martes, mayo 29, 2007

Baño venezolano para mujeres en Nueva York

Las venturas y las desventuras de mujeres y hombres heterosexuales, además de lesbianas y homosexuales, en medio de una sociedad decadente en todos sus estamentos sociales y en particular el mundillo parlamentario de un poder político también corrupto, fueron tomadas en cuenta por el dramaturgo Rodolfo Santana (Caracas, 25 de octubre de 1944) quien las materializó en su comedia Baño de damas, estrenada en el Ateneo de Caracas hacia 1987. A 20 años de ese apoteósico debut y tras haber sido representada en diversas teatros americanos y europeos se le monta en Nueva York, desde el pasado 18 de mayo hasta el próximo 24 de junio, en el Thalía Spanish Theatre, en el 41-47 de Greenpoint Avenue, Sunnyside, del multirracial o multiétnico distrito Queens.
Al frente de ese montaje neoyorquino de Baño de damas está el actor y director venezolano Pedro de Llano (45 años) y es el mismo quien informa que se exhibirá, en inglés: viernes a las 8:00 pm y los sábados a las 3:00 pm; y en español: sábados a las 8:00 pm y domingos a las 4:00 pm.
DE CARACAS A NUEVA YORK
De Llano explica que “antes de venirme para acá, en 1997 inventé un taller de actuación basado en la aplicación de varios métodos, según las necesidades particulares, y en la exploración del mundo interior del actor, ejecutor e instrumento en las artes escénicas. Al llegar aquí trabajé con muchas compañías: Repertorio Español, Iati, Sea, Late y Thalía Spanish Theatre. Algunas veces como director, en otras como actor y otras dando mi taller “Ser actor/ Ser humano”. Eso me permitió establecer una relación estrecha con Ángel Gil-Orios y Soledad López, director y actriz españoles que están al frente del Thalía”.
En una conversación informal, añade De Llano, “después de una de las sesiones del taller, les conté que me gustaría dirigir Baño de damas, porque a pesar de tener 20 años de haber sido escrita tenía vigencia y podía tocar por igual a la sociedad hispana y la anglosajona. Ángel, con su característico sentido del humor, me dijo que sería difícil porque él tenía los derechos para montar la pieza y que además, él y su mujer eran amigos de Rodolfo Santana. Yo, continuando en la onda humorística le dije: bueno, si por casualidad le quieres dar la oportunidad a alguien más de dirigirla, me llamas a mí”. Olvidé completamente la conversación hasta que tiempo después Ángel Gil-Orios me ofreció la dirección de la obra. Le pregunté por qué y él se rió y me dijo que había que darle oportunidades a otros. En ese momento ya había comenzado con un doctorado en lingüística inglesa y tuve que modificar mis planes y pedir un permiso para suspender los estudios temporalmente y poder así, dirigir la obra”.
Dice que llamaron a audiciones para buscar intérpretes atrevidas que estuvieran dispuestas a participar en una puesta que siempre que se ha presentado ha resultado controversial. “Acudieron muchas actrices pero solamente se necesitaban 10, así que escogimos a las mejores. Hay varias venezolanas: María Angélica Ayala, Alma D’ Cruz, Jennifer Díaz y Angélica Guvernez. De México: Laura Patalano y Elka Rodríguez. De Colombia: Martha Osorio y Ángela Pérez. De República Dominicana: Laura Gómez y Lorena Jorge. Los actores no audicionaron, sino que fueron seleccionados por experiencias anteriores: Francisco Fuertes, personifica al transexual La Gaviota y Premier Solís, tiene una participación especial como el diputado López”.
Ángel Gil Orios se encargó de la producción, diseño de luces y escenografía, “lo cual me trajo la ventaja de tenerlo muy cerca como asesor en la dirección. La actriz Soledad López también estuvo muy involucrada en el proceso y además de ser otro par de ojos vigilantes del éxito de la pieza se encargó del vestuario. Me vi en la necesidad de hacer algunas alteraciones para actualizar la pieza y lograr un lenguaje más internacional que llega a la diversa sociedad hispana de New York. De la traducción al inglés se encargó Charles Philip Thomas”, puntualiza De Llano.
ACTUALIZACIÓN
En cuanto al montaje de Baño de damas, revela que lo primero que hizo fue adaptar el texto. “Por ejemplo, los parlamentos donde la madre le reprochaba a la hija que usara pastillas anticonceptivas había que eliminarlos porque no resultaba creíble ese reclamo a estas alturas. Tuve que modificar expresiones y modismos venezolanos para hacer la pieza más internacional; y por último, la situación de la trabajadora inmigrante, en la versión inicial colombiana, cambió a mexicana. Lo interesante es que a pesar del contexto el mensaje sigue intacto. Yo creo que Baño de damas es una visión mordaz del papel de las mujeres en la sociedad actual, donde queda en evidencia que a pesar de haber conseguido muchos logros en la lucha por la equidad; todavía sigue muy internalizada la idea de que el valor de una mujer depende de sÍ ha logrado conseguir un compañero o no. Mi mamá decía que si uno realmente quiere saber algo sobre una familia debe entrar al baño. Esto pareciera saberlo Santana, quien desnuda a la mujer universal en el baño de un night club. Sus críticas a la corrupción, a la debacle del sistema educativo, a la pérdida de valores y de apreciación del arte son fundamentales en la pieza. Todo esto se expresa en un envoltorio de comedia que hace que el público pueda ahondar en mensaje sin estar 100% consciente de esto. En cuanto a la repercusión puedo decir que en la primera semana las entradas se agotaron. Funcionó el boca a boca”.
NOSTALGIA Y ALGO MÁS
Pedro de Llano, quien además es periodista egresado de la Universidad Central de Venezuela, cuenta que se instaló en Nueva York hacia el año 97 para buscar solución a una crisis múltiple de orden personal y social, en la que cada vez resultaba más difícil desarrollarse en el mundo artístico. Además de trabajar intensamente en las artes escénicas neoyorquinas, completó una maestría en Lehman Collage y esta culminando un doctorado en Lingüística en el Graduate Center. “En este momento estoy trabajando como profesor en la Universidad de la ciudad de Nueva York (CUNY) y como maestro preparando adolescentes para pasar el examen de equivalencia del bachillerato. En el 2002 fui a una audición en Repertorio Español y desde entonces he estado trabajando continuamente con ellos como actor. Esto ha sido el inicio de una cadena muy provechosa para la institución porque yo ‘traje’ a Fernando Then, quien ahora es el gerente artístico, él a su vez ‘trajo’ a Alfonso Rey, quien está a cargo del departamento técnico. Todos nos hemos unido a otros venezolanos que ya estaban allí,como Marcelo Rodríguez, Gredivel Vásquez y Eduardo Navas. Creando un grupo de teatreros de alta calidad”.
“Claro que de vez en cuanto siento nostalgia por haber dejado atrás a algunos de mis amigos, a mi familia, a mi Venezuela… Pero sin lugar a dudas estoy muy satisfecho de la decisión que tomé. En primer lugar, sin importar el lugar donde uno está las cosas cambian, te pongo un ejemplo, mis amigos de la universidad en un momento dado fueron el centro de mi vida; hoy en día siguen siendo importantes pero es inevitable darse cuenta que todos hemos cambiado y aunque yo estuviera viviendo en Venezuela, no podría ser igual que antes. En cuanto a mi familia, especialmente con mi mamá ha ocurrido algo muy singular y es que con la distancia nuestra relación se ha hecho más estrecha, antes peleábamos con frecuencia, mientras que ahora disfrutamos el tiempo que compartimos. Venezuela también ha cambiado y no es la misma. Estados Unidos realmente es la tierra de las oportunidades, yo llegué aquí deprimido, desorientado, con muy poco dinero y con mucho miedo.Hoy en día tengo una casa espectacular cerca del mar, un carro europeo de primera línea que manejo sin el miedo de que me lo roben, dos trabajos que me aseguran un retiro sólido al momento de llegar la vejez (ojo, falta muchoooooo) y la oportunidad de desarrollarme artísticamente, tanto como actor y director en la capital del mundo. Sin lugar a dudas, estoy muy satisfecho de haber tomado esta decisión y además muy orgulloso porque se requiere valor para dar el paso. Quiero agregar que cuando visito Venezuela me doy cuenta de que allá envejecer es un pecado; mientras que aquí sólo se trata de una etapa diferente. Ayer por ejemplo, estaba en una fuente de soda y vi a una señora de unos 65 años que fue a buscar trabajo como mesonera y la pusieron a trabajar inmediatamente. Conversé con ella y me contó que ella estaba jubilada y que trabajar la hacía sentir viva y activa. Me pregunté a mis compatriotas si en Venezuela sería posible que una mujer de esa edad consiguiera un trabajo así, y la respuesta fue contundente: no”.

