domingo, septiembre 30, 2007

Esperando a Juan Carlos Gené

Vivió intensamente 16 años en Caracas y volvió a su amada Buenos Aires. Dejó profunda huella en la historia del teatro venezolano porque capacitó a centenas de actores, directores y hasta dramaturgos, además de haber realizado importantes y memorables espectáculos que generaron inquietantes preguntas a los espectadores. Fue el último maestro visitante que puso su tonelada de granitos de arena para el desarrollo de las artes escénicas del siglo XX, tal como lo hicieron otros seis hombres y dos mujeres, todos foráneos, que colaboraron en esa consolidación, entre 1945 y 1977.
Ahora Juan Carlos Gené anhela retornar a Caracas. No podrá salir porque está entregado a la producción final y los ensayos generales de su pieza Todo verde y un árbol lila, que estrena en octubre en el bonaerense Teatro Cervantes. Ahí además actúa, se encarna a sí mismo, es un personaje y nadie puede sustituirlo. De modo que hay que esperarlo, hasta que su espectáculo baje de cartelera, a mediados del 2008, tal como se lo comunicó a Héctor Manrique, el director del Grupo Actoral 80.
Gené (Buenos Aires, 6 de noviembre de 1929) no se cansa de repetir que durante sus 16 años de pasantía por Caracas se nutrió del clima espiritual de “vuestro país”, porque “Venezuela es el país más profundamente democrático que conozco, no porque haya enormes diferencias con otros, sino porque allá mentalmente nadie es más que nadie. El clima que se vivía era de tal libertad que incluso en esa libertad también estaba presente la indiferencia. Uno sabia que se podía decir cualquier disparate y a nadie le importaba mucho, pero aparte de eso nadie se iba a ocupar de reprimir lo que uno decía. Mi Argentina ha sido siempre represiva, aunque ahora está aprendiendo a dejar de serlo. Durante el lapso que estuve en Caracas escribí una obra cada dos años, sistemáticamente, y escribí más obras porque era la consecuencia de ese clima tan apto para que uno se expresara libre e independientemente de los demás”.
Gené salió de Buenos Aires, aventado por la dictadura militar neofascista, el 4 de julio de 1976, “hacia Bogota, porque tenía un amigo muy vinculado a la televisión, pero al año de estar ahí me llamaron de Venevisión para que me fuera para alla y en mayo de 1977 estaba en Caracas. Cuando llegué, Luis Molina se presentó en nombre del Celcit para ofrecerme trabajo como docente, cosa que rechacé porque después de la gran derrota política que me había obligado a salir de mi país no estaba en condiciones de enfrentarme a un grupo de jóvenes y orientarlos. Lo rechacé, pero lo que si acepté fue acercarme al Celcit, conocer su actividad y empezar a colaborar, eso fue en 1977, pero a mediados de 1978 tomé consciencia de donde estaba y empecé a adaptarme a Caracas y su gente. Estrené primero Fifty-Fifty y después Esperando a Godot, en Barcelona, donde conocí a un grupo de muchachos, con Fermín Reyna y Aroldo Betancourt a la cabeza, quienes me convencieron de que tenía que volver a enseñar y así fue. Con ese grupo armé poco a poco un elenco de profesionales, porque hacía uno o dos talleres cada semestre y siempre al terminar había un puñado que no se quería ir, quería empezar de nuevo, y a los tres años decidimos que evidentemente debíamos proseguir juntos. Pusimos nombres en un sombrero y al final salió Grupo Actoral 80, año en que el que nos juntamos por primera vez, aunque se fundó en 1983”.
No puede calcular el número exacto de artistas que capacitó, lo que si es cierto es que entre 1980 y 1993 realizó uno o dos talleres, por semestre, dedicados a la dirección, actuación y dramaturgia, a los cuales acudieron un promedio de 25 personas. Al mismo tiempo actuó, dirigió y escribió sus piezas, tarea que comenzó en 1954 con El herrero y el diablo, y ahora tiene su primera docena, donde destaca Golpes a mi puerta, llevada incluso al cine
Se reinstaló en Buenos Aires, hacia 1993, no porque se sintiera mal en Caracas, sino porque “quería volver y regresé con un enriquecimiento interno y con una sensación de amor hacia la pasión teatral venezolana, que durará siempre. Por eso volví en el 2005, para festejar la creación del Grupo Actoral 80 y montar El día que me quieras de José Ignacio Cabrujas, y quiero hacerlo siempre que pueda”.
Bien hecho o mal hecho
Gené, con más de medio siglo en el teatro, está preocupado por la calidad y la trascendencia de las artes escénicas venezolanas en el siglo XXI, porque su originario movimiento grupal se ha ido debilitando, poco a poco, y están insurgiendo compañías exclusivamente dedicadas al teatro “comercial”, en el cual no cree mucho, porque para él sólo existen: “el bien hecho o el mal hecho”. No cree en un teatro que únicamente se haga para ganar dinero. En Buenos Aires, donde hay 200 salas funcionando, cada vez más lo “comercial” está en retroceso, porque el público quiere otras cosas, quizás más comprometidas, comenta.

jueves, septiembre 27, 2007

Néstor Caballero disfruta sus "Naranjas dulces"

Néstor Caballero, también conocido como Néstor Martínez Caballero, con una veintena de teatros y guiones que han merecido galardones nacionales e internacionales, festeja la publicación de su novela Naranjas dulces, de 644 páginas, publicada por Monte Ávila Editores Latinoamericana C.A.Una obra que, como el mismo lo dice, "no es autobiográfica, lo único que tiene de autobiográfico es la dedicatoria a mi hija Mariana”.
-¿Cuánto tiempo para escribir Naranjas dulces?
-Aproximadamente unos diez años y necesité otros dos para revisarla; la guardé y trabajé otros 24 meses para una última revisión. Si se me precisa por el tiempo exacto creo que me llevó más de 18 años, que es la edad de mi hijo Alejandro. Después de todo ese proceso, la llevé a Monte Ávila y esperé otros dos años para firmar el contrato de publicación. Por supuesto que hay una gran diferencia entre lo que soñé un día que sería mi novela y lo que se ha editado ahora. Ha sido un trabajo enorme, porque yo no he parado en mis otras labores como dramaturgo ni como funcionario público, pues fui director de la Compañía Nacional de Teatro y además secretario de Cultura del estado Anzoátegui, en los lapsos presidenciales del comandante Hugo Rafael Chávez Frías
Naranjas dulces, como lo explica Caballero ( Aragua de Barcelona, 1953), es la saga del venezolano Ezequiel Martínez, un niño en los años 60, en medio de una sociedad convulsionada por la guerrilla urbana, por los cambios y por el engaño de una democracia que no lo era. “Es la historia de un muchachito asustado porque su papá era suboficial de la Guardia Nacional y tenía que salir a patrullar, precisamente cuando desembarcaron unos irregulares en Machurucuto y había combates sangrientos en la sierra El Bachiller. Mi novela se circunscribe a tres años en la vida de ese carajito, en la década de los 60, hasta que termina su educación primaria. Es un cuento de amor de un niño que tardó tres años en declarársela a la niña Elsy Cristancho y cuando lo hace es en medio de un acto cultural para un fin de curso, mientras él se asume como Simón Bolívar y ella caracteriza a una de las naciones que libertó tan ilustre caraqueño. Es la historia de la familia de ese hombrecito, que tenia miedo de que le mataran a su papa en los patrullajes, mientras que mamá estuvo muy enferma durante casi toda su infancia. Pero al final es una reconciliación de ese criollito con el amor.
-¿No planea continuar Naranjas dulces, para relatar la historia de Ezequiel en su adolescencia, juventud y madurez?
-No, no me lo he propuesto. Mi héroe, Ezequiel Martínez llegó hasta ahí, porque nunca escogí que Naranjas dulces fuese una novela, la misma historia escogió su destino. Todo comenzó como un borrador para una obra de teatro y se fue convirtiendo en un cuento y a medida que se le iba agregando apuntes y apuntes se transformó en una narración larga, especialmente porque utilizo un lenguaje infantil y cuento las cosas que piensa y sueña ese muchachito.
-¿Por qué la novela se llama Naranjas dulces?
-Porque el niño Ezequiel Martínez divide la vida entre “naranjas dulces”, que son las cosas bonitas que le suceden en su vida, y “limón partido”, que son las cosas agrias y dolorosas que le ocurren y que está viviendo en la novela. El final, que no lo puedo contar, es tan amoroso que es, de verdad, una naranja dulce de novela.
-De alguna manera, Ezequiel Martínez es usted, porque hay muchas coincidencias biográficas. ¿Verdad?
-Sí, hay una especie de homenaje a mi padre que le dedicó 35 años de su vida a servirle a la Guardia Nacional.
-¿Naranjas dulces es su ópera prima?
- No, hay otra, que sería la primera, que he titulado Zona de pasón, pero que no está aún apta para ser publicada. Hay que trabajarla y eso implica un tiempo de revisión. Transcurre en los años 70 y 80, es la vida alegre en Caracas. Pero actualmente trabajo la trilogía teatral Cielo inútil y la integran: Cielo azul, que es la guerra del hombre contra Dios y la religión; Cielo dorado, que es otra guerra del ser humano contra el amor, es la guerra del amor, y Cielo deslucido, la guerra del ser humano contra la muerte. Terminé la primera y la idea es que cuando estén listas se monten consecutivamente, porque son los mismos personajes, dos actores y dos actrices, y tienen la misma escenografía, pero las situaciones son diferentes.
-¿Está consiente que en el mundo ya existe una gran novelística y que su obra pueda aportar algo o nada?
-Lo importante para un creador, para mí que soy un escritor de cuerpo y alma, un animal de teatro, lo importante es escribir y no tanto publicar, porque ese es un acto de devoción. Creo que escribiendo se le hacen morisquetas a Dios y necesito hacerle esas morisquetas a ese Ser Supremo. Por supuesto que hay novelas que me han estremecido, pero creo que la mía y las que después publique sí las disfrutaran los lectores, entre quienes estarán mis cuatro hijos: la cineasta Gabriela Caballero; el diseñador gráfico Juan Bautista Martínez Colombo; el técnico en computación Alejandro Martínez Tabúas y la poeta Mariana Martínez Tabúas, además de mi esposa Mireya Tabúas. Gracias a la Internet, mis piezas teatrales se pueden consultar y bajar de mí pagina web: www.nestorcaballero.com. El tiempo dirá que pasó con lo que escribí.

