Franklin Tovar, actor y director, no menor de 60 años y venezolano, se dio a conocer como el primer esteta chavista al mostrar, durante las temporadas 2004 y 2005, en la sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño, su espectáculo musicoteatral A barrio vivo. Era una colosal viñeta, con orquesta y canciones populares, actores y bailarines, sobre los cambios socioeconómicos y hasta culturales que se desarrollan en diversas urbanizaciones populares de la actual Venezuela. Ahí se aludía al desempeño de las misiones Robinsón, Rivas y Barrio Adentro, además de la comunitaria labor de los consejos populares de planificación con fines sociales y de mejoramiento del hábitat, dentro de una barriada amenazada por un brutal desalojo. Hay que subrayar que ese ameno espectáculo, muy inmerso en la actualidad sociopolítica, hizo equilibrios para no caer en el panfleto ingenuo, pero se sobrepuso y quedó como un modelo de la eventual teatralización que se podrá hacer de algunas facetas del actual proceso, o revolución, bolivariano.
Ahora Tovar ha retornado con otro espectáculo músicoteatral, donde se deslinda de la ideología chavista y se enruta por la historia de un gran personaje popular, el más grande latinoamericano antes de Ernesto “Che” Guevara: se trata del montaje Gardel...vivito y tangueando, con el cual ha optado por hacerle un gran homenaje al tango y en especial al legendario Carlitos Gardel, a quien corporiza con el actor Simón Pestana y lo lleva a que éste sea una especie de guía en una artística exposición o visita didáctica cultural sobre ese baile marginal que se apoderó de Uruguay y Argentina, cuando inicialmente se bailaba entre hombres, porque las mujeres no podían acudir a esos antros de puros machos... pero después se convirtió en la joya de las fiestas de la gran sociedad mundial.¡Y la historia es interminable!
Es, pues, algo más de un siglo de la historia del tango lo que ha concebido Tovar, autor del libreto y de la puesta en escena, aderezada por sendas agrupaciones de tangueros y correctos intérpretes como Yamandú Pereira, Oscar Jurado. Germán Segura y William Alvarado, apuntalados por la Orquesta Sinfónica Venezuela, con Angelo Pagliuca en el podio, y dos agrupaciones musicales. ¡Impecable musicalmente hablando!
Tovar, que no es mezquino, porque es uno de los pocos pecados que no pueden cultivar los artistas, hace un hermoso homenaje a José Ignacio Cabrujas, quien viene a ser el primer venezolano que materializó a Carlos Gardel en el teatro, como lo logró con su pieza El día que me quieras, estrenada en 1979, teniendo a Jean Carlos Simancas en el comprometido rol del mítico cantante. Tovar detiene a su Gardel (Simón Pestana), en ese peculiar descenso al infernal mundo del tango, por unos cortísimos minutos en la Plaza Mayor de Caracas, en abril de 1935 y ahí... casi al pie de la estatua del Libertador, lo muestra haciéndole una galantería a Matilde Lofriego, y después él dice que ella “será la madre de un gran dramaturgo venezolano” que lo reviviría en una gran pieza de teatro. Este gesto del autor arrancó aplausos del público que no olvida la grandeza del ausente escritor criollo.
El espectáculo, cuya equilibrada duración alcanza las dos horas sin intermedio, resultó gratísimo. Tanto en lo teatral como en lo musical y lo coreográfico. Hacía años que no veíamos un producto artístico con tamañas ambiciones y tan bien resuelto, lo que hace suponer que ahora sí, el Teatro Teresa Carreño tiene un equipo propio que podrá afrontar la realización de más musicales, eventos que tienen mucha demanda entre todos los públicos, pero en especial aquí en Venezuela, donde la música y el baile se llevan en la sangre, donde hay intérpretes calificados para las sendas expresiones artísticas, sin contar las manifestaciones del folclore negroide y caribe, que son palabras mayores.
Vale la pena subrayar la conducta del público caraqueño, el cual, durante tres días, plenó al Teatro Teresa Carreño, enamorado por el tango gardeliano del espectáculo y atraído por los precios tan bajos de la boletería.
Es posible que el Teatro Teresa Carreño haga, después de Semana Santa, dos o tres fines de semana con este regalo de Franklin Tovar a la comunidad, con ese audaz teatro musical que revive a Carlitos Gardel y lo muestra cual Dante en una visita a los infiernos. ¡Felicitaciones
jueves, marzo 30, 2006
miércoles, marzo 29, 2006
El travesti alemán Charlote ha llegado
Moisés Kaufman llegó ayer al hotel Caracas Hilton a las 4 y 15 pm, procedente de Nueva York, con escala en San Juan de Puerto Rico. Subió a su habitación y media horas después, tras un ligero cambio de ropas, salió con su sequito, donde iba el primer actor Jefferson Mays, rumbo a la sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas. A las 5 y 15 estaba ya pisando, muy emocionado, el mismo escenario donde estuvo hace 20 años y donde interpretó al curioso protagonista de la comedia El Misántropo -la mejor obra de Moliere, donde se plasma al prototipo de los seres humanos inconformes- dirigido por Fernando Yvoski. Esa fue la ultima actuación que hizo antes de instalarse, en 1987, en Manhattan para estudiar dirección teatral en New York University City y después convertirse, gracias a su tesonero trabajo de diez años, en una de las diez personas más importantes para la cultura estadounidense del siglo XX.
Desde hoy y hasta el sábado, Moisés -nació en Caracas el 21 de noviembre de 1963 y es hijo de judíos rumanos, sobrevivientes del Holocausto -no tendrá tiempo sino para adecuar el ya viejo y abandonado escenario de la Anna Julia Rojas en un moderno espacio teatral -tuvo que traerse una consola digital para la iluminación- que albergara su montaje I am my own wife, un texto de Doug Wright, protagonizado por Jefferson Mays, el cual ganó los Premios Tony, los Oscar del teatro de Broadway, como mejor pieza y mejor actuación en el año 2004. Con ese espectáculo, Moisés retorna, por escasos días a Venezuela, porque debe atender al rodaje de una película sobre la autista Temple Grandin y proseguir con el montaje de Macbeth, de William Shakespeare, para el Teatro LaCorte, de Central Park, el cual será estrenado durante el próximo verano neoyorquino, sin importarle la leyenda trágica que acompaña a esa pieza, aunque él sabe “... que las brujas vuelan”.
I am my own wife, que se exhibirá desde este sábado 1 al martes 4 de abril, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas, es la patética historia de uno de los más famosos travestis alemanes, Charlote von Mahlsdorf. Este personaje, que nació en 1928 y usaba además el nombre de Lotear Berfelde, tras sobrevivir a la represión nazi, consiguió que el régimen comunista de la República Democrática Alemana, enemigo de los homosexuales, aceptara que viviera como mujer y que usara vestidos al estilo de los años 20, al tiempo que creaba un museo privado, en un edificio de Köpenick de 200 años de antigüedad, para instalar ahí su colección privada de muebles y objetos de finales del siglo XIX.Los comunistas nunca aprobaron oficialmente el trabajo que él hacia, aunque en 1959 le dieron el uso gratuito de la histórica edificación, pero en 1990 le permitieron que lo comprara y siete años mas tarde, caído el régimen comunista, el Estado de Berlín adquirió su colección. Este refinado travesti falleció en Suecia, en abril de1997, a donde había huido para huir de la homofobia de su país natal. Pero antes, en 1992, fue condecorado con la Cruz Federal del Mérito.
La crítica en general y nosotros también, porque los vimos en su primera temporada del 2003, coincidimos en que se trata de un críptico y fascinante montaje donde Jefferson Mays interpreta a unos 35 personajes distintos, pasando de uno a otro con el sutil -pero distintivo- cambio de entonación y la expresión facial. En sus funciones aquí en Caracas tendrá traducción simultánea al español en una pantalla electrónica.
Para Doug Wright, quien gano un premio Pulitzer por este texto, “Charlotte von Mahlsdorf ha preservado la cultura que conoció salvando preciosos remanentes de una era turbulenta y no es de extrañar que el gobierno alemán la condecorara en 1992 por sus esfuerzos de preservar trozos de un Berlín legendario. Kaufman explica que la obra tiene dos temas: “El de la vida de Charlotte y el de cómo podemos reconstruir y recontar una vida en el escenario,algo que muchos dramaturgos deberían trabajar mucho más. Charlotte es un personaje,pero también lo es Douglas, el entrevistador. También lo son los otros 35 personajes que hablan sobre Charlotte en el escenario, que se contradicen y discuten. Unos la halagan. Otros la critican. Otros la aborrecen. Y es tarea del público, especialmente ahora de los venezolanos que la contemplen en Caracas, la evaluación final, decidir quién era Charlotte”.
Para el diario Daily News de Los Angeles, “Moisés Kaufman y su compañía tienen una afinidad casi documental hacia personajes marginalizados (Oscar Wilde, Matthew Shepard), y es muy loable su capacidad para presentar de manera tan fluida, alegre y desafiante, la enigmática vida del renombrado travesti alemán.Es un logro extraordinario, así como es incomparable el registro de voces de Jefferson Mays al transformarse en decenas de personajes como soldados norteamericanos, policías de la Stasi, periodistas y todos aquellos que orbitaron alrededor del fascinante personaje con la sonrisa de la Mona Lisa llamado Charlotte von Mahlsdorf”.
Función 500
“Tienen un bonito país” era lo que decía ayer, con un español aprendido en pocas horas, el actor estadounidense Jefferson Mays, el protagonista del unipersonal, de dos horas, que permitirá conocer uno de los más aclamados montajes del venezolano Moisés Kaufman.Este I am my own wife es una producción de las compañías estadounidenses Delphi Productions y Playwrights Horizons, y esta en Caracas con un equipo de 14 personas, por las exigencias del montaje. Después de sus exhibiciones en Caracas se presentará en Irlanda y Australia. A una pregunta del periodista sobre el número de funciones realizadas desde su estreno en una sala de la calle 42, en pleno of Broadway, hace tres años, el director Moisés Kaufman calculó que podría ser la numero 500, “un cifra redonda que dice mucho”. Kaufman también apuntó que estaba feliz de haber retornado con uno de sus espectáculos a Caracas, algo que deseaba hacer desde hace muchos años,pero nunca lo había logrado por la serie de a actividades profesionales que el tiene que realizar, además de una serie de proyectos en los que está involucrado con su agrupación, Thectonic Theater. No obstante él sueña que algún día pueda regresar para dirigir una pieza criolla con actores venezolanos.
Desde hoy y hasta el sábado, Moisés -nació en Caracas el 21 de noviembre de 1963 y es hijo de judíos rumanos, sobrevivientes del Holocausto -no tendrá tiempo sino para adecuar el ya viejo y abandonado escenario de la Anna Julia Rojas en un moderno espacio teatral -tuvo que traerse una consola digital para la iluminación- que albergara su montaje I am my own wife, un texto de Doug Wright, protagonizado por Jefferson Mays, el cual ganó los Premios Tony, los Oscar del teatro de Broadway, como mejor pieza y mejor actuación en el año 2004. Con ese espectáculo, Moisés retorna, por escasos días a Venezuela, porque debe atender al rodaje de una película sobre la autista Temple Grandin y proseguir con el montaje de Macbeth, de William Shakespeare, para el Teatro LaCorte, de Central Park, el cual será estrenado durante el próximo verano neoyorquino, sin importarle la leyenda trágica que acompaña a esa pieza, aunque él sabe “... que las brujas vuelan”.
I am my own wife, que se exhibirá desde este sábado 1 al martes 4 de abril, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas, es la patética historia de uno de los más famosos travestis alemanes, Charlote von Mahlsdorf. Este personaje, que nació en 1928 y usaba además el nombre de Lotear Berfelde, tras sobrevivir a la represión nazi, consiguió que el régimen comunista de la República Democrática Alemana, enemigo de los homosexuales, aceptara que viviera como mujer y que usara vestidos al estilo de los años 20, al tiempo que creaba un museo privado, en un edificio de Köpenick de 200 años de antigüedad, para instalar ahí su colección privada de muebles y objetos de finales del siglo XIX.Los comunistas nunca aprobaron oficialmente el trabajo que él hacia, aunque en 1959 le dieron el uso gratuito de la histórica edificación, pero en 1990 le permitieron que lo comprara y siete años mas tarde, caído el régimen comunista, el Estado de Berlín adquirió su colección. Este refinado travesti falleció en Suecia, en abril de1997, a donde había huido para huir de la homofobia de su país natal. Pero antes, en 1992, fue condecorado con la Cruz Federal del Mérito.
La crítica en general y nosotros también, porque los vimos en su primera temporada del 2003, coincidimos en que se trata de un críptico y fascinante montaje donde Jefferson Mays interpreta a unos 35 personajes distintos, pasando de uno a otro con el sutil -pero distintivo- cambio de entonación y la expresión facial. En sus funciones aquí en Caracas tendrá traducción simultánea al español en una pantalla electrónica.
Para Doug Wright, quien gano un premio Pulitzer por este texto, “Charlotte von Mahlsdorf ha preservado la cultura que conoció salvando preciosos remanentes de una era turbulenta y no es de extrañar que el gobierno alemán la condecorara en 1992 por sus esfuerzos de preservar trozos de un Berlín legendario. Kaufman explica que la obra tiene dos temas: “El de la vida de Charlotte y el de cómo podemos reconstruir y recontar una vida en el escenario,algo que muchos dramaturgos deberían trabajar mucho más. Charlotte es un personaje,pero también lo es Douglas, el entrevistador. También lo son los otros 35 personajes que hablan sobre Charlotte en el escenario, que se contradicen y discuten. Unos la halagan. Otros la critican. Otros la aborrecen. Y es tarea del público, especialmente ahora de los venezolanos que la contemplen en Caracas, la evaluación final, decidir quién era Charlotte”.
Para el diario Daily News de Los Angeles, “Moisés Kaufman y su compañía tienen una afinidad casi documental hacia personajes marginalizados (Oscar Wilde, Matthew Shepard), y es muy loable su capacidad para presentar de manera tan fluida, alegre y desafiante, la enigmática vida del renombrado travesti alemán.Es un logro extraordinario, así como es incomparable el registro de voces de Jefferson Mays al transformarse en decenas de personajes como soldados norteamericanos, policías de la Stasi, periodistas y todos aquellos que orbitaron alrededor del fascinante personaje con la sonrisa de la Mona Lisa llamado Charlotte von Mahlsdorf”.
Función 500
“Tienen un bonito país” era lo que decía ayer, con un español aprendido en pocas horas, el actor estadounidense Jefferson Mays, el protagonista del unipersonal, de dos horas, que permitirá conocer uno de los más aclamados montajes del venezolano Moisés Kaufman.Este I am my own wife es una producción de las compañías estadounidenses Delphi Productions y Playwrights Horizons, y esta en Caracas con un equipo de 14 personas, por las exigencias del montaje. Después de sus exhibiciones en Caracas se presentará en Irlanda y Australia. A una pregunta del periodista sobre el número de funciones realizadas desde su estreno en una sala de la calle 42, en pleno of Broadway, hace tres años, el director Moisés Kaufman calculó que podría ser la numero 500, “un cifra redonda que dice mucho”. Kaufman también apuntó que estaba feliz de haber retornado con uno de sus espectáculos a Caracas, algo que deseaba hacer desde hace muchos años,pero nunca lo había logrado por la serie de a actividades profesionales que el tiene que realizar, además de una serie de proyectos en los que está involucrado con su agrupación, Thectonic Theater. No obstante él sueña que algún día pueda regresar para dirigir una pieza criolla con actores venezolanos.
El verdadero legado de Carlos Giménez
“La creación del Festival Internacional de Teatro de Caracas en el año 1973 no solamente valió la pena, fue el mejor de los legados de Carlos Giménez, hoy en las inteligentes manos de Carmencita Ramia. Los Fitc, como los llamamos después, han tenido la doble referencia recíproca y reflexiva del público y sus hacedores. Nos formó como público y como hombres de teatro. Tuvimos la ocasión de ver lo mejor del mundo. De medirnos, compararnos e incluso igualarnos. El master listde directores, montajes y divos de la escena es larga y conocida. También aterrizó mucho abrojo y supimos discriminar. Hoy, el Fitc es otra cosa, porque todos somos ‘otros’ . Siendo el mismo río es otra agua la que bebemos”.
Así se expresó el actor Javier Vidal ante una pregunta relacionada con la historia de los Fitc, precisamente ahora que se prepara para la exhibición de la pieza Autorretrao de artista con barba y pumpá, de Josè Ignacio Cabrujas en el Festival. "Como miembro del grupo Theja inauguramos el Fitc en Cumaná con la pieza de Cabrujas. En estos días estoy de ensayos y con la misma alegría de siempre estaré en Cumaná. Para mí es una fiesta presentarme en el interior, mucho más que en Caracas, sin demagogia que valga.
-¿Tiene sentido hacer un festival de estas proporciones y no hacer, por ejemplo, un festival nacional?
-Creo y me comprometo en mi creencia, que ahora más que nunca debe seguirse haciendo el Fitc. Lo desproporcionado es el Encuentro de Juventudes Comunistas en La Carlota. Eso sí que es pornográfico, eso sí que es corrupto. Eso sí que es asqueroso, vomitivo. El Fitc tiene un sentido de continuidad y tradición. Festival es fiesta y viviendo como vivimos, mal no nos viene un respirito frente a la mareada proselitista de un régimen que sólo ha logrado convertir a su Primer Mandatario en un payaso de circo y a sus acólitos ejecutivos en enanos velazqueños que le babean las gracias domingo a domingo. ¿Recuerdan la niña declamadora frente al Istúriz educador? ¡Pornografía pura! Que siga el Fitc para seguir formando a un público que sepa distinguir un payaso de un héroe. Aunque sea sólo por eso que viva el Fitc.
-¿Qué fallas detecta en la organización de los festivales?
