Por Karibay Velásquez
Está por comenzar el Festival de Teatro de Caracas, evento que a su
segunda edición se ha convertido en la más importante cita de las artes
escénicas del país. Sin embargo hay algo más allá del Festival que pasa
desapercibido y es la cotidiana cartelera que ofrecen los teatros recuperados
en el municipio Libertador de la que dan testimonio cerca de 300 compañías de
todo el país y las instituciones involucradas. Ciertamente, en los últimos tres
años las políticas culturales de la
Alcaldía de Caracas, el GDC y el Ministerio de la Cultura se han volcado
hacia el teatro y lo que es más interesante todavía: de forma conjunta,
articulada y programática. Pero ¿qué dice la crítica, o para ser más amplios,
el periodismo cultural sobre estos alcances, sobre sus límites y sus
perspectivas? Los críticos han sido esterotipado injustamente. Si bien el
mercado liberal de la artes los ha reducido al oficio de tasadores del valor de
cambio de las obras en función de firmas comerciales, o domesticadores del
gusto; su participación en el hecho creador es fundamental para la
trascendencia del mimo. No se trata de una autoridad infalible, claro está,
sino de un testigo del acontecimiento artístico y, con frecuencia, un pensador
de su significado social. Por ello hemos citado a Carlos Herrera y Edgard Antonio Moreno
Uribe quienes, ante los mencionados desafíos, impulsan junto a otros colegas
una organización recientemente fundada para conocer el actual diagnóstico del
teatro nacional: La Asociación Venezolana
de Críticos Teatrales (AVENCRIT).
-El país ha cambiado, el teatro ha cambiado con el país ¿Cuál es el
desafío novedoso para AVENCRIT?
C. H.- Como todo, la historia cambia, las sociedades cambian, la relación
creadora del artista cambian y los sistemas de creación cambian. ¿Por qué no ha
de cambiar el teatro? ¿Por qué no ha de cambiar la filosofía de quien asume el
papel o rol de crítica? Lo novedoso en este tiempo es que para el crítico de
arte especializado en teatro, su papel, su rol, su función, su responsabilidad
es construir otro sistema de valoración pero que no sea hermético, ni críptico,
ni edulcorado, ni irrespetuoso. Debe haber una posición para los miembros de
AVENCRIT de transferir esos saberes, esos conocimientos, esas experiencias de
recepción, esa capacidad de que un espectador también sea un nuevo crítico que,
aunque no escriba, que no publique de forma diaria, semanal o mensual en
medios impresos o cibernéticos, debe ser un espectador proactivo, un crítico en
potencia capaz de retornar una o muchas opiniones sobre el proceso artístico
creador de su tiempo. Mucho más en este especial momento que vive la sociedad
venezolana que está siendo protagonista de cambios fundamentales en su
historia. Desde mi visual, el desafío, el reto, la aventura que vivirá AVENCRIT
es tener sentido del tiempo que vive la sociedad y por ende, de las
transformaciones que dinamiza (o deben) dinamizarse en la escena, en la
dramaturgia, en la academia, en los aspectos conceptuales, técnicos y
artísticos que engloban el quehacer teatral venezolano. Más que un desafío, es
una impostergable responsabilidad que debe estar en sintonía, como el país que
merecemos. Un país que crezca sin separaciones, ni polémicas erosivas. Una
crítica nueva no surge de la noche a la mañana: tampoco los cambios sociales y
culturales. La nueva crítica demanda humildad, seriedad, ética, preparación,
posición, respeto, capacidad de diálogo y, sobre todo, compromiso profesional.
E.M.- Venezuela no ha cambiado
como tal, está en un fascinante proceso de revolución y ahora maniobra dentro
de una aguda etapa de ese proceso de cambios. El teatro ha cambiado en cantidad
y en calidad, hay toda una nueva generación que comenzó a mostrarse en los
últimos 13 años, una generación egresada de las universidades, más preparada
teóricamente, pero carente, como es obvio de la experiencia que los hará
profesionales valiosos. La maduración llega pronto. Además hay un público
ansioso de ver qué le dicen sus artistas desde la escena. Hay un teatro más
universal, menos localista, que llega a las salas con diversos planteamientos
humanistas y esto genera confrontaciones intelectuales, como es el teatro
contra la homofobia y las exclusiones.