Un teatro que se convirtió en una misa

A centenares de centurias de haber sido sacrificado por las tropas de ocupación romana y las fanáticas y manipuladas turbas judías, el Unigénito de Dios, o hijo terrenal de María y José de Nazareth, continúa atrapando audiencias y generando montañas de lógicas dudas que sólo la fe o la inteligencia sin cortapisas pueden responderlas. Es tan hermosa la fábula de aquel Jesús que muere en la cruz por predicar el amor sin ambages entre los seres humanos. Hombre-dios capaz de convertir agua en vino, multiplicar peces y revivir muertos, pero que no pudo impedir que lo crucificaran y que sí fue capaz de resucitar al tercer día para ascender al cielo tras anunciar que volverá para el Juicio Final y reinar así por los siglos de los siglos.
Ese, que es el cuento más hermoso que jamás hayamos escuchado y que encierra tantas explicaciones sobre el sentido mismo de la vida en una humanidad incrédula, fue capaz de tener audiencia aquí en Caracas durante todos los fines de semana de este mayo que agoniza. ¡Maravillosa prueba de un cristianismo a prueba de todos los sofismas y los materialismos convertidos en dogma! Nos referimos al espectáculo Jesucristo Superestrella, especie de humano evangelio de Andrew LLoyd Webber y Tim Rice, ahora invocado y convertido en show músico teatral estremecedor no sólo por su precisa realización sino por la verdad de su delicado e impactante discurso ecléctico, gracias al talento del venezolano Michel Hausmann y su afinado equipo de actores, técnicos, músicos, coros y actores.
Todas las comparaciones son odiosas pero este criollo evangelio teatral a lo Hausmann ha sido terapéutico para los espectadores porque abrió, una vez más, esperanzas en una redención del genero humano y además reiteró que sí hay un amplio conglomerado de actores, cantantes y bailarines, además de músicos, capaces de salir airosos en la realización de tan compleja ópera rock, precisamente aquí en esta Venezuela.
No es un montaje como se hubiese logrado en Londres, Nueva York o París, pero lo obtenido en Caracas supera a lo visto en Bogotá, por ejemplo, y está a mil años luz de un montaje amateur que degustamos en Manhattan, ya que el discurso-cantado de Jesucristo (Jhonny Sigal) o los lamentos de la humana Magdalena (Karina) o el desesperado esfuerzo del milenario y contemporáneo Judas (Luke Grande) tenían verdades y patetismos únicos para estos tiempos bolivarianos. Así lo sentimos y así lo apreciamos en ese público que plenó la Aula Magna en la mañana del pasado Día de la Madre. Ese Jesucristo Superestrella, que desde el año 1970 ha fomentado la fe en el más fantástico de los revolucionarios que tiene la civilización actual y cuya prédica está ahí en la calle, insuflando vida a unos y provocando la muerte eterna en aquellos que lo niegan.
¿Qué pasó?¿Milagro? No, hubo un impecable trabajo artístico que demuestra que todo no está perdido y que no han sido inútiles las artes en esta Tierra de Gracia. ¡Deja un referencia importante para el hoy y el mañana!
Hay que recordar que el Aula Magna de la UCV no es una sala de teatro como tal. Aunque el
equipo técnico de la productora de Palo de Agua hizo milagros para convertirlo en ello. Ese un lugar magnífico y con muchas bondades, pero nunca fue previsto para montajes teatrales. Carece de las exigencias técnicas para la iluminación y el sonido adecuados de un montaje total con las exigencias de Jesucristo Superestrella, pero aún asi aquello fue más que digno, es histórico y un reto para posteriores producciones de este aguerrido grupo de venezolanos que no tienen barreras que les impida trabajar y hacerlo bien.

jueves, mayo 24, 2007

Tita cambió con el Caracazo

La película venezolana La clase, de José Antonio Varela, será estrenada durante el ultimo trimestre de 2007, para proponerle a su audiencia no sólo una amarga reflexión sobre los sórdidos prolegómenos del Caracazo y especialmente esa reiterada violencia policial contra los habitantes de las barriadas ahí captada, sino que también invita al público a tomar partido y apoyar, si es el caso, la inmensa labor social que adelanta, desde hace 36 largos años, el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, el mismo proyecto cultural que ha sido supremo protagonista en los exitosos largometrajes criollos Maroa —de Solveig Hoogesteijn— y Tocar y luchar, de Alberto Arvelo, estrenados durante los dos últimos años.
Sobre el porqué de la presencia de los agrupaciones musicales juveniles en la argumentación de este nuevo filme de la Villa del Cine, que financia el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, el director Varela comenta que con su hermano José Luis transformaron la novela La clase, de Farruco Sesto, en un singular guión homónimo, el cual ya ha sido rodado íntegramente y está en avanzado proceso de postproducción, porque deberá ser estrenado durante las primeras semanas del próximo octubre.
—¿Dónde se desarrolla la trama del filme?
—Todo nuestro trabajo de campo se adelantó en los espacios de la comunidad de Zumba, en Guarenas, y en unos sectores del Gramoven caraqueño. Originalmente la trama se desarrollaba en una barriada de Guarenas de hace unos 20 años, pero hemos obtenido para la película un barrio menos hacinado, menos agresivo y donde ya están apareciendo ciertas conductas agresivas. No hay que olvidar que el barrio de las ciudades venezolanas es una prolongación de la Venezuela rural.
Concreta Varela que el largometraje La clase, su ópera prima, lleva a la pantalla un historia ambientada en 1989, precisamente en esa Venezuela agravada por una crisis social, económica y política, y está centrada en Tita (Carolina Rivero), una muchacha de barrio que se esfuerza por ser la primera violinista de una orquesta juvenil y que se ve obligada a tomar una decisión: dejar atrás el amor de su entorno familiar para alcanzar su meta artística, ya que su familia y el barrio no son compatibles con la vida de un músico. Ella tiene la oportunidad de escapar a un mundo nuevo, diferente al que conoce, pero el destino de un país la lleva a una encrucijada definitiva, la cual escoge el 27 de febrero de 1989
—¿Por qué debuta con una película que evoca las filmografías de Román Chalbaud o Clemente de la Cerda?
—Porque no puedo olvidarme del sector social de donde vengo, porque creo que debo trabajar intensamente sobre lo que conozco. Tengo 33 años y estoy trabajando en el cine desde hace casi diez años. Me dieron a leer varios proyectos y me entusiasmé con el borrador de lo que después se convirtió en la novela La clase. Me atrapó, me gustaron sus atmósferas y de ahí surgió el guión, que Farruco no conoce. Ahí agregamos personajes y situaciones, pero la esencia de la película es Tita y su relación con el barrio y todos los conflictos que ella tiene superar. A mí, y lo reiteró aquí, me gusta ese cine de los sesenta y los setenta, que fue precisamente el más taquillero en la historia de nuestro cine, porque fundamentalmente atrapo la esencia venezolana.
Comenzó con un infierno
Carolina Rivero está en el cine desde el año 2001. Debut con El infierno perfecto de Leonardo Henríquez y continuó con Las postales de Leningrado de Mariana Rondón, Cyrano Fernández de Betty Arvelo, y ahora protagoniza La clase. Su formación como actriz fue en la Compañía Nacional de Teatro en el año 1999, donde estuvo dos años. Esta muy satisfecha de su rol como Tita, “porque a nivel ideológico me parece que al final da un vuelco y vemos la esencia de lo que ella es. Por eso es que se debate entre una cosa y la otra, y al final vemos que obedece a lo que ella es: su casa su familia, su barrio".
Además de Carolina Rivero, participan en esta ópera prima de Varela: Manuelita Zelwer, Guillermo Londoño, Darío Soto, Zair Montes, Arnaldo Mendoza, Laureano Olivares, Rosalía Hernández, Gabriel Rojas, William Cuao, Asdrúbal Meléndez, Gonzalo Cubero, Rosa María Poncelón y Verónica León, entre otros.

martes, mayo 22, 2007

¡Bolívar y San Martín juntos otra vez!