-El Fitc, hoy por hoy, es una entidad privada con un pequeño aporte del Estado que en estos días está muy lejos de serlo.Si viviéramos en una democracia el Estado tendría independencia del gobierno, pero sabemos que no existe Estado. El régimen y sus lineamientos de partido son los que deciden con la máscara de un Estado democrático. Tanto el Festival Nacional como Internacional tendrían que ser operaciones de Estado. Pero con éste es preferible que no meta mucho el cucharón.Por otra parte, el Festival Nacional ha quedado sustituido por los festivales regionales más importantes, como son los de Oriente y Occidente que gracias a la iniciativa privada y al coraje de hombres como Kiddio España y Carlos Arroyo aún viven dando bocanadas fuera del agua.
- ¿Debería haber un festival nacional?
-Debería, primero, haber una unidad escénica nacional... y en estos momentos es imposible, en parte porque los grupos de teatro no han aprendido aún a ser entes independientes de un Estado, que le gusta practicar el terror ideológico.
-¿Usted cree que los festivales deben ser realizados por el sector privado, en este caso el Ateneo, pero asumidos como una política de Estado?
-Creo que deberían ser realizados totalmente por el sector privado y la única política del Estado sería la de subvencionar económicamente y de esta manera poder ofrecer entradas de alcance popular. Pero insisto en recordar que aquí no hay línea de Estado. Aquí hay línea de partido y línea de partido es el capricho de la nalga del bufón de Stalin. Muy al estilo de los comisarios culturales de Cuba. Muy Proletkult.
-¿Cómo escogería usted a los grupos foráneos visitantes y a los grupos criollos participantes?
-Creo que los llamados “criollos” tienen un muy buen proceso de selección. El equipo seleccionador es intachable e independiente.Es más yo lo propondría para que seleccionara el nuevo CNE. Claro que ya al proponerlo yo, lo descalificaría ipso facto. El proceso de selección de los foráneos, lo ignoro. No sé quién los selecciona, cómo se seleccionan y cuáles son los costos políticos o económicos de la selección.Este año observo una hegemónica preponderancia alemana que le dará el mayor de los puntos positivos.Creo, eso sí, que el caso del Zulia amerita una reflexión.
-¿Por qué?
-Tengo entendido, hasta donde yo sé, que no va a participar como estado regional y eso es grave, gravísimo, para el futuro del Fitc, si el mismo tiene interés de cubrir la nación y, aunque soy partidario de la autonomía zuliana, el Zulia sigue siendo de Venezuela y debe ser respetada como primera entidad nacional y cultural después de la metrópoli.
-¿Qué le hace falta a los festivales?
-No olvidar nunca la dimensión humana del mismo.El teatro es gente. El intercambio humano y estético es vital. No olvidar a las nuevas generaciones.Yo he visto todos los Fitc, pero, por ejemplo, mis hijos apenas han sido testigos de algunos eventos aireados.¿Cómo es esa nueva mirada? ¿Esa nueva sensibilidad?¿Cómo influyen las nuevas tecnologías interactivas en la mirada de las nuevas generaciones y qué papel juega el teatro en ese discurso ecuménico?
Así se expresó el actor Javier Vidal ante una pregunta relacionada con la historia de los Fitc, precisamente ahora que se prepara para la exhibición de la pieza Autorretrao de artista con barba y pumpá, de Josè Ignacio Cabrujas en el Festival. "Como miembro del grupo Theja inauguramos el Fitc en Cumaná con la pieza de Cabrujas. En estos días estoy de ensayos y con la misma alegría de siempre estaré en Cumaná. Para mí es una fiesta presentarme en el interior, mucho más que en Caracas, sin demagogia que valga.
-¿Tiene sentido hacer un festival de estas proporciones y no hacer, por ejemplo, un festival nacional?
-Creo y me comprometo en mi creencia, que ahora más que nunca debe seguirse haciendo el Fitc. Lo desproporcionado es el Encuentro de Juventudes Comunistas en La Carlota. Eso sí que es pornográfico, eso sí que es corrupto. Eso sí que es asqueroso, vomitivo. El Fitc tiene un sentido de continuidad y tradición. Festival es fiesta y viviendo como vivimos, mal no nos viene un respirito frente a la mareada proselitista de un régimen que sólo ha logrado convertir a su Primer Mandatario en un payaso de circo y a sus acólitos ejecutivos en enanos velazqueños que le babean las gracias domingo a domingo. ¿Recuerdan la niña declamadora frente al Istúriz educador? ¡Pornografía pura! Que siga el Fitc para seguir formando a un público que sepa distinguir un payaso de un héroe. Aunque sea sólo por eso que viva el Fitc.
-¿Qué fallas detecta en la organización de los festivales?
-El Fitc, hoy por hoy, es una entidad privada con un pequeño aporte del Estado que en estos días está muy lejos de serlo.Si viviéramos en una democracia el Estado tendría independencia del gobierno, pero sabemos que no existe Estado. El régimen y sus lineamientos de partido son los que deciden con la máscara de un Estado democrático. Tanto el Festival Nacional como Internacional tendrían que ser operaciones de Estado. Pero con éste es preferible que no meta mucho el cucharón.Por otra parte, el Festival Nacional ha quedado sustituido por los festivales regionales más importantes, como son los de Oriente y Occidente que gracias a la iniciativa privada y al coraje de hombres como Kiddio España y Carlos Arroyo aún viven dando bocanadas fuera del agua.
- ¿Debería haber un festival nacional?
-Debería, primero, haber una unidad escénica nacional... y en estos momentos es imposible, en parte porque los grupos de teatro no han aprendido aún a ser entes independientes de un Estado, que le gusta practicar el terror ideológico.
-¿Usted cree que los festivales deben ser realizados por el sector privado, en este caso el Ateneo, pero asumidos como una política de Estado?
-Creo que deberían ser realizados totalmente por el sector privado y la única política del Estado sería la de subvencionar económicamente y de esta manera poder ofrecer entradas de alcance popular. Pero insisto en recordar que aquí no hay línea de Estado. Aquí hay línea de partido y línea de partido es el capricho de la nalga del bufón de Stalin. Muy al estilo de los comisarios culturales de Cuba. Muy Proletkult.
-¿Cómo escogería usted a los grupos foráneos visitantes y a los grupos criollos participantes?
-Creo que los llamados “criollos” tienen un muy buen proceso de selección. El equipo seleccionador es intachable e independiente.Es más yo lo propondría para que seleccionara el nuevo CNE. Claro que ya al proponerlo yo, lo descalificaría ipso facto. El proceso de selección de los foráneos, lo ignoro. No sé quién los selecciona, cómo se seleccionan y cuáles son los costos políticos o económicos de la selección.Este año observo una hegemónica preponderancia alemana que le dará el mayor de los puntos positivos.Creo, eso sí, que el caso del Zulia amerita una reflexión.
-¿Por qué?
-Tengo entendido, hasta donde yo sé, que no va a participar como estado regional y eso es grave, gravísimo, para el futuro del Fitc, si el mismo tiene interés de cubrir la nación y, aunque soy partidario de la autonomía zuliana, el Zulia sigue siendo de Venezuela y debe ser respetada como primera entidad nacional y cultural después de la metrópoli.
-¿Qué le hace falta a los festivales?
-No olvidar nunca la dimensión humana del mismo.El teatro es gente. El intercambio humano y estético es vital. No olvidar a las nuevas generaciones.Yo he visto todos los Fitc, pero, por ejemplo, mis hijos apenas han sido testigos de algunos eventos aireados.¿Cómo es esa nueva mirada? ¿Esa nueva sensibilidad?¿Cómo influyen las nuevas tecnologías interactivas en la mirada de las nuevas generaciones y qué papel juega el teatro en ese discurso ecuménico?
viernes, marzo 24, 2006
Moises Kaufman :Todo arte es politico
"Hace veinte años, precisamente durante unos días de abril, me presenté por última vez en un escenario venezolano. En ese entonces yo era el protagonista de la comedia El enfermo imaginario, de Moliere, espectáculo que dirigía mi maestro Fernando Ivosky. Ahora regreso, al mismo sitio, a la Sala Anna Julia Rojas del Ateneo de Caracas, pero para mostrar uno de mis más exitosos espectáculos en Nueva York, I Am My Own Wife, del dramaturgo estadounidense Doug Wright, actuado por Jefferson Mays, quien en dos actos plasma la historia del transexual Charlotte von Mahlsdorf, un ser humano extraordinario que logró sobrevivir a las dictaduras de los nazis y los comunistas en su Alemania natal. Nunca me pensé que esto podía ocurrir: un regreso así, aunque sea por pocos días, al lugar donde me despedí profesionalmente de mi familia y de mis amigos, para emprender todo un complejo proceso de aprendizaje en Nueva York y al mismo tiempo la dura etapa de crecimiento profesional”.
Así, con la voz un tanto emocionada, y desde su oficina en Nueva York, nos habló Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963). El es el artista venezolano más destacado en el mundo teatral estadounidense, y a quien han considerado como uno de los artistas que más ha cambiado la cultura de Estados Unidos en la última década del siglo XX.
-¿Qué ha pasado con I Am My Own Wife,después de su temporada en Nueva York y los premios Tony, los Oscar de Broadway, que mereció en el año 2004?
-I Am My Own Wife, o Yo soy mi propia esposa, para decirlo en castellano, acaba de terminar una gira interna por varias ciudades de Estados Unidos de América y ahora va hacia una gira internacional, que comienza precisamente en Caracas, en su afamado Festival Internacional de Teatro; después irá a Irlanda y Australia. Pero además debo recordar que durante el pasado mes de diciembre estuvo en el circuito del West End de Londres, que es tan importante como Broadway.
-¿No han pensado en llevarla al cine?
-Hemos comprobado que la obra funciona mejor como un unipersonal, así que no creo que hagamos una película sobre ella.
-¿Qué pasó con algunos espectáculos suyos en Chicago y en Londres, realizados durante los últimos dos años, después del éxito en Broadway y en off Broadway, de I Am My Own Wife?
-Dirigí y exhibí en Chicago One Arm, una adaptación mía sobre un cuento de Tenessee Williams. Fue una producción hermosa. Luego monté This is how it goes, en el Donmar Warehouse, el teatro de Sam Méndez, en Londres, y también me fue muy bien. Con esas piezas continué una etapa donde he estado dirigiendo obras de otros autores. Antes, durante diez años, sólo dirigía mis propios textos, con mi grupo Tectonic Theater Project, pero ahora hago las dos cosas.
-¿Usted cree en “pavas” y otras creencias míticoreligiosas de los venezolanos? Se lo pregunto porque la obra Macbeth, de William Shakespeare, tiene una fama internacional, muy bien ganada, de ser un texto maldito, el cual siempre causa daño a quienes lo representan y que incluso ha perjudicado hasta a sus mismos espectadores. Aquí en Venezuela la montó Carlos Giménez durante la temporada de 1984 y se presentaron una serie de sucesos siniestros en el Ateneo de Caracas, además se desató una ola de defunciones en su agrupación Rajatabla durante los años siguientes. Y ahora usted la está ensayando para presentarla en el Teatro Lacorte, en Central Park, de Nueva York, durante el próximo verano.
-Yo no creo en nada de eso... pero de que vuelan, vuelan.
-¿Qué le han dicho después de su espectáculo y su filme The Laramie Project, precisamente ahora que el film Brokeback Mountain, de Ang Lee, ha escandalizado a la “otra América oscura”, como señalan en Estados Unidos a los estados centrales por su conservadurismo?
-Pienso que el arte en general y las artes escénicas en particular sirven para concentrar el diálogo en una sociedad. Hay veces que una pieza logra capturar un momento histórico y otras veces lo profetiza. The Laramie Project es una obra que hicimos a partir del asesinato del joven gay Matthew Shepard, por su conducta sexual, el 6 de octubre de 1998; la pieza logró captar un diálogo muy importante en el momento más apropiado. A cinco años de su estreno sigue siendo uno de mis textos más montados en Estados Unidos por una serie de agrupaciones regionales que me han solicitado los derechos. Con respecto a la película del director Ang Lee, debo reconocer que hizo algo similar en su denuncia contra la homofobia, y nuevamente las artes nos enseñan cuánto camino nos falta por recorrer para que no existan más discriminaciones. Pero todavía no vivimos en una sociedad igualitaria, donde a todos los seres humanos nos reconozcan los mismos derechos. Eso falta todavía.
-¿Usted ha terminado por ser un precursor de esas luchas contra las discriminaciones, teniendo en cuenta sus espectáculos sobre Oscar Wilde, Matthew Shepard y ahora la historia del transexual alemán, que podrán ver los venezolanos aquí en Caracas?
-No, soy simplemente un autor que trata de referirse al mundo en el que vive. Pienso que todo arte es político. Todo arte -si está bien hecho- contiene el mundo en el que fue creado. El arte es un evento político, social y por supuesto humano.
-¿Esa actitud suya nada convencional, así como los contenidos del teatro que hasta ahora ha exhibido, no le han afectado su carrera o por el contrario le han abierto más puertas?
-Pienso que el público desea que el teatro y el cine hablen de las ideas contemporáneas, que se manifiesten sobre la situación política y social en la cual vivimos. Mi trabajo cae en ese renglón. En ese sentido ha sido positivo crear trabajo con conciencia política.
-¿Qué ha pasado con Hollywood?
-Estoy trabajando en una nueva película sobre la vida de la autista Temple Grandin.
-¿Vale la pena intentar el asalto a Hollywood o prefiere Sundance?
-No pienso que sean excluyentes, por el contrario, hoy por hoy, soy muy similares. Recuerda que las películas que fueron nominadas para el Oscar eran todas producciones independientes e importantes con temas fuertes. De cómo fueron los veredictos finales eso es otra cosa.
-¿No se siente escindido al trabajar para el teatro, con todos los sacrificios que exige, y el cine donde la industria termina por devorarse al creador y acentúa la técnica?
-Cada medio tiene cosas positivas y negativas, pero me encanta trabajar en ambos y quizá es más importante ir del uno al otro.
-¿Estaría dispuesto, si se lo ofrecen, a instalarse durante unos meses en Caracas para dictar un taller y montar una pieza de autor venezolano?
-Todo es posible.
-¿Cuáles son sus secretos para llegar hasta donde usted está?
-Es muy difícil, para mí, hablar de secretos o claves. Creo que el trabajo de un artista teatral siempre debe estar planteado con interrogaciones, debe estar haciéndose preguntas y respondiéndolas desde la práctica. Uno siempre debe seguir indagando en cosas cómo estas: ¿qué es el teatro?, ¿cómo contamos cuentos en el escenario?,’ ¿cuál es la magia del arte escénico? y ¿qué cuentos se benefician al ser contados en el escenario? Estas preguntan nos llevan, por supuesto, a un cuestionamiento formal, porque así logramos que el teatro, el cine y la televisión sigan manteniendo un diálogo con su público, pero también creo que el trabajo puede alcanzar resonancia porque sigue un riguroso planteamiento estético. Además, creo que los temas que uno como artista trata desde el escenario, deben ser temas que nos permitan dialogar con un público de hoy. Necesito que el material al cual nos dedicamos a trabajar para la escena sí sea válido para nuestro momento histórico. Así hemos trabajado con mi grupo y hemos avanzado algo. ¿ No sé si esto satisface a tu pregunta? Pero así pienso yo y esto es consecuencia de la reflexión y la práctica.
Fantástico personaje
Con I Am My Own Wife, o Yo soy mi propia esposa, y no con ningún otro de sus premiados montajes, el caraqueño Moisés Kaufman mostrará lo aprendido afuera. Este espectáculo, que se exhibirá en la Sala Anna Julia Rojas, desde el sábado 1 de abril hasta el martes 4 de abril, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas 2006, plasma la historia de Charlotte von Mahlsdorf, cuyo nombre real era Lothar Bernfelde, el más respetado y famoso trasvesti alemán. El texto se comenzó a elaborar a partir de unas entrevistas que Doug Wright le hizo al personaje en Berlín, durante 1990; pero en 1992, cuando abrieron los archivos de la Stassi, la policía secreta de la Alemania Comunista, se conoció que también había sido “colaboradora” de ese cuerpo represivo. En el verano del 2000 Wright fue invitado al laboratorio teatral de Sundance, en Utah -que dirige el actor Robert Redford- para darle forma al abandonado proyecto. Aunque renuente, aceptó ir y se llevó a Kaufman y al actor Jefferson Mays. El venezolano ha contado que le dijo a Doug: “Vinimos acá no sólo para escribir una pieza, sino también a indagar en tan insólito personaje que había logrado sobrevivir en la Alemania nazi y la Alemania comunista. Gracias al trabajo de los tres salió un ser fantástico, que revela la vida de Charlotte y el cómo podemos reconstruir y recontar una vida en el escenario. Charlotte es personaje, pero también lo es Douglas, el entrevistador. También lo son los otros 35 personajes que hablan sobre Charlotte en el escenario, que se contradicen y discuten. Es tarea del público la evaluación final, decidir quién era Charlotte von Mahlsdorf”.
Así, con la voz un tanto emocionada, y desde su oficina en Nueva York, nos habló Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963). El es el artista venezolano más destacado en el mundo teatral estadounidense, y a quien han considerado como uno de los artistas que más ha cambiado la cultura de Estados Unidos en la última década del siglo XX.
-¿Qué ha pasado con I Am My Own Wife,después de su temporada en Nueva York y los premios Tony, los Oscar de Broadway, que mereció en el año 2004?
-I Am My Own Wife, o Yo soy mi propia esposa, para decirlo en castellano, acaba de terminar una gira interna por varias ciudades de Estados Unidos de América y ahora va hacia una gira internacional, que comienza precisamente en Caracas, en su afamado Festival Internacional de Teatro; después irá a Irlanda y Australia. Pero además debo recordar que durante el pasado mes de diciembre estuvo en el circuito del West End de Londres, que es tan importante como Broadway.
-¿No han pensado en llevarla al cine?
-Hemos comprobado que la obra funciona mejor como un unipersonal, así que no creo que hagamos una película sobre ella.
-¿Qué pasó con algunos espectáculos suyos en Chicago y en Londres, realizados durante los últimos dos años, después del éxito en Broadway y en off Broadway, de I Am My Own Wife?