martes, septiembre 25, 2007

Fedra Lopez se destaca en dos espectáculos

Después de disfrutarla en los roles que realiza en el vodevil Angustias de la edad mediana, de Indira Páez, y la comedia negra Casa en orden, de Ana Teresa Sosa, no se le puede negar el calificativo de primera actriz a Fedra López (Argentina, 5 de julio de 1965). Llegó a Venezuela como bailarina y después de diversos personajes cómicos en la televisión devino en roles importantes de una veintena de telenovelas, hasta que se atrevió a dar el salto al teatro con la curiosa pieza El amante, de Harold Pinter, dirigida por César Bolívar.
VODEVIL CRIOLLO
Fedra (su nombre de “pila” es María Fernanda López Bernini) realiza cinco roles en la pieza de Páez, que van desde la niñez hasta la madurez avanzada, como lo exige Angustias de la mediana edad. Parodia cómica sobre la clase media venezolana, desnudada en su vida diaria, de manera irreverente, ácida y mordaz. Esa es una prueba contundente del concepto, el estilo y hasta el compromiso de esta dramaturga, ganadora de varios premios, y con otros textos en las carteleras de la española Barcelona y la exultante Miami, desde el año pasado.
En Angustias de la mediana edad, especial vodevil donde Fedra comparte escena a lo largo de 70 minutos con Sebastián Falco, Astrid Carolina Herrera y Malena González, lo que se persigue y se logra es plasmar en escena los más cruciales quehaceres de la medianía: lo sexual, social, económica y cultural, especialmente esos que nos lleva a aparentar lo que no somos, a demostrar y mostrar más que existir. “Ahí se lucen todos, encarnando a diversos personajes que, desde una aula de clases, descubren vivencias que giran en torno a las circunstancias de la clase media y las diversas maneras de enfrentar las crisis por la perdida del poder adquisitivo, el estatus social, la adolescencia y el imparable envejecimiento”, comenta Páez y refrendamos nosotros.
Ahí, Fedra -madre de los adolescentes Betsabé y Eros- no solo compone cinco personajes diferentes, sino que imprime un especial ritmo a sus acciones físicas, al tiempo que juega con voz y cuerpo, todos en perfecta sincronía con los desempeños de sus cuatro compañeros. Por supuesto que su experiencia como bailarina y actriz -estudió dos años en la escuela de Nelson Ortega -le permiten salir airosa de ese espectáculo donde la estrella es la pieza como tal.
COMEDIA
Pero si a su compleja performance en Angustias de la edad mediana se le puede ponderar como un trabajo de ”oficio”, el cual además no es nada fácil y exige dominio de “las tablas”, donde Fedra se consagra como intérprete por su personalidad y virtuosismo en el manejo de su aparato físico y en especial sus tonos vocales, es con Casa en orden. Ahí encarna a la amiga de una madre desesperada por el futuro de sus hijos ante el diagnostico de un incurable mal y se transforma en “salvavidas” de esa familia diezmada por el hampa y que ahora es atacada por la misma naturaleza.
No es fácil digerir el argumento de Casa en orden, especialmente en el contexto venezolano donde no hay suficiente cultura ante la muerte y se la tiene como la fsalida inexorable y donde hasta el humor puede ser tomado de mal gusto, aunque Indira Páez escribió la pieza, Amanecí con ganas de morirme, que plantea la muerte como hecho nada despreciable y clave para entender la razón misma de la existencia.
Es una educativa “comedia negra” con la cual Ana Teresa Sosa quiebra lanzas para que sus compatriotas aprendan a tomar la nada fácil decisión de asumir la muerte como un día más de la existencia y no adopten actitudes tristes ante hechos inexorables, sino salir de la escena de la vida de manera consciente, racional y hasta festiva. Enseña, con delicado humor, las vicisitudes de una madre, con dos hijos descarrilados, que al enterarse de una noticia terrible y con las locuras de su mejor amiga hace inventario sobre lo que ha sido su vida y decide poner su casa en orden, al tiempo que trata de disfrutar hasta los últimos segundos de una vida que se la quita una enfermedad incurable.
No es que Páez y Sosa sean ahora filósofas de la muerte, no, nada de eso. No hay que desesperarse ante la inevitable y hay que seguir viviendo hasta más allá de la muerte misma, gracias a la sensatez de poner una casa en orden. Ahí está la clave de la pieza, donde precisamente Fedra encarna a la histérica que mueve cielo y tierra para que su amiga no se entierre antes de tiempo y organice sus cosas y convenza a sus hijos que deben seguir hacia adelante aunque ella haga mutis. Es una especie de huracán que se lleva por delante la pesadez de la patética situación y coloca la risa no sólo en los personajes que encarnan Virginia Urdaneta, Adriana Romero Joan Manuel Larrad y Ámbar Díaz. Su actuación es orgánica, con voz en registros agudos y con un ritmo aleccionador para que aquellos que dicen que “en la televisión no hay intérpretes de calidad”.
Tras haber visto a Fedra López en casi todos su roles actorales, desde sus rumbosos bailes hasta el delirante personaje de la amiga que pone orden en la casa de la amiga moribunda, pasando por los estrambóticos personajes del Show de Joselo o los convulsos roles de la televisión romántica hay que admitir que es toda una primera actriz y que los mejores personajes están ahí, esperándola, porque exhibe talento y disciplina, además de compañeros y compañeras dispuestos a apoyarla, tal como lo hacen en estas piezas, dirigidas equilibradamente por Sebastián Falco y Aníbal Grunn, las cuales se exhiben en el teatro Escena 8.

"Contigo pan y cebolla" en cartelera caraqueña

Como no es frecuente que se exhiban obras teatrales cubanas en Caracas, no hay que desperdiciar la oportunidad de ver la escenificación de la comedia costumbrista Contigo pan y cebolla, de Héctor Quintero, estrenada en 1964, y la cual ahora se presenta en el Celarg producida por la venezolana Compañía Teatral Prometeo, bien dirigida por el cubano Noel de la Cruz y con interpretaciones, unas aceptables y otras discretas, a cargo de Marianella Oviedo, Miguel Lucero, Dasein Guada, Danique Weil, Julio Viso, Luis Ramírez, Javier González, Germary Montilla, Rosmar Hernández y Francisco Gualteros.
Contigo pan y cebolla, ambientada en los años 50 del siglo XX de la Cuba regentada por Fulgencio Baptista, presenta a una familia de la clase media baja que trata de mantener su estatus aparentando lo que no es, fingiendo que se alimentan bien o completo, y que además carecen de varios básicos utensilios de la vida domestica moderna, como una nevera.
Héctor Quintero (La Habana 1, de octubre de 1942) creó a Lala Fundora y la utilizó para mantener las apariencias de una familia habanera. Es un ser con un amor ejemplar por el marido y un asombroso deseo de que sus hijos sean “otra cosa”. Todo eso con situaciones cómicas y diálogos picantes orientados a plasmar el conflicto: la urgencia de comprar un refrigerador casero, que no sólo les enfriará el agua sino que preservará los escasos alimentos que consumen, en medio de un colectivo social que carece de posibilidades de ascenso, y donde lo único que se puede hacer es amarse, ya que, como enseña el proverbio castellano: “contigo pan y cebolla”, el amor sincero es más que suficiente para sobrellevar las penurias de la vida, porque el enamoramiento desencadena una respuesta neurofisiológica, que libera la feniletilamina, la cual genera “síntomas de amor” como el insomnio y la inapetencia, suprime la sensación de fatiga, la sed y hasta el hambre misma o sea dopa al enamorado para que se sienta valiente e inmune a los peligros, como enseñan los especialistas dedicados a racionalizar el amor.
¿Se repite ese tipo de familia que poetizó Quintero en la América Latina actual? Claro que sí, pululan los núcleos de baja extracción económica que se debaten entre la realidad y lo aparente, lo que quieren ser y no pueden, lo que imitan por la televisión y los medios de comunicación.
Como detalle curioso, vinculado a los orígenes populares de la pieza que hizo famoso a Quintero, cientos de neveras viejas están siendo cambiadas en Cuba por otras nuevas, gracias a la “revolución energética”, puesta en marcha desde 2006 y destinada a renovar las fuentes energéticas y disminuir el consumo eléctrico en la isla. Es posible que esa nevera que usó y tuvo que devolver Lala Fundora, ahora sea sustituida por una más moderna, ya que en la tierra de José Martí las cosas están cambiando para bien, aunque el amor nunca estuvo ausente y mitigó unas cuantas penurias.

domingo, septiembre 23, 2007

Un Romeo para el teatro venezolano

Rezó dos veces, junto a su madre Caterina, una novena a San Antonio para rogar aunque fuese un sólo milagro: conseguir enrolarse en la tripulación de un barco y escapar así del naciente comunismo de Rumania, donde había nacido el 14 de enero de 1922, en Braila. Y el santo lo escuchó: fue aceptado para tareas muy específicas, pues hablaba muy bien el francés y el inglés, en el buque “Transilvania” y logró así salir del puerto de Constanza; atracó el 11 de julio de 1948 en Marsella. Desertó y el 14 de julio lo festejó en París. Nunca se imaginó Romeo Costea lo que sería su vida en las siguientes seis décadas ni que viajaría al continente americano para dejar una huella cultural en un país petrolero. Ese fue el otro milagro que le hicieron, pero ambos los ha disfrutado y ha sido feliz, a pesar de los humanos contratiempos con su salud.
En la Universidad de la Sorbona continuó sus estudios teatrales, iniciados en Bucarest; trabajó con Marcel Marceau y en la Comedia Francesa, para luego emprender, hacia 1950, una serie de giras internacionales. Eso mismo año fundó en “La Ciudad Luz” su propia agrupación y se presentó en el Theatre de Poche (Teatro de Bolsillo) hasta 1952; luego hizo lo mismo, en 1953, en el Theatre de la Huchette.
A raíz de una prolongada huelga obrera que lo dejó sin espacio teatral para exhibirse optó por venir a Caracas de vacaciones, invitado por unos familiares. Compró un boleto en el buque italiano “Auriga” y el 23 de diciembre de 1953 desembarcó en La Guaira para nunca más irse, aunque en septiembre de 1960 hizo una breve incursión por Nueva York y hasta logró montar la pieza, El año del censo (The Year of the Census) de John Hopper, para el Teatro La Mamma.
Costea se adaptó rápidamente a la vida caraqueña, tras aprender el castellano, y es en junio de 1955 cuando presenta, con el invalorable apoyo de la embajada de Francia por intermedio de su instituto cultural, al grupo Compás. Una institución que si ha dado el ejemplo de lo que es un incesante y atinado trabajo artístico, haciendo énfasis en la producción y exhibición, durante continuas temporadas, de los maestros del teatro francés, como Moliere, Marivaux, Cocteau y Musset; además de lo mas representativo de su vanguardia: Ionesco, Tardieu, Adamov y Westphal, entre otros. Como es obvio, incluyó una selección del teatro rumano, con Caragiale a la cabeza. También ha incluido en su producción escénica otros autores, como Cervantes, Casona, Pirandello, Mihura y por supuesto a lo más destacado de la dramaturgia venezolana, como Arturo Uslar Pietri, Alejandro Lasser, José Gabriel Núñez, Sergei Vintrin y Jean Zune. Lanzó, por así decirlo, a Isaac Chocrón, cuando le montó su ópera prima Mónica y el florentino, en 1959.
Romeo ha perdido un poco la cuenta de los montajes realizados y de esos largos 50 años de trabajo le queda, como testimonio irrebatible, una pared de su apartamento tapizada, por así decirlo, con una selección de los afiches de sus espectáculos. Cree que ha escenificado algo más de unas 104 piezas, sin contar las reposiciones.
Además de su dilatada actividad como director y maestro, Romeo ha sido actor para varias películas francesas rodadas aquí en Venezuela, asi como también es uno de los intérpretes favoritos del cineasta Román Chalbaud, su amigo. Admite que uno de sus mejores roles fue en La gata borracha, aunque aparece en buena parte de la cinematografía del maestro merideño.
Eso por todo eso, además de haber sido profesor en la Escuela Nacional de Teatro, además de su inquebrantable amor y fe en Venezuela, que un idóneo jurado le concedió el Premio Nacional de Teatro en 1996.
Él, por supuesto, no se enchinchorró, y es por eso que ahora prepara el remontaje de una singular comedia que estrenó durante la temporada de 1997. Se trata de Vecinos al borde, de Eric Westphal, la cual mostrará en el Festival de Teatro de Oirente, a finales del venidero mes de octubre, en Barcelona, con las actuaciones de Francisco Gallardo, Alfonso Rivas y Janet Colmenares.
Nacido en Europa
A Romeo no le gusta y hasta demuestra su abierto enojo cuando le recuerdan su origen europeo. Él insiste en que es un director venezolano y no rumano, pues “aquí llevo más de medio siglo y además ostento su máximo premio para los teatros; creo que me merezco que no consideren más un director extranjero. De Rumania no tengo sino imborrables recuerdos, pero no poseo ningún documento, como célula ni pasaporte de mi país de origen. Soy un artista venezolano nacido en Europa, que ha realizado más de un centenar de montajes y numerosos programas para la televisión cuando estaba en su etapa inicial. También hay que aclararle a las nuevas generaciones que antes de la llegada de Alberto de Paz y Mateos y otros foráneos a Caracas, aquí sí había teatro de calidad y además los sainetes divertían a los venezolanos. Lo que ellos hicieron fue actualizar la cartelera y formar a nuevos comediantes, como yo también lo hice. Es mi historia,corroborada por otros premios y reconocimientos”.

