Nada mejor para perpetuar el
recuerdo de un ausente que evocarlo con gozo entre sus amigos o, en este caso,
representar algunas de sus obras, más
cuando se trata de un dramaturgo de la talla de José Ignacio Cabrujas Lofiego
(Caracas, 17 de julio de 1937 / Porlamar, 21 de octubre de 1995).
Es por todo eso que sus familias, la sanguínea y la elegida -a los
76 años de su natalicio o los 18 de su muerte- han organizado el remontaje de
su pieza El día que me quieras, una de las más recordadas, del 11 al 21 de julio en el Teatro de Chacao,
según la puesta en escena que mostró Juan Carlos Gené en el Ateneo de Caracas
hacia 1995. Otra producción de Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80,
con un elenco encabezado por Jean Carlos Simancas, Miguel Ferrari, Héctor
Manrique, María Cristina Lozada, Eulalia Siso, Martha Estrada y Juan Carlos
Ogando.
CABRUJAS EN ESCENA
Cabrujas es el talento más
versátil del teatro venezolano del siglo XX. Brilla como dramaturgo, director,
actor, guionista de televisión y articulista de la prensa, porque encauza su
descomunal talento, su curiosidad intelectual y su pasión para el trabajo en la
dirección que se proponía. Así lo retrata, con plena certeza, el también célebre
autor teatral Isaac Chocrón Serfaty (Maracay, 25 de septiembre de 1930/Caracas,
6 de noviembre de 2011).
Chocrón puntualiza como
Cabrujas insiste siempre en un tema central a lo largo de la veintena de obras
que se le conocen. Utiliza la historia para que los espectadores puedan
entender mejor el presente y disfrutar así de su catarsis y sacar conclusiones.
No son viajes nostálgicos sino juegos teatrales con paralelismos curiosos,
irónicos o contundentes entre lo que pasó y lo que nos está pasando.
Cabrujas utiliza sagas de
nuestros antepasados o de mundos pretéritos -algunos aún en existencia- para
que nos reflejen, cual espejos mágicos, aquellas coincidencias con nuestra vida
contemporánea. Es por eso que el teatro de Cabrujas cosechó aplausos y premios
cuando él vivía y los seguirá recibiendo, porque muy pocos autores lograron
llegar hasta las entretelas del público criollo como él lo hizo, y nadie, desde
su ausencia, ha podido al menos imitarlo.
GENE LA REMONTA
Para que la ausencia de
Cabrujas permitiese, al menos, una reflexión sobre su legado y sus prédicas, el
Grupo Actoral 80 escogió escenificar una de sus obras más urticantes, la que
más polémicas causó, al tiempo que es la más internacional de todas: El
día que me quieras. Esa pieza se mostró de nuevo en el Ateneo
de Caracas entre marzo y mayo del 2005, bajo la dirección de Juan Carlos Gené
(Buenos Aires, 6 de noviembre de 1929-31 de enero de 2012), uno de los
teatreros más importantes de América Latina.
Gené -fundó al Grupo Actoral 80 en 1983 al estrenar Variaciones Wolf- reconoció que El
día que me quieras es
memorable. “Es una pieza que me confronta muy íntimamente, porque por un lado
es de un venezolanismo exacerbado, pero al mismo tiempo está centrada en la
figura de Carlos Gardel, personaje tan entrañablemente rioplatense; todo eso me
provoca una mezcolanza emocional muy grande, en la cual uno tiene que tratar de
salvar el aspecto técnico de la dificultad estilística de ese texto”.
Admitió Gené que en El
día que me quieras, como en todo el teatro que hizo Cabrujas,
se intenta definir lo indefinible. “Ese texto me crea una emoción muy fuerte
por las circunstancias actuales que se viven en Venezuela. Creo que es el de
más alto desarrollo, como también lo son para mí Acto cultural y
Profundo. Todo está en la osadía como Cabrujas
encaraba la expresión del discurso verbal”.
RESURRECIÓN TEATRAL
Hay que recordar que
Cabrujas utiliza el hecho histórico de la visita de Carlos Gardel a Caracas en
abril de 1935, quien después se instaló en Colombia, para otro de sus
memorables triunfos. Iba a proseguir su periplo y se insertó para siempre en la
eternidad ese 24 de junio al estrellarse su avión en Medellín. Pero Gardel
(1890-1935), gracias a la magia escénica y en este caso invocada por Cabrujas,
revive en El día que me quieras.
Cuando se estrenó, el 26 de enero de 1979 en la sala Alberto de Paz y Mateos, bajo
la égida del mismo Cabrujas, donde hizo 68 funciones y fue aplaudida por 11.896
espectadores, generó una controversia intelectual, algo poco frecuente, porque
ahí se profetizaba, por intermedio del atormentado Pío Miranda, que el
comunismo rampante de la URSS y de la Europa Central, defendida por el “telón
de acero” “era una engañifa descomunal” y que se “balcanizaría” en los años
siguientes.
Al mismo tiempo, se plasmaba
una historia de amor entre adultos, en medio de situaciones difíciles, porque
Pío Miranda había proyectado un viaje a la lejana Rusia como “luna de miel” e
inicio de su vida marital bajo el régimen de José Stalin. Toda una suma de
utopías sociales y existenciales reunidas en un texto teatral como nunca antes
se había logrado en Venezuela. Pero su gran valor está más allá de las
circunstancias políticas, sus predicciones y las disquisiciones ideológicas que
provocó.
Es una hermosa saga de amor
con final difícil o confuso, que muestra el sufrimiento de las mujeres
sometidas a los designios de los machos de “fin de semana” y del eterno
deambular ideológico de los que se asumen como intelectuales. Una feroz
diatriba contra todos los intentos por embozalar las ideas libertarias y el
amor sin tapujos e intereses, en la que Gardel, el único grande de América
Latina, es un delicioso pretexto.
Es otro melodrama universal,
no es un sainete venezolano, aunque sus personajes y su entorno sí lo sean. Su
temática y argumentación llegan fácilmente al público por la humana simpleza de
su ejemplar historia y la solidez de sus razonamientos, los cuales desbordan
geografías y otras barreras.
Fue un espectáculo teatral
de depurada calidad escénica donde la gratísima sorpresa, para el montaje del
2005, la deparó Héctor Manrique como Pío Miranda, el revolucionario comunista
de la Caracas de los años 30, el mismo que ahora sube a la escena del Teatro de
Chacao.
SIMANCAS
El
primer montaje de esta pieza tuvo a Jean Carlos Simancas (Rafael
Ignacio Briceño Simancas) en el papel de Gardel, quien, según reseña la
periodista Andreina Gutiérrez, cuando
salió a escena por primera vez el día del estreno, a cantar el tango El día que me quieras, generó tal
alboroto de hormonas en las féminas presentes, que los gritos ahogaron por
completo su interpretación y sus posteriores diálogos, cosa que se repitió en
todas y cada una de las funciones de la pieza durante su primera temporada.
Simancas, desde 1992, cuando lo encarnó para una
grabación, coordinada por Moisés Guevara, de la Televisión Española, no había querido
asumir de nuevo al legendario personaje. Y es ahora, a sus 64
años, cuando dará vida escénica al Morocho del Abasto.