-Dirigí y exhibí en Chicago One Arm, una adaptación mía sobre un cuento de Tenessee Williams. Fue una producción hermosa. Luego monté This is how it goes, en el Donmar Warehouse, el teatro de Sam Méndez, en Londres, y también me fue muy bien. Con esas piezas continué una etapa donde he estado dirigiendo obras de otros autores. Antes, durante diez años, sólo dirigía mis propios textos, con mi grupo Tectonic Theater Project, pero ahora hago las dos cosas.
-¿Usted cree en “pavas” y otras creencias míticoreligiosas de los venezolanos? Se lo pregunto porque la obra Macbeth, de William Shakespeare, tiene una fama internacional, muy bien ganada, de ser un texto maldito, el cual siempre causa daño a quienes lo representan y que incluso ha perjudicado hasta a sus mismos espectadores. Aquí en Venezuela la montó Carlos Giménez durante la temporada de 1984 y se presentaron una serie de sucesos siniestros en el Ateneo de Caracas, además se desató una ola de defunciones en su agrupación Rajatabla durante los años siguientes. Y ahora usted la está ensayando para presentarla en el Teatro Lacorte, en Central Park, de Nueva York, durante el próximo verano.
-Yo no creo en nada de eso... pero de que vuelan, vuelan.
-¿Qué le han dicho después de su espectáculo y su filme The Laramie Project, precisamente ahora que el film Brokeback Mountain, de Ang Lee, ha escandalizado a la “otra América oscura”, como señalan en Estados Unidos a los estados centrales por su conservadurismo?
-Pienso que el arte en general y las artes escénicas en particular sirven para concentrar el diálogo en una sociedad. Hay veces que una pieza logra capturar un momento histórico y otras veces lo profetiza. The Laramie Project es una obra que hicimos a partir del asesinato del joven gay Matthew Shepard, por su conducta sexual, el 6 de octubre de 1998; la pieza logró captar un diálogo muy importante en el momento más apropiado. A cinco años de su estreno sigue siendo uno de mis textos más montados en Estados Unidos por una serie de agrupaciones regionales que me han solicitado los derechos. Con respecto a la película del director Ang Lee, debo reconocer que hizo algo similar en su denuncia contra la homofobia, y nuevamente las artes nos enseñan cuánto camino nos falta por recorrer para que no existan más discriminaciones. Pero todavía no vivimos en una sociedad igualitaria, donde a todos los seres humanos nos reconozcan los mismos derechos. Eso falta todavía.
-¿Usted ha terminado por ser un precursor de esas luchas contra las discriminaciones, teniendo en cuenta sus espectáculos sobre Oscar Wilde, Matthew Shepard y ahora la historia del transexual alemán, que podrán ver los venezolanos aquí en Caracas?
-No, soy simplemente un autor que trata de referirse al mundo en el que vive. Pienso que todo arte es político. Todo arte -si está bien hecho- contiene el mundo en el que fue creado. El arte es un evento político, social y por supuesto humano.
-¿Esa actitud suya nada convencional, así como los contenidos del teatro que hasta ahora ha exhibido, no le han afectado su carrera o por el contrario le han abierto más puertas?
-Pienso que el público desea que el teatro y el cine hablen de las ideas contemporáneas, que se manifiesten sobre la situación política y social en la cual vivimos. Mi trabajo cae en ese renglón. En ese sentido ha sido positivo crear trabajo con conciencia política.
-¿Qué ha pasado con Hollywood?
-Estoy trabajando en una nueva película sobre la vida de la autista Temple Grandin.
-¿Vale la pena intentar el asalto a Hollywood o prefiere Sundance?
-No pienso que sean excluyentes, por el contrario, hoy por hoy, soy muy similares. Recuerda que las películas que fueron nominadas para el Oscar eran todas producciones independientes e importantes con temas fuertes. De cómo fueron los veredictos finales eso es otra cosa.
-¿No se siente escindido al trabajar para el teatro, con todos los sacrificios que exige, y el cine donde la industria termina por devorarse al creador y acentúa la técnica?
-Cada medio tiene cosas positivas y negativas, pero me encanta trabajar en ambos y quizá es más importante ir del uno al otro.
-¿Estaría dispuesto, si se lo ofrecen, a instalarse durante unos meses en Caracas para dictar un taller y montar una pieza de autor venezolano?
-Todo es posible.
-¿Cuáles son sus secretos para llegar hasta donde usted está?
-Es muy difícil, para mí, hablar de secretos o claves. Creo que el trabajo de un artista teatral siempre debe estar planteado con interrogaciones, debe estar haciéndose preguntas y respondiéndolas desde la práctica. Uno siempre debe seguir indagando en cosas cómo estas: ¿qué es el teatro?, ¿cómo contamos cuentos en el escenario?,’ ¿cuál es la magia del arte escénico? y ¿qué cuentos se benefician al ser contados en el escenario? Estas preguntan nos llevan, por supuesto, a un cuestionamiento formal, porque así logramos que el teatro, el cine y la televisión sigan manteniendo un diálogo con su público, pero también creo que el trabajo puede alcanzar resonancia porque sigue un riguroso planteamiento estético. Además, creo que los temas que uno como artista trata desde el escenario, deben ser temas que nos permitan dialogar con un público de hoy. Necesito que el material al cual nos dedicamos a trabajar para la escena sí sea válido para nuestro momento histórico. Así hemos trabajado con mi grupo y hemos avanzado algo. ¿ No sé si esto satisface a tu pregunta? Pero así pienso yo y esto es consecuencia de la reflexión y la práctica.
Fantástico personaje
Con I Am My Own Wife, o Yo soy mi propia esposa, y no con ningún otro de sus premiados montajes, el caraqueño Moisés Kaufman mostrará lo aprendido afuera. Este espectáculo, que se exhibirá en la Sala Anna Julia Rojas, desde el sábado 1 de abril hasta el martes 4 de abril, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas 2006, plasma la historia de Charlotte von Mahlsdorf, cuyo nombre real era Lothar Bernfelde, el más respetado y famoso trasvesti alemán. El texto se comenzó a elaborar a partir de unas entrevistas que Doug Wright le hizo al personaje en Berlín, durante 1990; pero en 1992, cuando abrieron los archivos de la Stassi, la policía secreta de la Alemania Comunista, se conoció que también había sido “colaboradora” de ese cuerpo represivo. En el verano del 2000 Wright fue invitado al laboratorio teatral de Sundance, en Utah -que dirige el actor Robert Redford- para darle forma al abandonado proyecto. Aunque renuente, aceptó ir y se llevó a Kaufman y al actor Jefferson Mays. El venezolano ha contado que le dijo a Doug: “Vinimos acá no sólo para escribir una pieza, sino también a indagar en tan insólito personaje que había logrado sobrevivir en la Alemania nazi y la Alemania comunista. Gracias al trabajo de los tres salió un ser fantástico, que revela la vida de Charlotte y el cómo podemos reconstruir y recontar una vida en el escenario. Charlotte es personaje, pero también lo es Douglas, el entrevistador. También lo son los otros 35 personajes que hablan sobre Charlotte en el escenario, que se contradicen y discuten. Es tarea del público la evaluación final, decidir quién era Charlotte von Mahlsdorf”.
jueves, marzo 23, 2006
Arocha sigue experimentando
Ya habíamos escrito que Orlando Arocha (Maiquetía, 5 de febrero de 1954) no era una “monedita de oro” para algunos teatreros, pero además puntualizamos que sí es un valioso teatrero que ha escalado, no sin dificultades, porque viene desde muy abajo y sin padrinos, su personal montaña artística. Tiene un sólido récord público de excelentes y destacados montajes y, como es natural, unos cuantos de ingrata memoria, pero no se le puede negar que posee talento y además se ha cultivado durante las últimas tres décadas. Estamos,pues, ante un director importante para el teatro venezolano y un preciso gerente de los Festivales Internacionales que organiza Carmen Ramia, tras la desaparición del inolvidable Carlos Giménez, el 28 de marzo de 1993.
Hace menos de un mes destacamos un singular experimento escénico que él había materializado en Los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas, unos salones para exposiciones de artes plásticas o ferias de fin de año, o la utilitaria taquilla permanente de los Festivales de Teatro. Ahí mostró una propuesta del español Rodrigo García (Buenos Aires,1964), Mejor se hubieran quedado en sus casas, güevones, que resultó ser un entretenido montaje itinerante con los espectadores, quienes así vieron y repudiaron a una cotidiana acción de violencia doméstica, degustaron a una bañista actuando en un desolador juego lúdico, valoraron a una niña (bien travestida por Mario Sudano) en su despertar a la adolescencia, repudiaron una relación sangrienta entre madre e hijo y se asombraron ante un payaso lanzando un incoherente discurso sobre las plásticas rutinas familiares dominicales.
Afirmamos que el texto y la propuesta escénica de García eran un par de patadas contra la forma tradicional de hacer teatro para la digestión, al tiempo que Arocha, ayudado por sus acólitos Ricardo Nortier y Juan José Martín, había logrado un espectáculo revolucionario, en formas y contenidos, para exorcizar el aburrido panorama escénico criollo. Recomendamos, por cierto, que siguiera haciendo experimentos escénicos, porque tiene suficiente cultura teatral y guáramos para arriesgarse.
Y así lo ha seguido haciendo Arocha, porque recién había desmontado al desacralizador espectáculo de Rodrigo García y ya estaba metido en la Sala de Conciertos, del mismo Ateneo, con otro experimento teatral: Mí mundo hipnótico, de Tim Crouch, teatrista británico que escribe y hace espectáculos para asustar a los conservadores espectadores de “la pérfida Albión”; todo un teatrista que además es profesor y se presenta en los festivales vanguardistas ingleses de Fringe y de Edimburgo con sus piezas. Y es la primera vez se le monta uno de sus textos en Venezuela, o al menos en Caracas.
Mí mundo hipnótico se centra en una compleja tarea escénica con una especie de hipnotizador de circo (servido por Ricardo Nortier) que saca de entre el público a un “voluntario”, en este caso un conocido actor, para que lo acompañe en la parodia de una sesión de hipnosis, pero “el invitado” no conoce, de verdad, ni las características de la obra en sí, ni su argumentación. Nosotros, lo confesamos, nos divertimos con las peripecias de la cantante y actriz Mirtha Pérez (la del hit musical La nave del olvido), que fue “la invitada” y sus visibles esfuerzos para dar la réplica y ejecutar la acción que Nortier le pedía o le marcaba. Entendimos aquello como el ensayo de un espectáculo que después se le mostraría a la audiencia, la cual en ese momento ya estaba como “espectadora aburrida”.
Creemos que este trabajo es más aleccionador para los actores, por todas la exigencias escénicas en sí, pero un poco denso para espectadores no familiarizados con tales experimentos teatrales. Pero no es un obstáculo para hacerlo. Creemos que hay que experimentar y, como es lógico, acertar o meter la pata. ¡Hay que experimentar... a juro!
Otra vez hemos visto el accionar del brasileño Ricardo Nortier, quien tiene correcta presencia y precisos desplazamientos, pero se enreda con la correcta pronunciación del castellano. Estamos seguros de que él no debería intentar más pronunciar sin acento sus textos, sino dejar fluir su portuñol, que siempre será más agradable para los oídos que lo otro que hace. ¡La paciencia es básica en el arte!
Hace menos de un mes destacamos un singular experimento escénico que él había materializado en Los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas, unos salones para exposiciones de artes plásticas o ferias de fin de año, o la utilitaria taquilla permanente de los Festivales de Teatro. Ahí mostró una propuesta del español Rodrigo García (Buenos Aires,1964), Mejor se hubieran quedado en sus casas, güevones, que resultó ser un entretenido montaje itinerante con los espectadores, quienes así vieron y repudiaron a una cotidiana acción de violencia doméstica, degustaron a una bañista actuando en un desolador juego lúdico, valoraron a una niña (bien travestida por Mario Sudano) en su despertar a la adolescencia, repudiaron una relación sangrienta entre madre e hijo y se asombraron ante un payaso lanzando un incoherente discurso sobre las plásticas rutinas familiares dominicales.
Afirmamos que el texto y la propuesta escénica de García eran un par de patadas contra la forma tradicional de hacer teatro para la digestión, al tiempo que Arocha, ayudado por sus acólitos Ricardo Nortier y Juan José Martín, había logrado un espectáculo revolucionario, en formas y contenidos, para exorcizar el aburrido panorama escénico criollo. Recomendamos, por cierto, que siguiera haciendo experimentos escénicos, porque tiene suficiente cultura teatral y guáramos para arriesgarse.
Y así lo ha seguido haciendo Arocha, porque recién había desmontado al desacralizador espectáculo de Rodrigo García y ya estaba metido en la Sala de Conciertos, del mismo Ateneo, con otro experimento teatral: Mí mundo hipnótico, de Tim Crouch, teatrista británico que escribe y hace espectáculos para asustar a los conservadores espectadores de “la pérfida Albión”; todo un teatrista que además es profesor y se presenta en los festivales vanguardistas ingleses de Fringe y de Edimburgo con sus piezas. Y es la primera vez se le monta uno de sus textos en Venezuela, o al menos en Caracas.
Mí mundo hipnótico se centra en una compleja tarea escénica con una especie de hipnotizador de circo (servido por Ricardo Nortier) que saca de entre el público a un “voluntario”, en este caso un conocido actor, para que lo acompañe en la parodia de una sesión de hipnosis, pero “el invitado” no conoce, de verdad, ni las características de la obra en sí, ni su argumentación. Nosotros, lo confesamos, nos divertimos con las peripecias de la cantante y actriz Mirtha Pérez (la del hit musical La nave del olvido), que fue “la invitada” y sus visibles esfuerzos para dar la réplica y ejecutar la acción que Nortier le pedía o le marcaba. Entendimos aquello como el ensayo de un espectáculo que después se le mostraría a la audiencia, la cual en ese momento ya estaba como “espectadora aburrida”.
Creemos que este trabajo es más aleccionador para los actores, por todas la exigencias escénicas en sí, pero un poco denso para espectadores no familiarizados con tales experimentos teatrales. Pero no es un obstáculo para hacerlo. Creemos que hay que experimentar y, como es lógico, acertar o meter la pata. ¡Hay que experimentar... a juro!
Otra vez hemos visto el accionar del brasileño Ricardo Nortier, quien tiene correcta presencia y precisos desplazamientos, pero se enreda con la correcta pronunciación del castellano. Estamos seguros de que él no debería intentar más pronunciar sin acento sus textos, sino dejar fluir su portuñol, que siempre será más agradable para los oídos que lo otro que hace. ¡La paciencia es básica en el arte!
miércoles, marzo 22, 2006
Listo Festival del Optimismo
Carmen Ramia por fin habló. Estaba que se reventaba por todo lo que tenía que decir, pero había guardado un prudente silencio, al tiempo que perdía tres o cuatro kilos de peso por todo el cúmulo de trabajo y actividades que requieren de ella, tanto en su casa como en sus oficinas en el Ateneo de Caracas. Ahora ha dicho, en tono exultante, que sí va el XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas 2006 y que el mismo está a escasos nueve días de su inauguración oficial, el próximo 31 de marzo, a las 8:00 pm , en la Sala Ríos Reyna, con la obra Hedda Gabler, de Henrik Ibsen. Se trata de “una versión inmersa en un gran desparpajo, llena de contemporaneidad”, realizada por la compañía Schabühne am lehniner platz de Alemania, “sobre una gran mujer que se suicida en un acto de coraje y rebeldía ante una existencia que la había menospreciado y atrapado”.
Carmen Ramia recuenta que el XVI Festival se hará con 43 agrupaciones extranjeras y venezolanas, las cuales se exhibirán, hasta el 16 de abril, ante no menos de 1.500.000 personas en diversos escenarios de Caracas, Los Teques, Maracay, Maracaibo y Cumaná.
Y reitera que este “es el Festival del Optimismo”, porque es cierto que las dificultades han sido enormes, pero nunca flaquearon sus deseos y los del equipo que la acompaña. “Yo debo decir que desde que empecé con la organización de los Festivales, tras la muerte de su inventor en el 1993, no he tenido sino dificultades en los cinco eventos que he ejecutado, especialmente con el pautado para el 2000 que se nos cayó como consecuencia de la tragedia del estado Vargas. Hemos siempre chocado con obstáculos y problemas, pero nunca tantos y tan diversos como los que hemos tenido que sortear para sacar adelante esta décimosexta entrega del evento que creó Carlos Giménez en 1973,”.
Enfatiza que para sacar adelante la organización del XVI Festival tuvo que resolver delicados problemas financieros, ya que ella y su equipo habían elaborado un presupuesto de gastos basándose en una oferta de ayuda oficial por “un millardo de bolívares, suma que nunca llegó”, y eso la obligó a mover cielo y tierra para que al final el Estado le aprobara “un aporte por la suma de 600 millones de bolívares”, cuando precisamente el presupuesto de gastos está sobre los 4,6 millardos de bolívares. “Y además de ese desajuste presupuestario, tuvimos que resolver un problema con el Teatro Teresa Carreño, institución que ahora nos está cobrando 378 millones de bolívares por el uso de las dos salas para las 14 funciones de tres espectáculos en una sola semana, pero logramos compensarnos con el Aula Magna de la UCV, donde exhibiremos a la famosa actriz Antonia San Juan con su unipersonal”.
Reconoce que para paliar los problemas financieros del XVI Festival ha contado con el sector privado, el cual se ha portado “de maravilla, pero todavía nos hacen falta más millones de bolívares”.
Destacó el apoyo generoso del Banco Mercantil y de la Cantv, además de la entusiasta colaboración de las gobernaciones de Miranda, Zulia, Sucre y Aragua, así como la ayuda de las Alcaldías de Caracas, Chacao y Sucre; además de otras instituciones privadas y el decidido apoyo de varias embajadas de más de una docena de los países participantes.