jueves, septiembre 20, 2007

El virus del humor preserva a Otrova Gomas

Ni muerto ni de parranda. Estaba de urgentes vacaciones por recomendación medica ya que su corazón le dio unos mensajes inequívocos y como él ya esta a la vuelta de la esquina de los 70 años, optó por irse a Hungría, la patria de su esposa, a curarse de su agudo estrés.
Así explica el abogado Jaime Ballestas, o su clon el reconocido humorista Otrava Gomas, su reaparición por las librerías y las cafeterías de Caracas, además de las consabidas citas con los periodistas de la fuente cultural, ya que el humor es una refinada expresión de la humanidad, y el dialogo se puede suspender.
-¿Cómo es posible que un humorista como usted sea afectado por el estrés, teniendo en cuenta que el humor es recomendado para la salud mental y ante todo para superar al estrés, según lo dicen los teóricos?
-Sí, es verdad, que el humor sirve para derrotar, entre otras cosas, el estrés, pero es que no podemos olvidarnos que los médicos tambien se mueren y por eso los humoristas en ocasiones caemos victimas del agotamiento físico y mental. Ahora creo que lo mejor que hice fue salir al extranjero pero de manera física porque he seguido en contacto con mis lectores venezolanos, por intermedio de la página dominical que escribo en Últimas Noticias. Es por eso que me marché, pero he regresado porque pronto se presentará mi más reciente libro, El virus del humor, y además necesitaba respirar este aire del Ávila.
HUMOR ES VIDA
Otrava Gomas, cuyo sosías es hijo de un colombiano y bisnieto de un catalán, aunque asegura ser caraqueño por los cuatro costados, define al humor como una de las formas de expresión fundamentales para comprender al mundo sin tragedia. “Porque casi las otras formas son trágicas y muy duras o muy crueles. Casi todas las filosofías interesantes terminan con una tragedia por que sus giros en torno a la muerte llevan siempre a la tristeza, a la angustia”.
-¿De cuál humor habla?
-En general, el humor tiene la cualidad de desmitificar, los hechos y las circunstancias. No sé que condición particular tenemos los humoristas, sin duda que somos igual que todas las personas, pero hemos logrado una práctica o una rutina suficiente para desflorar esa realidad oculta y manipularla con una técnica y así obtener esa formula que al romperse el equilibrio cause risa. Dicho en palabras de diccionario, el humor no es más que una forma de entretenimiento y de comunicación de los seres humanos, cuyo fin último no es otro que la gente sea feliz y se ría, ya que, como enseña Nietzsche, la risa es un invento de los humanos para paliar sus sufrimientos.
-¿Todos los humanos manejan el humor?¿Todos somos humoristas?
-Si, todos, lo único es que son pocos los que tienen la habilidad para expresarlo y producir en los otros la risa. Todos tenemos el don del humor, es casi imposible no tenerlo, porque es una de las características del ser humano. Es imposible no tenerlo, ya que no sólo se ríe sino que se tiene la capacidad de hacer reír. Por supuesto que existen diferentes maneras o magnitudes de hacer humor, y la más rápida o sencilla, que rompe rápidamente los equilibrios, es la caricatura o un chiste, que pueden provocar en cuestión de segundos la risa. También hay otras formas de humor como el presente en dramas humorísticos o en comedias, y así se llega hasta la ironía que es la más difícil de todas.
-Según Planeta, la editora de “El virus del humor”, usted es uno de los escritores que más libros vende. ¿Cómo se venden sus libros sobre humor si se afirma que en Venezuela hay pocos compradores de libros, o sea que casi no hay lectores?
-Eso no es cierto. En Venezuela sí se lee y bastante, más de lo que la gente se imagina. Mi caso es uno más, porque ahí está Laureano Márquez que lleva más de 20 mil ejemplares de su libro donde parodia a El Código Da Vince y así hay muchos. Casi todos los libros de humor se venden en varias ediciones y tambien se expende mucha poesía y los textos de autoayuda.
-¿Cuál es la novedad de “El virus del humor”?
-Es un libro en dos partes, con casi 300 páginas. Es uno los más largos que he escrito. No es un compendio de chistes, sino una serie de reflexiones filosóficas en tono de humor negro y tambien hay humor blanco, como es todo lo que alude a la burocracia, el matrimonio y el divorcio; pero en los temas de la muerte y las religiones hay muchísimo humor oscuro. Además hay dos vertientes: una accesible para todo el mundo y uno más dura, más exigente, más humor negro, que es lo que yo siempre he hecho. Algunos de esos trabajos han salido publicados en mi pagina web (otrovagomas.com) y ahora los he intervenido, pero hay otros completamente inéditos. El libro me gustó mucho, tiene muchas gráficas, ya que soy fotógrafo. Me llenó de emoción cuando lo vi porque es un bonito libro.
-¿El poder no es un problema para el humorista?
-Yo me he mantenido amigo de los dos lados, aunque tengo mis definiciones políticas muy claras, porque conozco muy bien al marxismo y de que lado cojea, pero no lo voy a revelar ahora en esta entrevista.
- Varios humoristas venezolanos han subido a los escenarios para hacer shows. ¿Usted no lo hace?
-Hay un momento donde el humor funde al escritor y al autor con el actor, y no lo llamo cómico porque puede interpretarse de manera peyorativa, pero es todo lo contrario. Aquí hay excelentes cómicos humoristas y hay otros que son buenos actores y con buena capacidad para hacer chistes pero no son humoristas. Yo soy humorista pero no soy cómico.

martes, septiembre 18, 2007

Baby Boom en el Teatro San Martín de caracas

El crítico Ernesto Schoo afirma que a partir de la noción básica (no exenta de mayores análisis), de que el teatro refleja intereses, prejuicios y aspiraciones de la sociedad que lo produce, es posible rastrear la presencia de tales datos en la programación de las salas de cualquier urbe y obtener así una serie de informaciones sobre gusto, disgusto o regusto del público para el cual se trabaja. Lo hicimos en esta Caracas la horrible, como la llamó Bolívar, y del primer análisis superficial de su cartelera concluimos que la mujer es la temática dominante, la que seduce a la audiencia y muy en especial ahora que se exhibe el monólogo Baby boom en el paraíso, de la poetisa y dramaturga Ana Istarú (San José de Costa Rica, 1960).
Este Baby boom…, bien actuado por Verónica Arellano, bajo la dirección de Luis Domingo González, hace parte del Ciclo “2 en 2”, destinado a promover, producir y exhibir sendos textos de autores venezolanos y de latinoamericanos. Ya comenzó con Mientras amanece de Victor Vegas, y cerrará con De Miracielos a Hospital de la criolla Lupe Gehrenbeck y Frida Kahlo, La Pasión del argentino Ricardo Halac. Estos cuatro espectáculos se pueden ver en el Teatro San Martín de Caracas, en la frontera con Artigas.
Baby Boom... es una oda, en clave de desopilante comedia, a la capacidad de la hembra para acoplarse con el macho y hacer posible la fecundación del óvulo o la semilla de un nuevo ser humano. Esto que puede parecer super conocido es un tema que la dramaturguia universal no lo había abordado directamente sino de soslayo como consecuencia de trabas morales y restricciones religiosas. Pero gracias a Istarú se ha llevado a la escena ese canto al milagro de la reproducción humana.
La obra, sobre la odisea de la concepción hasta el nacimiento, va desde las vicisitudes de la mujer en su etapa de ovulación (este personaje lo hace cada 40 días, lo cual es problemático y de alto riesgo), con sus alteraciones físicas y psíquicas hasta que consigue que su marido o pareja o varón elegido ejecute las indispensables faenas y se inicie la fantástica carrera de los espermatozoides que han de fecundar el óvulo para formar el embrión que tras de asombrosas mutaciones ha de ser parido a los nueve meses o antes.
No es una perogrullada más, no, nada de eso. Gracias a la poesía del texto y la actuación de Verónica Arellano se convierte en un aleccionador espectáculo sobre cómo la especie prosigue en su imparable proceso de hacerse eterna, a pesar de que otros u otras pueden destruir la vida humana en menos de un segundo. Y es por eso que el espectáculo atrapa a la audiencia y la lleva hasta un fantástico aplauso final, porque logra contar todo aquello que hace posible la sobrevivencia de la especie humana a través de miles de años. Es una obra que no podía haber sido escrita sino por una mujer y es una especial fémina la que lo puede mostrar, porque se requiere la memoria emotiva que exige la teoría interpretativa