- Ustedes, en su presentación han planteado la bitácora: seguir,
testimoniar y colocar el teatro en el pensamiento y la opinión pública
"más allá de la polarización" que también existe dentro de la escena.
Pero los medios de comunicación hacen parte de esa polarización ¿cuál es la
estrategia para superar la censura?
C. H.-Hasta donde he tenido conocimiento, no ha habido censura directa. Ha
habido presiones. Yo las viví en una época cuando escribí en el diario El
Nacional y expresé una opinión aludiendo a alguien con poder. Entonces, la
crítica sólo debía ocuparse de la escena mas no señalar o reflexionar entorno a
políticas culturales y menos aún, nombrar a quienes decidían tales políticas.
En tiempos más recientes, no he percibido censura aunque sí alguna indicación sobre
cosas delicadas de mencionarse. La estrategia, respondiendo la pregunta,
consiste en ser plenamente autónomos; si los medios o las instituciones imponen
orientaciones, directrices o coartan decir con democracia algo, pues quedan los
espacios personales que están ahora dados por Internet o incluso, hasta
de asumir el riesgo de la autogestión crítica y seguir analizando,
reflexionando, opinando, indicando, polemizando pero desde la base del respeto
al otro e incluso, en saludable sentido, dar paso al derecho de réplica. Eso es crítica
constructiva. Que se nos deje hablar y dejar hablar; en esta estrategia el arte
crece, los artistas se fortalecen, el crítico es respetado, el sector de
opinión se hace más creíble.
E. M.- Los medios de
comunicación, especialmente los impresos viven una aguda crisis económica.
Disminuyen los lectores, las ventas, la publicidad y el negocio, está contra la
pared por la competencia del monstruo radioeléctrico y toda la tecnología
comunicacional. Tampoco puedo hablar de censura como tal, yo publico en dos
medios, Últimas Noticias y La Voz,
y nunca han rechazado mis artículos, todo lo contrario, quieren que mis
criticas estén al día, porque las artes tienen lectores y más ahora que hay un
reventón de gente instruida.
- Después del Festival de Teatro de Caracas algo comenzó a moverse en
las artes escénicas nacionales que parecían aletargadas. De esta primera
edición quedó un circuito de Salas públicas ¿Cómo evalúan esta experiencia?
E. M.- Caracas
es la capital y la que mayor producción teatral tiene en escena. Ese Primer Festival sirvió para despertar a
todos los teatreros y durante este Segundo Festival veremos una muestra del
mejor teatro de casi todo el país.
C. H.- Ha habido un repunte del teatro capitalino y fue producto del hecho
concreto que dio la Alcaldía
de Caracas al generar lo que uno esperaba: el post Festival de Teatro de
Caracas, que no es más que la dinamización del quehacer teatral con un circuito
permanente de teatros, con la continuación del rescate, rehabilitación y
mantenimiento de las infraestructuras teatrales de esta urbe. Si la relación
hubiese sido más amplia, es decir, si se hubiese sumado el IAEM, los logros se habrían
acelerado aún más. Son tiempos de cambio y de rectificación.
E. M.- Gracias a las políticas puestas en marcha desde el Centro Nacional
de Teatro se han logrado cosas. Además, y esto es importante recordarlo, el
teatro comercial, ése que es financiado por los artistas y algunos modestos
empresarios, ha crecido de tal manera que durante los fines de semana en Caracas
hay una cartelera de por los menos 50 montajes variopintos, sin contar los que
exhiben las salas municipales, que programa la Alcaldía, el GDC, Chacao
y Petare. Hay espectadores para todo eso.