Puntualiza, con cierto dolor, que nunca le atendieron el teléfono en la Alcaldía Mayor de Caracas, la que regenta el periodista Juan Barreto, “precisamente la Alcaldía que debía habérsela jugado por el Festival, como sí hacen los burgomaestres de Bogotá por el Festival Iberoamericano que lideriza la gran actriz argentina Fanny Mikey. Nunca me atendieron, si siquiera por vía telefónica. Pero sí debo reconocer que buena parte de lo logrado para sacar adelante esta edición del Festival, fue gracias a la ayuda del alto gobierno, que no son otros que el presidente y el vicepresidente de la República. Hugo Chávez Frías y José Vicente Rangel se dieron cuenta de los problemas o los obstáculos y me ayudaron a resolverlos. Sin sus respectivas colaboraciones, no sé que habría hecho para sacar adelante este evento, pero estoy segura de que no se habría muerto nuestro proyecto. Yo soy de las mujeres que se crece en las dificultades y eso es lo que ha pasado”.
Señala que para este Festival le surgió un problema nunca antes visto. “Un buen día nos trancaron las visas de cortesía para los participantes foráneos, por supuesto, y ahí fue donde me armé de valor y toque las puertas de la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, y gracias a ellos todo se resolvió. Yo soy una persona de retos, y tengo, gracias a Dios, el don de la credibilidad. Yo toco una puerta y me la abren y es muy raro cuando me dicen que no”.
Insiste en que ha tenido que sortear serias obstáculos para poder inaugurar el XVI Festival, pero ya se está preparando para el próximo, que será en el 2008 y, el cual vendría a ser la decimoséptima entrega del evento cultural. “Es seguro que me busque otra gran empresa privada para que nos ayude al financiamiento, sumado al que nos dan nuestros patrocinantes permanentes, la buena gente del Banco Mercantil y la Cantv”.
Aclara, para los pesimistas que no creían en la factibilidad del XVI Festival y para los criticones, que esta edición del máximo evento de las artes escénicas venezolanas, “el del 2006 tiene un nivel alto, gracias a Dios, a las compañías participantes y a la calidad de sus espectáculos. Cuando la junta directiva del Festival analizó una a una las participaciones, todos concluyeron que la calidad del evento era superior a la de las anteriores entregas y que iba a ser una grata sorpresa para los espectadores, aunque no se puede olvidar que en los últimos 33 años hemos estado formando a dos generaciones de espectadores. Nuestro país tiene el privilegio de haber disfrutado del mejor teatro del mundo en tres largas décadas. Así como la gente podrá extasiarse ante el teatro que se exhibirá en la salas, también hay cinco espectáculos de teatro en la calle o en las plazas públicas. Y también es muy importante que la gente sepa que este no es un evento para ganar dinero con las entradas, las cuales en esta oportunidad oscilan 60 mil bolívares, por los espectáculos en el Teatro Teresa Carreño, y 10 mil por los montajes venezolanos”.
Agregó que su gran satisfacción es cómo el Festival ha sido y será siempre un factor de hermandad social, ya que genera el milagro de concertar a miles de venezolanos de distintos estratos sociales, de los mas altos hasta los mas bajos, y los hace respetar las pausas de los espectáculos, así como las colas de la gente que espera para ingresar a los espacios públicos que son cerrados antes las características de los eventos, así cómo también a las salas. Eso no se habría podido lograr, si no luchamos para el festival sea subvencionado, bien sea por el Estado o por la empresa privada, para no trasladar los costos del evento a los espectadores. Hasta se podría decir que estamos regalando el Festival por aquello de los precios bajos, pero es que nosotros hemos insistido en mantener el perfil popular, que es lo que nos identifica. Nosotros desechamos la posibilidad de hacer un Festival para tener ganancias. Creemos, pues, que todos los sacrificios que hemos hecho fueron para que el máximo número de venezolanos posible puedan ver las obras que escojan y a unos precios verdaderamente bajos. El ideal sería que el Festival fuese gratuito, pero para ello el Estado tendría que financiarlo en su totalidad, como lo hizo en años pretéritos, pero el Estado después se fue alejando y ahora tenemos que hacerlo con apoyo privado y cobrando una taquilla muy mínima”.
Con respecto a su delgadez, Carmen Ramia reconoció que ha perdido unos cuatro kilos, pero es por el agite, ya que se desayuna con arepas y hace sus dos comidas diarias. Atiende a su casa, donde viven sus tres hijas y además cuida de la salud de María Teresa Castillo, “que es como mi mamá, es la abuela de mis hijas, y con ella he vivido los últimos 30 años”.
Carmen Ramia recuenta que el XVI Festival se hará con 43 agrupaciones extranjeras y venezolanas, las cuales se exhibirán, hasta el 16 de abril, ante no menos de 1.500.000 personas en diversos escenarios de Caracas, Los Teques, Maracay, Maracaibo y Cumaná.
Y reitera que este “es el Festival del Optimismo”, porque es cierto que las dificultades han sido enormes, pero nunca flaquearon sus deseos y los del equipo que la acompaña. “Yo debo decir que desde que empecé con la organización de los Festivales, tras la muerte de su inventor en el 1993, no he tenido sino dificultades en los cinco eventos que he ejecutado, especialmente con el pautado para el 2000 que se nos cayó como consecuencia de la tragedia del estado Vargas. Hemos siempre chocado con obstáculos y problemas, pero nunca tantos y tan diversos como los que hemos tenido que sortear para sacar adelante esta décimosexta entrega del evento que creó Carlos Giménez en 1973,”.
Enfatiza que para sacar adelante la organización del XVI Festival tuvo que resolver delicados problemas financieros, ya que ella y su equipo habían elaborado un presupuesto de gastos basándose en una oferta de ayuda oficial por “un millardo de bolívares, suma que nunca llegó”, y eso la obligó a mover cielo y tierra para que al final el Estado le aprobara “un aporte por la suma de 600 millones de bolívares”, cuando precisamente el presupuesto de gastos está sobre los 4,6 millardos de bolívares. “Y además de ese desajuste presupuestario, tuvimos que resolver un problema con el Teatro Teresa Carreño, institución que ahora nos está cobrando 378 millones de bolívares por el uso de las dos salas para las 14 funciones de tres espectáculos en una sola semana, pero logramos compensarnos con el Aula Magna de la UCV, donde exhibiremos a la famosa actriz Antonia San Juan con su unipersonal”.
Reconoce que para paliar los problemas financieros del XVI Festival ha contado con el sector privado, el cual se ha portado “de maravilla, pero todavía nos hacen falta más millones de bolívares”.
Destacó el apoyo generoso del Banco Mercantil y de la Cantv, además de la entusiasta colaboración de las gobernaciones de Miranda, Zulia, Sucre y Aragua, así como la ayuda de las Alcaldías de Caracas, Chacao y Sucre; además de otras instituciones privadas y el decidido apoyo de varias embajadas de más de una docena de los países participantes.
Puntualiza, con cierto dolor, que nunca le atendieron el teléfono en la Alcaldía Mayor de Caracas, la que regenta el periodista Juan Barreto, “precisamente la Alcaldía que debía habérsela jugado por el Festival, como sí hacen los burgomaestres de Bogotá por el Festival Iberoamericano que lideriza la gran actriz argentina Fanny Mikey. Nunca me atendieron, si siquiera por vía telefónica. Pero sí debo reconocer que buena parte de lo logrado para sacar adelante esta edición del Festival, fue gracias a la ayuda del alto gobierno, que no son otros que el presidente y el vicepresidente de la República. Hugo Chávez Frías y José Vicente Rangel se dieron cuenta de los problemas o los obstáculos y me ayudaron a resolverlos. Sin sus respectivas colaboraciones, no sé que habría hecho para sacar adelante este evento, pero estoy segura de que no se habría muerto nuestro proyecto. Yo soy de las mujeres que se crece en las dificultades y eso es lo que ha pasado”.
Señala que para este Festival le surgió un problema nunca antes visto. “Un buen día nos trancaron las visas de cortesía para los participantes foráneos, por supuesto, y ahí fue donde me armé de valor y toque las puertas de la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, y gracias a ellos todo se resolvió. Yo soy una persona de retos, y tengo, gracias a Dios, el don de la credibilidad. Yo toco una puerta y me la abren y es muy raro cuando me dicen que no”.
Insiste en que ha tenido que sortear serias obstáculos para poder inaugurar el XVI Festival, pero ya se está preparando para el próximo, que será en el 2008 y, el cual vendría a ser la decimoséptima entrega del evento cultural. “Es seguro que me busque otra gran empresa privada para que nos ayude al financiamiento, sumado al que nos dan nuestros patrocinantes permanentes, la buena gente del Banco Mercantil y la Cantv”.
Aclara, para los pesimistas que no creían en la factibilidad del XVI Festival y para los criticones, que esta edición del máximo evento de las artes escénicas venezolanas, “el del 2006 tiene un nivel alto, gracias a Dios, a las compañías participantes y a la calidad de sus espectáculos. Cuando la junta directiva del Festival analizó una a una las participaciones, todos concluyeron que la calidad del evento era superior a la de las anteriores entregas y que iba a ser una grata sorpresa para los espectadores, aunque no se puede olvidar que en los últimos 33 años hemos estado formando a dos generaciones de espectadores. Nuestro país tiene el privilegio de haber disfrutado del mejor teatro del mundo en tres largas décadas. Así como la gente podrá extasiarse ante el teatro que se exhibirá en la salas, también hay cinco espectáculos de teatro en la calle o en las plazas públicas. Y también es muy importante que la gente sepa que este no es un evento para ganar dinero con las entradas, las cuales en esta oportunidad oscilan 60 mil bolívares, por los espectáculos en el Teatro Teresa Carreño, y 10 mil por los montajes venezolanos”.
Agregó que su gran satisfacción es cómo el Festival ha sido y será siempre un factor de hermandad social, ya que genera el milagro de concertar a miles de venezolanos de distintos estratos sociales, de los mas altos hasta los mas bajos, y los hace respetar las pausas de los espectáculos, así como las colas de la gente que espera para ingresar a los espacios públicos que son cerrados antes las características de los eventos, así cómo también a las salas. Eso no se habría podido lograr, si no luchamos para el festival sea subvencionado, bien sea por el Estado o por la empresa privada, para no trasladar los costos del evento a los espectadores. Hasta se podría decir que estamos regalando el Festival por aquello de los precios bajos, pero es que nosotros hemos insistido en mantener el perfil popular, que es lo que nos identifica. Nosotros desechamos la posibilidad de hacer un Festival para tener ganancias. Creemos, pues, que todos los sacrificios que hemos hecho fueron para que el máximo número de venezolanos posible puedan ver las obras que escojan y a unos precios verdaderamente bajos. El ideal sería que el Festival fuese gratuito, pero para ello el Estado tendría que financiarlo en su totalidad, como lo hizo en años pretéritos, pero el Estado después se fue alejando y ahora tenemos que hacerlo con apoyo privado y cobrando una taquilla muy mínima”.
Con respecto a su delgadez, Carmen Ramia reconoció que ha perdido unos cuatro kilos, pero es por el agite, ya que se desayuna con arepas y hace sus dos comidas diarias. Atiende a su casa, donde viven sus tres hijas y además cuida de la salud de María Teresa Castillo, “que es como mi mamá, es la abuela de mis hijas, y con ella he vivido los últimos 30 años”.
Levy Rossell,el actor frustrado
En los años 60, era “la gran esperanza blanca” del teatro venezolano. Había llegado de Nueva York y tras exhibir su espectáculo musicoteatral Vimazoluleka, en el Aula Magna y el Ateneo de Caracas, se le abrieron todos los caminos para convertirse en el gran director o en el gran pontífice de la escena criolla. Pero no fue así. Aquel joven no era fácil de manipular o de comprar, tenía ideas propias y además era cultor de lo criollo, tampoco era de roscas ni cofradías. Tenía, y aún mantiene, conceptos personales que no negocia, algo raro en esta compra y venta en que se ha convertido no sólo la cultura venezolana.
Comenzó entonces para Levy Rossell (Coro, 23 de abril de 1945) un largo y proceloso camino, con muchas trampas que llegaron incluso a arrinconarlo y hasta maltratarlo. Aguantó con dignidad y ahora no le debe nada a nadie y dice estar en paz con su conciencia. Él, todavía, es una gran carta para el desarrollo del teatro venezolano, si le dan los apoyos necesarios, porque ganas de trabajar tiene, pero sin trigo o sin maíz no se pueden hacer ni panes ni arepas.
Al parecer, la semilla que como actor, autor, director y docente ha sembrado Levy Rossell en todos los confines de Venezuela durante las últimas cuatro décadas, comienza a dar frutos o al menos reconocimientos que aunque no llenan el estómago sí alimentan, y bastante, al espíritu. Y es ahora que, para el próximo 31 de marzo, le harán un homenaje inesperado: su nombre, en letras de bronce o de otro metal, será colocado en la Sala de Teatro La Comedia, ubicada en el sótano 1 de Parque Central, precisamente en el mismo espacio que él ayudo a crear no hace más dos décadas. ¡El buen hijo vuelve a casa!
Y Levy Rossell ni tonto ni perezoso dijo que sí, que ahí estará a las siete y media de esa noche, para presenciar como bautizan con su nombre a una sala teatral, que antes él llamó: “Arte de Venezuela”.
-¿Cómo recibe Levy Rossell ese homenaje tan poco frecuente en el teatro venezolano?
-Con mucha gratitud, porque considero que es tan difícil recibir como dar. He tratado, durante muchos años, de dar, a veces lo he logrado pero a veces no y esta es una de las raras veces que me ha tocado recibir. Agradezco muchísimo al Centro Simón Bolívar, a la Fundación para los Espacios Culturales y a las personas cercanas, a quienes de alguna manera manejaron esta idea y la hicieron posible. Eso indica que hay un cambio y un interés sano por convocar a toda la gente de la cultura a recuperar ese espacio para la cultura. Había notado una cierta indiferencia, pero este detalle atrae a mucha gente que estuvo vinculada a ese teatro, desde los 80 años, pero que se retiraron por múltiples razones o sin razones. No hay que olvidar nunca cómo somos los venezolanos.
-Ese espacio lo inauguró usted y ahora le ponen su nombre ¿No hay algo como de teatro del absurdo?
-No, ese espacio, en el sótano 1 de Parque Central, al lado de la Torre Oeste, lo hice yo a instancias del Centro Simón Bolívar, por allá en los años 70 y 80. Había hablado con los directivos del CSB sobre la necesidad de erigir una sala teatral en algún sitio de Parque Central, para presentar ahí a los grupos vocacionales y para atender, además, a las necesidades lúdicas de ese original complejo habitacional. Y eso avanzó bastante hasta que me “compraron” la idea y, con un grupo de arquitectos e ingenieros del CSB, participé en el diseño de todo el espacio teatral, desde la ubicación de los baños hasta la colocación de las butacas. No lo diseñé, pero sí lo orienté. No recuerdo cuando lo inauguré, pero creo que fue durante el último año del gobierno del presidente Luis Herrera Campins. Ese teatro, que yo bauticé como Arte de Venezuela, nunca se me entregó, me lo dieron sí en comodato y tenía que cancelar una suma que era muy difícil hacerlo, porque mi agrupación no tenía subsidio y lo que se hacía por taquilla no alcanzaba ni para pagar los servicios del local. Hasta que un día tuve que entregarlo, en la época del gobierno de Jaime Lusinchi, porque no pude pagar una deuda de algo así como 200 mil bolívares, suma que no me quisieron condonar.
-¿Qué ha pasado con la vida de Levy Rossell después de que salió del sótano de Parque Central?
-Si te digo que es fácil te estoy mintiendo. He pasado unos años bastante difíciles, porque se hacen festivales y nunca me invitan, hay proyectos enormes y con buenos presupuestos y nunca me llaman. Lo que he podido hacer ha sido con el apoyo de la gente que siempre ha creído en mí y en mis iniciativas. Pero no ha sido fácil, desde que fui presidente de Fundarte hasta en estos momentos. Mi institución cultural todavía existe pero no tiene subsidio ni ningún tipo de apoyo oficial, pero eso viene desde hace mucho tiempo.
-¿Cuándo funda a su organización Arte de Venezuela?
-En el año 1968, a mi regreso de Nueva York. Porque antes de irme para Estados Unidos tenía el grupo Bohemio, un elenco bien interesante con el que rescatamos el túnel de la plaza Morelos, la que ahora llaman Plaza de los Museos, y ahí estuvimos trabajando y haciéndola un espacio útil a la cultura.
-En función de los lectores que no tienen más de 25 años, ¿quiere decir que Levy Rossell tiene varias historias antes y después de la sala que ayudó a crear en el sótano de Parque Central?
-Yo tengo varias historias, antes y después de ese momento en que usted me ubica. No he hecho sino trabajar por el teatro venezolano. Antes de irme para el túnel de la plaza Morelos, para convertirlo en un espacio útil para el teatro, ya que todavía funciona, en el Centro Comercial Chacaíto y fundé una sala teatral, que ahora funciona pero después de ser transformada; después me fui para La Florida e hice lo mismo. Cuando salí de Parque Central y vinieron una serie de cambios políticos, me mandaron para La Guaira donde puse a funcionar el Centro Cultural José María Vargas, donde hubo una positiva actividad artística.
-Usted ha sido actor, director de centenares de piezas, gerente en múltiples ocasiones y autor con numerosas obras, además de haber sido docente de no menos de 4 mil actores. ¿Satisfecho?
-No, yo soy un actor frustrado. Hubiese querido encontrarme un director que me hubiese dirigido y llevado a las tablas para triunfar. Sí tuve los mejores profesores, como Nicolás Curiel, Alberto Castillo Arráez, César Rengifo, Eduardo Fernández Salomón y después en Nueva York era la estrella de Joe Chaiquin. Cuando regresé de Nueva York quería actuar y no pude, pues me dediqué a otras múltiples cosas. Tengo 17 piezas escritas y estrenadas, unas ocho aún sin concluir y obras montadas más de dos mil y pico desde 1961 hasta la fecha.
-¿Y los miles de actores que formó, que se hicieron?
-Yo no les enseñé a actuar. Creo que el mejor profesor es aquel que no se cree maestro, sino aquel que acompaña al candidato o al aspirante. Y creo que si en algo he acertado es en haber aportado unas cuantas camadas generacionales de gente que ha servido para la televisión, la radio, el cine y el teatro. Carlos Azpúrua y Diego Rísquez, no sirvieron como actores y mira lo que son ahora, valiosos cineastas. Creo que el trabajo del profesor es descubrir la riqueza del aspirante a actor y hacer que cada uno la explore, pero no es uno el que la debe explorar, uno es el que la descubre, el que hace que el actor llegue a un punto de calidad.