Victor Vegas contra la intolerancia

La intolerancia, o sea la falta de tolerancia en los ámbitos religiosos, sociales y sexuales, es el tema escogido por Victor Vargas para su debut profesional en el teatro, a una edad, los 40, que no es precisamente para dar los primeros pasos en tan exigente y competida disciplina artística. Pero lo hizo y de manera convincente con su pieza Mientras amanece, la cual se estrenó hace varias semanas en el Teatro San Martín de Caracas, con David Villegas y William Escalante, dirigidos por Gonzalo Cubero.Ellos materializaron un estrujante drama sobre un asesinato cometido en un motel: un heterosexual mata a un gay porque le cobró “servicios prestados”. Y además revelaron las historias íntimas de esos hombres involucrados en semejante crimen.
INGENIERO Y TEATRERO
Vargas, oriundo de Barquisimeto, pero con 15 años en Caracas, se graduó de Ingeniero en Informática por la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado, aunque antes había incursionado, con éxito, en las lides literarias. Le gusta el cine desde niño, cuando uno de sus pasatiempos favoritos era crear argumentos para películas que realizaba en su imaginación. “Ojalá tenga la oportunidad de hacer cine en el futuro. Al teatro llegué justo por ese gusto de inventar historias. En una ocasión, a mediados de los ochenta, un puñado de adolescentes fundamos un grupo de teatro con el que montamos algunas de mis obras, de manera amateur, desde luego, y otras de autores venezolanos como José Ignacio Cabrujas y César Rengifo. Desde entonces quedé prendado del teatro. Por razones que no vienen a cuento estuve alejado de las tablas por más tiempo del que me hubiera gustado. Sin embargo, estoy de vuelta y espero que esta vez sea por un lapso más prolongado. En cuanto a la literatura: es algo vital para mí”.
Dice que sus maestros o tutores teatrales en su etapa de adolescente, por vivir en la provincia, fueron los dramaturgos griegos, además de Shakespeare, Moliere, Corneille, Racine y los autores del siglo de oro español. “Después vinieron los modernos O'Neill, Strindberg, Ibsen, Brecht, Ionesco, Beckett, García Lorca. En este segundo respiro que me brinda el teatro, desde 2005, llegaron Rodolfo Santana y sobre todo Gustavo Ott”.
Esta satisfecho por lo hecho en la escena. Conocía el trabajo de Villegas y Escalante como actores, pero no a Cubero como director. “Me sorprendió gratamente su dinámica de puesta en escena. Fue muy respetuoso, fiel, con la propuesta del texto. Eso se lo agradezco enormemente. Y la oportunidad que me brindó de participar en el montaje como su asistente. Para nadie es un secreto que a la mayoría de directores no les gusta que los autores se inmiscuyan en sus montajes. Verlos trabajar durante los ensayos, asistir a sus respectivos procesos creativos, ha sido una experiencia muy enriquecedora. Aprendí muchísimo de los tres. Durante el montaje podría decirse que hubo un proceso de reescritura. O más bien de edición. Ott dijo en una ocasión que él terminaba de escribir sus piezas durante el montaje; que el trabajo del director y los actores contribuían mucho a depurarlas. Suscribo sus palabras. Por ahora dejo el texto tal como está en la puesta. Quizá más adelante vuelva a él, lo rescriba”.
INTOLERANCIA
-¿Por qué un conflicto con un personaje homosexual en Mientras amanece?
-Homofóbia, racismo, xenofobia y genocidio, que es lo tratado en mi obra, no son más que diferentes tipos de intolerancia. Han servido de excusa para hablar precisamente sobre la intolerancia, un tema que me preocupa en extremo. Los venezolanos, que tenemos fama mundial de afables y receptivos con aquellos que son diferentes, para mí es un cuento que tiene más de mito que de realidad, algo que me ha costado tragar desde siempre. Hemos estrenado el siglo XXI como una sociedad con niveles muy bajos de tolerancia, niveles casi alarmantes. Algo que debería llevarnos a la reflexión a todos.
-¿Es su primera obra que llega a las tablas?
Profesionalmente sí. A mediados de los ochenta, monté mis primeras piezas de manera amateur. Por cierto, de aquella docena de obras sólo conservo dos. El resto, parafraseando a Borges, las purifiqué con la destrucción.
¿Hay otras en la “nevera”?
-En marzo de este año Loida Pérez me invitó a participar en su proyecto, Dramática Iberoamericana. Su idea era presentar, junto al trabajo de algún reconocido autor iberoamericano, obras de noveles dramaturgos locales, esos que en la actualidad luchan para que sus trabajos sean llevados a los escenarios. Piezas breves, de no más de 12 minutos de duración, escritas especialmente para el proyecto. Los espectáculos son temáticos; bien lecturas dramatizadas o de teatro mínimo. El 18 de abril pasado se estrenó, en la Sala Experimental del Celarg el primero de ellos, La rebelión de los perros, donde Gerardo Blanco, Juan Ramón Pérez, Vicente Lira, Loida Pérez, José Antonio Barrios y yo fungimos como dramaturgos locales. Oswaldo Dragún representó a los autores de reconocida trayectoria de Iberoamérica. A ese proyecto colectivo siguió, en mayo, El diablo anda suelto y, este miércoles, 19 de septiembre, Copas, boleros y maletas. Cada montaje es dirigido por un director diferente y la producción corre por cuenta de Loida Producciones. Hay otras piezas mías que esperan una nueva oportunidad para subir el telón

domingo, septiembre 16, 2007

Abreu el misionero de la música

Desde aquel 12 de febrero de 1975 la vida de José Antonio Abreu cambió para siempre y también sucedió lo mismo con los que se atrevieron a acompañarlo. Así pusieron en marcha al Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, empresa destinada a utilizar la música no sólo para capacitar a más y mejores artistas, sino, primordialmente, como audaz experimento sociocomunitario destinado a rescatar a los sectores menos favorecidos del país para romper así ese circulo vicioso de la pobreza -por intermedio de diversos instrumentos musicales y sus respectivos maestros- e iniciar una larga marcha hacia la profesionalización artística, con los más capaces, y por ende ascender a la cumbre de la dignidad humana con los que no desfallecieron.
Así se puede resumir la curiosa saga de ese experimento que Venezuela entera ha presenciado asombrada en los últimos 35 años. Un desafío que al revelar resultados tangibles y cuantificables y que ahora, con unos 380 mil niños y jóvenes de todo el país en orquestas y corales, atrapa al mundo y hace que todos quieran copiar ese positivo “Efecto Abreu”. Singular metodología de trabajo de un hombre que, pudiendo haber sido un brillante economista (es PhD) o un músico respetable (compositor, organista y director), escogió el proceloso apostolado de buscar a los excluidos, marginales o incluso borderline, para darles un instrumento y, tras enseñarles el abecé de la música, lanzarse por una ruta muy diferente a la que llevaban hasta ese momento en que se toparon con Abreu y su banda.
No ha sido fácil llegar hasta donde están. Surgieron obstáculos y unas cuantas trampas, pero esa inmensa orquesta de aficionados y artistas ha seguido tocando, tras recuperar el ritmo y ceñirse a una partitura fantástica, que Mahler o Beethoven hubiesen querido firmar. Un récord en la historia cultural de esta Tierra de Gracia y del planeta, que nadie puede negar, salvo los mezquinos.
Pero lo que nunca esperó José Antonio Abreu (Valera, Trujillo, 7 de mayo de 1937), especialista en materializar sueños, era que el primer Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, a diferencia de los otros jefes de Estado con los que necesariamente había tratado, ahora no sólo exaltara públicamente su tarea lograda, sino que le pusiera por delante otro gran reto y le ofreciera además los recursos económicos y logísticos básicos para diseñar y poner en marcha la Misión Música. Nadie antes le propuso una cosa igual o al menos manifestó su deseo de acompañarlo.
Y Abreu, que de notas, pentagramas, instrumentos, paciente docencia y orquestaciones sabe lo suficiente, ya tiene listo una especie de sayal simbólico para convertirse, sin mucho aspaviento, en el misionero de la música. Él espera que el Poder Comunal, recién creado, se vincule con el Proyecto de Acción Social por la Música, o sea su Método o el “Efecto Abreu”, para poner en marcha un núcleo musical en cada consejo comunal. Todo eso será supervisado por el Ministerio de Participación y Protección Social, al cual esta adscrito el Sistema. para que cumpla su función social. Esos núcleos abrirán nuevas caminos a nuevos niños, precisamente lo que viven en extrema pobreza, porque la esencia de su Sistema, como lo ha dicho Abreu, es constituir el arte musical en “un instrumento auténtico del desarrollo humano para Venezuela”, porque, como reconoce, “nos ha faltado avanzar y profundizar, alcanzar cada vez más capas amplias de la población”.
Este misionero, en los azarosos albores del siglo XXI, piensa que la música debe formar parte del proceso educacional de cualquier niño o joven, ya que la presencia de la música es una idea universal. ”El ideal nuestro es la presencia de coros y orquestas en el sistema educativo primario y secundario. Pronto será un propósito formal del sistema educativo”, ya que, como lo había previsto la Unesco, “la educación artística sí puede ser una realidad masiva, un derecho social de los pueblos y no un monopolio de las élites y ese es el nuevo paradigma de este Sistema”.
Algo más que tocar y luchar
El misionero de la música, con un estado de ánimo “maravilloso y mejor que nunca”, recordando que “tocar y luchar” es algo más que el lema de su exitoso experimento, declaró, a manera de respuesta ante las “polarizadas” críticas o rémoras “políticas” que intentan detenerlo en su nueva tarea, que sí tiene un sólo norte y éste “es contribuir hasta el fin de mi vida, sin mirar atrás ni hacia abajo, porque únicamente miro hacia arriba, al auténtico desarrollo social y comunitario de mi país por intermedio de la música”. Insiste en que se ha avanzado muchísimo en la democratización plena de la educación y es por eso que él y su banda están satisfechos de participar en ese proceso y ahora, a través de la Misión Música, “vamos a acelerarlo y profundizarlo”.

