El rey Midas recibió de Dionisio el poder
de convertir en oro todo lo que tocara, pero renunció a tan asombroso don
porque no podía alimentarse. En este descreído siglo a los empresarios y
artistas se los califica de nuevos reyes Midas cuando tienen éxito con
sus profesiones o empresas y ganan mucho dinero.
Es el caso de Robert Chacón Calcurían,
quien a los 28 años se ha convertido en otro rey Midas del teatro
venezolano, como antes lo fueron Conchita Obach, Guillermo González y
Carlos Giménez.
-¿De dónde
salió?
-Del Instituto Universitario de Teatro.
Necesité diez años para sacar la licenciatura, que en el 2013 me la dio la
Universidad Nacional Experimental de las Artes. El trabajo me impedía sacar la
tesis en Producción y promoción.
-A
usted lo apodan como el nuevo rey Midas del teatro venezolano porque hizo
posible la puesta en marcha del Teatrex y después generó una programación
constante y muy concurrida en el Urban Cuplé, donde antes funcionó el bingo del
CCCT, cuyos espectadores se cuentan en varios centenares de miles al año.
¿Satisfecho?
-También pasé por el teatro Escena 8,
todo en las últimas etapas de oro, para estar de acuerdo con los comentarios de
rey Midas que me endilgan.
-¿Que pasó
en Teatrex de El Hatillo?
-El Teatrex
estaba quebrado, lo rescaté y pagó sus deudas, pero cuando el negocio comenzó a
crecer se metieron los dueños y afectaron mi trabajo, tras lo cual salí de ahí.
Los teatros tienen que ser administrados por teatreros que tengan además
autonomía, porque los empresarios como tal no saben nada de teatro salvo
que lo ven como una mina de oro, pero fracasan porque no saben nada de las
artes escénicas, ni tampoco conocen al público que es el que consume los
espectáculos. Estoy aquí en Urban Cuplé desde hace tres años y presento un promedio
de 15 espectáculos por semana en dos salas con diversos horarios para 420
espectadores en 12 funciones diarias. Después vino el fenómeno artístico de
2014: los dos festivales de teatro breve o microteatro. Montajes reducidos a 15
minutos de representación y creados en función de un espacio mínimo y
para no más de 30 espectadores. Ahí, Malala Dubuc y Dairo Piñeres fueron piezas
claves para el éxito de las dos muestras.
-Denos
cifras.
-Tuvimos un total de 120 mil espectadores
en las dos muestras, una de 18 montajes y otra de 23. Pero más allá de las
cifras está el agradecimiento del público que hizo de Urban Cuplé su espacio
para divertirse y soñar, porque eso es el teatro. Fueron 41 montajes que
impactaron incluso con el ruido que salía de las minisalas, una característica.
-¿Por qué
el éxito de Urban Cuplé?
-El público y los artistas que por aquí
pasan son las claves, pero también está el equipo humano que trabaja conmigo.
Aquí intentamos generar o involucrar a todos los hacedores de teatro que hacen
vida en Caracas.
Cree que “el empresario sensato tiene
que conocer del espacio teatral como tal, entender a los técnicos, a los guías.
No se puede organizar una programación en función de que son sus amigos”.
Puntualiza que la calidad de “los montajes
y la entrega de sus comediantes, los convenció de que se trataba de un
experimento serio o una búsqueda de nuevos lenguajes y propuestas capaces
de atrapar al público y llevarlo deambulando de sala en sala durante cada
jornada y dejarle así una serie de interrogantes plasmados de manera lúdica”.
Para el 2015 ya organizan, pase lo que
pase, seis festivales de teatro breve, tres en Urban Cuplé y tres en el Sambil
de Chacao, con unas 30 obras. “Confío en un pequeño grupo de productores, los
más exitosos, además, porque ellos alimentan las salas, traen sus montajes, a
la caza de espectadores que acuden a nuestras temporadas del otro teatro”.
Se lamenta que Unearte no forme sino
artistas y se han olvidado de los técnicos, piezas claves para que se realicen
los montajes.
A sus 28 años, Chacón se confiesa feliz con
su trabajo y además está preocupado porque su hijo Sebastián, de ocho
años, hace preguntas y algunas no las puede responder.
Antiguo burdel
En Madrid, durante la temporada 2009, en un
burdel abandonado, se instaló el primer teatro para mostrar obras
minúsculas. Los espacios que antes ensayaran la estridente
declamación de eróticos gemidos, propiciaron un novedoso formato escénico: el
teatro de mínimos, una obra muy corta y buscadora tenaz del clímax, la
indecorosa confinidad como único hábitat, y todo por dinero, ya que una de las
premisas de este proyecto ha sido el autoempleo. El público lo
recibió como algo fresco y a esa pequeña escena la llamaron micro teatro o teatro breve.