-¿Todos los seres humanos somos actores?
-Todos los seres humanos somos unos grandes intérpretes, desdobladores, pero hay unos que cultivan unas técnicas y otros no. En la actuación hay un componente técnico que es el que se cultiva, un componente innato que es con el que se nace, pero adicionalmente a esto hay un carisma que es el que viene de arriba o una misión de vida. Yo sí creo que cada actor entregado a su trabajo ha venido a cumplir una misión en esta vida.
-¿Qué planes tiene Levy Rossell con la sala que ahora llevará su nombre?
-Ninguno, sólo tengo palabras de agradecimiento para con la gente que ahora me hace ese homenaje, porque me parece un enorme detalle de sinceridad al reconocer lo que ayudé a erigir. Lo que si me preocupa saber es cuánto tiempo durará ese mi nombre ahí, porque aquí le quitan el nombre a las cosas o se roban las letras para fundir el metal con el cual fueron hechas. A petición de su directora daré unas clases abiertas, interactivas, que serían muy buenas para mis ex alumnos durante los meses de junio, julio y agosto, los sábados y además haremos unas lecturas dramatizadas de todas mis obras.
La Macarena será Carmen
Levy Rossell dirigirá para el grupo La Máquina Teatro, por invitación de su fundador, el autor José Tomás Angola, la pieza Chirimolla flat, una obra de Eduardo Casanova Sucre. También dirigirá al actor Karl Hoffman, “un comediante extraordinario y el mejor de su generación, en una pieza cuyo nombre no puedo dar todavía porque nos roban los derechos. Creo que este actor y la actriz Flor Elena González son los grandes intérpretes de otra generación de comediantes intermedios, así como lo fueron Manolo García Maldonado y Antonieta Colón de las suyas, en sus respectivas oportunidades. También haré un espectáculo de danza flamenca con La Macararena en su rol de Carmen, el cual irá al Teatro Teresa Carreño. Y tengo otros dos proyectos que no puedo nombrar aquí, por ahora”.
-¿Cómo ve al teatro venezolano actual?
-Lleno de esperanzas.
-¿Qué pasa con La Guaira, donde usted tenía una escuela?
-Es muy difícil vivir en el Litoral, antes y después del deslave, pero serán los varguenses quienes luchen porque se les atienda, porque las autoridades se den cuenta de lo que ahí pasa.
Comenzó entonces para Levy Rossell (Coro, 23 de abril de 1945) un largo y proceloso camino, con muchas trampas que llegaron incluso a arrinconarlo y hasta maltratarlo. Aguantó con dignidad y ahora no le debe nada a nadie y dice estar en paz con su conciencia. Él, todavía, es una gran carta para el desarrollo del teatro venezolano, si le dan los apoyos necesarios, porque ganas de trabajar tiene, pero sin trigo o sin maíz no se pueden hacer ni panes ni arepas.
Al parecer, la semilla que como actor, autor, director y docente ha sembrado Levy Rossell en todos los confines de Venezuela durante las últimas cuatro décadas, comienza a dar frutos o al menos reconocimientos que aunque no llenan el estómago sí alimentan, y bastante, al espíritu. Y es ahora que, para el próximo 31 de marzo, le harán un homenaje inesperado: su nombre, en letras de bronce o de otro metal, será colocado en la Sala de Teatro La Comedia, ubicada en el sótano 1 de Parque Central, precisamente en el mismo espacio que él ayudo a crear no hace más dos décadas. ¡El buen hijo vuelve a casa!
Y Levy Rossell ni tonto ni perezoso dijo que sí, que ahí estará a las siete y media de esa noche, para presenciar como bautizan con su nombre a una sala teatral, que antes él llamó: “Arte de Venezuela”.
-¿Cómo recibe Levy Rossell ese homenaje tan poco frecuente en el teatro venezolano?
-Con mucha gratitud, porque considero que es tan difícil recibir como dar. He tratado, durante muchos años, de dar, a veces lo he logrado pero a veces no y esta es una de las raras veces que me ha tocado recibir. Agradezco muchísimo al Centro Simón Bolívar, a la Fundación para los Espacios Culturales y a las personas cercanas, a quienes de alguna manera manejaron esta idea y la hicieron posible. Eso indica que hay un cambio y un interés sano por convocar a toda la gente de la cultura a recuperar ese espacio para la cultura. Había notado una cierta indiferencia, pero este detalle atrae a mucha gente que estuvo vinculada a ese teatro, desde los 80 años, pero que se retiraron por múltiples razones o sin razones. No hay que olvidar nunca cómo somos los venezolanos.
-Ese espacio lo inauguró usted y ahora le ponen su nombre ¿No hay algo como de teatro del absurdo?
-No, ese espacio, en el sótano 1 de Parque Central, al lado de la Torre Oeste, lo hice yo a instancias del Centro Simón Bolívar, por allá en los años 70 y 80. Había hablado con los directivos del CSB sobre la necesidad de erigir una sala teatral en algún sitio de Parque Central, para presentar ahí a los grupos vocacionales y para atender, además, a las necesidades lúdicas de ese original complejo habitacional. Y eso avanzó bastante hasta que me “compraron” la idea y, con un grupo de arquitectos e ingenieros del CSB, participé en el diseño de todo el espacio teatral, desde la ubicación de los baños hasta la colocación de las butacas. No lo diseñé, pero sí lo orienté. No recuerdo cuando lo inauguré, pero creo que fue durante el último año del gobierno del presidente Luis Herrera Campins. Ese teatro, que yo bauticé como Arte de Venezuela, nunca se me entregó, me lo dieron sí en comodato y tenía que cancelar una suma que era muy difícil hacerlo, porque mi agrupación no tenía subsidio y lo que se hacía por taquilla no alcanzaba ni para pagar los servicios del local. Hasta que un día tuve que entregarlo, en la época del gobierno de Jaime Lusinchi, porque no pude pagar una deuda de algo así como 200 mil bolívares, suma que no me quisieron condonar.
-¿Qué ha pasado con la vida de Levy Rossell después de que salió del sótano de Parque Central?
-Si te digo que es fácil te estoy mintiendo. He pasado unos años bastante difíciles, porque se hacen festivales y nunca me invitan, hay proyectos enormes y con buenos presupuestos y nunca me llaman. Lo que he podido hacer ha sido con el apoyo de la gente que siempre ha creído en mí y en mis iniciativas. Pero no ha sido fácil, desde que fui presidente de Fundarte hasta en estos momentos. Mi institución cultural todavía existe pero no tiene subsidio ni ningún tipo de apoyo oficial, pero eso viene desde hace mucho tiempo.
-¿Cuándo funda a su organización Arte de Venezuela?
-En el año 1968, a mi regreso de Nueva York. Porque antes de irme para Estados Unidos tenía el grupo Bohemio, un elenco bien interesante con el que rescatamos el túnel de la plaza Morelos, la que ahora llaman Plaza de los Museos, y ahí estuvimos trabajando y haciéndola un espacio útil a la cultura.
-En función de los lectores que no tienen más de 25 años, ¿quiere decir que Levy Rossell tiene varias historias antes y después de la sala que ayudó a crear en el sótano de Parque Central?
-Yo tengo varias historias, antes y después de ese momento en que usted me ubica. No he hecho sino trabajar por el teatro venezolano. Antes de irme para el túnel de la plaza Morelos, para convertirlo en un espacio útil para el teatro, ya que todavía funciona, en el Centro Comercial Chacaíto y fundé una sala teatral, que ahora funciona pero después de ser transformada; después me fui para La Florida e hice lo mismo. Cuando salí de Parque Central y vinieron una serie de cambios políticos, me mandaron para La Guaira donde puse a funcionar el Centro Cultural José María Vargas, donde hubo una positiva actividad artística.
-Usted ha sido actor, director de centenares de piezas, gerente en múltiples ocasiones y autor con numerosas obras, además de haber sido docente de no menos de 4 mil actores. ¿Satisfecho?
-No, yo soy un actor frustrado. Hubiese querido encontrarme un director que me hubiese dirigido y llevado a las tablas para triunfar. Sí tuve los mejores profesores, como Nicolás Curiel, Alberto Castillo Arráez, César Rengifo, Eduardo Fernández Salomón y después en Nueva York era la estrella de Joe Chaiquin. Cuando regresé de Nueva York quería actuar y no pude, pues me dediqué a otras múltiples cosas. Tengo 17 piezas escritas y estrenadas, unas ocho aún sin concluir y obras montadas más de dos mil y pico desde 1961 hasta la fecha.
-¿Y los miles de actores que formó, que se hicieron?
-Yo no les enseñé a actuar. Creo que el mejor profesor es aquel que no se cree maestro, sino aquel que acompaña al candidato o al aspirante. Y creo que si en algo he acertado es en haber aportado unas cuantas camadas generacionales de gente que ha servido para la televisión, la radio, el cine y el teatro. Carlos Azpúrua y Diego Rísquez, no sirvieron como actores y mira lo que son ahora, valiosos cineastas. Creo que el trabajo del profesor es descubrir la riqueza del aspirante a actor y hacer que cada uno la explore, pero no es uno el que la debe explorar, uno es el que la descubre, el que hace que el actor llegue a un punto de calidad.
-¿Todos los seres humanos somos actores?
-Todos los seres humanos somos unos grandes intérpretes, desdobladores, pero hay unos que cultivan unas técnicas y otros no. En la actuación hay un componente técnico que es el que se cultiva, un componente innato que es con el que se nace, pero adicionalmente a esto hay un carisma que es el que viene de arriba o una misión de vida. Yo sí creo que cada actor entregado a su trabajo ha venido a cumplir una misión en esta vida.
-¿Qué planes tiene Levy Rossell con la sala que ahora llevará su nombre?
-Ninguno, sólo tengo palabras de agradecimiento para con la gente que ahora me hace ese homenaje, porque me parece un enorme detalle de sinceridad al reconocer lo que ayudé a erigir. Lo que si me preocupa saber es cuánto tiempo durará ese mi nombre ahí, porque aquí le quitan el nombre a las cosas o se roban las letras para fundir el metal con el cual fueron hechas. A petición de su directora daré unas clases abiertas, interactivas, que serían muy buenas para mis ex alumnos durante los meses de junio, julio y agosto, los sábados y además haremos unas lecturas dramatizadas de todas mis obras.
La Macarena será Carmen
Levy Rossell dirigirá para el grupo La Máquina Teatro, por invitación de su fundador, el autor José Tomás Angola, la pieza Chirimolla flat, una obra de Eduardo Casanova Sucre. También dirigirá al actor Karl Hoffman, “un comediante extraordinario y el mejor de su generación, en una pieza cuyo nombre no puedo dar todavía porque nos roban los derechos. Creo que este actor y la actriz Flor Elena González son los grandes intérpretes de otra generación de comediantes intermedios, así como lo fueron Manolo García Maldonado y Antonieta Colón de las suyas, en sus respectivas oportunidades. También haré un espectáculo de danza flamenca con La Macararena en su rol de Carmen, el cual irá al Teatro Teresa Carreño. Y tengo otros dos proyectos que no puedo nombrar aquí, por ahora”.
-¿Cómo ve al teatro venezolano actual?
-Lleno de esperanzas.
-¿Qué pasa con La Guaira, donde usted tenía una escuela?
-Es muy difícil vivir en el Litoral, antes y después del deslave, pero serán los varguenses quienes luchen porque se les atienda, porque las autoridades se den cuenta de lo que ahí pasa.
viernes, marzo 17, 2006
Crímenes en el Trasnocho
José Ignacio Cabrujas y Fausto Verdial no están en escena, pero Moisés Guevara y su esposa Iraida Tapias, y otros artistas, han resucitado a la asociación Teatro Profesional de Venezuela y el próximo 24 de marzo, en el Teatro Trasnocho, debutan con un espectáculo que llega precedido de tumultuosos éxitos de taquilla en España, Chile y Argentina. Se trata de la pieza dramática Pequeños crímenes conyugales, del francés Eric-Emmanuel Schmitt, la cual será interpretada por los populares actores Carlota Sosa y Marcos Moreno.
Moisés Guevara, quien actualmente es el director artístico del Teatro Trasnocho, asegura que Pequeños crímenes conyugales le generará al público sendas preguntas: ¿Cómo hago para que mi marido pierda la memoria y olvide así todo lo que no nos conviene? y ¿Qué puedo hacer para recuperar el amor de mi mujer? Y explica que la hábil trama de la pieza revela cómo, tras de 15 días de hospitalización, por un accidente donde perdió la memoria, Alejandro (Marcos Moreno) es llevado al hogar donde lo espera Carla (Carlota Sosa), su esposa. Y es ahí cuando él, con la ayuda de ella, tratan de despejar las tinieblas de un pasado de 15 años de matrimonio, donde lo más evidente es que hay un amor maltratado y que ambos están obligados a permanecer unidos.
Reconoce Moisés que con esta pieza se pretende conmover, modificar y generar una reflexión entre la audiencia. “Ya que, para mí, el teatro es una necesidad íntima y privada la cual se convierte en una necesidad y al mismo tiempo en un derecho social y por supuesto político. Esta obra nos confronta con la vida en pareja, con los crímenes conyugales, porque todos los que vivimos en pareja o pretenden vivir en pareja se verán reflejados en esta historia y, por supuesto, lo que más me interesa de ella es que rescata el amor, la relación de pareja con todos sus conflictos. Hay además, algo muy importante, no tiene ningún discurso misógino. Con este espectáculo, que se exhibirá los viernes y sábados a las diez de la noche, y domingos a las seis de la tarde, pretendemos estar tres meses en cartelera, porque tenemos planes para una gira nacional, aunque el telón final lo impone el público. Seguiremos hasta que se agoten los espectadores”.
La información sobre esta pieza, estrenada en Francia en el 2003, le llegó Moisés por una investigación que realizó Marcos Moreno, “quien quería desde hace mucho tiempo hacer teatro con Carlota Sosa y conmigo, pero al mismo tiempo ya veníamos reuniéndonos Javier Vidal, Julie Restifo, Carlota Sosa, Rafael Romero, Caridad Canelón, José Luis Zuleta, Marcos Moreno, Miriam Dembo, Iraida Tapias y dos jóvenes actrices para evaluar la posibilidad real de dedicarnos cada vez más al teatro y generar y apoyar más producciones independientes. Hoy en día nos hemos convertido conjuntamente con la directiva del Teatro Profesional de Venezuela en un pool de productores, con inversión concreta para generar más y mejor teatro. Eric-Emmanuel Schmitt, que es el autor vivo de teatro más representado en Francia, hizo el milagro de ponernos en escena de nuevo”.
Y explica que Pequeños crímenes conyugales apareció porque varios teatreros apasionados se dedicaron a buscar el librito en las escuálidas librerías caraqueñas. “Marcos nos ayudó con su lista de exitosas obras de teatro que se estaban montando en varios países. Igualmente, Javier y Miriam hicieron sus investigaciones y nos pusimos a buscarlas y finalmente un día llegó la pieza de Eric-Emmanuel a Rafael y ese mismo día me informó Héctor Manrique que la obra ya la habían publicado y estaba en una librería cercana a mi oficina. Corrí hacia ella, la compré, la leí y al día siguiente la leímos con mis dos actores. Finalmente, después de gestionar los derechos con las sociedades autorales francesas y españolas, contactamos a la agencia que representa a este brillante autor, nacido el 28 de marzo de 1960 en Sainte-Foy-Les- Lyon, Francia”.
Confiesa que regresó a las tablas por un deseo loco de querer seguir haciendo realidad un buen teatro, siempre con la mirada puesta en que el éxito acompañe esta profesión, por la tentación de tener entre manos una gran obra de teatro. “No conozco a nadie que teniendo una gran obra no jure montarla. En realidad sería ¿qué me llevó a montarme en las tablas de nuevo, asumiendo ahora el rol formal de un director? Muchas personas me pedían que no lo hiciera, pero realmente esta es la primera obra de teatro que dirijo en exclusiva para el espacio profesional. Tengo experiencia en producción teatral, gerencia cultural, docencia, supervisión, asesoría, rescate y recuperación de espacios teatrales y nunca menciono formalmente la actuación porque considero que fue un paso fugaz. Fue precisamente la docencia la que me llevó directamente a la dirección, aunque tengo recuerdos de haber querido serlo en algún momento, y fue a partir de una propuesta de dirigir un trabajo de grado, en la Escuela César Rengifo, donde tomé la decisión de preparar el instrumento y ubicarme en una posición distinta, que abre otro camino en mi desarrollo profesional”.
Aclara que de cualquier manera no es una decisión que nació o tomó a partir de una sola experiencia, “porque estos cuatro años y medio al frente de la gerencia artística del Teatro Trasnocho, también me han obligado a mirarme distinto y plantearme nuevos caminos. No olvido que llevo año y medio dirigiendo las lecturas del proyecto ‘Haciendo Público lo Privado’, lo cual es una pasantía que dio inicio a esta decisión. Y por supuesto, hay dos maravillosos actores que no solamente le apuestan a la obra, sino que me propusieron dirigirla. Además, la propuesta es un reto, un acto de respeto, de confianza y por supuesto de riesgo, porque el último día de reunión informal de lectura y la toma de decisión para iniciar los ensayos les volví a preguntar si querían que los dirigiese y lo hice tantas veces, que nos fastidiamos todos”.
“Creo que la definición del espacio escénico es, como bien dice Fernando Calzadilla, quien me acompaña como diseñador, la base para la cristalización de una puesta en escena y fue el acuerdo y la definición de este espacio el que me permitió diseñar una específica metodología de trabajo. Ahora esperamos la confrontación con el público, quién es el que tiene siempre la última palabra”.