Nueve pioneros del teatro moderno venezolano

Dos damas y siete caballeros llegaron a Venezuela entre 1945 y 1976 para apuntalar el desarrollo de su teatro. Nadie puede negar que las artes escénicas tienen una gran deuda con esos nueve pioneros que dieron valiosos aportes para su desarrollo en décadas difíciles por la carencia de mayores estímulos y porque el país aún no había despertado.
La activa presencia desde mediados de la década de los cuarenta del siglo pasado de los directores y maestros Alberto de Paz y Mateos, Lily Álvarez Sierra, Jesús Gómez Obregón, Juana Sujo, Horacio Peterson y Romeo Costea, y otros tres que recalaron aquí en los sesenta y setenta, determinó, la orientación general del teatro a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y parte de lo que lleva recorrido este siglo XXI.
Su influencia fue decisiva “en casi todas las áreas del quehacer teatral, siendo particularmente productiva en lo referente a la formación para el arte dramático, por cuanto como directores modelaron estilos de puesta en escena más problematizados estéticamente y de mejor acabado formal, introdujeron en el ambiente a numerosos autores extranjeros relevantes de la época y a su vez promovieron nuevos dramaturgos nacionales, al tiempo que formaron actores y actrices, sin quienes no se habría desarrollado nada sobre los diversos escenarios del país”. Así piensa el psicólogo social y crítico de teatro Rubén Monasterios.
Esos nueve pioneros, de quienes sólo sobreviven tres, son:
Alberto de Paz y Mateos (Ponferrada, España, 1915/Caracas, 1967). Aventado por la Guerra Civil Española llega en 1945 y funda el Teatro Experimental en el liceo Fermín Toro, donde tuvo como alumnos a Román Chalbaud y Nicolás Curiel, entre otros. Entre 1950 y 1957, se desempeña como director artístico de la Televisora Nacional. En 1959, durante la celebración del I Festival de Teatro de Caracas, compitieron sendas agrupaciones preparadas por él: el Teatro Los Caobos mostró Chúo Gil de Arturo Uslar Pietri y la Federación Venezolana de Teatro presentó Abigail de Andrés Eloy Blanco. Todos sus montajes introdujeron conceptos nuevos con respecto a la escenografia, la iluminación y otros detalles plásticos.
Lily Álvarez Sierra (Chile, 1917/Caracas, 2000). Llega con su esposo Gabriel Martínez en 1948 y se queda además con su compañía para exhibir espectáculos infantiles, especialmente su Alicia en el país de las maravillas, en el Teatro Nacional. Se desplaza a Maracaibo y al Caribe, pero vuelve en 1952 para inaugurar la Televisora Nacional con un teleteatro infantil diario, de lunes a viernes, hasta 1956. En 1958 funda su escuela y de ahí surge la Compañía Juvenil Venezolana, activa y dirigida ahora por sus nietos César Sierra, Natalia y Gabriela Martínez. Decía que el teatro se enseñaba en la escena y por eso sus clases pasaban fácilmente de la teoría a la práctica, aunque predicaba que el teatro infantil no era adecuado para formar actores, ya que hacer buen teatro exigía tener una buena capacitación, pero si era muy adecuado para enseñar al público. Formó a comediantes como Ibrahim Guerra y Carlos Omobono, entre otros.
Jesús Gómez Obregón (México, 1920/1991).Este alumno del mítico maestro Seki Sano es invitado por el Ministerio de Educación para dictar un curso de Capacitación Teatral. Las inscripciones se abrieron el 30 de junio de 1947 y el 15 de julio inició actividades en el Liceo Andrés Bello. El curso se transformó en una escuela estable y productiva, ya que sus alumnos pasaron a ser inductores o auténticos fundadores de movimientos teatrales en diferentes regiones del país, como Eduardo Moreno en Valencia, Carlos Denis en Barquisimeto, Ildemaro Mujica en Mérida, Clemente Izaguirre en Maracaibo. Aquí en Caracas se formaron: Humberto Orsini, Gilberto Pinto, Alfonso López, José Torres, Alejandro Tovar, Daniel Izquierdo, Carmen Palma, María García, Luisa Motta, Fernando Villa, Pedro Marthan, Román Chalbaud, Luis Márquez Páez, Belén Díaz, Marcos Reyes Andrade y Bertha Moncayo. La dictadura perezjimenista lo obligó a marcharse en el año 1952.
Juana Sujo (Buenos Aires, 1918/Caracas, 1961). Desembarca en 1949 para intervenir en el proyecto cinematográfico de Bolívar Films, especialmente en el largometraje La balandra Isabel llega esta tarde, basado en el relato homónimo de Guillermo Meneses. Y se queda para inaugurar al año siguiente su Primer Curso de Arte Dramático en las instalaciones del Museo de Bellas Artes, lo cual origina una institución estable denominada Estudio Dramático, hacia 1952; bajo su tutela se forman figuras protagónicas del acontecer teatral de los años siguientes como Esteban Herrera, Margot Antillano, Maritza Caballero, América Alonso, Manola Garcia Maldonado, José Antonio Gutiérrez, Guillermo Montiel y Doris Wells entre muchos otros, como es el peculiar caso de su pupilo Porfirio Rodríguez que a la muerte de Juana siguió con su Escuela de Arte Dramático, rebautizada en su honor y aun funciona y gradúa comediantes, gracias a la conducción de Andrés Martínez.
Horacio Peterson (Coquimbo, Chile, 22 de abril de 1922/Caracas, 25 de noviembre de 2002). Llegó procedente de Buenos Aires, junto a la actriz Juana Sujo y el director Carlos Hugo Christensen, en abril de 1949, para impulsar el proyecto de Bolívar Films. Intentó proseguir su éxodo, pero había conocido al comediante Esteban Herrera y este, para retenerlo, lo puso en contacto con Anna Julia Rojas, presidenta del Ateneo de Caracas, quien le pidió que creara una escuela para actores. Aceptó el difícil encargo y comenzó a trabajar desde marzo de 1951 hasta mediados de 1971, cuando se mudó de la casona ateneísta, que funcionaba en la entrada al Parque Los Caobos, y creó el Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, instalado en un pequeño edificio de la avenida México, en la acera norte del Hotel Hilton, dirigido ahora por Carmen “La Negra” Jiménez. Durante su larga pasantía por el Ateneo y después en su Laboratorio, formó a miles de actores y montó no menos de 179 obras teatrales.
Romeo Costea (Braila, Rumania, 14 de enero de 1922). Es el último pionero o maestro europeo que se instaló en Caracas, precisamente el 24 de diciembre de 1953. Vino desde París y se quedó para fundar el grupo Compás, al amparo de la Alianza Francesa. Es el gran introductor de los clásicos y contemporáneos galos, así como del teatro de Eugene Ionesco y Samuel Beckett. Tuteló decenas de actores, entre los cuales destaca Omar Gonzalo. Lanzó a Isaac Chocrón con su ópera prima Mónica y el florentino, en 1958.
Ugo Ulive (Montevideo,1933). Lo trajo, en 1967, la buena gente de El Nuevo Grupo para que dirigiera sus espectáculos. Lo hizo tan bien que era el único rival del maestro Carlos Giménez en lo que a puestas en escena se refiere. Escribió su primera pieza, Prueba de fuego, centrada en el drama de la pacificación de la guerrilla.
Carlos Giménez (Rosario, Argentina, 13 de abril de 1946/Caracas, 28 de marzo de 1993). Su accionar como maestro, director y gerente cambió los derroteros del teatro venezolano. Desde 1969 hasta 1993 fue el gran motor de una actividad artística única que colocó al país en el mapa teatral del mundo, especialmente por sus festivales que le enseñaron a los criollos lo mejor de la escena internacional. Tras su muerte nadie lo ha podido igualar ni copiar, aunque quedan videos de sus montajes, irrepetibles para estos tiempos. Fue un huracán y por eso mismo inolvidable para quienes lo conocimos. Ahora todos aseguran que fueron sus alumnos y lo citan con pasión, pero él las pasó difíciles hasta que se impuso. De su emporio no queda nada.
Juan Carlos Gené (Buenos Aires, 6 de noviembre de 1928). Es el gran maestro del teatro argentino y uno de los más importantes del mundo. Aquí estuvo entre 1975 y 1993 para fundar el Grupo Actoral 80 y apuntalar el desarrollo del Celcit, además de enseñarle el abcé teatral a Mimí Lazo, Héctor Rodríguez, Iván Tamayo y Carlos Cruz, entre otros de sus numerosos alumnos.Su más reciente visita fue para escenificar, con su mejor estilo, El dìa que me quieras, de José Ignacio Cabrujas, y reiterar así que es la pieza de un siglo y recordar, una vez más, que es "una espada de Damocles" para los falsos revolucionarios y los que los sigan.Fue una producción de Héctor Manrique para festejar los primeros 20 años del GA-80.

jueves, septiembre 13, 2007

Jirahara reitera su amor a Venezuela

Los más disímiles pensamientos, temas, ideas, visiones, miradas, sal y pimienta, opiniones y hasta despedidas finales están cuidadosamente compilados e ilustrados con otras tantas fotografías en este libro de 448 páginas, cuyo objetivo final es testimoniar la inmensa pasión que habita en sus autores y autoras. Sí, eso es Grupo Jirahara: Veinte encuentros por Venezuela: una monumental declaración de amor por el terruño y no otra cosa. Una antología con más de 30 criterios de pensadores venezolanos sobre lo que ha ocurrido en diversos ámbitos de la vida nacional durante las últimas dos décadas, la cual será presentada el martes 18 de septiembre, a la 7:00 pm., en la Librería El Buscón del Centro Trasnocho Cultural, en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes.
Félix Otamendi, papá de esta criatura intelectual, vino desde Barquisimeto para que en Caracas se conocieran y disfrutaran los contenidos de este “libraco”, el cual reune ensayos de representantes de la actividad política, del mundo de la ciencia y la tecnología, de la escena cultural, del ámbito religioso, del campo de la educación, de la esfera de la actividad empresarial, del universo de la comunicación, del patio de los gobiernos regionales, de la zona de la arquitectura y del urbanismo, del terreno de las relaciones internacionales, de la tribuna de la economía pública y privada, y como, es obvio, del espacio militar.
Otamendi explica que el Grupo Jirahara nació en Barquisimeto a finales de los años 80 como una respuesta de un grupo de criollos interesados en entender mejor, y desde una óptica regional, la Venezuela democrática.“Desde entonces, se celebra cada año, en Barquisimeto, una edición de nuestros seminarios, todos bajo el rigor de una agenda de intenso trabajo, diseñada para mostrar y conocer con detenimiento asuntos que han sido y que son cruciales en la vida de nuestro país”.
Agrega que “los autores de esta visión analítica sobre lo esencial de nuestro país han desempeñado roles importantes en los distintos espacios que nos integran como Nación, y han estado estrechamente vinculados desde sus inicios al Grupo Jirahara, que quiso poner al alcance de muchos otros venezolanos sus pensamientos”.
-¿Por qué Jirahara?
-Es un vocablo de origen indígena, pero tambien es el nombre del salón del hotel Hilton de Barquisimeto donde nos hemos estando reuniendo un grupo de venezolanos que testarudamente intentamos conocer más y mejor a nuestro país, y cuyo anhelo es contribuir, por medio de la más libre discusión de las ideas, para que seamos conscientes de nuestros orígenes, realidades, y de nuestras enormes potencialidades. El Grupo Jirahara es un espacio para el conocimiento y la comprensión de Venezuela, en el que se respira un saludable espíritu de respeto por las ideas, distintas, diversas y controversiales, que expresan libremente y con claridad calificados estudiosos de la realidad nacional. Los Jirahara era una tribu que con mayor hidalguía, valor, disciplina y entusiasmo, defendieron su territorio de la invasión española durante la conquista. Nos sentimos continuadores de ellos, son nuestros ancestros.
-¿Es Jirahara un grupo político o secta o mafia?
-No presionamos a nadie, ni somos mafia, ni logia, ni secta. El dia que Jirahara se convierta en partido político se acaba el grupo, porque su organización es totalmente horizontal. Estoy ahí porque quiero, no soy su presidente. Soy un voluntario y muchos han confiado en mí, pero no hay secretario, ni comité de seguimiento, ni redactores de acuerdos. Lo que perseguimos no es presionar a nadie, lo que buscamos es suministrar toda la información, los datos básicos o fundamentales para que cada cual se forme una opinión y cada uno es libre de tomar su decisión y si está suficientemente robustecido con las informaciones recibidas tome las decisiones que le convengan, teniendo en cuenta su sentimiento como venezolano.
-¿Qué balance hacen al cabo de 20 años de estar reuniéndose?
-Somos unos venezolanos preocupados por el país y cada uno hará su propio balance. Con nuestras reuniones estamos demostrando que sí existe madurez cívica y que nos podemos reunir gente tan disímil como el general Raúl Salazar, ex ministro de la Defensa, o el legendario Douglas Bravo, para demostrar que es posible el dialogo, es posible la armonía y es posible identificar valores y objetivos comunes a toda nuestra sociedad. A pesar del grado de crispación que existe en nuestra sociedad, este es un ejercicio de diálogo que se hace cada vez más necesario, porque el fin último es nuestro inmenso amor hacia el terruño.
OPINIONES
Y a manera de abreboca, Otamendi revela que entre los articulistas participantes de esta obra colectiva están, entre otros, Joaquín Marta Sosa, Carmelo Lauría Lesseur, Tomas Strataka, Gustavo Tarre, Luis Pedro España, Germán Carrera Damas y Carlos Hernández Delfino. Desfilan con sus sensatas opiniones personalidades como Margarita López Maya, Luis Ugalde, Carlos Blanco, Raúl Salazar, Mary Pili Hernández, Alberto Quirós Corradi, Douglas Bravo, Hernán Sifontes, Milagros Socorro y muchos más. Hay visiones regionales como lo proponen María Luisa Maggiolo Marciales, Fernando Chumaceiro, Miguel Nucete, César Peña Vivas, Marcos Negrón y Jorge Roig. Y ensayos como los suscritos por Ramón Escobar Salom y Ricardo Zuloaga. En síntesis, son 32 auténticas declaraciones de amor por Venezuela.

