Su tío abuelo confía en la supuesta brutalidad del compadre Juan Vicente Gómez y la historia de Venezuela resulta diferente durante el siglo XX. Ahora Carmelo Castro (Caracas, 6 de diciembre de 1954) se dedica a recopilar material para los guiones de una película o una miniserie reivindicatorias sobre ese auténtico antiimperialista: Cipriano Castro. Un brioso general que se apodera de Caracas con los guerreros de su triunfante revolución libertadora, el 22 de octubre de 1899; pierde la Presidencia de la Republica el 19 de diciembre de 1908, sin disparar un solo tiro, tras gobernar a la convulsa nación y además desafiar a las potencias internacionales. Condenado al ostracismo, fallece en Puerto Rico, el 5 de diciembre de 1924, a los 65 años.
Carmelo Castro, el cuarto de esa dinastía de laboriosos andinos y por ende sobrino nieto de El cabito, como también se conoce al legendario general, no vive de la gloria de su antepasado, a quien ignoran sus auténticos valores revolucionarios. No vive del cuento ajeno y por eso es un trabajador cultural que destaca en el ámbito del teatro infantil o para niños con su grupo Thalia, además de ser todo un respetable escritor o libretista para la televisión, nacional e internacional, especialidad que muy pocos cultivan con éxito.
Carmelo, educado en diversas escuelas públicas, se vincula desde los 11 años a las artes escénicas, gracias al profesor Eduardo Cortina, y participa en actos culturales sobre personajes históricos caraqueños. Después, en el liceo Francisco Fajardo, dirigido por Gilberto Varela, trabaja en varios espectáculos creados sobre fragmentos del teatro universal, hasta que a los 17 años conoce a Levy Rossell y su agrupación Arte de Venezuela. Trata de estudiar Relaciones Industriales en la Universidad Católica Andrés Bello, pero deserta al tercer año y en 1977 está aprendiendo el abcé de la actuación en la Escuela Juana Sujo, de donde lo retiran sin darle mayores explicaciones y cuando faltaba una semana para graduarse.
Busca acomodo en los talleres de Rajatabla, pero al mismo tiempo crea con algunos compañeros el grupo Omega. Ahí se nuclea con Germán Mendieta, Hernán Marcano y Ulises Castillo y para ellos escribe la pieza Amigo sol, amiga luna, la empiezan a montar y logran que José Simón Escalona se las dirija, pero él además les propone que ingresen al Primer Taller de Jóvenes Actores de su grupo Theja y ahí comienza todo a nivel profesional. Son los años 80 y participa en los memorables montajes de Caligula y Marilyn.
Decide montar casa aparte, reúne a su gente y así brota el grupo Thalia, que ya pasa de los 25 años de labores continuas. Comienza con La fiesta de los colores y hasta ahora lleva no menos de 20 piezas, algunas de las cuales han remontado. Cree que el teatro infantil es básico para capacitar espectadores y actores, porque sin un buen teatro para niños y niñas no hay nada que esperar del público adulto. Y lo dice precisamente el autor más montado de ese rubro.
Carmelo no se queda únicamente en el teatro y salta a la televisión como actor, pero no tiene muchos éxitos, “porque no soy el prototipo del galán”, y al poco tiempo escribe libretos para Radio Caracas Televisión, tras hacer un intensivo taller con destacados maestros como Fausto Verdial y Pilar Romero.
Asegura haber redactado o participado en los libretos de no menos de 40 telenovelas. Actualmente trabaja en la creación de la teleserie Pobre millonario, que se produce en Panamá, y prepara otros proyectos. “La televisión es un medio que nos permite llegar a millones de espectadores, por eso hay que escribir cosas buenas y verdaderamente culturales. Además quiero pergeñar una miniserie o el guión de película sobre mi tío abuelo, el mítico Cipriano Castro. Se lo merece”.
Cantera de 500 actores
Carmelo Castro, el cuarto de esa dinastía de laboriosos andinos y por ende sobrino nieto de El cabito, como también se conoce al legendario general, no vive de la gloria de su antepasado, a quien ignoran sus auténticos valores revolucionarios. No vive del cuento ajeno y por eso es un trabajador cultural que destaca en el ámbito del teatro infantil o para niños con su grupo Thalia, además de ser todo un respetable escritor o libretista para la televisión, nacional e internacional, especialidad que muy pocos cultivan con éxito.
Carmelo, educado en diversas escuelas públicas, se vincula desde los 11 años a las artes escénicas, gracias al profesor Eduardo Cortina, y participa en actos culturales sobre personajes históricos caraqueños. Después, en el liceo Francisco Fajardo, dirigido por Gilberto Varela, trabaja en varios espectáculos creados sobre fragmentos del teatro universal, hasta que a los 17 años conoce a Levy Rossell y su agrupación Arte de Venezuela. Trata de estudiar Relaciones Industriales en la Universidad Católica Andrés Bello, pero deserta al tercer año y en 1977 está aprendiendo el abcé de la actuación en la Escuela Juana Sujo, de donde lo retiran sin darle mayores explicaciones y cuando faltaba una semana para graduarse.
Busca acomodo en los talleres de Rajatabla, pero al mismo tiempo crea con algunos compañeros el grupo Omega. Ahí se nuclea con Germán Mendieta, Hernán Marcano y Ulises Castillo y para ellos escribe la pieza Amigo sol, amiga luna, la empiezan a montar y logran que José Simón Escalona se las dirija, pero él además les propone que ingresen al Primer Taller de Jóvenes Actores de su grupo Theja y ahí comienza todo a nivel profesional. Son los años 80 y participa en los memorables montajes de Caligula y Marilyn.
Decide montar casa aparte, reúne a su gente y así brota el grupo Thalia, que ya pasa de los 25 años de labores continuas. Comienza con La fiesta de los colores y hasta ahora lleva no menos de 20 piezas, algunas de las cuales han remontado. Cree que el teatro infantil es básico para capacitar espectadores y actores, porque sin un buen teatro para niños y niñas no hay nada que esperar del público adulto. Y lo dice precisamente el autor más montado de ese rubro.
Carmelo no se queda únicamente en el teatro y salta a la televisión como actor, pero no tiene muchos éxitos, “porque no soy el prototipo del galán”, y al poco tiempo escribe libretos para Radio Caracas Televisión, tras hacer un intensivo taller con destacados maestros como Fausto Verdial y Pilar Romero.
Asegura haber redactado o participado en los libretos de no menos de 40 telenovelas. Actualmente trabaja en la creación de la teleserie Pobre millonario, que se produce en Panamá, y prepara otros proyectos. “La televisión es un medio que nos permite llegar a millones de espectadores, por eso hay que escribir cosas buenas y verdaderamente culturales. Además quiero pergeñar una miniserie o el guión de película sobre mi tío abuelo, el mítico Cipriano Castro. Se lo merece”.
Cantera de 500 actores
Thalia no presenta sólo espectáculos para niños. Además produce montajes de adultos y por eso alista La guerrita de Rosendo, pieza de Gilberto Pinto sobre los tiempos del general Ezequiel Zamora. Su director Carmelo Castro comenta que ha formado no menos de 500 actores, como José Romero, Yugui López, José Manuel Ascenzao, Javier Zapata y Cesar Rojas, entre otros. “Todos ellos crecieron y no sirvieron más en los montajes para niños, por lo cual se fueron, pero después hemos tenido que buscar actores mayores o maduros para las piezas donde se requieren ese tipo de comediantes. Esa es la paradoja”.