Gran premio teatral francés
Este dramaturgo que ahora será conocido en Venezuela es, asimismo, filósofo y escritor. Sus obras teatrales -ya pasó de la docena- además de cuatro novelas y otros tantos textos filosóficos, lo han convertido en un icono cultural de la Francia actual. Sus piezas se han estrenado en más de 30 países. Desde 1991, cuando mostró su primera obra teatral, La nuite de Valognes, Eric-Emmanuel Schmitt ha pergeñado obras de diversos géneros, como dramas y comedias, literatura y diversas escenificaciones musicales. En 2001 recibió el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa por el conjunto de su obra. Para algunos críticos, él se impuso en la escena gala con El visitante o Le visiteur, de 1993, y luego se hizo conocer gracias a sus Variaciones enigmáticas, o Variations Énigmatiques, de 1996, interpretadas por Alain Delon y Juan-Paul Belmondo. Ahora en Caracas impactará con un texto cuyo título dice todo: Pequeños crímenes conyugales.
Moisés Guevara, quien actualmente es el director artístico del Teatro Trasnocho, asegura que Pequeños crímenes conyugales le generará al público sendas preguntas: ¿Cómo hago para que mi marido pierda la memoria y olvide así todo lo que no nos conviene? y ¿Qué puedo hacer para recuperar el amor de mi mujer? Y explica que la hábil trama de la pieza revela cómo, tras de 15 días de hospitalización, por un accidente donde perdió la memoria, Alejandro (Marcos Moreno) es llevado al hogar donde lo espera Carla (Carlota Sosa), su esposa. Y es ahí cuando él, con la ayuda de ella, tratan de despejar las tinieblas de un pasado de 15 años de matrimonio, donde lo más evidente es que hay un amor maltratado y que ambos están obligados a permanecer unidos.
Reconoce Moisés que con esta pieza se pretende conmover, modificar y generar una reflexión entre la audiencia. “Ya que, para mí, el teatro es una necesidad íntima y privada la cual se convierte en una necesidad y al mismo tiempo en un derecho social y por supuesto político. Esta obra nos confronta con la vida en pareja, con los crímenes conyugales, porque todos los que vivimos en pareja o pretenden vivir en pareja se verán reflejados en esta historia y, por supuesto, lo que más me interesa de ella es que rescata el amor, la relación de pareja con todos sus conflictos. Hay además, algo muy importante, no tiene ningún discurso misógino. Con este espectáculo, que se exhibirá los viernes y sábados a las diez de la noche, y domingos a las seis de la tarde, pretendemos estar tres meses en cartelera, porque tenemos planes para una gira nacional, aunque el telón final lo impone el público. Seguiremos hasta que se agoten los espectadores”.
La información sobre esta pieza, estrenada en Francia en el 2003, le llegó Moisés por una investigación que realizó Marcos Moreno, “quien quería desde hace mucho tiempo hacer teatro con Carlota Sosa y conmigo, pero al mismo tiempo ya veníamos reuniéndonos Javier Vidal, Julie Restifo, Carlota Sosa, Rafael Romero, Caridad Canelón, José Luis Zuleta, Marcos Moreno, Miriam Dembo, Iraida Tapias y dos jóvenes actrices para evaluar la posibilidad real de dedicarnos cada vez más al teatro y generar y apoyar más producciones independientes. Hoy en día nos hemos convertido conjuntamente con la directiva del Teatro Profesional de Venezuela en un pool de productores, con inversión concreta para generar más y mejor teatro. Eric-Emmanuel Schmitt, que es el autor vivo de teatro más representado en Francia, hizo el milagro de ponernos en escena de nuevo”.
Y explica que Pequeños crímenes conyugales apareció porque varios teatreros apasionados se dedicaron a buscar el librito en las escuálidas librerías caraqueñas. “Marcos nos ayudó con su lista de exitosas obras de teatro que se estaban montando en varios países. Igualmente, Javier y Miriam hicieron sus investigaciones y nos pusimos a buscarlas y finalmente un día llegó la pieza de Eric-Emmanuel a Rafael y ese mismo día me informó Héctor Manrique que la obra ya la habían publicado y estaba en una librería cercana a mi oficina. Corrí hacia ella, la compré, la leí y al día siguiente la leímos con mis dos actores. Finalmente, después de gestionar los derechos con las sociedades autorales francesas y españolas, contactamos a la agencia que representa a este brillante autor, nacido el 28 de marzo de 1960 en Sainte-Foy-Les- Lyon, Francia”.
Confiesa que regresó a las tablas por un deseo loco de querer seguir haciendo realidad un buen teatro, siempre con la mirada puesta en que el éxito acompañe esta profesión, por la tentación de tener entre manos una gran obra de teatro. “No conozco a nadie que teniendo una gran obra no jure montarla. En realidad sería ¿qué me llevó a montarme en las tablas de nuevo, asumiendo ahora el rol formal de un director? Muchas personas me pedían que no lo hiciera, pero realmente esta es la primera obra de teatro que dirijo en exclusiva para el espacio profesional. Tengo experiencia en producción teatral, gerencia cultural, docencia, supervisión, asesoría, rescate y recuperación de espacios teatrales y nunca menciono formalmente la actuación porque considero que fue un paso fugaz. Fue precisamente la docencia la que me llevó directamente a la dirección, aunque tengo recuerdos de haber querido serlo en algún momento, y fue a partir de una propuesta de dirigir un trabajo de grado, en la Escuela César Rengifo, donde tomé la decisión de preparar el instrumento y ubicarme en una posición distinta, que abre otro camino en mi desarrollo profesional”.
Aclara que de cualquier manera no es una decisión que nació o tomó a partir de una sola experiencia, “porque estos cuatro años y medio al frente de la gerencia artística del Teatro Trasnocho, también me han obligado a mirarme distinto y plantearme nuevos caminos. No olvido que llevo año y medio dirigiendo las lecturas del proyecto ‘Haciendo Público lo Privado’, lo cual es una pasantía que dio inicio a esta decisión. Y por supuesto, hay dos maravillosos actores que no solamente le apuestan a la obra, sino que me propusieron dirigirla. Además, la propuesta es un reto, un acto de respeto, de confianza y por supuesto de riesgo, porque el último día de reunión informal de lectura y la toma de decisión para iniciar los ensayos les volví a preguntar si querían que los dirigiese y lo hice tantas veces, que nos fastidiamos todos”.
“Creo que la definición del espacio escénico es, como bien dice Fernando Calzadilla, quien me acompaña como diseñador, la base para la cristalización de una puesta en escena y fue el acuerdo y la definición de este espacio el que me permitió diseñar una específica metodología de trabajo. Ahora esperamos la confrontación con el público, quién es el que tiene siempre la última palabra”.
Gran premio teatral francés
Este dramaturgo que ahora será conocido en Venezuela es, asimismo, filósofo y escritor. Sus obras teatrales -ya pasó de la docena- además de cuatro novelas y otros tantos textos filosóficos, lo han convertido en un icono cultural de la Francia actual. Sus piezas se han estrenado en más de 30 países. Desde 1991, cuando mostró su primera obra teatral, La nuite de Valognes, Eric-Emmanuel Schmitt ha pergeñado obras de diversos géneros, como dramas y comedias, literatura y diversas escenificaciones musicales. En 2001 recibió el Gran Premio de Teatro de la Academia Francesa por el conjunto de su obra. Para algunos críticos, él se impuso en la escena gala con El visitante o Le visiteur, de 1993, y luego se hizo conocer gracias a sus Variaciones enigmáticas, o Variations Énigmatiques, de 1996, interpretadas por Alain Delon y Juan-Paul Belmondo. Ahora en Caracas impactará con un texto cuyo título dice todo: Pequeños crímenes conyugales.
jueves, marzo 16, 2006
Tres desnudos
Caracas y Bogotá, a menos de dos horas por avión, tienen movimientos teatrales diversos. Aquí es muy poco lo que se hace sin el apoyo del Estado, mientras que en la antigua capital del Virreinato de la Nueva Granada, fastuosa y ordenada urbe con algo más de ocho millones de habitantes, la vida escénica depende de la autogestión y de unos inversionistas privados, pero con muy poca presencia oficial. Eso hace que aquí se siga experimentando con un “teatro de arte” para un mínimo sector de espectadores, con algunas excepciones de un digno teatro comercial; y allá, en el altiplano, se trabaja más en función de las mayorías que deben pasar por la taquilla para que los gastos puedan recuperarse y colectar una ganancia.
Pero a veces, sin que aquí o allá se lo propongan, coinciden obras o ideas escénicas desarrolladas por los artistas. Tal es el caso que mientras en Caracas se exhibe O todos ... ¡O ninguno!, deliciosa recreación criolla de Aníbal Grunn sobre la australiana Ladies Night, que es la base de la británica pieza teatral y la película The Full Monty, donde unos desempleados hacen striptease para las mujeres de su barrio, porque tienen que comer; en Bogotá también se exhiben sendos espectáculos dedicados al público femenino: Todo para ellas y Destape total.
O todos ...¡O ninguno! plasma a un grupo de amigos sin trabajo, quienes han instalado, en el garaje de la casa de uno de ellos, una agencia para conseguir empleo. Por un hecho fortuito se dedican a crear y producir un espectáculo de strippers para mejorar sus ingresos y así sortear los problemas que a cada uno le ha acarreado el desempleo, esas vacaciones obligadas y sin remuneración. Después de muchas peripecias y hasta de teatrales arrepentimientos, los seis hombres hacen su show, llegando hasta el desnudo, y lo presentan para mujeres y también hombres de la popular barriada caraqueña donde sobreviven: El Cementerio.
Este espectáculo, con una producción precaria, lo exhibió el escritor y director Aníbal Grunn (Argentina, 57 años) en la temporada de 2003 en la Casa del Artista. Pero ahora, con una producción más enriquecida, con mayor apoyatura técnica, y un elenco más versátil y más profesional, lo exhibe en el Teatro Escena 8.
Sin lugar a dudas, Aníbal Grunn, con 30 años de duro trajinar por la escena venezolana (teatro, televisión y cine) es uno de esos raros talentos para la creación del espectáculo. Toma prestadas las ideas de otros y las refunde de tal manera que obtiene un producto propio. Eso es su montaje O todos... ¡O ninguno! Una demostración de lo que es la dramaturgia in situ, de cómo se toman ideas y se adaptan a nuestro contexto, tal como lo hicieron los clásicos. Pero lo más importante es cómo utiliza la comedia para denunciar problemas actuales, para hacerle tomar conciencia al auditorio de que sólo el trabajo podrá sacarlo de la crisis económica. No es, pues, un pieza frívola o para pasarla bien. No, es una clase de cómo hay que inventar mecanismos dignos para sobrevivir. Unos son strippers, otros buhoneros... y toda una larga lista de cosas para no morirse de hambre. ¡El fin justifica los medios!
El elenco de este montaje de 2006 cuenta con el talentoso Marco Alcalá como Moncho, boxeador de la calle que tiene más humanidad que sus otros compañeros, o el amanerado Freddy, resuelto creativamente por César Bencid (toda una revelación histriónica), además de los profesionales roles de Pedro Pablo Porras, Pedro Hidalgo, Gustavo Camacho y Erick Ronso. De verdad que es un elenco para una compañía estable de comediantes, porque todos exhiben condiciones para ser trabajadas con diversos textos y estilos de espectáculos. ¡Un conjunto correcto para estos tiempos!
De los bogotanos Todo para ellas y Destape total hay que destacar que el primero es una idea del productor mexicano Gustavo Olvera, quien ha recorrido el mundo y ahora está en Colombia con un montaje hecho exclusivamente para mujeres, donde los actores monologan, cantan, bailan y además desnudan no sólo sus almas. El segundo es una versión de Carlos Ordóñez a partir de la película The Full Monty, de Peter Cattaneo y el guionista Simon Beaufoy. En síntesis: tanto allá como acá los hombres deben desnudarse para atraer al público. ¡Una es comedia política y las otras puro show!
Pero a veces, sin que aquí o allá se lo propongan, coinciden obras o ideas escénicas desarrolladas por los artistas. Tal es el caso que mientras en Caracas se exhibe O todos ... ¡O ninguno!, deliciosa recreación criolla de Aníbal Grunn sobre la australiana Ladies Night, que es la base de la británica pieza teatral y la película The Full Monty, donde unos desempleados hacen striptease para las mujeres de su barrio, porque tienen que comer; en Bogotá también se exhiben sendos espectáculos dedicados al público femenino: Todo para ellas y Destape total.
O todos ...¡O ninguno! plasma a un grupo de amigos sin trabajo, quienes han instalado, en el garaje de la casa de uno de ellos, una agencia para conseguir empleo. Por un hecho fortuito se dedican a crear y producir un espectáculo de strippers para mejorar sus ingresos y así sortear los problemas que a cada uno le ha acarreado el desempleo, esas vacaciones obligadas y sin remuneración. Después de muchas peripecias y hasta de teatrales arrepentimientos, los seis hombres hacen su show, llegando hasta el desnudo, y lo presentan para mujeres y también hombres de la popular barriada caraqueña donde sobreviven: El Cementerio.
Este espectáculo, con una producción precaria, lo exhibió el escritor y director Aníbal Grunn (Argentina, 57 años) en la temporada de 2003 en la Casa del Artista. Pero ahora, con una producción más enriquecida, con mayor apoyatura técnica, y un elenco más versátil y más profesional, lo exhibe en el Teatro Escena 8.
Sin lugar a dudas, Aníbal Grunn, con 30 años de duro trajinar por la escena venezolana (teatro, televisión y cine) es uno de esos raros talentos para la creación del espectáculo. Toma prestadas las ideas de otros y las refunde de tal manera que obtiene un producto propio. Eso es su montaje O todos... ¡O ninguno! Una demostración de lo que es la dramaturgia in situ, de cómo se toman ideas y se adaptan a nuestro contexto, tal como lo hicieron los clásicos. Pero lo más importante es cómo utiliza la comedia para denunciar problemas actuales, para hacerle tomar conciencia al auditorio de que sólo el trabajo podrá sacarlo de la crisis económica. No es, pues, un pieza frívola o para pasarla bien. No, es una clase de cómo hay que inventar mecanismos dignos para sobrevivir. Unos son strippers, otros buhoneros... y toda una larga lista de cosas para no morirse de hambre. ¡El fin justifica los medios!
El elenco de este montaje de 2006 cuenta con el talentoso Marco Alcalá como Moncho, boxeador de la calle que tiene más humanidad que sus otros compañeros, o el amanerado Freddy, resuelto creativamente por César Bencid (toda una revelación histriónica), además de los profesionales roles de Pedro Pablo Porras, Pedro Hidalgo, Gustavo Camacho y Erick Ronso. De verdad que es un elenco para una compañía estable de comediantes, porque todos exhiben condiciones para ser trabajadas con diversos textos y estilos de espectáculos. ¡Un conjunto correcto para estos tiempos!
De los bogotanos Todo para ellas y Destape total hay que destacar que el primero es una idea del productor mexicano Gustavo Olvera, quien ha recorrido el mundo y ahora está en Colombia con un montaje hecho exclusivamente para mujeres, donde los actores monologan, cantan, bailan y además desnudan no sólo sus almas. El segundo es una versión de Carlos Ordóñez a partir de la película The Full Monty, de Peter Cattaneo y el guionista Simon Beaufoy. En síntesis: tanto allá como acá los hombres deben desnudarse para atraer al público. ¡Una es comedia política y las otras puro show!
viernes, marzo 10, 2006
Desnudos para poder comer
Lleva 57 años en el escenario del mundo y 30 de ellos los ha disfrutado y padecido en Venezuela, luchando para hacer el mejor teatro posible. Ese es Aníbal Enrique García Belardinelli (Argentina, 1948), >más conocido como el autor, actor y director Aníbal Grunn. Él ahora es la “cabeza artística” del Teatro Escena 8, (Avenida La Guairita con calle Hípica, Las Mercedes), donde además hace temporada con su espectáculo O todos... ¡O ninguno! o A full pompis, una versión criolla de un relato y una pieza australiana, en los cuales también se basaron los productores de la exitosa película británica The Full Monty.
O todos... ¡O ninguno! debutó en la Sala Doris Wells de la Casa del Artista durante la temporada del 2003, pero ahora, como lo admite Grunn, ha sufrido un severo ajuste en el texto, en la puesta y hasta tiene un nuevo elenco, donde sólo participan dos de los actores que intervinieron en el primer montaje.
Este A full pompis es una “creación argumental” totalmente de Grunn, la cual sin embargo, tiene inevitables referencias al cuento y la obra Ladies Night, de los australianos Anthony McCarten y Stephen Sinclair, llevada después al cine por el guionista Simón Beaufoy y el director Peter Cattaneo con el título The Full Monty (Todo o nada), y cuya versión escénica fue otro acontecimiento de público en Nueva York gracias al libreto de Terrence McNally y la música de David Yazbek. ¡No hay nada nuevo bajo el sol... y menos en el mundo del teatro, que es la vida misma!
Grunn tomó la misma “idea dramática” que antes utilizaron McCarten y Sinclair, y que después bordaron Beaufoy y McNally - seis hombres desempleados que, al no encontrar trabajo, deciden un día convertirse en strippers para conseguir dinero, temporalmente, con un show de striptease para damas-, y elaboró su obra, totalmente venezolana, por sus personajes, sus conflictos y su entorno, además del léxico.
Esto que ha realizado Grunn, montarse en la misma “idea dramática”, no es un “crimen” ni es tampoco una novedad en las artes escénicas, para no hablar de la literatura y otras especialidades....¡ y mucho menos en Venezuela... donde el plagio es cosa común y corriente! Pero Aníbal Enrique García Belardinelli está muy lejos de esa torpeza.
La argumentación de O todos... ¡O ninguno! plasma en el escenario a un grupo de amigos sin trabajo, que han instalado, en el garaje de la casa de uno de ellos, una agencia para conseguir empleos. Por un hecho fortuito se dedican a crear y producir un espectáculo de strippers] para mejorar sus ingresos y así sortear los problemas que a cada uno le ha acarreado el desempleo o las vacaciones obligadas y sin remuneración. Durante el proceso de ensayos del improvisado espectáculo, se degustan las confesiones íntimas: de un padre que no sabe cómo enfrentar a su pequeño hijo de siete años ni cómo mantenerlo; de un ex bailarín que se enfrenta a la realidad de verse quebrado económicamente y asumirlo frente a su esposa; de un divertido “gordito” con gustos sexuales distintos a los otros: es homosexual y no lo disfraza, y además cuida a su madre artrítica y anciana; de un joven que lleva más de seis meses que no ve un mísero centavo y es mantenido por su esposa con la venta de almuerzos a los buhoneros; de un patético boxeador fracasado y solo; y de un policía amargado por su oficio y porque no quiere meter presos a los choros o los malandros o los delincuentes de poca monta.