martes, septiembre 11, 2007

Indira Páez desnuda a la clase media criolla

Actualmente Angustias de la mediana edad es una deliciosa parodia cómica sobre el verdadero estado de la clase media venezolana, un sector de la pirámide social que es desnudado en su vida diaria, de manera irreverente, ácida y mordaz, desde hace tres meses en el Teatro Escena 8. Esa es una prueba contundente del concepto, el estilo y hasta el compromiso de Indira Páez como dramaturga, ganadora de varios premios y con otros textos en la cartelera teatral de la española Barcelona, desde el año pasado
Indira cuenta que se inició como actriz. “Me gradué de bachiller en 1985, a los 17, y mientras estaba de vacaciones, esperando mi ingreso a la universidad (para estudiar Derecho), hice un taller de teatro juvenil. Me llevó la curiosidad, pero resultó fascinante, apasionante y enamorador. Tanto que decidí cambiarme de carrera, olvidarme del Derecho y estudiar Artes en la UCV. A mi papá casi le da un infarto”.
Siempre le gustó escribir, pero el teatro es mucho más que escribir. “Es literatura viva, con alma y personalidad propia. El teatro es, para mí, una expresión artística en donde se conjugan todas las demás: plástica, música, danza, retórica, lírica... y todo ocurre ante la mirada del espectador, que juega un papel importantísimo en la creación de esta maravilla, de este milagro que llamamos teatro. Sin público no hay teatro, porque el teatro no es para ser leído, sino para ser visto. Cuando escribo, sé que mis obras son simplemente bocetos de algo inacabado, que va a ser armado por el director, los actores, el iluminador, el escenógrafo, el vestuarista, el público. Es un acto delicioso de creación colectiva que me hace sentir acompañada, plena y viva. Es como hacer el amor... y no exagero”.
OBRAS
Ha tenido la suerte de escribir y ver sus piezas representadas de inmediato. Hasta hora lleva una docena, casi todas con éxito de público y de crítica. Se dio a conocer con La princesa triste (1996) y desde julio de 2007 atrae al público con Angustias de la mediana edad (2007), pero todavía tiene sin estrenar a Solo agregue agua, de 2004.
Niega que sea especialista en temas femeninos y explica que sus obras Primero muerta que bañada en sangre, Locas, trasnochadas y melancólicas, y De velo y corona, sí están centradas en el drama de las féminas, pero en los otras sus protagonistas son gente con neurosis cotidianas, en situaciones límite, personajes amorales que se pasean por los absurdos de la realidad que nos circunda.“En Crónicas desquiciadas está el tipo que no le gusta el sexo, por ejemplo; o al que justifica la infidelidad con un discurso totalmente coherente; o al que odia todo, o el hombre conmovedor que ha escapado de su mujer porque no puede con la eterna insatisfacción femenina. Me he colocado en los zapatos de los hombres varias veces, en un ejercicio más existencial que teatral, incluso, porque después de tres matrimonios, lo mínimo que tengo es tratar de entenderlos. En Amanecí como con ganas de morirme traté de desmontar los rituales de la muerte; sus personajes no tienen género y se montó con actrices porque Rebeca Alemán y Ana María Simon así lo decidieron. Esperanza inútil es una bedel que sueña con ganarse la lotería, y su discurso es aspiracional, no gremialista ni mucho menos”.
Y ahora en Angustias de la mediana edad, “un hombre es el que lleva la batuta para develar los quehaceres de la medianía: lo sexual, social, económica y cultural que nos lleva a aparentar lo que no somos, a demostrar y mostrar más que existir. Ahí se lucen, pues, Sebastián Falco, Astrid Carolina Herrera, Fedra López y Malena González, encarnando a diversos personajes cada uno, quienes, desde una aula de clases, descubren vivencias que giran en torno a las circunstancias de la clase media y a las diversas maneras de enfrentar las crisis por la perdida del poder adquisitivo, el estatus social, la adolescencia y el imparable envejecimiento”.
TECNICAS
Reconoce que el teatro a veces es su arma, el cual utiliza para defenderse y atacar, pero de manera muy íntima, muy personal, aunque “ en mi teatro lo más importante son los personajes, a los que construyo generalmente a partir de alguien que conozco. Hago retratos, pero sin ser fotografías, retratos desfigurados, exagerados, llevados al borde de la hipérbole para que sean dramáticos, teatralizables y atractivos. Y como escribo piezas muy cortas, teatro hilvanado con sketches, escenas breves que se yuxtaponen, mis obras terminan siendo un collage de brevísimas piezas con alguna temática común. Amo la palabra, soy una enamorada de la palabra, así que el lenguaje es fundamental. Se podría decir entonces que son piezas ensambladas por una temática común que es llevada a través de personajes descarnados, que aman el lenguaje”.
Nunca se ha sentido discriminada y cree que la disparidad numérica entre dramaturgos y dramaturgas puede deberse a que la dramaturgia, como la mayoría de los oficios, fue prácticamente exclusividad de hombres durante siglos. “Las mujeres votamos desde hace apenas 100 años, y aquí en Venezuela desde 1945. Obviamente, nos llevan una ventaja atávica, nos llevan años de quehacer”.Remata recordando que en este momento “hay una, cartelera plagada de obras de todo tipo. Se cierran salas, opciones, y se abren otras. Es como si el quehacer teatral se negara a desaparecer. Al contrario, está más vivo que nunca”.

"El Flecha" sigue peleando

Conocemos al sólido actor colombiano Yugui López desde los inolvidables años del grupo Rajatabla de Carlos Giménez. Hemos visto como este performancista ha ido acrecentando su capacidad histriónica con personajes rudos e incluso grotescos al parecer escritos para él. Y ahora, para festejar sus últimos 25 años de labores, los cuales proclama como sus “bodas de plata con la actuación”, organizó una especie de fiesta patronal para celebrarlos, porque no está seguro que podrá “boncharse” su otro cuarto de siglo en la escena teatral o en el cine, aunque desea que muchos de sus amigos sí lo acompañen en esos años por venir.
El centro de los festejos de Yugui López no puede ser otro que su ya histórico unipersonal, El Flecha, el cual exhibe desde 1998. Se trata de un espectáculo que él elaboró a partir de un radioteatro que grabó, años atrás, su compatriota David Sánchez Juliao, montaje que en esta ocasión es presentado por Producciones Panafilms.
Gracias a Yugui López, "El Flecha", llamado así por la velocidad de sus piernas al huir de sus contrincantes, logra involucrar o hacer parte de su patética historia de frustraciones, en un escenario no convencional, al mismo público que puede sentirse al mismo tiempo coprotagonista de la obra, y donde también ha contado con la participación especial de varios actores invitados, que noche tras noche lo han acompañado en la celebración.
Ahora, tras haberlo visto de nuevo, da más convincente vida física a "El Flecha" y los personajes significativos de esa vida en el barrio Kennedy de la población colombiana de Lorica, donde mora con su madre en medio de la más desesperanzada pobreza, un olvidado pueblo macondiano, donde se le fue la vida porque pretendió ser boxeador sin preparación alguna y solamente estaba alimentado por la ilusión de triunfar y realizar sus sueños de gloria.
La historia del fracasado boxeador “El Flecha” sirve como educadora metáfora para todos aquellos que han pretendido resolver sus existencias a partir de victorias fáciles y sin mayores esfuerzos, aunque los boxeadores sudan sangre y pierden sus dientes y hasta sus neuronas en ese complejo “deporte”.
Es evidente que “El Flecha y su socias Yugui López le enseñan al público la estremecedora saga de un hombre común al que su sociedad no le dio otras alternativas sino convertirse en el actor de ese circo, en el boxeador que se requería o el que era indispensable para que recibiera los golpes del contrincante y así justificar perdidas o ganancias y hasta unas cuantas botellas de ron.
Ahí está la historia de “El Flecha” que conoció el poeta Sánchez Juliao, pero es el cuento de muchos más como él, de esos que van en este mundo plagado de injusticias y desencantos, donde ya no se lucha sólo a puñetazos sino con otras armas o herramientas. Este espectáculo que vimos en su etapa inaugural, en el otrora Ateneo de Caracas, ha madurado y ha crecido, y ahora exhibe la mayor veteranía del actor Yugui López.