El diario La Nación, de Buenos Aires, tiene excelentes periodistas y columnistas de espectáculos por lo que dicho matutino presenta las mejores páginas de estretenimientos, o al menos las más actuales y las más consultadas de ese país, y es precisamente de ahí que hemos tomado este artículo de Carlos Pacheco, publicado el pasado 22 de mayo, donde advierte que la historia, una vez más, nutre a los escenarios de esa gran urbe, la cual tiene la mayor cartelera de espectáculos del mundo de habla hispana, para no meternos con los sajones ni con los franceses.
Además, y por eso lo hacemos, creemos que los artistas venezolanos deberían, de vez en cuando, “copiarse” de los hermanos sureños y seguir la huella por donde ellos andan, ya que no pueden seguir solamente mirando al norte.¡Y no es una c uña de Telesur!
Pasado y presente: en textos y personajes
Pacheco afirma que emblemáticos políticos y artistas de renombre se están transformando en personajes de la ficción teatral y muchos de ellos son los ejes de una serie de espectáculos que están mostrándose o preparándose en Buenos Aires. En Guayaquil, de Mario O Donnell, que Lito Cruz y Rubén Stella recrean en la sala Cátulo Castillo, se cruzan José de San Martín y Simón Bolívar. Entretanto, en La Comedia, Leonor Benedetto, Julieta Cardinali y Laura Palmucci, con la dirección de China Zorrilla, construyen un supuesto encuentro entre Eva Perón y Victoria Ocampo con Eva y Victoria, de Mónica Ottino. Con la dirección de Santiago Doria, Juan Palomino y Raúl Rizzo ensayan La tentación, también de O Donnell, donde se enfrentan Manuel Dorrego y Lord Posomby, para estrenarla en julio en el Payró.
A ellos se agregan El día que Nietzsche lloró, de Irvin Yalon, según adaptación de Luciano Cazaux y dirección de Lía Jelín, que expone un supuesto encuentro entre Nietzsche y Josef Breuer, y que, protagonizada por Luciano Suardi y Claudio Da Passano, se presenta en La Comedia; Vincent, creada e interpretada por Hilario Quinteros, con dirección de Christian Forteza, repasa aspectos de la vida de Van Gogh, en El Excéntrico de la 18; La última carta de Goya, con textos de Reynaldo Sietecase, dirección de Guillermo Asencio, dirección musical de Néstor Ballesteros y con Carolina Valcárcel, Rosalinda Varveri y Pablo Cheselsky, en el Museo Larreta, y, por último, Cartas de amor a Stalin, de Juan Mayorga, que se estrenará en julio.
"La historia argentina es una proveedora de maravillosos argumentos. Puede decirse que tiene una imaginación frondosa", comenta el dramaturgo O Donnell cuando se le pregunta el porqué de su interés por recuperar próceres. En los últimos años, el autor ha trasladado al escenario a Juan Manuel de Rosas (El sable), San Martín y Bolívar (Guayaquil) y ahora a Dorrego y al por entonces embajador británico lord Posomby (La tentación). "Es un riesgo poner a estos hombres en escena -aclara- porque todos tenemos imágenes muy fuertes de ellos. Los hemos calcado, hemos dado lecciones orales sobre sus vidas y actividades. Hay una opinión construida por la historia que siempre nos han enseñado y, en general, son reducidos a muy pocas palabras: Rosas es el tirano; San Martín cruzó los Andes; Bolívar era un hombre ambicioso, y Dorrego fue fusilado. En verdad, en su convención de heroicidad, no nos resultan admirables porque un héroe o superhombre se parece al Hombre Araña. En cambio, si uno repara en que San Martín sufría enfermedades, Rosas vivió su exilio en la más absoluta miseria o que Dorrego estaba en Buenos Aires representando los intereses provinciales y populares en pleno centro de la política elitista y hegemónica, eso los hace mucho más admirables, porque vemos gente que ha podido sobreponerse y trazarse un destino. Quizá no se dieron cuenta, pero encontraron un vigoroso sentido a sus vidas, sea o no discutible".
Eva Perón a escena
Durante siete años y medio, China Zorrilla interpretó Eva y Victoria, primero junto a Luisina Brando y luego con Soledad Silveyra. Hoy, cuando le toca dirigirla, recuerda que desde que recibió la obra de manos de la autora Mónica Ottino su mayor preocupación era cómo iba a tomar la gente, sobre todo los adeptos al peronismo, el encuentro entre estas dos mujeres y, sobre todo, algunos momentos de la pieza como cuando el personaje de Victoria, que ella interpretaba, dice: "Soy una argentina que sobrevive apenas en este prostíbulo mal aireado en que han convertido ustedes el país". La actriz y directora agrega: "Y nunca pasó nada malo; la gente escuchaba. Me di cuenta de que estaba ayudando a que se escuchara lo que nunca se había escuchado. Tal vez para muchos era la primera vez que atendían a lo que pensaba el otro, el de la vereda de enfrente. En la Argentina no es habitual que se critique a alguien que uno quiere y se lo haga con altura, como en esta obra".
China Zorrilla es contundente cuando afirma que es muy útil poner a estos personajes sobre un escenario. "En los años que hice Eva y Victoria me resultaba muy saludable observar que lo que dice la pieza nunca cayó en el vacío. La gente salía reflexionando y, cuando se iba a tomar un café, hasta discutía y los jóvenes les pedían la opinión a sus padres. De Eva Duarte siempre se va a hablar, mal y bien, y escuchar a estas mujeres permite encontrarse con un pedazo de la historia de la Argentina".
Actores frente a personajes
El actor Luciano Suardi encarna a Nietzsche en El día que Nietzsche lloró , adaptación de la novela de Irvin Yalom, en la que se supone un encuentro entre el filósofo y el médico Josef Breuer, maestro de Sigmund Freud. ¿Cómo construir un personaje tan emblemático, que se conoce más por sus escritos que por sus cualidades personales? "Lo que está bueno -dice Suardi- es que nadie que lo ve ahora vio caminando a Nietzsche. Pero ¿cómo competir con la imagen que cada uno puede tener de él? Ese es el riesgo cuando se construye a un personaje famoso. Cuando hice el biodrama Temperley, apareció una cosa fascinante: la ficción de la escena empezó a decir cómo era el personaje y lo que asomaba era distinto de lo que uno podía saber de la vida real de esa criatura".
El actor le dio forma a su Nietzsche a partir de leer mucho de lo que escribió, pero, fundamentalmente, de observar fotos. "Hay momentos en la composición en que partí de gestos que yo intuía que podía tener. Observaba la foto y suponía qué energía podía desplegar si se movía".
Otro actor, Hilario Quinteros, construye un unipersonal sobre Vincent van Gogh, dividido en dos partes. En la primera, el espectador tomará contacto con el personaje en los últimos días de su vida, junto a su médico Gachet y su hermano Théo. En la segunda, el juego escénico será sumamente onírico, como si Van Gogh resucitara y se materializara en su creación.
En su composición, el actor no buscó recuperar algo de la personalidad del pintor. "No hago del loco que se cortó la oreja -explica-. El trabajo no se desarrolla en un contexto naturalista, sino onírico, simbólico, minimalista." De ahí que lo que más lo impulsa en su construcción es el mundo interno del personaje. "Me siento identificado con lo que piensa y me interesa porque los materiales que conozco suyos son muy genuinos. Su pensamiento me atrapa, me apasiona. Trabajo sobre la esencia de su espíritu".
A Luciano Suardi y a Hilario Quinteros los asombra descubrir algunos puntos de contacto personales con esos personajes. El primero descubre en una pregunta que asoma en la pieza algo que lo moviliza personalmente. "El encuentro de estos hombres -dice Suardi- se da en la mitad de su vida y se están cuestionando cómo vivieron y cómo seguir viviendo. Eso me pega mucho."
Hilario Quinteros dice que, como Van Gogh, él sigue el camino de su padre (Lorenzo) y de su madre (Tina Serrano) , el arte; su hermano es artista plástico; cumple años el mismo día que Théo, y su hermana se llama Ana, igual que la del artista.
En Caracas
Pacheco no lo dice en su extensa y bien escrita crónica, porque no esta al tanto de la cronología teatral venezolana, pero Guayaquil ya se mostró aquí en Caracas, precisamente con ese selecto elenco que ahora la exhibe en la capital argentina, y Cartas de amor a Stalin tambien se hizo con actores nacionales. ¡Qué grande y valiosa es la republica del teatro!

lunes, mayo 21, 2007

Elizabeth Schön, la Ionesco de Caracas

Cumplió solamente 86 años y dejo profunda huella y además un testimonio de lo que le correspondió vivir. Era poeta y dramaturga y en ambos campos creó obras que abrieron camino a nuevas generaciones y revelaron a espectadores o lectores la sin razón de la vida misma. Esa angustia de despertar para seguir deshojando una imaginaria flor o lanzar por la ventana los zapatos en un desesperado juego: "¿Me quiere? No. Sí. No...”, tal como lo hace “Ella”, la mágica protagonista de Intervalo, farsa en tres actos, la penúltima pieza de esa “biblia” de la cultura del siglo XX, 13 autores del nuevo teatro venezolano, excelente compilación que logró Carlos Miguel Suárez Radillo.
Recordarla como la bella e inteligente que fue y releer su poesía o su teatro es lo que nos queda a los que seguimos en esta inescrutable marcha. Ella, en 1957, demostró que ya los poemas no le bastaban para interpretar la vida y entregó su Intervalo, que le montó Horacio Peterson en el viejo Ateneo de Caracas, para abrir nuevas vías, gracias a su personalísimo estilo, a la expresión teatral, aunque algunos la vincularon de inmediato al absurdo de Eugene Ionesco, el cual para ese entonces ella no había leído ni visto. El crítico Rubén Monasterios escribió que su teatro se basa en “notable juego: mientras que la situación dramática se mantiene en el ámbito de la lógica, la dislocación de la realidad se logra a través del diálogo y de las formas de conducta -sin modelos en la realidad normal de los personajes”.
Elizabeth Schön, que estudió filosofía, plantea en Intervalo a 13 personajes que responden en cada momento a lo que tienen de sí mismos, liberados del dominio de su creadora y no por incapacidad de ella para guiarlos sino por convicción, en ella, de que sólo por esos caminos ellos lograran representar plenamente la realidad, que es la de todos y, a la vez, la de cada uno. Cada uno, por su otra parte, vive su propia dimensión y, al mismo tiempo, experimenta la necesidad de comunicarse.
La comunicación era su razón para vivir y en los últimos años anhelaba ese dialogo, según relata el teatrero José Gregorio Cabello. Tenia perenne necesidad de comunicarse con todos los seres humanos como único camino para alcanzar la felicidad o aproximarse a ella. Una convencida de que los problemas de todos no son exclusivamente individuales, tal como lo propuso en Melisa y yo, cuya protagonista se acerca al colectivo en busca de la solución de sus problemas, porque siente que los demás tienen que ver con ellos. Y eso también lo hizo en La aldea, Lo importante es que nos miramos, Jamás me miró, La mudanza, La pensión y Al unísono. ¿Era una adelantada para su tiempo?

Fanny Mikey en Caracas por "Golpes a mi puerta"

Fanny Mikey estuvo durante 24 horas en Caracas. La actriz y productora de teatro más importante de Colombia vino para ver la función de Golpes a mi puerta, del pasado domingo, un desgarrador espectáculo de Juan Carlos Gené que hace temporada en la Sala Anna Julia Rojas. Ayer retornó a Bogotá, tras haber disfrutado –incluso la vimos llorar- por “la berraquera de pieza” y en especial ante el despliegue actoral ahí exhibido, el cual va desde el conmovedor verismo de Mimí Lazo al ejemplar desempeño de Marcos Moreno, además de los lucimientos de Luis Fernández, Luigi Sciamanna y una irreconocible Gladys Prince, entre los comediantes que ahí participan.
Golpes a mi puerta es una joya del más contemporáneo teatro político latinoamericano y está basada en hechos reales. Es la saga de dos monjas que se ven involucradas en los estertores de una guerra civil por dar una elemental ayuda cristiana a un rebelde que perseguido por el régimen, razón por la cual una de ellas es acusada de “colaboracionista” y fusilada.
Para Fanny, con 50 años en los escenarios de Argentina y Colombia, el espectáculo le revolvió sus entretelas sentimentales y aplaudió llorosa a los actores, con quienes departió posteriormente en los camerinos.
No sabemos aún las fechas en que la producción Golpes a mi puerta, dirigida por Luis Fernández, podrá exhibirse en alguno de los tres teatros que tiene Fanny en Bogotá, pero lo más seguro es será durante el próximo semestre, ya que la obra seguirá exhibiéndose, por lo mínimo, dos meses más en el Ateneo de Caracas.
Fanny declaró a El Mundo que hacia años no veía una montaje tan estremecedor por la verdad de los hechos que plantea y está segura que el público bogotano sabrá apreciar no sólo la calidad del mismo sino la valentía de los actores ahí involucrados, por denunciar la persecución de los luchadores políticos y la violación de los derechos humanos, algo que es común en todo este continente, salvo unas contadas excepciones, puntualizó.
Reveló que viaja a Moscú durante la primera semana de junio para exhibir su unipersonal, donde canta y baila tangos y además recita poemas y textos de piezas escogidas. Aprovechará su visita a Europa para seleccionar algunos montajes que invitará a la undécima entrega del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el cual se realizará durante la Semana Santa del año 2008, un evento que fundó en los años 90, aconsejada por Carlos Giménez, y el cual ha mantenido optimas relaciones con el Festival Internacional de Teatro, que dirige actualmente Carmen Ramia.