Después de muchas peripecias y de los teatrales arrepentimientos, los seis montan el show, llegando hasta el desnudo total, y lo presentan para las mujeres, y también para los hombres de la popular zona caraqueña donde viven: El Cementerio.
Esta puesta en escena comienza cuando Freddy, en su precaria oficina de empleos, reúnen a los personajes de este show que le dará un vuelco a sus vidas: Jhorman, técnico superior, que a raíz de la crisis se vio obligado a manejar un taxi, el cual hace poco chocó y el dueño de éste, por el accidente, lo dejó sin empleo; además es perseguido por la policía tras la denuncia de su ex mujer porque no aporta dinero para mantener al hijo de ambos; el Gato tiene seis meses sin trabajo; Adolfo es un ex bailarín que perdió su empleo y no se atreve a decírselo a su esposa, quien es una consumista nata y sufre por la falta de dinero. Y a esta empresa se les une un ex policía y “Moncho”, un fracasado boxeador amateur.
La argumentación de este O todos... ¡O ninguno! recurre a una situación cómica para proponerle a los espectadores una reflexión sobre un problema cotidiano, no sólo venezolano, sino mundial, como es el desempleo y la profunda crisis que eso desencadena en las familias y en el país entero. Es importante destacar en este montaje la exaltación de la solidaridad y la unidad como único medio posible de enfrentar los problemas e intentar resolverlos, desde la plausible óptica humanista de Grunn. También es notable el existencialista monólogo del desempleado “Moncho”, un boxeador fracasado sin haber peleado, el cual es caracterizado por Marco Alcalá, el mismo que lo hizo hace tres años.
Aníbal Grunn montó este espectáculo con las actuaciones de Gustavo Camacho, César Bencid, Marco Alcalá, Pedro Pablo Porras, Pedro Hidalgo y Erick Ronso. Apoyado además por el escenógrafo Héctor Becerra y el coreógrafo Gustavo Gámez. El público, como siempre, dirá la última palabra sobre este trabajo cuya argumentación llega en el momento indicado.
Con dignidad y humor
Aníbal Grunn, sin pretender erigirse en filósofo, el autor y director de O todos ... ¡O ninguno! le dice al público de su espectáculo, que él cada vez está más convencido de que todos los seres humanos tenemos los mismos problemas. “Aquí, en China, Turquía o en Tuxtla de Guerrero, un pueblo perdido al sur de México. Y es así, todos nos hemos sentidos solos, desamparados, con hambre y desnudos alguna vez. Como también creo que desde que el hombre existe, ha recurrido a la solidaridad para poder subsistir, para poder vivir. El hombre solo no es nadie, es solamente eso: un hombre solo. Pero cuando se une con otros, cuando se junta y lucha brazo a brazo, codo a codo, le salen muy bien las cosas”. Reitera que su espectáculo es un trabajo artístico, netamente nacional, centrado en la solidaridad, “en el compromiso y en la urgente necesidad de luchar por la vida misma”. Advierte que los que no huyen al exterior, los que aquí se quedan sí deben unirse para salir adelante, ya que los que huyeron cuando vean lo que hemos podido hacer, volverán, y si no es así, es que no hacían falta. Enfatiza que su montaje no es una obra contra nadie en especial, pero sí está a favor de todos, especialmente de aquellos que creen de verdad en el esfuerzo común. Y él reconoce que gracias al equipo de actores, técnicos y los indispensables mecenas, habría sido imposible llegar a subir el telón para mostrar el drama de seis venezolanos que se las ingenian para comer y no perder jamás la dignidad ni el humor.
O todos... ¡O ninguno! debutó en la Sala Doris Wells de la Casa del Artista durante la temporada del 2003, pero ahora, como lo admite Grunn, ha sufrido un severo ajuste en el texto, en la puesta y hasta tiene un nuevo elenco, donde sólo participan dos de los actores que intervinieron en el primer montaje.
Este A full pompis es una “creación argumental” totalmente de Grunn, la cual sin embargo, tiene inevitables referencias al cuento y la obra Ladies Night, de los australianos Anthony McCarten y Stephen Sinclair, llevada después al cine por el guionista Simón Beaufoy y el director Peter Cattaneo con el título The Full Monty (Todo o nada), y cuya versión escénica fue otro acontecimiento de público en Nueva York gracias al libreto de Terrence McNally y la música de David Yazbek. ¡No hay nada nuevo bajo el sol... y menos en el mundo del teatro, que es la vida misma!
Grunn tomó la misma “idea dramática” que antes utilizaron McCarten y Sinclair, y que después bordaron Beaufoy y McNally - seis hombres desempleados que, al no encontrar trabajo, deciden un día convertirse en strippers para conseguir dinero, temporalmente, con un show de striptease para damas-, y elaboró su obra, totalmente venezolana, por sus personajes, sus conflictos y su entorno, además del léxico.
Esto que ha realizado Grunn, montarse en la misma “idea dramática”, no es un “crimen” ni es tampoco una novedad en las artes escénicas, para no hablar de la literatura y otras especialidades....¡ y mucho menos en Venezuela... donde el plagio es cosa común y corriente! Pero Aníbal Enrique García Belardinelli está muy lejos de esa torpeza.
La argumentación de O todos... ¡O ninguno! plasma en el escenario a un grupo de amigos sin trabajo, que han instalado, en el garaje de la casa de uno de ellos, una agencia para conseguir empleos. Por un hecho fortuito se dedican a crear y producir un espectáculo de strippers] para mejorar sus ingresos y así sortear los problemas que a cada uno le ha acarreado el desempleo o las vacaciones obligadas y sin remuneración. Durante el proceso de ensayos del improvisado espectáculo, se degustan las confesiones íntimas: de un padre que no sabe cómo enfrentar a su pequeño hijo de siete años ni cómo mantenerlo; de un ex bailarín que se enfrenta a la realidad de verse quebrado económicamente y asumirlo frente a su esposa; de un divertido “gordito” con gustos sexuales distintos a los otros: es homosexual y no lo disfraza, y además cuida a su madre artrítica y anciana; de un joven que lleva más de seis meses que no ve un mísero centavo y es mantenido por su esposa con la venta de almuerzos a los buhoneros; de un patético boxeador fracasado y solo; y de un policía amargado por su oficio y porque no quiere meter presos a los choros o los malandros o los delincuentes de poca monta.
Después de muchas peripecias y de los teatrales arrepentimientos, los seis montan el show, llegando hasta el desnudo total, y lo presentan para las mujeres, y también para los hombres de la popular zona caraqueña donde viven: El Cementerio.
Esta puesta en escena comienza cuando Freddy, en su precaria oficina de empleos, reúnen a los personajes de este show que le dará un vuelco a sus vidas: Jhorman, técnico superior, que a raíz de la crisis se vio obligado a manejar un taxi, el cual hace poco chocó y el dueño de éste, por el accidente, lo dejó sin empleo; además es perseguido por la policía tras la denuncia de su ex mujer porque no aporta dinero para mantener al hijo de ambos; el Gato tiene seis meses sin trabajo; Adolfo es un ex bailarín que perdió su empleo y no se atreve a decírselo a su esposa, quien es una consumista nata y sufre por la falta de dinero. Y a esta empresa se les une un ex policía y “Moncho”, un fracasado boxeador amateur.
La argumentación de este O todos... ¡O ninguno! recurre a una situación cómica para proponerle a los espectadores una reflexión sobre un problema cotidiano, no sólo venezolano, sino mundial, como es el desempleo y la profunda crisis que eso desencadena en las familias y en el país entero. Es importante destacar en este montaje la exaltación de la solidaridad y la unidad como único medio posible de enfrentar los problemas e intentar resolverlos, desde la plausible óptica humanista de Grunn. También es notable el existencialista monólogo del desempleado “Moncho”, un boxeador fracasado sin haber peleado, el cual es caracterizado por Marco Alcalá, el mismo que lo hizo hace tres años.
Aníbal Grunn montó este espectáculo con las actuaciones de Gustavo Camacho, César Bencid, Marco Alcalá, Pedro Pablo Porras, Pedro Hidalgo y Erick Ronso. Apoyado además por el escenógrafo Héctor Becerra y el coreógrafo Gustavo Gámez. El público, como siempre, dirá la última palabra sobre este trabajo cuya argumentación llega en el momento indicado.
Con dignidad y humor
Aníbal Grunn, sin pretender erigirse en filósofo, el autor y director de O todos ... ¡O ninguno! le dice al público de su espectáculo, que él cada vez está más convencido de que todos los seres humanos tenemos los mismos problemas. “Aquí, en China, Turquía o en Tuxtla de Guerrero, un pueblo perdido al sur de México. Y es así, todos nos hemos sentidos solos, desamparados, con hambre y desnudos alguna vez. Como también creo que desde que el hombre existe, ha recurrido a la solidaridad para poder subsistir, para poder vivir. El hombre solo no es nadie, es solamente eso: un hombre solo. Pero cuando se une con otros, cuando se junta y lucha brazo a brazo, codo a codo, le salen muy bien las cosas”. Reitera que su espectáculo es un trabajo artístico, netamente nacional, centrado en la solidaridad, “en el compromiso y en la urgente necesidad de luchar por la vida misma”. Advierte que los que no huyen al exterior, los que aquí se quedan sí deben unirse para salir adelante, ya que los que huyeron cuando vean lo que hemos podido hacer, volverán, y si no es así, es que no hacían falta. Enfatiza que su montaje no es una obra contra nadie en especial, pero sí está a favor de todos, especialmente de aquellos que creen de verdad en el esfuerzo común. Y él reconoce que gracias al equipo de actores, técnicos y los indispensables mecenas, habría sido imposible llegar a subir el telón para mostrar el drama de seis venezolanos que se las ingenian para comer y no perder jamás la dignidad ni el humor.
jueves, marzo 09, 2006
Otro Santanazo
¿Cuáles son las mejores piezas teatrales de Rodolfo Santana? ¿Las escritas en aquellos 70, 80 y 90 del siglo XX o las pergeñadas en los últimos años? Difícil respuesta para darla ahora, porque muchas de esas piezas envejecieron y el contexto sociopolítico venezolano ha cambiado bastante. Pero lo que si es cierto es que su obra Gracias José Gregorio Hernández y Virgen de Coromoto por los favores recibidos, escrita en 1975 y estrenada cuatro años después en el caraqueño teatro de la esquina de Cipreses durante el IV Festival Nacional de Teatro, mantiene una asombrosa vigencia, precisamente después de haberla visto en la plazoleta de la Casa del Artista, en una versión, muy actualizada, que le hizo Miguel Torrence, quien la rebautizó como Gracias por los favores recibidos.
Esta producción, dirigida por el mismo Torrence, traída desde Valencia, donde se logró la unión o la suma de esfuerzos de la Compañía Regional de Teatro de Carabobo y el Centro José Ignacio Cabrujas, permitió, una vez más, que nos estremeciéramos ante la precisión dramatúrgica de Rodolfo Santana (Caracas, 25 de octubre de 1944.
Ahí, está plasmado un pueblo que por reclamar el derecho a no morir envenenado por una fábrica de cemento, es sometido a la más bárbara represión, física y psicológica, hasta que es atacado alguien que tomó la iniciativa de luchar por el derecho de todos a la vida. Esa es la historia de Juana, una luchadora incondicional por los derechos humanos, que ha sido gravemente afectada en su salud por los represores, y a quien sus compañeros la invitan a solicitar los favores celestiales de los santos para recuperarse. Ella así lo hace y ahí es cuando el Siervo de Dios José Gregorio Hernández se le aparece y la opera para salvarla, al tiempo que la Virgen de Coromoto decide darle poderes mágicos para que ella pueda ayudar a sus compañeros. A partir de este momento, Juana resiste a la represión y acepta incluso que la torturen para demostrar que los santos sí la acompañan. Viene un combate singular: Juana y su gente logran cerrar la fábrica que los envenena y todo el pueblo, que es uno solo, obtiene así una victoria, la primera de una serie que vendrá.
Los espectadores, al borde del delirio esa noche, estamos seguros invocaron al Siervo de Dios y la Virgen de Coromoto para que les hiciera un milagrito, ya que la sociedad venezolana dice o hace públicamente una cosa, pero en sus momentos de intimidad reza sus oraciones y pide ayuda a Dios, al Creador Supremo, a ese Ser que ahora la ciencia trata de descubrir.
Santana es uno de los pocos autores criollos que ha logrado combinar, con inteligencia y mucho humor, la más cruda realidad venezolana con las creencias mágico-religiosas del pueblo sin distingos de razas y niveles económicos y políticos. Tiene en esta pieza, que Torrence ha intervenido para lograr mayor violencia en la argumentación, uno de sus mayores aciertos. Él nos declaró para nuestro libro Cómo es Rodolfo Santana (1995), que “durante 12 años se olvido de Dios y, afortunadamente, Dios de mi. Estaba totalmente ‘marxistalizado’. Manejaba la imaginación de acuerdo al latido del mundo y por fortuna siempre fallé. Jamás logré entrar en el realismo socialista. La farra, Gracias José Gregorio Hernández y Virgen de Coromoto por los favores recibidos y otras obras más fueron escritas con Dios allende las fronteras y tratando de describir el mundo de manera coherente y nunca pude... Durante esa etapa entendí que una obra de arte posee sus propias leyes y que el ser humano puede ser un animal y lo demuestra cada día, pero también momento a momento respira estética y quiere ser bueno. Siempre seremos así”.
El espectáculo logrado por Torrence y su gente no tenía desperdicio. Sus actores, encabezados por la Juana (Maritza Mendoza) crearon la atmósfera pintoresca de un comunidad en rebeldía contra el tiránico poder y al mismo tiempo invocaba al Ser Supremo o a sus santos.
Lo mostrado revela que Miguel Torrence y su gente viven el mejor momento de su etapa creativa y que por eso tienen más proyectos destinados a mostrar un teatro más social y comprometido con los tiempos que se viven. Tienen proyectado regresar a Caracas, siempre y cuando la Casa del Artista (Carlos Silva) los invite y los caraqueños los acompañe.
Esta producción, dirigida por el mismo Torrence, traída desde Valencia, donde se logró la unión o la suma de esfuerzos de la Compañía Regional de Teatro de Carabobo y el Centro José Ignacio Cabrujas, permitió, una vez más, que nos estremeciéramos ante la precisión dramatúrgica de Rodolfo Santana (Caracas, 25 de octubre de 1944.
Ahí, está plasmado un pueblo que por reclamar el derecho a no morir envenenado por una fábrica de cemento, es sometido a la más bárbara represión, física y psicológica, hasta que es atacado alguien que tomó la iniciativa de luchar por el derecho de todos a la vida. Esa es la historia de Juana, una luchadora incondicional por los derechos humanos, que ha sido gravemente afectada en su salud por los represores, y a quien sus compañeros la invitan a solicitar los favores celestiales de los santos para recuperarse. Ella así lo hace y ahí es cuando el Siervo de Dios José Gregorio Hernández se le aparece y la opera para salvarla, al tiempo que la Virgen de Coromoto decide darle poderes mágicos para que ella pueda ayudar a sus compañeros. A partir de este momento, Juana resiste a la represión y acepta incluso que la torturen para demostrar que los santos sí la acompañan. Viene un combate singular: Juana y su gente logran cerrar la fábrica que los envenena y todo el pueblo, que es uno solo, obtiene así una victoria, la primera de una serie que vendrá.
Los espectadores, al borde del delirio esa noche, estamos seguros invocaron al Siervo de Dios y la Virgen de Coromoto para que les hiciera un milagrito, ya que la sociedad venezolana dice o hace públicamente una cosa, pero en sus momentos de intimidad reza sus oraciones y pide ayuda a Dios, al Creador Supremo, a ese Ser que ahora la ciencia trata de descubrir.
Santana es uno de los pocos autores criollos que ha logrado combinar, con inteligencia y mucho humor, la más cruda realidad venezolana con las creencias mágico-religiosas del pueblo sin distingos de razas y niveles económicos y políticos. Tiene en esta pieza, que Torrence ha intervenido para lograr mayor violencia en la argumentación, uno de sus mayores aciertos. Él nos declaró para nuestro libro Cómo es Rodolfo Santana (1995), que “durante 12 años se olvido de Dios y, afortunadamente, Dios de mi. Estaba totalmente ‘marxistalizado’. Manejaba la imaginación de acuerdo al latido del mundo y por fortuna siempre fallé. Jamás logré entrar en el realismo socialista. La farra, Gracias José Gregorio Hernández y Virgen de Coromoto por los favores recibidos y otras obras más fueron escritas con Dios allende las fronteras y tratando de describir el mundo de manera coherente y nunca pude... Durante esa etapa entendí que una obra de arte posee sus propias leyes y que el ser humano puede ser un animal y lo demuestra cada día, pero también momento a momento respira estética y quiere ser bueno. Siempre seremos así”.
El espectáculo logrado por Torrence y su gente no tenía desperdicio. Sus actores, encabezados por la Juana (Maritza Mendoza) crearon la atmósfera pintoresca de un comunidad en rebeldía contra el tiránico poder y al mismo tiempo invocaba al Ser Supremo o a sus santos.
Lo mostrado revela que Miguel Torrence y su gente viven el mejor momento de su etapa creativa y que por eso tienen más proyectos destinados a mostrar un teatro más social y comprometido con los tiempos que se viven. Tienen proyectado regresar a Caracas, siempre y cuando la Casa del Artista (Carlos Silva) los invite y los caraqueños los acompañe.
miércoles, marzo 08, 2006
La refundación de la CNT
La Compañía Nacional de Teatro (CNT) no ha desaparecido ni anda de parranda. Esta siendo sometida a un agudo proceso de refundación para que pueda producir y exhibir espectáculos destinados a todos los venezolanos. Así lo reconoció el ministro de la Cultura, Francisco de Asís "Farruco” Sesto Novás, quien además recordó que la CNT, fundada en 1984 por el presidente de la República Jaime Lusinchi, y puesta en marcha al año siguiente bajo la égida del dramaturgo Isaac Chocrón, está ahora en avanzado proceso de refundación, para que así se pueda ajustar a la nueva institucionalidad cultural.