domingo, septiembre 09, 2007

Rodolfo Izaguirre torcido por el cine

El último de los hijos de Pablo y Tula Tosta de Izaguirre no vaciló jamás al trocar la solemnidad de las leyes ni la pesadez de los códigos jurídicos por la liviandad de los sueños y las fantasías posibles que, desde hace más de una centuria, el cine deposita en una alba pantalla. Esa decisión existencial la sopesó y la asumió para siempre, hace ya más de medio siglo, después de convencer a su familia -para ese entonces vivía en una caraqueña casona de Pescador a Cochera- que su destino era estudiar derecho y nada mejor que hacerlo en París, porque el gobernante de turno, el fascista ordinario de Marcos Pérez Jiménez, había cerrado la Universidad Central de Venezuela. Ingresó a la Sorbona y al cabo de un año torció el camino que iba desde su cuarto de estudiante a las adustas aulas, porque se metió en una casa inmensa, al norte de la Ciudad Luz, donde estaba la Cinemateca Francesa. “Ingresé a una cinemateca y nunca más salí de ahí, eso cambió para siempre mi vida. Me convertí en crítico y ensayista sobre esa gran expresión estética que se derivó del experimento de los hermanos Lumière, en aquel París del 28 de diciembre de 1895”.
La cara de Rodolfo Izaguirre se trasforma siempre al relatar, por enésima vez, cómo comenzó su carrera de ensayista y exegeta del cine y además novelista de su amada Venezuela, porque él, a sus 76 años no es sino eso: un intelectual con obra propia, además de ser el orgulloso progenitor, junto con la ex bailarina Belén Lobo, compañera de toda una vida, de Rázhil, Boris y Valentina.
Después de participar activamente en la creación de agrupaciones literarias izquierdistas, como Sardio, se dedicó de lleno, entre 1968 y 1988, a la dirección de la Cinemateca Nacional, la cual, tras ser fundada por Margot Benecerraf en 1966, se transformó en el epicentro de un intenso y apasionante proceso de formación de futuros cineastas y de los indispensables espectadores. ”Ella, Margot, se retiró para dedicarse a materializar su sueño de hacer un largometraje sobre esa gran pieza literaria de Gabriel García Márquez que es La cándida Eréndira y su abuela desalmada, utopía que nunca alcanzó”.
No podía ser Rodolfo un burócrata más y así se lo dijo a Simón Alberto Consalvi, presidente el Inciba, cuando le ofreció el cargo y lo puso ahí para que “la Cinemateca marchara bien, cosa que no era fácil ya que el cine nunca había estado en los planes de ningún gobierno, no era asunto de Estado, no figuraba en los planes culturales de ningún gobierno. Hasta ese entonces el cine no interesaba a los gobernantes decimonónicos, más preocupados por las tradicionales bellas artes”.
Pero las pasiones por el cine en el ámbito gubernamental han cambiado y Rodolfo lo advierte con abierta alegría, porque el cine y el desarrollo de una cinematografía nacional sí hacen parte de los planes del Estado y del actual gobierno.
Está asombrado por lo que está haciendo la Villa del Cine, con Lorena Almarza a la cabeza, y espera ver cada uno de los 19 proyectos que ahí se gestan. “El primer cine cubano de la revolución es un buen modelo a seguir”. Recuerda que la primera frase que pronunció Lenín, cuando triunfa la revolución bolchevique: “De todas las artes, el cine es la más importante”. Y como consecuencia de ello es que Stalin ordena rodar películas donde él era un personaje principal, encarnado por diestros actores, mientras que el nefasto Hitler se interesaba más por los documentales. Le parece magnífico que se hagan muchas películas, porque así el actor se foguea y el cineasta aprenda. “Nadie se debe preocupar por la ideología, porque toda la cinematografía del mundo está ideologizada. Bienvenida sea la Villa del Cine”.
Lamenta no tener estadísticas sobre todas las películas que ha visto, “si hubiese sido pelotero quizás tendría esos récords”, pero se ufana de lo que hizo a lo largo de dos décadas en la Cinemateca Nacional, ya que ha escuchado, a viva voz, como es que centenares de personas acudieron a ver tal o cual largometraje y salieron cambiadas para siempre. Muchos pichones de cineastas ahí tomaron sus decisiones y pudieron escoger que hacer de ahí en adelante. “Les pasó lo mismo que a mí, cuando me sumergí en aquella casona parisina y abandoné todo lo que hasta entonces había soñado con el derecho. Me torcí por el cine”.
Tecnología
Rodolfo Izaguirre (Caracas, 9 de enero de 1931) tiene ensayos como Historia sentimental del cine americano, La belleza de lo imposible, Acechos de la imaginación, El cine venezolano y numerosos artículos publicados en varias enciclopedias nacionales e internacionales, además de la novela Alacranes, clave dentro del desarrollo de la ficción urbana. Posee además una obra inconmensurable, sus programas de difusión cinematográfica, durante largas tres décadas en la Radio Nacional de Venezuela: El cine mitología de lo cotidiano. Él, insiste, que el avance del cine no es tanto por el talento de los cineastas, sino una consecuencia del desarrollo de la ciencia cinematográfica. “La tecnología es lo que ha hecho que el cine evolucione. Y los cineastas venezolanos ya están en la capacidad de utilizar esa tecnología, como lo han demostrado y el público se los ha reconocido”. Advierte que la crítica cinematográfica sí ha ido desapareciendo de los periódicos venezolanos, auque él está todavía en El Mundo, pero el cyber espacio ya está habitado por jóvenes críticos, quienes además utilizan las técnicas que los impresos no les permiten usar

sábado, septiembre 08, 2007

Las 16 "Falsas claridades" de Atanasio Alegre

Nació en la castellana León hace 77 años y supo de Venezuela al promediar los 19. Lleva casi medio siglo en esta Tierra de Gracia y sus hijos nacieron aquí. Es Atanasio Alegre, psicólogo clínico y filósofo, profesor jubilado de la UCV y como reconocido escritor acaba de presentar su más reciente libro: Falsas claridades, el cual compila 16 cuentos distribuidos en 154 páginas, publicado por Grupo Editorial Norma.
-¿Qué hace un ensayista y un novelista ahora con un libro de cuentos?
-Vengo del ensayo, del pensamiento más o menos reflexivo, pero desde que escribí El mercado de los gansos, que se transformó en una novela histórica sobre un personaje real, me di cuenta de que lo que se lee realmente, y sobre todo hoy, es todo aquello que de alguna manera tiene que ver más con la imaginación que con el intelecto.
-¿Eso es lo que leen los venezolanos?
-Sí y en general todo el mundo, desde que Daniel Boorstin dijo que Dios estaba con la gente del espectáculo y quien no supiera o no pudiera hacer de sí mismo un espectáculo, debía de retirarse.Los escolásticos decían que no hay nada en el entendimiento o en el intelecto que antes no estuviera en los sentidos. Estos 16 relatos de mi libro han estado, y probablemente seguirán estando, en los sentidos. Es lo que decía Stendhal de la novela: un espejo para el camino. Y en estos tiempos y en esta sociedad y en este aquí y ahora. Hay muchos escritores que piensan que decir es decir y no es así. Decir es escribir y se dice más cuando se insinúa que cuando se quiere ser expresamente claro.
Alegre escogió a Venezuela porque quería vivir y trabajar y lo hizo, a la caída de Marcos Pérez Jiménez, armado con una licenciatura en filosofía, la cual le sirvió para ganarse la vida y después se volcó sobre la psicología. Advierte que en su libro Falsas claridades hay "una serie de insinuaciones sobre lo que está sucediendo en una sociedad que, un poco a la inversa de lo que pasó en Prusia con Federico el grande, se le quiere transformar en un ejército con un Estado.De manera que dentro de todo ese conglomerado, mi libro es como un excipiente, que es lo que da sabor a las medicinas para que uno se las trague. Definiría a mis cuentos -o mis relatos para ser más preciso-, como un cierto excipiente de la sociedad actual venezolana donde vivimos. Porque estos cuentos son de aquí y no de otra parte. No todos hechos por venezolanos, porque los que no nacimos aquí no tuvimos esa niñez".
-El cuento "El veintiuno", con el cual abre el libro, alude al drama de la madre de un bebé con el síndrome de Down, y hace pocos días la prensa de Estados Unidos reveló que el dramaturgo Arthur Miller engendró un hijo así, en 1966, pero lo ocultó casi hasta su muerte, en 2005, al dejarle un cuantioso legado.
-Sí, me estoy enterando de ese caso, pero mi cuento parte de otra realidad y es totalmente venezolano.
-¿En qué tiempo escribió estos 16 relatos?
-Los he ido escribiendo desde los años 90 e incluso hasta hay uno repetido, porque en mi libro de ensayo Los territorios filosóficos de Borges según Nuño, le recompensaba al lector con el relato La mujer de los ojos color violeta. Los demás salieron de sitios inesperados, como el Metro o cuando uno se hace limpiar los zapatos.
-¿Qué técnica utiliza para sus cuentos?
-Confieso que no tengo una técnica determinada para escribir, precisamente en un continente donde están los mejores cuentistas del mundo. No puedo presumir ni decir que tengo una técnica, pero sí tengo una definición por lo que no es. Para mi un cuento no puede ser algo donde el lenguaje es el protagonista. Creo que el protagonista hay que sacarlo de la realidad, como decía Dostowieski.Mis personajes son seres que nacen cada uno con su lenguaje, que piensan, que se atormentan, etcétera y van por la vida.
-¿Ha dado talleres sobre literatura?
-Sí y me tienen a monte, porque di uno en el Icrea, pero sobre el ensayo, y lo tuve que repetir.Pero la verdad es que tengo muy poco tiempo libre, porque después de más de 40 años de docencia, dentro y fuera de Venezuela, estoy saturado. Estoy jubilado desde 1991 por la UCV, pero he seguido trabajando, probablemente más que antes. También he estado publicando y por eso acabo de corregir las pruebas de una novela histórica, El crepúsculo del hebraista, que saldrá editada por Alfa hacia noviembre de este año. Se trata del Johanes Reuchlin y es quien le enseña hebreo a Martín Lutero en Alemania. Esa novela la hice a lo largo de diez años y con muchos viajes a la nación germana para revisar sus bibliotecas, porque este personaje ha quedado olvidado al lado de Lutero y de Erasmo de Rotterdan, quien aprendió griego con la gramática de Reuchlin.
-¿Se dice que estamos viviendo otra especie de segunda Edad Media?
-Sí, eso lo dice Hans Magnus Ezemberger, el filosofo alemán, porque el gran problema de la Edad Media era que el hombre aparecía como una criatura dependiente de un dios y resulta que con el Renacimiento cambiaron los términos, porque aparecieron dioses humanos y un hombre divino. Se pasó de la autoridad proveniente de dios a la autoridad dictada por un gobernante. Ahora vivimos una época de fatalismos, pero hay que esperar que eso pase porque ya hay generaciones de relevo


