, porque ella se desplaza sobre una especie de cuerda floja que oscila entre el ridículo y la crudeza de la verdad, esa que siempre aprecian los demás, los que no están borrachos o muy pronto lo estarán.
 Aquí en Caracas un público cálido rio y aplaudió con entusiasmo la entrega de esta primera actriz para dar vida a una borracha que incluso conmovió a algunos hasta el llanto.
Elba Escobar acostumbra saludar al público y expresar sus comentarios sobre esos borrachitos simpáticos, la mayoría de las veces, quienes  han dado origen a una inconmensurable cantidad de chistes alrededor del licor, al tiempo que recordó   la cantidad de temas musicales que promueven al alcoholismo. Y por supuesto recordó a las familias destruidas porque hay un padre o un hijo alcohólico. “Esta obra es una belleza. La gente se divierte mucho, pero también produce este momento final de reflexión. Estoy feliz de hacer esta obra que permite ver el drama subyacente detrás de los borrachitos simpáticos", expresó la actriz como colofón. 


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