AÑOS DE TEATRO
El año pasado, en ocasión de cumplir un cuarto su Teatro Nacional, la primera sala que fundó, ya que ahora tiene otra en La Castellana y un espacio especial en una barriada bogotana, Fanny declaró a El Tiempo, que el teatro siempre da perdidas, “porque nunca en la vida el valor de una entrada va a poder financiar el costo de un montaje. Entonces, una busca subvencionarse con patrocinios oficiales y privados”.
Recordó que el actor Pepé Sánchez dijo el primer parlamento en la función de estreno del Teatro Nacional, en la calle 71, el 2 de diciembre de 1981.
Dijo que llegó a Colombia, a mediados de la década de los 60 y sus primeros ocho años los vivió en Cali, donde fundó el Teatro Experimental de Cali (TEC), junto a Enrique Buenaventura.
-¿Qué obra la hizo llorar sobre el escenario?
-Muchas. Soy una llorona. Puedo llorar con Bernarda Alba, o con ¿Quién le teme a Virginia Wolf? Y ahora lloro con los tangos, a propósito de Perfume de arrabal y tango, mi unipersonal que mostraré en Europa.
-¿Cuáles han sido los montajes más complicados?
-Los musicales. El primero que hice fue Sugar. Hacer musicales es terrible porque aglutinan muchas cosas. No es solamente el actor, es la coreografía, es el bailarín, es el cantante, son los músicos, es el engranaje. Y una difícil para hacer, que me costó mucho pero valió la pena, fue la entrega brutal en ¿Quién le teme a Virginia Wolf?
- Si Fanny no existiera ¿habría Festival?
-Mi presidente (Gustavo Vasco) dice que el Teatro Nacional sí existiría, pero cree que el Festival no, porque dice que soy como un motor que no tira la toalla. Además, que ya tengo relaciones internacionales que me ayudan a presentar otros grupos.
- ¿Una obra por montar?
-Hay algunas que me gustaría, como Medea, pero no la quiero hacer, porque pensar que cada noche tengo que matar a mis dos hijos, no me va. Ya no estoy en condiciones.
- ¿El Festival Iberoamericano ideal?
-El que hago, pero sin tantas angustias económicas.
-¿ Una crítica para los críticos de teatro?
-Aquí no hay muchos críticos de teatro. Más que una crítica, un consejo: que traten de ser más objetivos, porque no es solamente lo que les gusta a ellos, sino también pensar en lo que les gusta a todos.
-¿El momento más crítico del Teatro Nacional?
-¡Ah no, todos han sido críticos! Pero, obviamente, cuando hicimos el primer Festival y nos pusieron la bomba.
- ¿Pensó en algún momento en tirar la toalla?
-Sí, muchas veces, pero salgo a la calle, miro la cara de la gente y eso me hace volver a trabajar.
- ¿Qué pasará cuando Fanny no esté al frente de todo esto?
-Ya tengo una gente que estoy preparando muy bien. Un equipo de 10 personas, que manejan la logística, las relaciones públicas, la parte económica, la producción, la publicidad, etcétera.
-Si le dijeran: “monte una obra sobre Colombia en estos días”, ¿qué nombre le pondría?
-No tiremos la toalla.


viernes, mayo 18, 2007

Otro teatro gay para provocar a Caracas

La pieza teatral Los chicos de la banda, de Mart Crowley, exhibida en los Off Broadway y Broadway de Nueva York, apuntaló la revolución gay en Estados Unidos, a finales de los años 60. Esa obra se exhibió aquí en el Teatro Las Palmas, dirigida por Jaime Azpilicueta y con la producción de Conchita Obach, durante abril de 1978. Ahora, como homenaje a la nostalgia y para evaluar hasta donde ha avanzado el publico caraqueño, se le muestra versionada, con el ambiguo titulo Los chicos del 69, conducida por César Sierra y en el teatro Escena 8, en Las Mercedes, a partir del 31 de mayo, con la participación de los actores Javier Valcárcel, Pastor Oviedo, Ignacio Marchena, Carlos Arráiz, Andreu Castro, Agustín Segnini, Antony Loruso y Giancarlo D’ Hortensio.
Le preguntamos César Sierra por qué esta pieza.
-Todo partió de una conversación con Aníbal Grunn (quien fue parte vital del elenco inicial) y como homenaje a las personas, como Yanis Chimaras, que en 1978 hacia sus primeros pasos en el teatro, quienes hicieron posible aquel momento. Revisamos el texto y descubrimos que pese al tiempo transcurrido sigue vigente y aún es polémica y profunda. Lo fue en los 70 y todavía hoy. Lo del titulo Los chicos del 69 es porque se trata de una fiesta gay de cumpleaños en el apartamento número 69 de un edificio caraqueño.
-¿Cuál es la esencia de esta obra a la venezolana?
-Profundiza en un universo que hasta el momento de su estreno sólo se tocaba en el teatro con sutilezas o frases de doble sentido. Se mete en una fiesta privada y permite al espectador convertirse en voyeur de la intimidad de nueve personajes. Los desnuda ante el espectador, los hace humanos. Nos permite reír con ellos y llorar con ellos. Nos acerca a sus sentimientos, a su alma, a sus verdades. Y creo que estas verdades reflejan los sentimientos de todos y cada uno de los espectadores. Porque el miedo a envejecer, el temor a la soledad, la necesidad de afecto, el conflicto de la fidelidad, no son temas que pertenecen solamente al mundo homosexual. Son universales. En su momento la pieza mostró al escéptico público heterosexual que, pese a lo que pensaran, los gays eran seres humanos y tan reales como cualquiera de ellos. Personas que padecían sus mismas desgracias y tenían sus mismas necesidades.
-¿No está añeja por toda la revolución gay que se ha dado en el mundo y en Venezuela desde aquellos 70?
-La pieza habla de los sentimientos, de la tolerancia, del primer amor, del miedo a la soledad en la sociedad actual, de lo efímero de la belleza y la juventud. Son temas eternos y que atañen a todos y no sólo al universo homosexual. Es obvio que desde los 70 muchas cosas han cambiado. Y es justo decir que esta pieza estuvo en medio de esos cambios. No olvidemos que fue la primera pieza de temática gay que aterrizó en los escenarios de Broadway. La primera que abordaba el tema con seriedad. No se trataba de la loquita que genera la risa fácil, ni del personaje rechazado por toda la sociedad. Era un verdadero análisis del universo homosexual y de la manera como se integra al entorno. Sus personajes están vivos, sienten sufren y padecen. Y es esa verdad lo que les ha permitido sobrevivir al tiempo. Además, seamos justos: en Latinoamérica todavía nos falta mucho camino que recorrer en esa “revolución”. Todavía se sienten risas y comentarios nerviosos en las salas de cine o de teatro cuando hay un beso o una insinuación amorosa entre dos personas del mismo sexo. Todavía la prensa “rosa” juega al doble sentido cuando se refiere a la decisión sexual de personas famosas. En nuestro país esa revolución gay es teoría, importada de países dónde las cosas sí han cambiado. Una revolución que se da sólo en el seno de la misma comunidad que la pregona. Es una revolución que no ha terminado de salir del closet.
-¿Cómo está planteado el espectáculo?
-Mantenemos el concepto de la fiesta en tiempo real. Queremos que los espectadores sientan que están siendo testigos secretos de la intimidad de estos personajes. Conservamos la obra en 1969, pero hemos hecho algunos ajustes al texto. Hay otras referencias que conservamos, por el sentido de la nostalgia y también como medio de información para las generaciones que no vivieron ese momento. En la obra no existe el sida, ni los teléfonos celulares, ni los mensajes de texto, ni las disecciones políticas. Suena como un tiempo mucho mejor… ¿o no?
-¿No hay una pieza criolla mejor o igual que “Los chicos del 69”?
-Sí y las tenemos mejores y también peores. Pero no creo que exista una igual. No olvidemos que fue la primera, la que inició la carrera de esta temática en el teatro universal. No es que antes no existieran personajes homosexuales en el teatro Allí está el Brick de Tennesse Williams en La gata sobre el tejado caliente o las maestras de La hora de las niñas de Lillian Hellman. O si nos vamos más atrás encontramos a Eduardo II. Ellos siempre estuvieron, porque la homosexualidad siempre existió. Pero fue en esta pieza donde por primera vez se habló del tema abiertamente. Donde por primera vez se discutieron motivos y consecuencias. Donde se sacó al gay del cliché de la loquita para decirle al público que se podía ser homosexual de muchas maneras. Porque la homosexualidad no es un arquetipo. Esta obra va mucho más allá de ser una comedia exitosa, es pionera y quizás, con el tiempo, se convertirá en un clásico. Lo que es indudable es que es una obra puntual en la dramaturgia gay y por ende en la dramaturgia contemporánea.
-¿Y para dónde va la homosexualidad en el teatro, si se tiene en cuenta que la primera referencia es Edipo, cuyo padre Layo paga las mariconerías de su padre Layo?
-El teatro es un espejo de la realidad. Y no me refiero a que tenga que ser una cámara fotográfica que se limite a reflejar la verdad. No, es mucho más. Es una manera de interpretarla, de recrearla, incluso de mejorarla. Pero sea como sea depende de la realidad. Por eso para responder a esta pregunta tendríamos que saber para dónde va la homosexualidad en el mundo. Hoy los homosexuales tienen leyes y derechos. Hay países donde el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal y tan válido como el matrimonio heterosexual. Hoy en día los bares y discotecas gays no son clandestinos. Ya los libros de psicología no hablan del homosexualismo como una “desviación sexual” sino como una decisión. Ya no hay médicos buscando la “cura”… pero todavía existe la amenaza del infierno, la idea del pecado. Todavía queda el estigma. Todavía hay batallas que pelear. Hay parlamentos de la obra que parecen escritos ayer… porque a pesar de todos los cambios y las revoluciones, hay problemas que siguen siendo los mismos.
-¿Qué fácil fue armar el elenco?
-No fue fácil para nada. Pero siento que el elenco que tenemos es el que la obra necesitaba. Conversando con Aníbal nos contó que en 1978, cuando se estrenó la obra en Caracas, el proceso de selección y contratación del elenco fue muy similar al nuestro, sumamente complejo. Que las respuestas y razones que esgrimían ciertos actores para rechazar los personajes eran exactamente las mismas… Así que ¿dónde está entonces ese cambio de la revolución gay?... Parece que no entre nuestros actores jóvenes. A diferencia de otros países en el nuestro el closet parece seguir siendo el lugar preferido para diseñarse la carrera de galán de TV. Pero debo decirte que hay personas que estaban fijas en mi mente desde que empezamos a pensar en la obra y que están en el escenario. También es cierto que otros la rechazaron porque estaban involucrados en otros proyectos de teatro. Y eso me encantó. En este momento se está haciendo mucho teatro en Venezuela. Y hay algo más, doloroso y terrible, que confirmé al tratar de armar el elenco: gran parte de esa generación de actores que hoy están entre los 25 y los 35, esos que deberían estar marcando pautas en nuestros escenarios y escribiendo la historia de nuestro teatro se han ido del país… Motivados por la inestabilidad laboral, por la situación política, por la inseguridad. En la minoría de los casos por una búsqueda personal de mejores escenarios. Y digo la “minoría” porque son pocos los que están afuera haciendo teatro… La mayoría sirven tragos, o pasean perros o en el mejor de los casos trabajan en áreas de producción. Y eso es triste… más triste incluso que el temor de algunos a enfrentase a la polémica de un personaje que los confronte… o los descubra.
-¿Dónde deja las piezas de Isaac Chocrón, que es el precursor, por así decirlo, de un teatro que lleva al público a esa conducta o problemática?
-Las piezas de Isaac Chocrón ya tienen su lugar en la historia de nuestro teatro. Y también en la del teatro universal. No creo que necesiten que yo las ubique en determinado lugar. Allí tenemos en escena, una vez más, La revolución y con tanto éxito y polémica como en cualquiera de sus montajes anteriores. Y tu reseñaste hace poco la exhibición, en tercera temporada en USA de O.K. Hay montones de piezas sobre esta temática que sería interesante redescubrir para las nuevas generaciones de espectadores del teatro. Sobre eso tú puedes hablar más que yo, ya que tienes un texto publicado donde analizas el asunto. Chocrón es sin duda el precursor del tema en nuestra dramaturgia, como lo es esta obra de Mart Crowley en la dramaturgia norteamericana y en la universal