C. H.- Ciertamente el teatro estaba aletargado pero desde 2011 se están
dando sustanciales cambios en las políticas y en las sensibilidades de los
actuales líderes políticos. Eso redundará en que un arte que siempre es polémico,
que es revolucionario, pueda servir para insuflar a las auténticas
transformaciones sociales y culturales que el pueblo venezolano ha empezado a
asumir en este nuevo milenio. La recuperación y rehabilitación de salas y
teatros es fundamental para cambiar el rostro de una capital; sin embargo, se
hace necesario instrumentar ello como política nacional para todas las artes y manifestaciones
populares que ayuden a reconstruir la sensibilidad que siempre ha estado
inmanente en el alma de este bravo pueblo.
- Las cifras que da Fundarte son alentadoras, se habla de más de
250 agrupaciones y más de 700 funciones en un año ¿Ha redundado en más y mejor
teatro?
E. M.- Yo quiero felicitar a Jorge Rodríguez y Jacqueline Farías porque son
las versiones venezolanas del legendario griego Pericles. Han rescatado las
salas, han reconstruido otras y han gerenciado los festivales y algunas
producciones, además de estimulantes premios. Eso nunca había ocurrido aquí con
el teatro, la primera arte crítica del hombre. Ojala que no se detengan y que
el teatro reciba el mismo apoyo que se le da a las artes musicales.
C. H.- Cantidad y calidad no siempre van de la mano. Es bueno elevar los
índices de actividad pero debe contribuirse a que la calidad estética,
conceptual, artística y técnica se una a fin de que el incremento exponencial
de lo bueno vaya a óptimo. El mejor teatro es el que se hace en las tablas, en
las calles, en los barrios, en las comunidades. Si los números son altos pues
se puede hablar que hay cantidad. Apostemos a que tanto Alcaldía de Caracas, el
GDC e, incluso, la suma de otros entes estatales estudien los comportamientos
de estas cifras y no caigan en la complacencia de metas sino de logros. ¡Ése es
el reto! Si llegamos a 700 funciones de teatro, ¡pues que sean 700 funciones de
alta factura artística! Si se propende a buscar de forma alterna talleres,
encuentros, conferencias y otras vías de interrelación entre grupos/creadores y
el público, se podrían cambiar algunos paradigmas. También está la voluntad
política, que se prosiga y se fortalezca y así cantidad y calidad en algún
momento hablará de ese “mejor teatro”. El teatro que Venezuela debe tener y
debe ser capaz de exportar.
-. De acuerdo a lo que han podido ver ¿cuál es el estatus del teatro
venezolano?
E. M.- No somos una potencia, pero sí tenemos dramaturgos respetados en
todo el continente y hasta en Europa. Durante los últimos 30 años del siglo XX
éramos un importante punto de referencia por los festivales internacionales que
organizo y dirigió Carlos Giménez. Ojala que esos tiempos retornen, porque así
nuestro pueblo y nuestros artistas podrán ver otros espectáculos y aprehender.
Aquí hay pasión por el teatro, pero hay unos obstáculos o rémoras que no lo
dejan crecer o expandirse, tenemos artistas, pero falta una coordinación con
ellos y una sensata concertación con el Estado. Los festivales caraqueños son
la avanzada de algo mayor que vendrá.
C. H.- El status del teatro actual está siendo renovado por dramaturgos,
directores, actores, productores, diseñadores que desde los años ochenta han
buscado su nicho profesional, aun cuando otrora, un sector de la crítica y
hasta de la institucionalidad artística cultural de esos tiempos, o no creyó en
ellos o los obvió. Nombres como César Rojas, Elio Palencia, Gustavo Ott entre
otros dramaturgos ahora son parte significante del nuevo estatus del teatro
nacional o internacional. Han habido más estudios, más preparación, más ganas
y, las tablas como el cine, demuestran esa renovación. Veamos a actores como
Miguel Ferrari que ahora logra una película de alto vuelo. Detallemos como
grupos y compañías independientes crecen y se fortalecen a pesar de los
vaivenes de los subsidios y la falta de un mayor compromiso de entes
gubernamentales. Ellos y muchos otros están logrando posicionar al nuevo teatro
y su calidad es inocultable. El estatus del teatro venezolano está insuflado de
buenos augurios. Sólo hay que seguirles apoyando.
