¿Cuántas condecoraciones se imponen a diario en el mundo para premiar o reconocer el trabajo de servidores públicos, guerreros, intelectuales y artistas, o a los más modestos maestros o bedeles de las grandes urbes? Esa es una pregunta capaz de reventar a los concursantes de esos sórdidos concursos de “sabiduría” que organizan las aburridoras televisoras. Por supuesto que ese dato todavía no está en ninguno de los buscadores del ciberespacio, pero cuando se conozca tendremos que enmendar el encabezamiento de esta crítica que con sumo placer hacemos sobre la pieza teatral latinoamericana Condecorado, del artista argentino Alberto Ravara, la cual se estrenó en el marco del VI Foro Social Mundial y fue exhibida, por ahora, en una única función en la Casa del Artista.
Condecorado no es grata para nadie. Alude precisamente al latinoamericano Cosme Marichalar Aldave, quien ha sido sacado del asilo o nosocomio de ancianos, donde está recluido, para recibir una medalla por los servicios prestados a la paz en una nación centroamericana. No habla ni muestra revoluciones, fusilamientos o torturas. No recuerda a desaparecidos ni nada de esa aterradora parafernalia informativa de los últimos 50 años en este balcanizado continente. Eso, sí le recuerda al público los pro y los contras de la prolongada finitud de la vida, el ocaso de los humanos o sea esa triste o nostálgica edad dorada de quienes llegan a la senectud, cuando los días y las noches los sorprendan hiriendo los cansados ojos con luces o colores que les anuncian que aún viven y que la imaginación los seguirá torturando hasta que llegue la inminente partida.
No es Ravara (Trenque Lauquen, 1952) un émulo de Ionesco o Beckett, pero por “ahí van los tiros”. Su pieza, del más puro existencialismo ateo, sumerge al espectador especializado en uno de esos tantos textos del teatro del absurdo, donde un viejo desafía siempre a la naturaleza y trata de enseñar una moraleja a los que continúan vivos. En algunos momentos, el protagonista nos recuerda al shakespeareano viejo Próspero en la inmensidad de la mar embravecida y acompañado de sus mágicos personajes. Es, pues, un texto con hondos contenidos filosóficos y múltiples interrogantes, como lo hizo Carlos Gorostiza en Aeroplano.
El drama patético de Cosme Marichalar Aldave lamentándose de lo que fue su vida y de cómo la sociedad le pagó o lo premió, es una invitación a reflexionar sobre el sinsentido de la vida humana dentro de una sociedad que norma todos los actos de sus ciudadanos desde que nacen hasta que llegan a la edad del retiro, cuando se convierten en un estorbo porque ya no son útiles o no producen ninguna riqueza para ese inmenso ídolo de oro que es el mercado o el Estado. ¿Cambiará eso en una sociedad menos deshumanizada? ¿La humanidad será otra al alcanzar la utopía del comunismo que advertían los griegos? ¡Quizás no estemos vivos para vivirlo o conocerlo cuando sea posible!
Es, pues, Condecorado un grito de protesta contra la deshumanización presente en todos los sistemas sociales, los cuales han pretendido resolver el problema del pan diario, pero olvidándose de que no sólo de pan vive el hombre. Ésa fue la lectura que hicimos del texto original y la cual reafirmamos con la maltrecha puesta en escena adelantada por el mismo autor
Condecorado, actuada por Alexander D´Leon, Simón Salcedo, Enrique Reyes y María Antonieta Coronado, tiene una puesta en escena extraña. No se fue por los concretos caminos del minimalismo escénico, ése que podría haber reducido el montaje a dos actores naufragados en la soledad del escenario y acompañados por sus textos y mínimas tareas físicas de hombres mayores. El autor-director creó todo un vendaval de imágenes y situaciones oníricas para el protagonista y su leal compañero “viejo Arturo”, las cuales conspiraron contra la misma claridad del discurso, al robarle escena al protagonista y su lacerante verbo. No es que la puesta sea mala o equivocada. No, pero sí debe ser controlada mucho más, o depurada lo suficiente, para que no compita con el show existencial de Cosme Marichalar Aldave, el cual debe llegar nítido y con su “verista” actuación al espectador. Las palabras deben sobreponerse a las imágenes en este caso y no ser aplastadas.
lunes, enero 30, 2006
viernes, enero 27, 2006
Muñequita linda
Luis Brito García (Caracas, 1940) no ha pretendido ser una versión venezolana del renacentista Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), pero sí es un escritor comprometido, dentro de la más pura concepción sartreana, con su tiempo y su país tercermundista.
Eso lo hemos deducido tras ver la versión que hizo y representó el director Hernán Marcano de su pieza teatral Muñequita linda, un girón de la historia venezolana que el autor ha utilizado para proponer además una lectura sobre cómo son los avatares políticos en Venezuela y la imposibilidad de sus ciudadanos o habitantes para escaparse de los tejemanejes trágicos de la política como tal.
Pero antes de analizar la pieza, sus contenidos y su importancia, es vital destacar que se trata de un espectáculo producido y exhibido, con mucha dignidad, por la agrupación Teatro del Magisterio (fundado hace 10 años), lo cual replantea la importancia que tienen los elencos universitarios en la difusión de las artes escénicas del país, una historia que tiene páginas gloriosas, especialmente durante los años 50,60 y 70, del siglo pasado con el Teatro Universitario de la UCV, sin contar lo que después significaron las actividades histriónicas en la Ucab, desde los tiempos de Marcos Reyes Andrade, las cuales no han desfallecido además. Hay toda una historiografía irredenta de los teatros universitarios que tendrá que ser rescatada por los que pretendan escribir sobre la saga del teatro venezolano, ya que de los claustros salieron autores, actores y directores de valía.
Con respecto al Teatro del Magisterio, perteneciente al Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, bajo la conducción de Hernán Marcano, se abocó a la exhibición de Muñequita linda, precisamente en unos tiempos cuando la población pensante del país mira con preocupación o interés cómo la comunidad en general se crispa ante una serie de decisiones gubernamentales que afectan a todo el colectivo y lo único que puede hacer es rumiar su soledad y tornarse melancólica.