martes, mayo 15, 2007

Ocho venezolanos hacen teatro en Nueva York

El pan duro del exilio se come en silencio y sólo se añora en un pronto regreso al hogar dejado atrás. Pero eso no es fácil y menos cuando se han tejido sueños quiméricos a veces. Recordamos esto, que es nuestro lema cotidiano como exiliados que somos, porque Fernando Then, Marcelo Rodríguez, Pedro de Llano, Gredivel Vásquez, Eduardo Navas, Alfonso Rey, María Fernanda de Rey y Gabriel Flores son actores y técnicos venezolanos que en Nueva York participan en las producciones de la institución Repertorio Español, la misma que tiene actualmente en cartelera la comedia dramática O.K. de Isaac Chocrón.
Citamos a esos compatriotas porque recientemente los vimos desempeñándose dignamente en el espectáculo La fiesta del chivo, sólida adaptación y brillante dirección de Jorge Alí Triana, creada a partir de la novela homónima del peruano Mario Vargas Llosa, el cual ya habíamos disfrutado desde sus primeras funciones en aquel febrero de 2003.
La fiesta del chivo es una excelente fabulación, a partir de hechos históricos y reales, sobre el epílogo de la tiranía del dictador Rafael Leonidas Trujillo(Octubre 24, 1891/Mayo 30, 1961), masacrado por sus enemigos, y la instauración de un nuevo régimen, menos criminal pero con similares directrices clasistas, comandado por Joaquín Balaguer. En la novela y en la versión escénica se destaca la saga espeluznante de cómo un padre permite que el tirano abuse de su hija Urania, de 13 años, para recuperar así las bendiciones políticas y económicas del susodicho mandatario, que cae después asesinado por sus rivales.
Triana, uno de los mejores puestistas colombianos, hizo un magistral trabajo de síntesis para obtener una versión teatral -se desarrolla en unos 120 minutos- que muestra las peripecias de Urania, cuando regresa a Santo Domingo para despedir a su anciano progenitor, 30 años después de la muerte de Trujillo, en medio del fantástico recuento del magnicidio de aquel 30 de mayo de 1961.
Como ocurre con los espectáculos que están en la “bodega” de Repertorio Español, ahora hay urgentes sustituciones actorales y demás ajustes en el espectáculo, con lo cual ganan todos. Y eso ha pasado con La fiesta del chivo a cuatro años de su debut: luce más compacta, los interpretes juegan generosamente con sus roles y por consiguiente el montaje ha ganado en la precisión de su denuncia: el tenebroso ejercicio del poder en una nación latinoamericana, como la República Dominicana, y la salida maquiavélica que utilizaron los luchadores por la democracia para recuperar la dignidad de esa lacerada nación. Ahí aplaudimos nuevamente las precisas performances de los criollos y de todos los ahí involucrados.¡Es teatro comprometido!

viernes, mayo 11, 2007

¿Quién monta el teatro de César Rengifo?

Tendría este 15 de mayo una gran fiesta por sus primeros 92 años, pero no será así. Lo sobreviven su esposa Ángela Carrillo de Rengifo y sus hijas, además de sus policromas obras pictóricas y un gran legado literario y especialmente su teatro, buena parte irredento, o sea fuera de la escena, por la mezquindad de los artistas que optan por otros autores “más comerciales” o por “obras menos densas”.
Era César Rengifo (Caracas, 1915/1980) “un tipo de hombre común”, como lo reitera Alexis Márquez Rodríguez[1], porque tenía siempre una permanente disposición y disciplina para el trabajo y eso lo demostró, fehacientemente. Tal diversidad de actividades fue otro de los rasgos de su personalidad poco común. Fue pintor, dramaturgo, poeta, periodista, ensayista profesor, conferencista, director de teatro, excursionista, escultor, grabador… y también fue político, “si bien no fue lo que puede llamarse profesional de la política, pero militante, dentro o fuera del Partido Comunista de Venezuela, y aunque dejó de militar activamente, siguió siendo leal a sus principios hasta su muerte. Y por ellos luchó con las armas que le correspondía, que eran las del arte, hasta su muerte.”
Acentúa Márquez Rodríguez que toda la obra de Rengifo, por razones que a estas alturas resultan obvias, no es una obra en que la vida sonríe cotidianamente, porque de serlo sería una total falsificación de la realidad que el buscó representar. “Es más, su obra, tanto la dramática como la pictórica, ha sido vista muchas veces como pesimista, por expresar casi siempre el drama del hombre, la tragedia de un sociedad injusta y alienante, donde precisamente se suprime todo valor risueño del acto de vivir. Sin embargo, el cargo de pesimista no es sino el proyecto de un examen en superficial de su producción artística. No porque en sus pinturas y obras de teatro pueda descubrirse, tampoco, un optimismo panglosiano, que resultaría de igual modo falso y truculento, sino porque Rengifo siempre tuvo la propensión, precisamente, a colocar en cada una de sus obras ciertos elementos poético, que sin negar el dramatismo de la realidad representada escénica o pictóricamente, pusiese al mismo tiempo antes los ojos del público un mensaje de optimismo y sobre todo de confianza en la vida y en el Hombre”.
En sus dramas, reitera Márquez Rodríguez, que son por definición poéticos, muchas veces ese mensaje está dado por el manejo dialéctico de las contradicciones, y nada más poético que la dialéctica, de modo que, aun sin lograr un desenlace feliz, que en la trama resultaría artificial y fraudulento, termina por imponerse, con más fuerza que la fatalidad misma, un sentido vitalista, en el que prevalece la esperanza, más aún, la convicción de que a la larga la vida triunfará sobre la muerte, y la bondad sobre la perfidia.
Teatro
Carmen Mannarino[2] recuerda que el nombre de César Rengifo es de indispensable incursión protagónica en el proceso de modernización del teatro venezolano desde la cuarta década del siglo XX hasta su muerte. “No en balde se le designa padre del teatro moderno en Venezuela. Su dinamismo creador lo mantuvo ajeno al estancamiento, razón por la que en cada década, sobre todo en los años 50 y 60, sin abandonar su opción de artista comprometido, continuó su ascenso con variaciones temáticas y formales, en el sentido del esfuerzo puesto en resolver, dentro de técnicas renovadoras y variadas concepciones estéticas que hacía confluir en el realismo, el enfoque marxista de la sociedad. Logró llevar a éste de la frecuente explicitud por medio de personajes portadores de un ideologizado discurso, a la implicitud en obras en las que la intención autoral surge de ellos mismos dentro de las situaciones que construyen la obra.”
Ahora le corresponde al Instituto de Artes Escénicas y Musicales (IAEM) realizar un festival de teatro venezolano donde precisamente la buena semilla que dejó de César Rengifo sea utilizada por las nuevas generaciones de teatreros. Esa sería una forma de mantener viva su memoria y además serviría para alimentar a las nuevas generaciones de espectadores que necesitan de esa sabiduría que él supo atesorar.¿Por qué no montar sus obras sobre el estiércol del diablo o sobre el petróleo? Sería un gran homenaje a un artista que siempre quiso ver el siglo XXI y todo lo que en él se hace.
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1 Rengifo, César, (1978). Obras, Tomo I, Dirección de Cultura y Extensión de la Universidad de Los Andes, Mérida.