martes, septiembre 04, 2007

Moisés Kaufman quiere hacer teatro en Venezuela

A 180 años de su muerte, Ludwig van Beethoven es noticia mundial, como consecuencia de sendos hechos ocurridos en Viena y en la capital de Estados Unidos de América. Mientras en la ciudad austriaca informan que el músico, según expertos forenses, falleció a consecuencia de un agudo síndrome de saturnismo, enfermedad asociada a la intoxicación con plomo, cuyos trastornos podrían incidir positivamente en la creatividad, de acuerdo a ciertas teorías. En Washington subió a la escena del complejo teatral Arena Stage, donde hará temporada, hasta el próximo 30 de septiembre, el espectáculo 33 Variations, donde el protagonista es él, precisamente a lo largo de los años 1819 y 1824, lapso que dedicó, aupado por la obsesión y la curiosidad, además de la necesidad económica, entre otras cosas, a la creación de las Variaciones Diabelli, tal como lo concibió el dramaturgo y director Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963) .
El saturnismo en Beethoven fue detectado después de minuciosos análisis de restos del pelo del músico, según concluyó Christian Reiter, jefe del departamento de medicina forense de la Universidad de Viena, el cual pudo haber sido provocado por el médico que lo atendía, quien para una neumonía y líquidos en el abdomen, le suministró medicinas con plomo, componente frecuente en las terapias de la época, tratamiento que no soportó. La otra hipótesis, que reitera o confirma el mortífero saturnismo, fue formulada por el profesor Bill Walshi desde el Instituto Toxicológico de Illinois, partiendo del análisis de algunos restos del cerebro del músico, el cual pudo haber sido provocado porque el compositor consumía vino banco en copas de una aleación con fuerte presencia de plomo, que usó durante los últimos 20 años.
Sea lo que sea, bien por las medicinas o por las plúmbeas copas, Beethoven hizo mutis antes de tiempo y dejó atrás un fantástico legado musical, además de curiosas historias, como la que investigó y teatralizó Kaufman para crear así su 33 Variations .
VARIACIONES DEL ARTISTA
Sobre el envenenamiento con plomo de Beethoven, Kaufman no alude nada en su pieza, salvo que el personaje (encarnado por el actor Graeme Malcom) lucha desesperadamente para curarse de sus dolencias gástricas, las cuales lo llevaron a la muerte, como reitera su biografía, ahora refrendada por los forenses.
-¿Qué lo impacta de la dramaturgia de Arthur Miller y Edward Albee, tal como lo ha declarado a los periodistas?
- Que ellos buscaban nuevos lenguajes teatrales, que ellos pensaban en el teatro como arte y no sólo como entretenimiento. Miller dejó un legado fantástico y Albee ahí está escribiendo todavía.
-¿Es cierto que la obsesión y la curiosidad son motores de la creación y que en su caso fue básico para escribir y montar 33 Variations?
-Totalmente. Hoy en dia pensamos en las obsesiones como enfermedades que deben ser curadas con medicamentos. Pienso que la correcta obsesión puede ser el mejor incentivo. La obsesión clarifica las cosas, dispone de lo dispensable y nos hace enfocar hacia lo esencial. En el arte, en la ciencia, en los deportes, es imprescindible. La curiosidad nos lleva a investigar más y más, con lo cual se acrecienta la obsesión. Eso pasó con Beethoven al investigar la partitura del vals que Anton Diabelli le propuso a los más importantes compositores de Viena para que hicieran sus respectivas variaciones. Beethoven, al principio, lo desechó, pero después se obsesionó de tal manera que le hizo 33 variaciones. Mi obra aborda precisamente eso y porqué lo hizo. Por supuesto que 33 Variations no es una aproximación histórica como tal, sino una pieza de teatro donde la realidad se combina con la ficción, como lo he aclarado a periodistas y espectadores. No es historia, parte de hechos históricos.
-¿Existe el Método Kaufman para escribir y montar teatro?
-Poco a poco se genera un método. Sí, mi grupo Tectonic Theater da clases a cientos de estudiantes al año, es porque esa gente sí está interesada en seguir nuestra investigación teatral.
-Usted dijo que tiene seis proyectos teatrales y cinematográficos para realizar en los próximos años. ¿Puede enumerar algunos de esos planes?
-Digamos que hay varias cosas en el horno. No puedo decir más, hasta que haya comenzado alguno. Es asunto de cábala.
-¿El cine y el teatro no lo han colocado en una disyuntiva?
No. Todos los directores que admiro han logrado trabajar en ambos medios y yo, por supuesto, tratare de hacer lo mismo. Así lo hice con The Laramie Project, mi pieza teatral que después llevé al cine y que ahora recorre al mundo para denunciar la homofóbia asesina.
-¿Dispuesto a venir a Caracas para dirigir un espectáculo, propuesto por la Compañía Nacional de Teatro o una productora privada?
-Podría ser.
-¿Su origen venezolano le ha traído problemas en Estados Unidos para sus actividades profesionales y/o personales?
-No. Me ha ayudado. El ser de origen latino me ha dado una perspectiva muy útil. Y mal no me ha ido.
-Después de su pasantía en Washington, al finalizar la temporada de 33 Variations, y retornar a Nueva York, ¿qué hará de inmediato?
-Me voy a Saint Barths o Saint-Barthélemy, un verdadero paraíso en las Antillas Francesas, a unos 250 kilómetros de Puerto Rico, y cerca a otras islas como Saint Martín, Saba y Anguilla, a descansar en una casa en la orilla del mar.

Mientras amanece y llega la tolerancia

Cada pueblo tiene el teatro que se merece y hace. Venezuela no escapa de ese axioma y exhibe cuantos espectáculos producen sus artistas, siempre con la ayuda del gobierno de turno, por intermedio de sus subsidios o utilizando los espacios teatrales pertenecientes al Estado, además de los montajes que hacen los productores privados. Que ese no sea el teatro que el país deba consumir es otra cosa y preferimos no comentarlo, por ahora.
En medio de esa obvia libertad que existe para mostrar, la institución Teatro San Martín de Caracas (Tsmc), fundada en 1993, en medio de una torpe “tormenta mediática” generada por quienes no fueron invitados a esta singular fiesta cultural, ha puesto en marcha su proyecto “Escrito aquí”, destinado a materializar los textos de una auténtica generación de dramaturgos, a lo largo de los próximos tres años. La pieza Mientras amanece de Victor Vegas (Barquisimeto, 1967) ha iniciado ese evento, con el cual Gustavo Ott, director del Tsmc, insiste en su patriótica política de ayudar a los teatreros que vienen atrás y no tienen otros canales o medios para hacerse conocer, tarea que en los años 60,70 y 80 sí hizo El Nuevo Grupo. ¡Caminante no hay camino, se hace camino al andar!
El neodramaturgo Vegas con Mientras amanece, puesta en escena por Gonzalo Cubero y con los aportes actorales de David Villegas y William Escalante, propone una oportuna reflexión sobre la intolerancia y sus consecuencias, “un espejo de lo que somos y podemos llegar a ser”. La argumentación se centra en la tragicómica situación de Paúl (blanco, heterosexual, casado y con un hijo) que se despierta en un motel en compañía de Theo (negro, chulo y homosexual), un manipulador personaje que exige que le paguen 500 dólares por “sexuales servicios prestados” en esa habitación. La situación se torna violenta y tras insistir en que no es gay, Paúl lo mata de un tiro. Pero la pieza no culmina ahí: continúa en otros cuatro actos mágicos o fantásticos, ya que cada personaje cuenta o actúa sus historias intimas destinadas a revelar cuales fueron sus periplos existenciales hasta ese momento crítico o esa ruptura en un amanecer.
En resumen, es una seria y didáctica propuesta, a pesar de lo rocambolesca que pueda lucir su primer acto, sobre la tolerancia en todos los niveles de las relaciones humanas. Su basamento filosófico descansa en lo que predica el sabio español Fernando Sabater sobre esa necesaria o indispensable “disposición cívica a convivir armoniosamente con personas de creencias diferentes y aun opuestas a las nuestras, así como hábitos sociales o costumbres que no compartimos”.
Nos sorprendió el modo directo utilizado por Vegas, que, aunque viene de la literatura, puede valorarse crudo en el tratamiento del lenguaje durante el primer acto, al parecer por el realismo de la situación, pero que logra poetizarse en los cuatro actos posteriores. La puesta es escena es minimalista y los actores bordan con mucho amor sus irritantes y crudos personajes, a sabiendas que la realidad siempre será superior a la ficción escénica. Hay ahí un dramaturgo que promete y quien además revela como es él, para el público que le interese conocerlo, por intermedio de su blog: http://victorvegas.blogspot.com ¿Cuántos Theos o Paules viven situaciones similares o peores? ¿Por qué otros escritores y escritoras no se atreven y además trabajan por mostrar lo que hacen?


domingo, septiembre 02, 2007

Ruddy Rodriguez ama a Supermán

La nueva película de Ruddy Rodríguez, La ministra inmoral, de Julio Luzardo, escrita y producida por Celmira Zuloaga, será estrenada durante el venidero mes de noviembre, en Bogotá. Así lo informa la actriz venezolana, vía telefónica desde la capital del ex Virreinato de la Nueva Granada, al tiempo que responde, con contagioso humor, el cuestionario Proust, el cual hemos actualizado en función de los nuevos tiempos, ya que el primero lo contestó el mismo escritor Marcel Proust hacia 1892, en París.
Para Ruddy (Caracas, 20 de marzo de 1967), la sonrisa es la mayor característica de su personalidad, al mismo tiempo que admite, y lo hace público, que no le gustan los hombres vagos, que ese no es el caso de su actual novio, el destacado rejoneador colombiano Juan Rafael Restrepo. La totalidad de sus respuestas "proustianas" fueron las siguientes:
-¿Dónde le gustaría vivir?
-En una isla.
-¿Cuál es su ideal de felicidad en la tierra?
-Poder seguir productiva.
-¿Para qué faltas tiene más indulgencia?
-Las equivocaciones.
-¿Cuáles son sus héroes de cine preferidos?
-Me gusta Súperman.
-¿Cuáles son sus héroes de novelas preferidos?
-Tin Tín.
-¿Cuál es su personaje histórico favorito?
-Juana Inés de la Cruz.
-¿Sus heroínas en la vida real?
–Juana de Arco.
-¿Sus heroínas en la ficción?
–Catwoman.
-¿Su pintor favorito?
–Monet.
-¿Su músico favorito?
- Franco de Vita.
-¿Qué cualidad prefiere en el hombre?
–Su inteligencia unida a su capacidad de trabajo. Odio a los vagos.
-¿Qué cualidad prefiere en la mujer?
-Su sensibilidad, porque con ella podemos resolverlo todo.
-¿Su virtud preferida?
–La sinceridad, porque a veces soy tan sincera que cometo "honesticidio".
-¿Su ocupación preferida?
-Entretener.
-¿Quién le gustaría ser?
–Yo soy exactamente la que quiero ser.
-¿Cuál es el principal rasgo de su carácter?
-La sonrisa, porque es lo que primero la gente ve y porque siempre estoy de buen humor.
-¿Qué es lo que más aprecia de sus amigos?
-La lealtad
-¿Cuál es su principal defecto?
–Mi impaciencia, porque la gente no realiza las cosas con la rapidez que yo lo deseo.
-¿Cuál sería su mayor desgracia?
–No sé.
-¿Qué quiere ser?
–Ser más grande como ser humano y más reconocida como ser humano.
-¿Qué color prefiere?
-El blanco.
-¿Cuál es la flor que más le gusta?
-Los gladiolos.
-¿Qué pájaro prefiere?
–El cóndor de los Andes.
-¿Sus autores favoritos en prosa?
-Mario Benedetti.
-¿Sus poetas favoritos?
–No leo poesía, pero sí la escribo de vez en cuando.
-¿Sus héroes en la vida real?
-Mi hermano Romano Rodríguez y el papa Juan Pablo II.
-¿Sus heroínas en la historia?
-Manuela Sáenz y Luisa Cáceres de Arismendi.
-¿Qué nombres le gustan más?
-Romano, Daniel, Isabella y Camila.
-¿Qué detesta sobre todo?
-Que me vean cara de pendeja, la cual no tengo precisamente.
-¿Qué personajes históricos desprecia más?
-Hitler y Mussolini.
-¿Qué reforma admira más?
–Cuando Juan Pablo II le dio la bienvenida a las otras religiones. Creo, pues, que la mejor reforma es la tolerancia religiosa.
-¿Qué don de la naturaleza querría tener?
-Tener más habilidad de percepción.
-¿Cómo le gustaría morir?
-En un escenario y de viejita. Morirme muy mayor.
-¿Cuál es el estado actual de su espíritu?
-Muy alto, muy elevado.
-¿Cuál es su lema?