Brito García, que además de escribir bien, tiene una clara ideología y línea de acción política vinculada con el poder actual, aclara en el programa de mano de su obra teatral, que “la única crónica de los cuarenta que perdura hoy es la de los que nunca tuvieron ni siquiera el poder. La del lacerante amor de Aquiles Nazca hacia las maestras y las vendedoras de dulces; la rocambolesca invención de los reporteros que convirtieron en leyendas una iluminada que Dios envió a Sarría a anunciar el fin del mundo, un nudista que escalaba los tejados para sobar a las señoritas dormidas, y una muchacha que mató a su novio en defensa de su honor. Los cuarenta son el último y tierno salido de la aldea, que se despide para no volverse memoria, es más intensa mientras más se vuelve hacia lo sosegado, hacia lo mínimo”.
Y eso es Muñequita linda: una ventana hacia la vida caraqueña del pasado reciente, de los años 40 y 50, una reflexión sobre la situación de las mujeres en una sociedad que no acepta la igualdad de los sexos y que aún en los primeros años del siglo XXI se resiste a ese cambio, que es suficiente no sóo para el desarrollo económico sino espiritual del colectivo.
Muñequita linda es una historia de amor con final trágico, donde una mujer se enamora y liquida al objeto de su pasión porque le incumple lo prometido. Todo esto en medio de los ajetreos de sórdidos empresarios y políticos dedicados a sacar a Medina Angarita, a Gallegos y después a Pérez Jiménez, porque la renta petrolera era el verdadero gran tesoro de la cueva de Ali Babá. La metáfora es obvia, siempre y cuando el espectador avance críticamente en esa especie de “telenovela teatral”.
El montaje atrapa por el conjunto interpretativo porque se trata de comediantes no profesionales, aunque muchos de ellos tienen talento para cultivar. Es el caso de Yamil López, Teresa Rada, Ingrid Guevara, Luis Chacón y José Ignacio Pulido.
El trabajo de la versión y la puesta en escena es una tarea depurada de Hernán Marcano, todo un veterano de las lides escénicas, que en esta ocasión luce creativo y con muy buen concepto del ritmo escénico, para obtener un espectáculo sorpresivo y con una evidente carga de advertencia política para esta época
Eso lo hemos deducido tras ver la versión que hizo y representó el director Hernán Marcano de su pieza teatral Muñequita linda, un girón de la historia venezolana que el autor ha utilizado para proponer además una lectura sobre cómo son los avatares políticos en Venezuela y la imposibilidad de sus ciudadanos o habitantes para escaparse de los tejemanejes trágicos de la política como tal.
Pero antes de analizar la pieza, sus contenidos y su importancia, es vital destacar que se trata de un espectáculo producido y exhibido, con mucha dignidad, por la agrupación Teatro del Magisterio (fundado hace 10 años), lo cual replantea la importancia que tienen los elencos universitarios en la difusión de las artes escénicas del país, una historia que tiene páginas gloriosas, especialmente durante los años 50,60 y 70, del siglo pasado con el Teatro Universitario de la UCV, sin contar lo que después significaron las actividades histriónicas en la Ucab, desde los tiempos de Marcos Reyes Andrade, las cuales no han desfallecido además. Hay toda una historiografía irredenta de los teatros universitarios que tendrá que ser rescatada por los que pretendan escribir sobre la saga del teatro venezolano, ya que de los claustros salieron autores, actores y directores de valía.
Con respecto al Teatro del Magisterio, perteneciente al Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, bajo la conducción de Hernán Marcano, se abocó a la exhibición de Muñequita linda, precisamente en unos tiempos cuando la población pensante del país mira con preocupación o interés cómo la comunidad en general se crispa ante una serie de decisiones gubernamentales que afectan a todo el colectivo y lo único que puede hacer es rumiar su soledad y tornarse melancólica.
Brito García, que además de escribir bien, tiene una clara ideología y línea de acción política vinculada con el poder actual, aclara en el programa de mano de su obra teatral, que “la única crónica de los cuarenta que perdura hoy es la de los que nunca tuvieron ni siquiera el poder. La del lacerante amor de Aquiles Nazca hacia las maestras y las vendedoras de dulces; la rocambolesca invención de los reporteros que convirtieron en leyendas una iluminada que Dios envió a Sarría a anunciar el fin del mundo, un nudista que escalaba los tejados para sobar a las señoritas dormidas, y una muchacha que mató a su novio en defensa de su honor. Los cuarenta son el último y tierno salido de la aldea, que se despide para no volverse memoria, es más intensa mientras más se vuelve hacia lo sosegado, hacia lo mínimo”.
Y eso es Muñequita linda: una ventana hacia la vida caraqueña del pasado reciente, de los años 40 y 50, una reflexión sobre la situación de las mujeres en una sociedad que no acepta la igualdad de los sexos y que aún en los primeros años del siglo XXI se resiste a ese cambio, que es suficiente no sóo para el desarrollo económico sino espiritual del colectivo.
Muñequita linda es una historia de amor con final trágico, donde una mujer se enamora y liquida al objeto de su pasión porque le incumple lo prometido. Todo esto en medio de los ajetreos de sórdidos empresarios y políticos dedicados a sacar a Medina Angarita, a Gallegos y después a Pérez Jiménez, porque la renta petrolera era el verdadero gran tesoro de la cueva de Ali Babá. La metáfora es obvia, siempre y cuando el espectador avance críticamente en esa especie de “telenovela teatral”.
El montaje atrapa por el conjunto interpretativo porque se trata de comediantes no profesionales, aunque muchos de ellos tienen talento para cultivar. Es el caso de Yamil López, Teresa Rada, Ingrid Guevara, Luis Chacón y José Ignacio Pulido.
El trabajo de la versión y la puesta en escena es una tarea depurada de Hernán Marcano, todo un veterano de las lides escénicas, que en esta ocasión luce creativo y con muy buen concepto del ritmo escénico, para obtener un espectáculo sorpresivo y con una evidente carga de advertencia política para esta época
jueves, enero 19, 2006
Los reales para el teatro
Los teatreros venezolanos, con pocas excepciones, no leen cotidianamente los periódicos nacionales ni tampoco revisan la Gaceta Oficial. Se enteran de los cambios por chismes o por patéticas llamadas telefónicas. Pocos saben a tiempo de aquellas decisiones claves para su devenir artístico, lo cual es nefasto porque ellos no pueden estar al margen de las informaciones que les atañen, las cuales prácticamente son todas. Es por eso que siempre andan retardados en sus decisiones o sin ponerse al día en las alteraciones o en las revoluciones que afectan seriamente sus relaciones con el Estado o con el gobierno de turno. Viven con la cabeza en otros mundos y no donde tienen los pies. ¡Eso no sucede ni en el más obtuso teatro del absurdo, pero si en la realidad criolla!