2 Barrios, Alba y otros (1997). Dramaturgia venezolana del siglo XX, Centro Venezolano del ITI-Unesco, Caracas.

Oda a la honradez de Allende

Para que nadie olvidara lo que fue ese 11 de septiembre de 1973, Caracas lo vio y lo escuchó en inglés, durante el pasado Festival Internacional de Monólogos, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Gracias al comediante colombiano Ramiro Sandoval, dirigido por su compatriota Germán Jaramillo, lo trajeron desde Nueva York. Pero ahora se podrá degustar nuevamente, gracias a una criolla producción de Mimí Lazo, primero en Maracay y después en Caracas, con el primer actor Carlos Mata, coordinado por Héctor Manrique. Nos referimos al unipersonal Allende/La muerte de un presidente, del periodista y dramaturgo argentino Rodolfo Quebleen.
Allende/La muerte de un presidente es una estrujante recreación sobre las últimas siete horas del presidente chileno en aquel nefastao martes 11 de septiembre de 1973, en su oficina del Palacio de la Moneda. Plasma, en unos 60 minutos, todos los avatares del digno y último día del gobernante socialista que escogió morir en su cargo y no huir. ¡Es una oda a la honradez!
Quebleen explica que “había seguido la trayectoria de Allende y estaba consubstanciado con sus ideas, especialmente su rechazo a la explotación de las riquezas de un país que conlleva la depredación económica. Él estaba dispuesto a recuperar para Chile lo que le pertenencia y que desde décadas atrás se lo estaban robando, y por ello debió morir sin importar si su muerte fue suicidio o crimen. De cualquier manera, cuando técnicamente se convierta en historia será un crimen histórico”.
El presidente Allende, comenta Quebleen, además de rechazar el derramamiento de sangre, respetó su dignidad y cumplió con su decisión de no renunciar. “Para algunos su muerte fue un acto de arrogancia. Para mí, no. Pasados algunos años, aún con Pinochet en el poder, él comenzó a diluirse como figura permanente en el quehacer de la vida chilena. Eso me provocó una reacción contraria y comencé a pensar en escribir una novela o un teatro, pero no estaba seguro. Un día, un actor amigo me propuso que escribiera un monólogo. Y esa fue la clave. Hice un primer borrador y por instancias de gente, como Alberto Minero, se le tradujo al inglés y se llevó al Theater for the New City, donde conocí al colombiano Jaramillo y al actor Sandoval. Lo demás es historia. Se estrenó y fue un éxito. Ahora los venezolanos podrán verlo de nuevo”.
Ya veremos como Manrique saca tiempo de su apretada agenda profesional y coordina los ensayos, además de “parir” una puesta en escena simple y además novedosa. ¡El personaje es historia y la historia además es un espejo que habla!
Encarnar al médico Allende en su histórico rol de Presidente de Chile y especialmente en esas horas cruciales del 11 de septiembre son un reto para cualquier actor. Carlos Mata estamos seguros que sí está a la altura del compromiso que esa tarea significa, tanto en lo actoral como en lo existencial. Además es una prueba, más que fehaciente, de que la productora Mimí Lazo es algo más que una cajita de sorpresas, pues demuestra que sí es una venezolana pensante y que no oculta nada jamás, como lo atestigua su espectáculo Golpes a mi puerta, de Juan Carlos Gené.¡El dinero que ha ganado con su duro trabajo actoral no la ha embobabado.Bravo!

jueves, mayo 10, 2007

O.K. hace tercera temporada en Nueva York

El teatro copia a la vida porque es su espejo. Y una prueba más de ello es el hecho de que por tercera vez la neoyorquina compañía Repertorio Español exhibe en temporada, desde el pasado viernes 4 de mayo, la importante y vigente comedia dramática O.K. de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), puesta en escena sólidamente por el veterano director René Buch y actuada convincentemente gracias a la profesional entrega de Zully Montero, Isabel Moreno y Gil Ron.
O.K. -en la escena del teatro Gramercy Park, en el 138 East de la calle 27 de Manhattan- es una invitación a reflexionar seriamente sobre la urgente necesidad de la amistad y el amor en las relaciones humanas y el peligro que conlleva la mercantilización de tales afectos, si se tiene en cuenta que la vejez, ansiado epílogo del periplo existencial de los seres humanos, puede ser más llevadera si se cuenta con auténticas relaciones transparentes y desprovistas de mezquinos intereses.
Buch montó O.K. en Nueva York en 1974 y en 1975, y ahora lo hace para inaugurar un minifestival Chocrón como parte de los festejos por los 40 años de la institución que fundara con Gilberto Zaldivar y Robert Weber Federico.
O.K. se estrenó el 2 de mayo de 1969 en Caracas, bajo la égida de Román Chalbaud y con las actuaciones de Oscar Martínez, Amalia Pérez Díaz y Maria Luis Lamata. Se hicieron 113 funciones en dos temporadas que contabilizaron 13.622 espectadores, un record para la época. Este éxito sacó definitivamente a Chocrón del mundo de las finanzas, como economista que era, y le permitió su independencia hasta convertirse en el más internacional de los dramaturgos criollos, no sólo por esa pieza sino por todas las demás, 23 hasta ahora, que ha escrito y visto representadas. ¡Y él "amenaza" con otros más!
El argumento de O.K. , que se desarrolla a lo largo de dos horas, con un intermedio de 15 minutos, plasma el aburrimiento de una relación sentimental entre Franco (Ron), de 33 años, y Mina (Montero), de 45 años, la cual se ve alterada definitivamente cuando entra Alma (Moreno), también de 45, y se genera un triangulo de afectos e intereses, donde todo se mantiene por el dinero que aporta la segunda mujer y todo lo que ello conlleva, hasta que hay una crisis, al parecer definitiva, y todo vuelve como al principio pero con una sola hembra, en esta caso la dueña del capital, pues se ha dado, en un lapso, de dos años, singular transacción: Alma compra, por no se sabe cuanto tiempo, a Franco y la otra tiene que marcharse a disfrutar de lo recibido como pago después de 15 años de estar cuidando a su “niño”. Una historia que no es exclusiva de nadie pero que ha sido teatralizada o poetizada por Chocrón y difundida en muchos países.
El tiempo se ha encargado de darle más vigencia al texto y gracias al depurado montaje neoyorquino la metáfora va más allá de la simple anécdota y propone reflexionar sobre la soledad, la vejez y las penurias económicas que se presentan en esas etapas de las vidas humanas. Las actuaciones son impactantes y permiten el lucimiento general, aunque el gran ganador es Franco, el chulo devenido en empresario.
Hay que acotar que el diseño de producción fue resuelto por Federico Weber, mientras que la asistencia de dirección y la gerencia de producción estuvo a cargo del venezolano Fernando Then y el diseño de sonido fue una tarea prolija del compatriota Alfonso Rey. Sus labores son fundamentales para el lucimiento general de este montaje que se prolongará hasta el venidero mes de julio.