- Las expectativas para este Festival que inicia el próximo viernes
22 son muy grandes por parte del público, de las compañías, de las
instituciones promotoras. ¿Qué espera AVENCRIT ver es esta segunda edición?
C. H.- Como crítico teatral y miembro de AVENCRIT siento que es prometedor
que vitrinas como el Festival de Teatro de Ccs se institucionalicen y vayan más
allá de algo coyuntural. Los festivales permiten, por su carácter festivo más
que ir a sentarse a contemplar pasivamente en una butaca, fomentar el diálogo. Estamos
urgidos de un compromiso de diálogo y de establecer caminos de apoyo con ellos
y con nosotros, con los entes institucionales que crean y sostienen estos
eventos como con el resto de la sociedad. El Festival en su segunda edición no
sólo será espectáculo, será territorio de formación, espacio de reflexión y
zona para el cruces de criterios. Como parte de un gremio que vuelve a tomar
forma, espero que desde los teatros, las salas o desde los espacios no
convencionales se produzcan cambios de fondo que revaloricen el arte, la
sensibilidad, la tolerancia, la diversidad y la renovación.
E. M.- Algunos de los espectáculos programados ya los hemos visto, pero hay
otros novedosos y, en especial, hay una audiencia que disfrutará mucha más
porque hay montajes que no han visto jamás, especialmente esos que tienen el
feo rotulo de “teatro comercial”.
-. ¿Habrá premios o reconocimientos de parte de la naciente asociación de
críticos?
E. M.- Tenemos proyectado dar el
Premio Nacional de la Crítica
para la temporada 2012 y también deberíamos exaltar a los tres montajes de
calidad que se muestren en el Segundo Festival de Teatro de Caracas 2013. Hay
que reconocer siempre al talento de nuestros artistas. Este festival es una
especie de olimpiada teatral venezolana y debe dejar huella.
C. H.- También que ello coadyuve a que un ente institucional “X” o
"Y" pueda tener las recomendaciones del gremio a fin de que los ayude
a circular en otros eventos internacionales. Eso es fundamental para decirle a
Latinoamérica y al resto del orbe que en Venezuela hay talentos, que en este
país hay una ilimitada cantera de artistas, grupos, compañías que esperan ser
vistas y aplaudidas en otras latitudes. Insisto, que AVENCRIT genere
reconocimientos es una cosa pero debe haber más y ese “más” es compromiso del
Estado.
- Este Festival es bastante plural desde el punto de vista político y
estético ¿Ustedes creen que tenga repercusión en las líneas editoriales
privadas que tradicionalmente no cubren las actividades del Gobierno Bolivariano?
C. H.- Seré lacónico en la
respuesta. No sé qué esperar de las líneas editoriales que no coinciden con el
proceso. Si me repreguntan, lo vuelvo a pensar y siento que, sinceramente, su
animadversión estará presente y no se evidenciarán giros sorpresivos. Si ello
ocurriese –y lo aplaudiría públicamente- sería magnífico para el teatro como
para la cultura de este país. Pero, ¿se puede pedir peras al olmo? ¡Ojala que
me hagan pensar que hasta eso es posible!
E. M.- No pidamos a los medios de
comunicación que ayuden al teatro, pidamos a los medios cómo quieren que el
teatro los ayude. Los medios de comunicación están en crisis pero pueden
ganarse a la comunidad si participan más generosamente, como lo propone el
artículo 100 de la
Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela de 1999. No pueden desechar una noticia cultural polisémica de
tales características como es el Segundo Festival de Teatro. No pueden
dedicarse “a fusilar” los contenidos de Internet, cuando tienen noticias
culturales nacionales a montón.