Afirmamos esto porque desde el pasado 3 de enero hemos repetido verbalmente o enviado por vía email lo publicado en este periódico de esa fecha. Nos referimos a una entrevista con el principal operador cultural, o sea el Ministerio de la Cultura, en la persona de Francisco de Asís Sesto Novás. Él, muy comedidamente, le recordó a teatreros y artistas en general que ya está consolidado el ministerio a su cargo, el cual además está compuesto de “ocho plataformas”, que a su vez engloban las 32 instituciones culturales de la Nación. Están ahí todos los que tienen que ver con el aparato cultural oficial.
“Farruco” Sesto enfatizó que ya está creado y en funciones el Instituto de Artes Escénicas y Musicales (Iaem), a cargo de Silvia Díaz Alvarado, responsable de políticas y demás planteamientos en las áreas de teatro, danza y música, el cual manejará un presupuesto no menor de 59 millardos de bolívares.
Reiteró el ministro de Cultura que hay notables cambios en la metodología para la distribución de los financiamientos o subsidios culturales para el 2006, pues fue eliminada la rendición de cuentas, la cual era una verdadera pesadilla y además no impedía las trampas. Ahora se suscribirá un contrato o convenio entre el Estado y el grupo artístico para la prestación de un servicio o la elaboración de un producto. Ya no se rendirá cómo se usó el dinero recibido, sino que se presentará el trabajo acordado y con la calidad adecuada. “Ya no será una simple rendición de cuentas, sino la comprobada y calificada exhibición de un producto”.
“Farruco” Sesto advirtió que el Estado y los artistas tendrán que ponerse de acuerdo sobre los proyectos que serán financiados, porque “lo que busca el Ministerio de la Cultura es que sean trabajos útiles para la vida pública y la comunidad. No tiene nada que ver con controles ideológicos o políticos, nada de eso; pero esos trabajos artísticos sí deben responder u obedecer a las necesidades de la comunidad”.
Este cambio en la metodología para los subsidios, impondrá una serie de reuniones entre el Estado y los artistas porque se trata de la entrega de un contrato de servicio, que en este caso la mercancía es teatral. De las habilidades y las respectivas inteligencias de las partes se espera que el público o la comunidad salga favorecido. Las agrupaciones que acepten esos contratos y sus respectivas condiciones, podrán presentar sus montajes y cobrar los respectivos boletos o hacerlo gratuitamente.
Este cambio que ahora orquesta el Ministerio de la Cultura es un avance en esas relaciones del Estado con los artistas, las cuales han terminado por ser vitales. Ojalá que la sensatez, de parte y parte, impere y no haya excesos.
No hay que olvidar que desde 1936, el Estado venezolano puso sus bolívares al servicio del teatro. A lo largo del siglo XX y en lo que va de esta convulsa centuria ha cumplido con sus aportes, subsidios o financiamientos para las disciplinas escénicas y artísticas en general. Y la mayoría de los artistas se han beneficiado o despilfarrado lo recibido, mientras que el público, que no tiene un organismo para ejercer una contraloría social de lo que esos creadores hacen y difunden, consume o rechaza lo llevado a la escena con los dineros públicos, o se escapa hacia el otro teatro, mal llamado comercial, pero que resulta más divertido o más contemporáneo, como lo ha demostrado el Ateneo de Caracas en los últimos años al albergar espectáculos de matices comerciales compitiendo con el Teatro Trasnocho y con el histórico Teatro Chacaíto. ¡Cosas veredes Sancho!
Afirmamos esto porque desde el pasado 3 de enero hemos repetido verbalmente o enviado por vía email lo publicado en este periódico de esa fecha. Nos referimos a una entrevista con el principal operador cultural, o sea el Ministerio de la Cultura, en la persona de Francisco de Asís Sesto Novás. Él, muy comedidamente, le recordó a teatreros y artistas en general que ya está consolidado el ministerio a su cargo, el cual además está compuesto de “ocho plataformas”, que a su vez engloban las 32 instituciones culturales de la Nación. Están ahí todos los que tienen que ver con el aparato cultural oficial.
“Farruco” Sesto enfatizó que ya está creado y en funciones el Instituto de Artes Escénicas y Musicales (Iaem), a cargo de Silvia Díaz Alvarado, responsable de políticas y demás planteamientos en las áreas de teatro, danza y música, el cual manejará un presupuesto no menor de 59 millardos de bolívares.
Reiteró el ministro de Cultura que hay notables cambios en la metodología para la distribución de los financiamientos o subsidios culturales para el 2006, pues fue eliminada la rendición de cuentas, la cual era una verdadera pesadilla y además no impedía las trampas. Ahora se suscribirá un contrato o convenio entre el Estado y el grupo artístico para la prestación de un servicio o la elaboración de un producto. Ya no se rendirá cómo se usó el dinero recibido, sino que se presentará el trabajo acordado y con la calidad adecuada. “Ya no será una simple rendición de cuentas, sino la comprobada y calificada exhibición de un producto”.
“Farruco” Sesto advirtió que el Estado y los artistas tendrán que ponerse de acuerdo sobre los proyectos que serán financiados, porque “lo que busca el Ministerio de la Cultura es que sean trabajos útiles para la vida pública y la comunidad. No tiene nada que ver con controles ideológicos o políticos, nada de eso; pero esos trabajos artísticos sí deben responder u obedecer a las necesidades de la comunidad”.
Este cambio en la metodología para los subsidios, impondrá una serie de reuniones entre el Estado y los artistas porque se trata de la entrega de un contrato de servicio, que en este caso la mercancía es teatral. De las habilidades y las respectivas inteligencias de las partes se espera que el público o la comunidad salga favorecido. Las agrupaciones que acepten esos contratos y sus respectivas condiciones, podrán presentar sus montajes y cobrar los respectivos boletos o hacerlo gratuitamente.