lunes, mayo 07, 2007

Prosiguen los golpes a las puertas

¿Ha cambiado Latinoamérica en los últimos 24 años? Sí y habría alcanzado auténticas transformaciones con gobiernos centrados en propuestas sociales, económicas y políticas, formuladas a partir de conceptos contemporáneos sobre la igualdad, la libertad, el trabajo y el progreso de todos. ¿Satisfactorio lo conseguido? No ha sido suficiente para desterrar o sepultar a un ente de carne y hueso, con pistolas y otros instrumentos para quitar la vida, que recorre este balcanizada región con su “estrategia de depuración” en nombre de tal o cual ideología o por apetito crematístico, para así colmar las cárceles de prisioneros y horas después tirotearlos o ahogarlos en el mar o en los ríos, o dejarlos amontonados en las calles para incrementar más el pánico. ¿Qué significa todo eso? Hay algo más que pánico generalizado: hay una microguerra civil adelantada por policías, ejércitos, agrupaciones paramilitares y miles de sicarios. ¿No hay excepciones? Sí, hay pueblos que hacen lo suyo, luchan porque se vislumbra algo tan siniestro que no queremos escribir aquí su nombre, pero la violencia cainítica ataca a todos sin piedad alguna.
Esas son algunas preguntas y respuestas que deja el correcto espectáculo teatral Golpes a mi puerta, realizado con aportes financieros del Fondo Único Social (FUS) , el cual hace temporada en la sala Anna Julia Rojas, creado a partir de la pieza que su autor, Juan Carlos Gené, estrenó precisamente hace 24 años. Esta reposición la dirige Luis Fernández, quien además actúa al lado de Mimí Lazo, Gladys Prince, Ana Castell, Mirtha Pérez, María Fernanda León, Marcos Moreno y Luigi Sciamanna, además de Will Saballo, Flavio Vélez, José Oviol, Rodolfo Rici y John David Peña.
Golpes a mi puerta, estrenada en julio de 1983 y llevada al cine bajo la conducción de Alejandro Saderman en 1994, propuso una serie de interrogantes sobre el rol de la Iglesia Católica en Latinoamérica y sus relaciones con el poder civil o militar precisamente en una región que se debatía entre dictaduras y gobiernos democráticos tutelados por cúpulas financieras apuntaladas en tropas regulares. Todo eso se plasmó gracias a su argumento poético, dramático y no exento de humor, donde hay un hábil equilibrio entre el panfleto y la propuesta de denuncia humanística.
La obra, que entusiasma de nuevo, plasma el drama de Ana y Ursula, monjas que no usan hábitos y que, despojadas de toda riqueza, viven en un país latinoamericano, dedicadas a evangelizar y convivir el día a día con los pobres y desprotegidos, hasta que Pablo, un guerrillero que huye del trágico final que le tienen preparado sus opresores, se refugia en la casa-claustro de estas religiosas, quienes, a partir de allí, se ven envueltas en la violencia y la represión de un régimen totalitario, sumergido en una guerra civil y aliado de una potencia extranjera. Al final, Ana rechaza negociar su conciencia a cambio de su vida, y también es fusilada. Es un argumento calcado de una realidad que no ha sido superada, aunque ahora tiene otros maquillajes.
AYER
Cuando vimos Golpes a mi puerta por primera vez, dijimos que era uno de los textos más importantes que se habían escenificado en Venezuela, comparable solamente con Prueba de fuego de Ulive, Mesopotamia de Chocrón, El día que me quieras de Cabrujas y Los ángeles terribles de Chalbaud; piezas que marcaron época en el teatro nacional. Rubén Monasterios afirmó que se trataba de un drama que estimulaba una reflexión adolorida y colérica sobre el papel de la Iglesia Católica en ese contexto, pero que al mismo tiempo atrapaba al espectador desde el primer momento, por la forma como era tratada la anécdota, de los inquietantes conflictos que exponían los extraordinariamente bien diseñados personajes, de la calidad de las situaciones interaccionales entre ellos, y por ser una propuesta en línea del género llamado “política-ficción”: planteamiento de una situación inherente al ejercicio del poder en el ámbito social, ficticia, pero posible. Era un espectáculo intimista y su énfasis estaba en las caracterizaciones y las atmósferas que convocaba con precisión una puesta en escena reducida en lo visual.
HOY
A 24 años de su estreno, Golpes a mi puerta, ahora conducida por Fernández, mantiene su reflexión y la riqueza de contenidos que retratan las contradicciones de la realidad latinoamericana, en lo colectivo, y la mínima realidad de los dramas humanos en el universo de lo privado. Ahí se plasman los valores sociales, espirituales, la fe perdida y el amor en Dios, que la mayoría de las veces es intermitente, porque, como lo afirma su director, en un tiempo de crisis, cuando el mundo está tan polarizado, parece que las posturas éticas fueran secundarias. La vigencia de esta obra muestra que, por encima de las conveniencias, debemos ser nosotros mismos. La puesta en escena contemporánea luce espectacular, rica en lo visual e insiste en los conflictos de sus personajes atrapados en una telaraña de la cual no pueden evadirse.
Fernández, inspirado en Gené, ha colocado sus actores como ejes de sus propuestas escénicas, para redescubrir, desarrollar lógica, cómoda y humanamente el texto.
Mimí Lazo, quien con esta producción celebra los 20 años de su graduación como actriz, afirma que su desafío ha sido conservar la esencia de la obra en un montaje contemporáneo, capaz de transmitir los sentimientos de amor, frustración, sarcasmo y humor negro que pueblan el texto, dentro de una novedosa escenografia creada por Fernández, musicalizada por Sciamanna y con la iluminación de José Jiménez.

jueves, mayo 03, 2007

Miranda regresa en ocho horas de cine y televisión

Un periodista se introduce clandestinamente en la celda de Miranda, en La Carraca, el 10 de Julio de 1816. Ese joven (César Román Bolívar) urge al anciano generalísimo (Jorge Reyes) para que le conceda una entrevista, con el objeto de propagar su pensamiento anticolonialista en cierto periódico de vanguardia que se edita furtivamente en Cádiz. Ese venezolano, viejo zorro de la geopolítica internacional desde el siglo XVIII, desconfía del impetuoso muchacho, quien poco a poco se va ganando su confianza hasta que el cautivo accede a concederle la entrevista. Así comienza un viaje retrospectivo de la vida del generalísimo donde la vuelta al pasado, a los momentos formativos más trascendentes de la construcción del joven, del hombre, del seductor, del soldado español, del ilustrado, el desertor, el independentista, el político, el guerrero, el espía, el contrabandista, el hereje, el conspirador y el precursor, se narran para develarnos la magnitud de Francisco de Miranda, quizás por siempre el más universal de los venezolanos.
Así explica el director Luis Alberto Lamata (47 años) cuales serán los primeros fotogramas del épico proyecto fílmico Miranda regresa, el cual se adelanta actualmente en la Villa del Cine, y debe concluir a mediados de junio, porque su estreno, “lo mas seguro, será pronto”.
Lamata comenta que “el guión general del proyecto Miranda regresa es de Henry Herrera, asesorado por la historiadora Carmen Bohórquez, y lo interesante es que no es solamente una miniserie para televisión sino también una película, donde se tocan aspectos, en profundidad, que para la TV no se hacen, y a su vez en la miniserie se da una visión mas extensa de la vida del prócer. Ambos guiones respetan mucho los géneros audiovisuales y están articulados. La miniserie será para cinco horas de televisión y en ella se hace un recuento de la vida de Miranda, contada por él mismo desde su celda en La Carraca. Para eso, a nivel de imagen, nos hemos inspirado en el cuadro de Arturo Michelena, “Miranda en La Carrera”, por ser además un icono histórico y porque es una especie de homenaje que le hacemos a ese cuadro porque supo o logró reflejar un momento crucial en la vida de ese gran venezolano”.
-¿Qué duración tendrá la película?
-La película debe durar unos 120 minutos, aunque hay escenas que han crecido a medida que se han rodado. Y estoy pensando incluso que hasta la miniserie puede durar seis horas.
-¿Cuándo culmina el rodaje?
- Vamos mas allá de la mitad del guión y a mediados de junio ya estaremos terminando las filmaciones de las dos producciones.
Observó Lamata que durante el rodaje se ha tratado de evitar que la película se convierta en un resumen de la miniserie. “Quisimos siempre que la miniserie y la película tuviesen valores autónomos. Buen parte de la película se alimenta de la miniserie; en un 60 por ciento de las escenas de la película vienen de la miniserie, pero cuando uno ve la película se aprecian aspectos de la vida de Miranda que se tratan con una profundidad que no se aborda en la miniserie. No obstante, la miniserie tiene una ventaja sobre la película y es que al tener cinco o seis emisiones le dará al espectador una visión más completa de la vida del Precursor y porque toca a su vez aspectos de su historia que en la película no se abordan”.
Puntualizó que el rodaje de la miniserie y de la película se hace con calidad de cine. “Estamos trabajando con alta definición o HD y eso nos permite pasar cualquiera de los fotogramas o escenas a la miniserie o a la película. Este trabajo lo hace Sergio Curiel y yo como director participo en el proceso mano a mano, porque se trata de un trabajo colectivo y todo el mundo esta pendiente de la postproducción. Siempre se dice que todo es importante para una buena película, desde el guión hasta el rodaje, además de las actuaciones y la postproducción. No nos puede fallar nada en la cadena de producción. Uno puede tener el mejor guión del mundo, pero si los actores no saben interpretarlo, todo eso fracasa. Pero aquí debo enfatizar que mi trabajo con este proyecto mirandino termina cuando esté verdaderamente listo. Aquí no estoy trabajando por razones comerciales, este un compromiso de alta carga existencial y profesional, porque me ha permitido la hermosa oportunidad de contar una historia que todos los venezolanos admiramos, porque él tuvo una visión de Hispanoamérica que nunca antes nadie tuvo y que él fue quien incendio la pradera e inició una guerra contra el imperialismo, una misión que la asume Simón Bolívar”.
-¿Fracasó Miranda?
-No, nunca, cuando el regresa por última vez a Venezuela ya era un hombre con una vida hecha, con familia, y con una cierta tranquilidad, pero se entregó de llenó a culminar aquello que siempre había soñado y planificado. Regresa a su patria y nunca más volverá a ver a su esposa y sus hijos. Él tomó una decisión de tal magnitud porque creo que se dio cuenta que era un eslabón muy importante en una cadena que precipitaría el derrumbe del imperio español. Él sabía que su proyecto lo había condenado, porque él no sería Francisco de Miranda sino regresaba a Venezuela.
Primera protagonización
El actor Jorge Reyes (30 años) reconoce que no es la primera vez que incursiona en el campo del cine, ya que antes había participado en otras producciones, como Tosca y Amaneció de golpe, con papeles muy pequeños. Pero en la película Miranda regresa es la primera vez que protagoniza.
Reconoce que la experiencia de actuar para el cine “es maravillosa, es diferente a la televisión, porque éste trabajo tiene muchos más detalles y hay que hacerlo con mayores cuidados. No hay que olvidar que en el cine hay una sola cámara para planos y contraplanos, mientras que en televisión se usa un solo set de luces para todas las escenas. Es un trabajo es más real y requiere de más concentración y mucha preparación por parte del actor”.
“Para mi personaje asistí a un casting en la Fundación La Villa del Cine con Delia Berbín. Allí también estaba la reconocida actriz de televisión Fabiola Colmenares quien también quedó seleccionada para interpretar un personaje papel en esta película”.
Considera que este es el personaje más importante que ha interpretado hasta ahora y lo “es porque Miranda es un prócer, un hombre muy culto, un personaje culto que dominaba siete idiomas, un personaje complejo porque es un personaje con peso especifico en la historia de Venezuela”.
Asimismo, resaltó que había investigado a fondo sobre su personaje y que a diferencia de las telenovelas, “se debe conocer bien ya que en la televisión te dan un perfil y sólo creas el personaje. La representación que hago de Miranda es desde los 18 años hasta los 66 años, lo que a mi juicio representa una importante transición de edades que implica la madurez del personaje, lo cual se debe ver reflejado en la pantalla.
-¿Cómo ha sido la experiencia con el equipo de la Villa del Cine?
-Maravillosa, el trabajo se realizó con un grupo de profesionales, algunos con mucha experiencia y otros con poca, lo cual ha permitido el aprendizaje de todos. Trabajé con un equipo muy unido que va corrigiendo los errores en el desarrollo de la producción.
- ¿Qué le ha parece la creación de la Villa del Cine?
-Espectacular, es una iniciativa que ha abierto un campo de trabajo más, dado que el cine ha estado de alguna manera restringido. De una a dos producciones cinematográficas que se hacían por año ahora se prevén alrededor de 10 anuales. Creo que se ha producido un crecimiento en materia cinematográfica, útil para, la cultura y para los mismos actores.
Finalmente, destacó que “hacer Miranda es importante porque deja un aprendizaje muy bonito, ya que se da a conocer parte de la historia y la vida de un prócer de nuestro país”.
Seminarista y periodista
Para César Román Bolívar Romero (27 años), que encarna al joven periodista que entrevista a Miranda en La Carraca, no es la primera vez que participa en el cine, ya que antes tuvo participaciones especiales en producciones fílmicas como Cuchillos de fuego, De mujer a mujer y Muchacho solitario, entre otras.
-¿Cómo es la experiencia de actuar para cine?
-Hasta el momento, en mis 20 años de carrera, porque comencé cuando era un niño, a instancias de mi madre, Pilar Romero, he podido comprender las grandes exigencias del cine, muy por encima de la televisión, ya que es fundamental la calidad técnica, calidad de producción y mucha, pero mucha, responsabilidad. Llegué a este personaje porque acudí al casting y me eligieron en una competencia.
-¿Qué le significa representar el personaje del periodista que entrevista al Precursor?
-Mi personaje es hermoso, es de ficción porque no aparece en la historia ni existe una referencia histórica. Es un fablistán que hace una entrevista que nunca Miranda dio. Este personaje da tranquilidad y tiene la responsabilidad del hilo histórico narrativo porque llega hasta la vejez de Miranda, quien le va contando su historia a lo largo de la película. Este personaje era un seminarista de la Inquisición que se hace pasar por fablistán, una especie de periodista de la época, y al transcurrir se enamora de los ideales de Miranda.
-¿Cómo ha sido su experiencia de trabajar con Luís Alberto Lamata?
-La mejor experiencia, porque es un gran conocedor de cine, de lo que hace, de la historia. Sabe ubicar perfectamente en el contexto porque su dirección es perfecta.
-¿Cómo ha sido su experiencia con el equipo de la Villa del Cine?
-Para mi el trabajo en conjunto ha sido maravilloso. El equipo es de verdaderos veteranos del cine, muy profesionales y verdaderos conocedores del negocio.
-¿Qué le ha parecido la creación de la Villa del Cine?
-El cine ha sido difícil y complicado por lo costoso del negocio. Considero que el aporte del Gobierno Nacional es espectacular. Para el actor venezolano el cine es una meta, es una fuente de trabajo donde estas figuras quisieran participar.