Este cambio que ahora orquesta el Ministerio de la Cultura es un avance en esas relaciones del Estado con los artistas, las cuales han terminado por ser vitales. Ojalá que la sensatez, de parte y parte, impere y no haya excesos.
No hay que olvidar que desde 1936, el Estado venezolano puso sus bolívares al servicio del teatro. A lo largo del siglo XX y en lo que va de esta convulsa centuria ha cumplido con sus aportes, subsidios o financiamientos para las disciplinas escénicas y artísticas en general. Y la mayoría de los artistas se han beneficiado o despilfarrado lo recibido, mientras que el público, que no tiene un organismo para ejercer una contraloría social de lo que esos creadores hacen y difunden, consume o rechaza lo llevado a la escena con los dineros públicos, o se escapa hacia el otro teatro, mal llamado comercial, pero que resulta más divertido o más contemporáneo, como lo ha demostrado el Ateneo de Caracas en los últimos años al albergar espectáculos de matices comerciales compitiendo con el Teatro Trasnocho y con el histórico Teatro Chacaíto. ¡Cosas veredes Sancho!
jueves, enero 12, 2006
Erótico
La temporada teatral 2006 avanza tímidamente. Hasta hoy, sólo una pieza destaca en la cartelera. Se trata de la revista musical erótica ¡Oh,Caracas!/El otro lado de tu cama la cual se exhibe en la sala Anna Julia Rojas, del Ateneo, donde se estrenó el pasado 15 de diciembre, y la cual, por los vientos que soplan, o por la demanda del público, permanecerá hasta finales del próximo marzo.
¡Oh, Caracas! es un audaz experimento del productor Esteban Trapiello y del director artístico Rodolfo Drago, con los respaldos técnicos del coreógrafo Henry Landa y el músico Jorge Spiteri. Se hizo para darle a los venezolanos un espectáculo que rememora al exógeno montaje ¡Oh, Calcuta! creado a partir de una idea del crítico Ken Tynan, el cual además de causar furor en el Reino Unido y Estados Unidos a lo largo de los años 70 y 80, el cual se escenificó aquí en una ajustada versión, donde participaron, entre otros, Agustín Torrealba y Haydé Balza.
Pero este producto cultural del siglo XXI es otra cosa. Se trata de una plausible aventura artística, cuya concepción teórica es de Trapiello, la cual se inició con siete escritores, 12 cantantes y una cantante, cuya duración escénica se acercaba a las tres horas. Pero al cabo de un mes, ¡oh, maravilla de las tijeras!, el espectáculo quedó reducido a 90 minutos, con menos autores y actores. Despiadada poda que ni el mismo Carlos Giménez en sus mejores tiempos habría realizado por los riesgos que se corren en depuraciones de esa índole.
Se podría decir, una vez más, que la confrontación del montaje original con el público que lo vio hasta el 30 de diciembre, además de la autocrítica del productor y el director, ayudó a depurar la puesta en escena, al tiempo que se eliminaron dos cuadros y despidieron a tres actores. El nuevo -y esperamos que sea el definitivo- ¡Oh,Caracas! tiene los cuadros de Javier Vidal (”Desnudos en el hall”, el mejor de todos, y es el que le da la clave reflexiva sobre la razón o la sinrazón del desnudo artístico), Johnny Gavlosky, José Gabriel Núñez y Atamaica Nazoa (toda una diestra erotómana), además de los agudos entremeses de Armando José Sequera, y una serie de correctas coreografías con actores bailarines y dos intervenciones del talentoso cantante joven Keiser.
No es fácil hacer una revista musical erótica en Venezuela. No abundan los autores capaces o interesados en producir textos auténticamente eróticos, ni tampoco cunden los actores y actrices dispuestos a desnudarse en un escenario por detalles que no son morales sino simplemente estéticos, los cuales van desde las dimensiones anatómicas hasta la estética del desnudo como tal; esto, por supuesto, es más complejo entre los varones, pero no sucede lo mismo con las mujeres, quienes gracias a las cirugías y los implantes apropiados pueden cambiar notablemente sus medidas, entre otras cosas.
Después de haber visto dos funciones de la primera versión y una de la segunda, hay que reconocer que la gran revelación ha sido la aplomada y creativa dirección artística lograda por Rodolfo Drago, veterano actor y director de comedias que se estaba reservando para este montaje erótico, pues tuvo que crearle didascalias a los textos, capacitar el elenco a lo largo de cuatro meses y, por si fuera poco, darle el ritmo ágil y sin alteraciones que exige un revista musical, la cual está orientada, fundamentalmente, a impactar los sentidos del público con el lenguaje erótico, las situaciones comprometidas y los desnudos frontales y traseros del elenco.
Este ¡Oh,Caracas! ha servido también para ponderar el mercado de actores y actrices dispuesto a desnudarse... siempre y cuando haya una oferta salarial atractiva, lo cual es un bálsamo para las críticas moralistas y un pago para unas cuantas correcciones estéticas. Lo que resulta aleccionador de este experimento artístico es que pone en tela de juicio la capacidad de los escritores criollos para crear textos verdaderamente eróticos, ya que la mayoría no superan los niveles de los programas cómicos de televisión. Creíamos que la dramaturgia criolla era más solvente en sus temas y en sus técnicas, pero no es así. Al parecer, los niveles de exigencia no eran precisamente los de escribir para espectáculos donde el erotismo fuese el lenguaje básico. ¡Los tiempos cambian!
¡Oh, Caracas! es un audaz experimento del productor Esteban Trapiello y del director artístico Rodolfo Drago, con los respaldos técnicos del coreógrafo Henry Landa y el músico Jorge Spiteri. Se hizo para darle a los venezolanos un espectáculo que rememora al exógeno montaje ¡Oh, Calcuta! creado a partir de una idea del crítico Ken Tynan, el cual además de causar furor en el Reino Unido y Estados Unidos a lo largo de los años 70 y 80, el cual se escenificó aquí en una ajustada versión, donde participaron, entre otros, Agustín Torrealba y Haydé Balza.
Pero este producto cultural del siglo XXI es otra cosa. Se trata de una plausible aventura artística, cuya concepción teórica es de Trapiello, la cual se inició con siete escritores, 12 cantantes y una cantante, cuya duración escénica se acercaba a las tres horas. Pero al cabo de un mes, ¡oh, maravilla de las tijeras!, el espectáculo quedó reducido a 90 minutos, con menos autores y actores. Despiadada poda que ni el mismo Carlos Giménez en sus mejores tiempos habría realizado por los riesgos que se corren en depuraciones de esa índole.
Se podría decir, una vez más, que la confrontación del montaje original con el público que lo vio hasta el 30 de diciembre, además de la autocrítica del productor y el director, ayudó a depurar la puesta en escena, al tiempo que se eliminaron dos cuadros y despidieron a tres actores. El nuevo -y esperamos que sea el definitivo- ¡Oh,Caracas! tiene los cuadros de Javier Vidal (”Desnudos en el hall”, el mejor de todos, y es el que le da la clave reflexiva sobre la razón o la sinrazón del desnudo artístico), Johnny Gavlosky, José Gabriel Núñez y Atamaica Nazoa (toda una diestra erotómana), además de los agudos entremeses de Armando José Sequera, y una serie de correctas coreografías con actores bailarines y dos intervenciones del talentoso cantante joven Keiser.
No es fácil hacer una revista musical erótica en Venezuela. No abundan los autores capaces o interesados en producir textos auténticamente eróticos, ni tampoco cunden los actores y actrices dispuestos a desnudarse en un escenario por detalles que no son morales sino simplemente estéticos, los cuales van desde las dimensiones anatómicas hasta la estética del desnudo como tal; esto, por supuesto, es más complejo entre los varones, pero no sucede lo mismo con las mujeres, quienes gracias a las cirugías y los implantes apropiados pueden cambiar notablemente sus medidas, entre otras cosas.
Después de haber visto dos funciones de la primera versión y una de la segunda, hay que reconocer que la gran revelación ha sido la aplomada y creativa dirección artística lograda por Rodolfo Drago, veterano actor y director de comedias que se estaba reservando para este montaje erótico, pues tuvo que crearle didascalias a los textos, capacitar el elenco a lo largo de cuatro meses y, por si fuera poco, darle el ritmo ágil y sin alteraciones que exige un revista musical, la cual está orientada, fundamentalmente, a impactar los sentidos del público con el lenguaje erótico, las situaciones comprometidas y los desnudos frontales y traseros del elenco.
Este ¡Oh,Caracas! ha servido también para ponderar el mercado de actores y actrices dispuesto a desnudarse... siempre y cuando haya una oferta salarial atractiva, lo cual es un bálsamo para las críticas moralistas y un pago para unas cuantas correcciones estéticas. Lo que resulta aleccionador de este experimento artístico es que pone en tela de juicio la capacidad de los escritores criollos para crear textos verdaderamente eróticos, ya que la mayoría no superan los niveles de los programas cómicos de televisión. Creíamos que la dramaturgia criolla era más solvente en sus temas y en sus técnicas, pero no es así. Al parecer, los niveles de exigencia no eran precisamente los de escribir para espectáculos donde el erotismo fuese el lenguaje básico. ¡Los tiempos cambian!
jueves, enero 05, 2006
Cabrujas vive
La primera década de la desaparición de José Ignacio Cabrujas (1937-1995) fue un buen pretexto para que respetables instituciones como Grupo Actoral 80 y Theja se lucieran con sendos espectáculos, los cuales al final de cuentas resultaron ser los mejores o los más importantes de la temporada 2005. El día que me quieras subió a escena bajo la dirección de Juan Gené e hizo una larga temporada en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas, mientras que Autorretrato de artista con barba y pumpá era remontada por José Simón Escalona en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
El día que me quieras, con la nueva lectura escénica de Gené, continúa siendo una bella historia de amor con final difícil o abierto o confuso, la cual muestra el sufrimiento de unas mujeres sometidas a los designios de unos machos de fin de semana y del eterno deambular ideológico de los que se asumen como intelectuales izquierdistas en las repúblicas tropicales. Es una feroz diatriba contra todos los intentos por embozalar las ideas libertarias y es una exaltación más del amor sin tapujos e intereses, donde la presencia de Carlos Gardel es un delicioso pretexto. Se trata, pues, de una obra polisémica y cuyos significados sociopolíticos son de gran vigencia para estos tiempos bolivarianos.Pío Miranda (Héctor Manrique), Plácido Ancizar (Basilio Álvarez) y Carlos Gardel (Iván Tamayo), como también María Cristina Lozada, Gladys Prince y Marta Estrada, además de Juan Carlos Ogando, fueron los aplomados intérpretes que le dieron vida a esa prédica de Cabrujas que reivindica a las pacientes y sacrificadas mujeres venezolanas. Es el homenaje a la madre de Pío Miranda, quien se suicidó por un atraso en su pensión y con ello catapultó a su hijo hacia el comunismo.
Autorretrato de artista con barba y pumpá en la reposición que Escalona hizo para el 2005, porque él la estreno hacia 1990, rescató ahora sí la poesía del personaje Armando Reverón, el anciano y enloquecido pintor en el asilo psiquiátrico, y lo mostró en una fantástica etapa delirante de su insania mental, en una especie de recuento de lo que había sido su vida,con sus amores y desatinos, además de la lastimosa etapa final. Es una obra extraña porque propone al célebre artista como un ejemplo de todos los creadores que como él son explotados y manipulados por las sociedades en que viven. De cierta manera hay un paralelo existencial entre este personaje del mundo de la plástica y el autor, una creador del mundo de las comunicaciones, quien había sido explotado o esquilmado por las empresas hasta el momento de su muerte, trágicamente en Porlamar.
Pero si el contenido de Autorretrato de artista con barba y pumpá puede resultar confuso o simplemente anecdótico, queda para el espectador las delicias de un espectáculo múltiple,de un verdadero derroche de creatividad por parte del puestista Escalona, apuntalado en el trabajo de sus actores, especialmente en la perfomance poética de Javier Vidal, quien compuso al histórico anciano y ruinoso Armando Reverón como un ser juvenil y pletórico de vida, una contralectura a lo convencional o tradicional que se ha escrito del personaje.