Preparan un circulo de tiza llanero

El teatro venezolano no es únicamente el que se produce y muestra en Caracas. Y es por eso que para el próximo 14 de junio en Guanare será estrenado el espectáculo El círculo de tiza, una versión criolla de El círculo de tiza, de Bertold Brecht, creada y puesta en escena por Alberto Ravara. Es una producción general de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa (CRTP), la cual desde 1992 se mantiene en temporada permanente, la misma que hace y coordina el Festival Internacional de Teatro de Occidente, un evento que para este año prepara su vigésima quinta entrega, auspiciado por el Ministerio para el Poder Popular de la Cultura.
Según Alberto Ravara (Argentina, 1953), en su versión se muestra cómo, en un caserío de la llanura venezolana, los campesinos discuten la legitimidad de la propiedad del valle de Guafa. Ahí, unos sostienen que el hato La Duquesa pertenece a una compañía foránea, pero la mayoría de los campesinos revindican su derecho por el valle. En ese contexto, llega al lugar un grupo de teatro de Caracas para realizar una labor artística al servicio del pueblo y cuyo objetivo no es otro que hacer la experiencia pedagógica de montar, con actores profesionales y los habitantes de Guafa, El círculo de tiza que está basado en un mito bíblico y en la obra El círculo de tiza caucasiano del dramaturgo alemán Bertolt Brecht.
Ravara, con más de 25 años de trabajo en las comunidades populares venezolanas, advierte que la realidad y la ficción, en esta peculiar experiencia con la CRTP, se confunden en la inmensidad del llano “para contar una historia brava con un final justiciero, por la tenencia de un niño que es noble y plebeyo, tras lo cual , gracias a un círculo y un juez, se obtendrá un veredicto certero, pues la madre de crianza seguirá cuidando amorosamente al niño, mientras que en la conciencia campesina se robustece la convicción de que su reclamo histórico por la tierra es justo, pues la han cuidado por generaciones. Creo que el público de Guanare no necesitará mayores explicaciones, porque el montaje es sumamente didáctico, sin caer en los consabidos panfletos”.
Antecedentes
Si bien la obra de Bertolt Brecht (Alemania, 1898-1956) abarca muy diversos géneros, su legado literario ha ejercido una influencia decisiva ante todo en el dominio del teatro. Después de un largo exilio forzado por el régimen nazi, a su regreso a Alemania fundó y dirigió la compañía Berliner Ensemble, donde llevó a la práctica, a través de sus múltiples experiencias innovadoras, su teoría del teatro épico, donde postula sustituir la intensidad emocional ligada al teatro tradicional por el alejamiento reflexivo y la observación crítica a través del distanciamiento.
Brecht comenzó a elaborar El círculo de tiza caucasiano en 1944 en colaboración con Ruth Berlau y la acabó en 1945. El tema del proceso pertenece a una antigua leyenda china, emparentada con el juicio de Salomón, y había inspirado ya al poeta austriaco Klabund. Brecht modifica el final de la historia, pues en la leyenda china —y también en la pieza de Klabund— es la verdadera madre del niño quien se niega a arrancarlo del círculo. La pieza fue estrenada en Berlín, en 1954, por el Berliner Ensemble.
Escuela de hombres
El director Alberto Ravara con su sencillez que lo caracteriza explica así el por qué y el para qué se metió en el proyecto de montar un espectáculo sobre la base brechtiana en Guanare. Dice cosas como estas:
“Imágenes amorosas contadas por mi madre estimularon mi fantasía, en aquel mundo armónico y perfecto de la infancia. Tuve noción del mito bíblico del círculo de tiza salomónico, en el año que moría Bertolt Brecht”.
“En las mareas sociales de los 70 hice consciente el concepto de justicia brechtiano. Legalidad y legitimidad serian para siempre categorías distintas. No obstante las sentencias de Salomón y Azdak no son contradictorias, se muestran justas y complementarias”.
“El camino de América nos da vida y ella impone la necesidad de una expresión genuina y propia. No queremos ni debemos restaurar, no hacemos museos, ni edificamos dogmas. Nuestro emprendimiento intenta tomar el mito de El circulo de tiza, reflexionar y crear a partir de nuestro ser y nuestro contexto”.
“El dramaturgo Scholem Aleijem apuntó, en una ocasión, que ‘el teatro es escuela de hombres’; en ese sentido hicimos nuestra experiencia. Ensayo tras ensayo, ajusté la tercera versión libre. Con el novel y entusiasta grupo, discutimos cosas de la razón pura y la razón sensible. De cada integrante surgió una chispa, de su piel... su palabra, para que el Azdak haga justicia con razón, en una sociedad donde la injusticia es la regla. Abrigamos el anhelo de expresar el amor de Grusche, fregona de palacio y el coraje del pueblo, significado por La Sabrosita y el soldado Simón Chachava”.
“La tarea siempre estará inconclusa, la recreamos para ser una nueva realidad cada vez que el telón se abra. Porque nuestro mundo de adultos ya no es absoluto y en nuestros interrogante radica la vida”.
Un niño presente
Para este espectáculo El circulo de tiza, Alberto Ravara y Carlos Arroyo, director general de la CRTP, contaron con la colaboración de Luis España, Rafael Sequera y William Ocanto en el diseño y la realización de la escenografia y el vestuario, y además Simón Ortiz se encargó del arreglo de las canciones, mientras que Julia Carolina Ojeda cuidó de los arreglos vocales y el coro. Los actores de este criollo montaje son: Jesús Plaza, Edilsa Montilla, Wilfredo Peraza, Mayeli Delfín, Simón Ortiz, Julián Ramos, Elvis Collado, Lihusmar Ostos, William Ocanto, Elisabeth Prato, Yaleida Jaramillo, Yorman Mejías, Neyda Aular, Domingo Reyes, Yenifer Goyo, Randi Montilla, Alexandra Vásquez, Mayerlis Torres, Samuel Velásquez, William Jaramillo, Enderson Castillo, Carlos Soto y Jesús Arroyo como el niño.