En síntesis, Cabrujas fue el mejor autor del año 2005. Todavía su teatro está vivo y ojalá que así sea por muchos años, ya que su pensamiento es todavía guía de acción para estos tiempos difíciles.
También hay que recordar al montaje que dirigió Héctor Manrique en ocasión del 60 aniversario de los tres bombardeos atómicos estadounidenses en Japón. Con Copenhague de Michael Frayn, los caraqueños se pudieron enterar de las intimidades de dos grandes científicos que de alguna manera estaban en el proceso de creación de los artefactos nucleares.
El otro aspecto notable de la temporada 2005 es la insurgencia de Mimí Lazo y Esteban Trapiello en la producción de espectáculos teatrales, sin contar con el apoyo financiero del Estado. Ambos estuvieron en el Ateneo de Caracas y les correspondió abrir y cerrar la temporada con el unipersonal No seré feliz, pero tengo marido y la revista musical erótica ¡Oh,Caracas! El público se volcó a verlos.
Imposible cerrar esta crónica sin recordar al director Costa Palamides por la calidad de los espectáculos que le vimos a lo largo del 2005. ¡Viene despacio pero con fuerza!
El día que me quieras, con la nueva lectura escénica de Gené, continúa siendo una bella historia de amor con final difícil o abierto o confuso, la cual muestra el sufrimiento de unas mujeres sometidas a los designios de unos machos de fin de semana y del eterno deambular ideológico de los que se asumen como intelectuales izquierdistas en las repúblicas tropicales. Es una feroz diatriba contra todos los intentos por embozalar las ideas libertarias y es una exaltación más del amor sin tapujos e intereses, donde la presencia de Carlos Gardel es un delicioso pretexto. Se trata, pues, de una obra polisémica y cuyos significados sociopolíticos son de gran vigencia para estos tiempos bolivarianos.Pío Miranda (Héctor Manrique), Plácido Ancizar (Basilio Álvarez) y Carlos Gardel (Iván Tamayo), como también María Cristina Lozada, Gladys Prince y Marta Estrada, además de Juan Carlos Ogando, fueron los aplomados intérpretes que le dieron vida a esa prédica de Cabrujas que reivindica a las pacientes y sacrificadas mujeres venezolanas. Es el homenaje a la madre de Pío Miranda, quien se suicidó por un atraso en su pensión y con ello catapultó a su hijo hacia el comunismo.
Autorretrato de artista con barba y pumpá en la reposición que Escalona hizo para el 2005, porque él la estreno hacia 1990, rescató ahora sí la poesía del personaje Armando Reverón, el anciano y enloquecido pintor en el asilo psiquiátrico, y lo mostró en una fantástica etapa delirante de su insania mental, en una especie de recuento de lo que había sido su vida,con sus amores y desatinos, además de la lastimosa etapa final. Es una obra extraña porque propone al célebre artista como un ejemplo de todos los creadores que como él son explotados y manipulados por las sociedades en que viven. De cierta manera hay un paralelo existencial entre este personaje del mundo de la plástica y el autor, una creador del mundo de las comunicaciones, quien había sido explotado o esquilmado por las empresas hasta el momento de su muerte, trágicamente en Porlamar.
Pero si el contenido de Autorretrato de artista con barba y pumpá puede resultar confuso o simplemente anecdótico, queda para el espectador las delicias de un espectáculo múltiple,de un verdadero derroche de creatividad por parte del puestista Escalona, apuntalado en el trabajo de sus actores, especialmente en la perfomance poética de Javier Vidal, quien compuso al histórico anciano y ruinoso Armando Reverón como un ser juvenil y pletórico de vida, una contralectura a lo convencional o tradicional que se ha escrito del personaje.
En síntesis, Cabrujas fue el mejor autor del año 2005. Todavía su teatro está vivo y ojalá que así sea por muchos años, ya que su pensamiento es todavía guía de acción para estos tiempos difíciles.
También hay que recordar al montaje que dirigió Héctor Manrique en ocasión del 60 aniversario de los tres bombardeos atómicos estadounidenses en Japón. Con Copenhague de Michael Frayn, los caraqueños se pudieron enterar de las intimidades de dos grandes científicos que de alguna manera estaban en el proceso de creación de los artefactos nucleares.
El otro aspecto notable de la temporada 2005 es la insurgencia de Mimí Lazo y Esteban Trapiello en la producción de espectáculos teatrales, sin contar con el apoyo financiero del Estado. Ambos estuvieron en el Ateneo de Caracas y les correspondió abrir y cerrar la temporada con el unipersonal No seré feliz, pero tengo marido y la revista musical erótica ¡Oh,Caracas! El público se volcó a verlos.
Imposible cerrar esta crónica sin recordar al director Costa Palamides por la calidad de los espectáculos que le vimos a lo largo del 2005. ¡Viene despacio pero con fuerza!
martes, enero 03, 2006
Habrá más libros y más cine
EsteEste 2006 será un año muy intenso para todas las actividades culturales aupadas por el Estado. Pero en especial el Ministerio de la Cultura tendrá dos líneas de acción sumamente importantes: el cine y el libro.Tales anuncios los hizo el titular del despacho cultural, Francisco de Asís Sesto Novás, en la última semana del pasado diciembre.
Farruco Sesto, como se le denomina popularmente, dijo que durante este año el Estado participará mucho más en la producción de dos importantes manifestaciones culturales: en el cine o el audiovisual y en los libros. “Nos vimos en la necesidad de inventar una estrategia para que el Estado incidiera o cambiara las reglas del juego cultural y poder así masificar la producción y la distribución de los libros, y por eso se harán más ediciones masivas. Lo que se busca es hacer de Venezuela un país de lectores y escritores, y en el caso del cine también queremos hacer lo mismo. Es por eso que vamos a tener unos estudios para todos los aspectos de la producción y la posproducción. Todo eso se encamina por la puesta en marcha de la Villa del Cine, en Guarenas, y la editorial “El perro y la rana”, que será del Ministerio de la Cultura. El trabajo de esa editorial no colidirá con ninguna de las instituciones similares que tiene el Estado, como son Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho”.
-¿Qué meta editorial se proponen?
-Pensamos que los libros de la editorial “El perro y la rana”, en la cual se hizo una inversión de nueve millardos de bolívares, más lo que hace Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho, además de las publicaciones de los entes culturales estatales y las privadas que el Estado financia, tendremos un promedio de 400 libros por año. A eso hay que agregar la cadena de librerías Kuai-Mare, con la cual pretendemos llegar a todos los municipios venezolanos.
-¿Qué pasará con el cine?
-Arrancamos con El Caracazo, de Román Chalbaud, y tenemos en marcha a no menos de 300 audiovisuales, los cuales también irán a la televisión. Estamos avanzando muchísimo en la producción cinematográfica.
Balance institucional
-¿Qué pasó durante el 2005?
-En el 2005 se lograron varias metas, una de ellas, la más importante, fue refundar la institucionalidad de acuerdo al mandato constitucional, como es refundar la República en el área de la cultura. Este año se logró por primera vez la creación del Ministerio de la Cultura, lo cual es un paso histórico para Venezuela. Fue una decisión del Presidente de la República que todo el mundo tiene que reconocerle, porque era una necesidad y un reclamo del sector desde hace muchos años. Creo que otro logro fue concebirlo como un ministerio pequeño, político, estratégico y con tres despachos de viceministros.Es ministerio para estos tiempos, donde trabajan no más de 120 personas. Es moderno y pequeño.
-Tenemos entendido, que el Ministerio de la Cultura a su vez tiene siete plataformas o estructuras.
-Sí, ahí se ordenan todas las actividades de los entes culturales, para eso se han creado esas siete plataformas o áreas: una de libros, como el Cenal; una de cine, el Cnac; la Biblioteca Nacional; el Instituto de Patrimonio Cultural; el Conac; el Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio, y el Instituto de Artes Escénicas y Musicales.Así queda ordenada la institucionalidad cultural. Todavía falta algo que se completará este año, como son las Compañías Nacionales de Danza y de la Música, además se tiene la Compañía Nacional de Teatro, la cual se irá reformulando poco a poco.
¿Qué pasará con el Conac?
-Con esta revolución administrativa el Conac tendrá labores tales como el fortalecimiento de la gestión cultural en las comunidades, entre otras tareas.
-¿Qué pasará con los subsidios, la cual era tarea asignada al anterior Conac
-Ya no se llaman subsidios sino Plan de Financiamiento Cultural para las instituciones y agrupaciones privadas, el cual ahora no estará a cargo del Conac, sino que cada uno de los siete institutos o plataformas manejará el tema de esos aportes financieros a los entes que les corresponde. Ahora todo estará más ordenado y diversificado y con mayor responsabilidad, además de un mejor control administrativo.
-¿Cuál será el presupuesto del Ministerio de la Cultura para el 2006?
- Más o menos lo mismo del año 2005 , unos 452 millardos de bolívares, que no serán para programas sino para proyectos. Cada plataforma del ministerio estudiará los proyectos y vigilará para que se pongan en marcha.
-¿El monto global para esos aportes a cuánto asciende en el 2006?
-Se mantiene ese mismo monto del año pasado, el cual no alcanza los 50 millardos, aunque se incrementarán un poquito en la distribución. Los grupos beneficiados serán los mismos 2.600 del año pasado.
-¿Cómo se hará la distribución de los financiamientos culturales?
-Hay cambios en la forma y en el fondo. Se elimina la rendición de cuentas,la cual era una verdadera pesadilla. Ahora se suscribirá un contrato entre el Estado y el grupo artístico para la prestación de un servicio o la elaboración de un producto. Ya no se rendirá cómo se usó el dinero recibido, sino que se presentará el trabajo acordado y con la calidad adecuada.Ya no será una simple rendición de cuentas, sino la exhibición de un producto. Eso nos permitirá que durante los primeros meses se hagan los contactos con los grupos.
-¿Cómo será el control?¿Se impondrán temas u obras?
-El Estado y los artistas tendrán que ponerse de acuerdo sobre los proyectos que serán financiados, porque lo que se busca es que sean trabajos útiles para la vida pública y la comunidad. No tiene nada que ver con controles ideológicos o políticos, nada de eso, pero esos trabajos artísticos sí deben responder u obedecer a las necesidades de la comunidad.
-¿Esas necesidades de la comunidades las van a formular ustedes ante los artistas?
-Vamos a mantener una serie de conversaciones con los artistas. Por ejemplo, aunque yo no tendré injerencia en ese sector y en ninguno otro, en el área teatral a lo mejor yo diría: que entre los grupos teatrales más importantes vamos a hacer una muestra del mejor teatro de los últimos 40 años; vamos a revivir todos esos montajes trascendentales que aquí se han representado, como las piezas maestras de Cabrujas, Rengifo y algunos montajes de Rajatabla, como Tu país está feliz. Pero todo eso lo tendrá que decir la gente de teatro.
-¿Qué pasará con las entradas a los espectáculos que son financiados por el Estado?
-Los grupos harán lo que les dé la gana con sus espectáculos y sus respectivas temporadas, pero algunas de esas funciones de la temporada tendrán que ser gratuitas, especialmente las que se hagan como contraprestación.
-Durante el 2005 se hicieron 28 festivales internacionales y eventos que estuvieron dirigidos a la comunidad y eran totalmente gratuitos.¿Eso se mantendrá durante este año?
-Eso se mantendrá este año y además se agregarán otros más. En total, creo que realizaremos unos festivales y eventos de gran formato y totalmente gratuitos.
-¿Y que pasará con el Festival Internacional de Teatro de Caracas, el cual este año llega a su edición XVI?-
Eso va, nosotros lo apoyamos, pero las mayores decisiones serán tomadas por el Instituto de Artes Escénicas y Música, como lo establece el organigrama del Ministerio de la Cultura.
Farruco Sesto, como se le denomina popularmente, dijo que durante este año el Estado participará mucho más en la producción de dos importantes manifestaciones culturales: en el cine o el audiovisual y en los libros. “Nos vimos en la necesidad de inventar una estrategia para que el Estado incidiera o cambiara las reglas del juego cultural y poder así masificar la producción y la distribución de los libros, y por eso se harán más ediciones masivas. Lo que se busca es hacer de Venezuela un país de lectores y escritores, y en el caso del cine también queremos hacer lo mismo. Es por eso que vamos a tener unos estudios para todos los aspectos de la producción y la posproducción. Todo eso se encamina por la puesta en marcha de la Villa del Cine, en Guarenas, y la editorial “El perro y la rana”, que será del Ministerio de la Cultura. El trabajo de esa editorial no colidirá con ninguna de las instituciones similares que tiene el Estado, como son Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho”.
-¿Qué meta editorial se proponen?
-Pensamos que los libros de la editorial “El perro y la rana”, en la cual se hizo una inversión de nueve millardos de bolívares, más lo que hace Monte Ávila y la Biblioteca Ayacucho, además de las publicaciones de los entes culturales estatales y las privadas que el Estado financia, tendremos un promedio de 400 libros por año. A eso hay que agregar la cadena de librerías Kuai-Mare, con la cual pretendemos llegar a todos los municipios venezolanos.
-¿Qué pasará con el cine?
-Arrancamos con El Caracazo, de Román Chalbaud, y tenemos en marcha a no menos de 300 audiovisuales, los cuales también irán a la televisión. Estamos avanzando muchísimo en la producción cinematográfica.
Balance institucional
-¿Qué pasó durante el 2005?
-En el 2005 se lograron varias metas, una de ellas, la más importante, fue refundar la institucionalidad de acuerdo al mandato constitucional, como es refundar la República en el área de la cultura. Este año se logró por primera vez la creación del Ministerio de la Cultura, lo cual es un paso histórico para Venezuela. Fue una decisión del Presidente de la República que todo el mundo tiene que reconocerle, porque era una necesidad y un reclamo del sector desde hace muchos años. Creo que otro logro fue concebirlo como un ministerio pequeño, político, estratégico y con tres despachos de viceministros.Es ministerio para estos tiempos, donde trabajan no más de 120 personas. Es moderno y pequeño.
-Tenemos entendido, que el Ministerio de la Cultura a su vez tiene siete plataformas o estructuras.
-Sí, ahí se ordenan todas las actividades de los entes culturales, para eso se han creado esas siete plataformas o áreas: una de libros, como el Cenal; una de cine, el Cnac; la Biblioteca Nacional; el Instituto de Patrimonio Cultural; el Conac; el Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio, y el Instituto de Artes Escénicas y Musicales.Así queda ordenada la institucionalidad cultural. Todavía falta algo que se completará este año, como son las Compañías Nacionales de Danza y de la Música, además se tiene la Compañía Nacional de Teatro, la cual se irá reformulando poco a poco.
¿Qué pasará con el Conac?
-Con esta revolución administrativa el Conac tendrá labores tales como el fortalecimiento de la gestión cultural en las comunidades, entre otras tareas.
-¿Qué pasará con los subsidios, la cual era tarea asignada al anterior Conac
-Ya no se llaman subsidios sino Plan de Financiamiento Cultural para las instituciones y agrupaciones privadas, el cual ahora no estará a cargo del Conac, sino que cada uno de los siete institutos o plataformas manejará el tema de esos aportes financieros a los entes que les corresponde. Ahora todo estará más ordenado y diversificado y con mayor responsabilidad, además de un mejor control administrativo.
-¿Cuál será el presupuesto del Ministerio de la Cultura para el 2006?
- Más o menos lo mismo del año 2005 , unos 452 millardos de bolívares, que no serán para programas sino para proyectos. Cada plataforma del ministerio estudiará los proyectos y vigilará para que se pongan en marcha.
-¿El monto global para esos aportes a cuánto asciende en el 2006?
-Se mantiene ese mismo monto del año pasado, el cual no alcanza los 50 millardos, aunque se incrementarán un poquito en la distribución. Los grupos beneficiados serán los mismos 2.600 del año pasado.
-¿Cómo se hará la distribución de los financiamientos culturales?
-Hay cambios en la forma y en el fondo. Se elimina la rendición de cuentas,la cual era una verdadera pesadilla. Ahora se suscribirá un contrato entre el Estado y el grupo artístico para la prestación de un servicio o la elaboración de un producto. Ya no se rendirá cómo se usó el dinero recibido, sino que se presentará el trabajo acordado y con la calidad adecuada.Ya no será una simple rendición de cuentas, sino la exhibición de un producto. Eso nos permitirá que durante los primeros meses se hagan los contactos con los grupos.
-¿Cómo será el control?¿Se impondrán temas u obras?
-El Estado y los artistas tendrán que ponerse de acuerdo sobre los proyectos que serán financiados, porque lo que se busca es que sean trabajos útiles para la vida pública y la comunidad. No tiene nada que ver con controles ideológicos o políticos, nada de eso, pero esos trabajos artísticos sí deben responder u obedecer a las necesidades de la comunidad.
-¿Esas necesidades de la comunidades las van a formular ustedes ante los artistas?
-Vamos a mantener una serie de conversaciones con los artistas. Por ejemplo, aunque yo no tendré injerencia en ese sector y en ninguno otro, en el área teatral a lo mejor yo diría: que entre los grupos teatrales más importantes vamos a hacer una muestra del mejor teatro de los últimos 40 años; vamos a revivir todos esos montajes trascendentales que aquí se han representado, como las piezas maestras de Cabrujas, Rengifo y algunos montajes de Rajatabla, como Tu país está feliz. Pero todo eso lo tendrá que decir la gente de teatro.
-¿Qué pasará con las entradas a los espectáculos que son financiados por el Estado?
-Los grupos harán lo que les dé la gana con sus espectáculos y sus respectivas temporadas, pero algunas de esas funciones de la temporada tendrán que ser gratuitas, especialmente las que se hagan como contraprestación.
-Durante el 2005 se hicieron 28 festivales internacionales y eventos que estuvieron dirigidos a la comunidad y eran totalmente gratuitos.¿Eso se mantendrá durante este año?
-Eso se mantendrá este año y además se agregarán otros más. En total, creo que realizaremos unos festivales y eventos de gran formato y totalmente gratuitos.
-¿Y que pasará con el Festival Internacional de Teatro de Caracas, el cual este año llega a su edición XVI?-
Eso va, nosotros lo apoyamos, pero las mayores decisiones serán tomadas por el Instituto de Artes Escénicas y Música, como lo establece el organigrama del Ministerio de la Cultura.
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