“Farruco” Sesto, a una pregunta concreta sobre la poca presencia de la CNT en Caracas, durante los tres últimos trimestres del años 2005 y en lo que va del 2006, puntualizó que “la CNT en años anteriores, sin entrar a considerar la calidad y la cantidad de los espectáculos que realizaban, era fundamentalmente una agrupación teatral más de Caracas, un grupo más como hay tantos pertenecientes al sector privado, y no tenía mayor presencia en el resto del país. No era, pues, en la práctica una Compañía Nacional de Teatro para toda Venezuela y es por eso que desde el año pasado está al frente de ella el teatrero Eduardo Gil, quien ha realizado desde abril del 2005 pasado una apretada agenda para darle a la Compañía una verdadera estructura y un programa de acción correspondiente a un ente verdaderamente nacional. Eso lleva tiempo y es un asunto delicado”.
Afirmó que no ha sido fácil refundar a la vieja CNT, porque también estaban en marcha una serie de procesos internos del mismo Ministerio de la Cultura, entre los cuales figuraba la creación del Instituto de Artes Escénicas y Musicales, ente rector que de ahora en adelante tendrá adscrita la Compañía, y el cual, bajo la presidencia de Silvia Díaz Alvarado, se encargará de una serie de actividades que antes recaían sobre los hombros de la CNT.
Explicó el ministro de la Cultura que la CNT en su actual proceso de refundación, que adelanta el director Gil, “ha venido transformando sus funciones y su estructura para adecuarse a la nueva misión del cambio institucional, la cual terminará por beneficiar a todos los ciudadanos y ciudadanas que residen en el país. Es por eso que desde mayo a diciembre del 2005, la nueva CNT presentó un total de 107 funciones en 15 estados del país, las cuales beneficiaron a 19.056 espectadores, ubicados en Apure, el Delta y otras regiones. También se realizaron 47 talleres donde participaron 1.369 estudiantes, quienes fortalecerán el sector de las artes escénicas de esas zonas”.
Gerardo Piñeiro, actual director de la secretaría de Teatro y Circo del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (Iaem), contó que la CNT, bajo la égida de Eduardo Gil, realizó tres producciones y una coproducción. Fue así que se exhibieron: Canto rodado, versión y dirección de Costa Palamides; Una de Alí, versión y adaptación de Rafael Nieves, y El canoero del Caipe, de Daniel Suárez Hermoso, además de La sangre, de Sergei Belbel, puesta en escena por Armando Holzer para la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa.
Puntualizó Piñeiro que la CNT en Caracas, también durante el año pasado adelantó el programa “La Compañía Barrio Adentro”, el cual se dedicó a llevar espectáculos a diversas comunidades populares caraqueñas, lo cual le permitió hacer 47 funciones y beneficiar así a unos 1.400 venezolanos y venezolanas.
Toda esta actividad realizada durante los tres últimos trimestres del 2005, “incrementó el impacto social de las actividades de la Compañía Nacional de Teatro en un 64%, en comparación de las actividades realizadas por al anterior CNT durante el lapso del 2004”.
Sobre lo que está haciendo la CNT en lo que ha transcurrido del año 2006, Farruco Sesto y Gerardo Piñeiro prometieron a los periodistas que próximamente invitarán al director de la propia organización, Eduardo Gil, para que sea él mismo quien explique todos los procedimientos que actualmente realiza la institución puesta a su cargo.
Sin embargo, y mientras tanto, informaron que sí se adelanta un proceso de refundación institucional, como es la elaboración de sendos manuales de organización y de registros de cargos, los cuales permitirán a los nuevos directores, actores, autores y técnicos formar parte de la nueva Compañía Nacional de Teatro, la cual se dedicará a producir teatro clásico, obras venezolanas y foráneas, textos del mejor teatro contemporáneo y, por supuesto, el teatro popular criollo.
“Sí se buscará que dentro de esos espectáculos haya una teatralidad venezolana, que marque una diferenciación en lo que los espectadores venezolanos van a poder ver", puntualizó “Farruco” Sesto, quien además anunció que pronto se reunirá con la prensa para anunciar la creación de las respectivas Compañías Nacionales de Danza y de Música.
“Farruco” Sesto, a una pregunta concreta sobre la poca presencia de la CNT en Caracas, durante los tres últimos trimestres del años 2005 y en lo que va del 2006, puntualizó que “la CNT en años anteriores, sin entrar a considerar la calidad y la cantidad de los espectáculos que realizaban, era fundamentalmente una agrupación teatral más de Caracas, un grupo más como hay tantos pertenecientes al sector privado, y no tenía mayor presencia en el resto del país. No era, pues, en la práctica una Compañía Nacional de Teatro para toda Venezuela y es por eso que desde el año pasado está al frente de ella el teatrero Eduardo Gil, quien ha realizado desde abril del 2005 pasado una apretada agenda para darle a la Compañía una verdadera estructura y un programa de acción correspondiente a un ente verdaderamente nacional. Eso lleva tiempo y es un asunto delicado”.
Afirmó que no ha sido fácil refundar a la vieja CNT, porque también estaban en marcha una serie de procesos internos del mismo Ministerio de la Cultura, entre los cuales figuraba la creación del Instituto de Artes Escénicas y Musicales, ente rector que de ahora en adelante tendrá adscrita la Compañía, y el cual, bajo la presidencia de Silvia Díaz Alvarado, se encargará de una serie de actividades que antes recaían sobre los hombros de la CNT.
Explicó el ministro de la Cultura que la CNT en su actual proceso de refundación, que adelanta el director Gil, “ha venido transformando sus funciones y su estructura para adecuarse a la nueva misión del cambio institucional, la cual terminará por beneficiar a todos los ciudadanos y ciudadanas que residen en el país. Es por eso que desde mayo a diciembre del 2005, la nueva CNT presentó un total de 107 funciones en 15 estados del país, las cuales beneficiaron a 19.056 espectadores, ubicados en Apure, el Delta y otras regiones. También se realizaron 47 talleres donde participaron 1.369 estudiantes, quienes fortalecerán el sector de las artes escénicas de esas zonas”.
Gerardo Piñeiro, actual director de la secretaría de Teatro y Circo del Instituto de Artes Escénicas y Musicales (Iaem), contó que la CNT, bajo la égida de Eduardo Gil, realizó tres producciones y una coproducción. Fue así que se exhibieron: Canto rodado, versión y dirección de Costa Palamides; Una de Alí, versión y adaptación de Rafael Nieves, y El canoero del Caipe, de Daniel Suárez Hermoso, además de La sangre, de Sergei Belbel, puesta en escena por Armando Holzer para la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa.
Puntualizó Piñeiro que la CNT en Caracas, también durante el año pasado adelantó el programa “La Compañía Barrio Adentro”, el cual se dedicó a llevar espectáculos a diversas comunidades populares caraqueñas, lo cual le permitió hacer 47 funciones y beneficiar así a unos 1.400 venezolanos y venezolanas.
Toda esta actividad realizada durante los tres últimos trimestres del 2005, “incrementó el impacto social de las actividades de la Compañía Nacional de Teatro en un 64%, en comparación de las actividades realizadas por al anterior CNT durante el lapso del 2004”.
Sobre lo que está haciendo la CNT en lo que ha transcurrido del año 2006, Farruco Sesto y Gerardo Piñeiro prometieron a los periodistas que próximamente invitarán al director de la propia organización, Eduardo Gil, para que sea él mismo quien explique todos los procedimientos que actualmente realiza la institución puesta a su cargo.
Sin embargo, y mientras tanto, informaron que sí se adelanta un proceso de refundación institucional, como es la elaboración de sendos manuales de organización y de registros de cargos, los cuales permitirán a los nuevos directores, actores, autores y técnicos formar parte de la nueva Compañía Nacional de Teatro, la cual se dedicará a producir teatro clásico, obras venezolanas y foráneas, textos del mejor teatro contemporáneo y, por supuesto, el teatro popular criollo.
“Sí se buscará que dentro de esos espectáculos haya una teatralidad venezolana, que marque una diferenciación en lo que los espectadores venezolanos van a poder ver", puntualizó “Farruco” Sesto, quien además anunció que pronto se reunirá con la prensa para anunciar la creación de las respectivas Compañías Nacionales de Danza y de Música.
viernes, marzo 03, 2006
Kaufman, el otro rey Midas del teatro
El hijo pródigo regresa por unos días a casa. A casi 20 años de haberse ido a estudiar y hacer su carrera teatral en Nueva York, Moisés Kaufman (Caracas, 21 de noviembre de 1963) llega el 28 de marzo para estar presente en la inauguración del XVI Festival Internacional de Teatro de Caracas 2006 y además presentar uno de sus espectáculos más premiados, I Am My Own Wife, de Doug Wrigh, el cual mereció sendos premios Tony, como mejor obra y mejor actor, durante la temporada del 2004.
Hoy por hoy, uno de los más prestigiosos directores de teatro en Nueva York es este caraqueño Moisés Kaufman, quien se marchó en 1987 y diez años después ya era catalogado, por el influyente periódico The New York Times, como “uno de los 10 personajes que habían logrado transformar el ámbito cultural de Estados Unidos de América, en aquel año 1997”. Desde entonces, él es la versión positiva y humanista del rey Midas del teatro: todo lo que toca o hace en los escenarios o para la pantalla chica es éxito de taquilla, algo sumamente importante en el norte, y para la crítica mucho más. Lleva diez años haciendo, triunfando y no ha parado. No se ha envanecido con la fama y se comporta como cuando empezó: gentil y abierto al diálogo con los periodistas. Más de 300 mil sites en los buscadores yahoo y google indican que es un trabajador incansable y de calidad. Y ahora es cuando está subiendo.
Este calificado creador del teatro estadounidense, hijo de judíos sobrevivientes del Holocausto, tras cursar Administración de Empresas en la Universidad Metropolitana, al tiempo que hacía sus primeras armas teatrales, bajo la égida de Fernando Yvoski en el grupo Tespis, ingresó a la New York University y se dedicó de lleno a un postgrado en el ala experimental de las artes escénicas. Le aconsejaron que creara una agrupación para poder experimentar y así materializar sus ideas y responderse sus preguntas. Así lo hizo y en 1992 ya había fundado, con otros artistas, al grupo Tectonic Theater Project con el cual comenzó a lidiar.
Hacia 1995, Kaufman asumió el reto de la escritura teatral, producto de sus lecturas, y lo demostró en la escena con Gross Indecency: The Tree Trials of Oscar Wilde. Eso fue un tiro al piso: más de 600 funciones en Nueva York y, por si fuera poco, le correspondió dirigir otros montajes en Los Ángeles, San Francisco, Toronto, París, Estocolmo, Budapest, México, Franfurt y Londres; además autorizó 40 puestas en escena en varias ciudades estadounidenses. Eso fue lo que provocó la reacción consagratoria del principal periódico de Estados Unidos, tras reconocer que era la pieza más representada en la temporada.
El segundo éxito de Kaufman llegó en 2001. Tomó el escabroso asesinato de un joven gay en Laramie, lo investigó, con técnicas periodísticas y montó The Laramie Project. Otro cañonazo teatral que se ha seguido exhibiendo en todo el país. La revista Time la consideró entre las 10 mejores obras del año y el guión obtuvo el American Library Associations Glbt Literature Award. La cadena de televisión HBO compró los derechos y se hizo una severa producción, dirigida por Kaufman, que ya se ha distribuido en todo el planeta.
Y lo más reciente es el triunfo de I Am My Own Wife de Doug Wright, estrenada en mayo de 2002, que al llegar a Broadway al año siguiente conquistó sendos premios Tony: para el autor y el actor Jefferson Mays. Kaufman estaba nominado como mejor director.
Kaufman ha revelado que se siente satisfecho por lo logrado en casi dos décadas en Nueva York. “Siempre se comienza con mucha fe en el trabajo y especialmente en las artes narrativas, la base del teatro mismo. Es la importancia de contar cuentos, de reanimar la historia, de tratar de comprendernos y de comprender a los demás. Y cuando el trabajo trasciende y logra llegar al público, es muy emocionante. Es una de las pocas veces cuando uno se siente parte de la humanidad. Me parece que a eso aspiramos todos. Ya sea que tengamos a un espectador en la platea o a un millar”.
Confiesa que le es dificil hablar de “claves” o “secretos” para el oficio teatral, para él hay siempre dos nortes. “El primero es seguir indagando: ¿Qué es el teatro? ¿Cómo contamos cuentos en el escenario? ¿Cuál es la magia del arte escénico y qué cuentos se benefician de ser contados en un escenario? Estas preguntas llevan a un cuestionamiento formal: ¿Cómo logramos que el teatro, en un mundo en las manos del cine y la televisión, siga manteniendo un diálogo con el público? Creo que mucho del trabajo tiene resonancia porque sigue un riguroso planteamiento estético. Y la segunda razón es que los temas que trato de abarcar deben ser temas que nos permitan dialogar con un público de hoy. Necesito que el material al cual nos dedicamos sea válido en nuestro momento histórico. Esas dos anclas han sido la fundación de nuestro trabajo”.
Victoriosa trilogía gay
¿Habría podido Moisés Kaufman hacer en Caracas esa espectacular carrera teatral que ahora adelanta en Estados Unidos? Difícilmente, porque “los actos culturales y artísticos, no son inocentes”. Todos ellos tienen un contexto histórico, social y político que los enmarca. En Venezuela hay que hacer múltiples colas para lograr un subsidio y además luchar para que los dueños o administradores de las salas permitan una temporada de 24 funciones como máximo, y ,por si fuera poco, hay que perseguir al público,ya que este quiere un teatro para hacer la digestión y rechaza todo aquello que lo confronte o le genera preguntas.¿Habrían gustado tres piezas sobre la homosexualidad y sus críticas feroces a la intolerancia y a la persecución social contra los que eligieron sus conductas sexuales? ¡No!, jamás, aquí lo que gustan son las “locas” y nunca un gay encerrado y sufriendo en su closet, por aquello de los espejos... aunque los tiempos han ido cambiando. La trilogía de obras exitosas de Kaufman tienen como protagonistas a homosexuales de diferentes épocas y periplos: el irlandés Oscar Wilde y su tragedia personal por la severa justicia británica del siglo XIX, que le arruinó su carrera profesional y lo mató antes de tiempo. Matheus Shepard, de 21 años, en los años 90 y en Estados Unidos, fue torturado y crucificado por su homosexualidad al caer en manos de dos homofóbicos en Laramie.Y el caso del travesti alemán Charlotter von Mahlsdorf (Lothar Berfelde 1928-2002), fantástico personaje que logró imponer su estilo de vida al régimen nazi y después a la dictadura comunista. Sobre esta “dama”, el dramaturgo Doug Wright y Kaufman hicieron un pieza,I Am My Own Wife, que ahora será vista en Caracas. Moisés Kaufman hizo pues lo correcto. Ahora reina en Estados Unidos y aquí lo miran con asombro. ¿Pero como él hay otros criollos que aún luchan allende las fronteras por llegar muy lejos... y triunfar? Sí y de ellos se sabrá.
Hoy por hoy, uno de los más prestigiosos directores de teatro en Nueva York es este caraqueño Moisés Kaufman, quien se marchó en 1987 y diez años después ya era catalogado, por el influyente periódico The New York Times, como “uno de los 10 personajes que habían logrado transformar el ámbito cultural de Estados Unidos de América, en aquel año 1997”. Desde entonces, él es la versión positiva y humanista del rey Midas del teatro: todo lo que toca o hace en los escenarios o para la pantalla chica es éxito de taquilla, algo sumamente importante en el norte, y para la crítica mucho más. Lleva diez años haciendo, triunfando y no ha parado. No se ha envanecido con la fama y se comporta como cuando empezó: gentil y abierto al diálogo con los periodistas. Más de 300 mil sites en los buscadores yahoo y google indican que es un trabajador incansable y de calidad. Y ahora es cuando está subiendo.
Este calificado creador del teatro estadounidense, hijo de judíos sobrevivientes del Holocausto, tras cursar Administración de Empresas en la Universidad Metropolitana, al tiempo que hacía sus primeras armas teatrales, bajo la égida de Fernando Yvoski en el grupo Tespis, ingresó a la New York University y se dedicó de lleno a un postgrado en el ala experimental de las artes escénicas. Le aconsejaron que creara una agrupación para poder experimentar y así materializar sus ideas y responderse sus preguntas. Así lo hizo y en 1992 ya había fundado, con otros artistas, al grupo Tectonic Theater Project con el cual comenzó a lidiar.
Hacia 1995, Kaufman asumió el reto de la escritura teatral, producto de sus lecturas, y lo demostró en la escena con Gross Indecency: The Tree Trials of Oscar Wilde. Eso fue un tiro al piso: más de 600 funciones en Nueva York y, por si fuera poco, le correspondió dirigir otros montajes en Los Ángeles, San Francisco, Toronto, París, Estocolmo, Budapest, México, Franfurt y Londres; además autorizó 40 puestas en escena en varias ciudades estadounidenses. Eso fue lo que provocó la reacción consagratoria del principal periódico de Estados Unidos, tras reconocer que era la pieza más representada en la temporada.
El segundo éxito de Kaufman llegó en 2001. Tomó el escabroso asesinato de un joven gay en Laramie, lo investigó, con técnicas periodísticas y montó The Laramie Project. Otro cañonazo teatral que se ha seguido exhibiendo en todo el país. La revista Time la consideró entre las 10 mejores obras del año y el guión obtuvo el American Library Associations Glbt Literature Award. La cadena de televisión HBO compró los derechos y se hizo una severa producción, dirigida por Kaufman, que ya se ha distribuido en todo el planeta.
Y lo más reciente es el triunfo de I Am My Own Wife de Doug Wright, estrenada en mayo de 2002, que al llegar a Broadway al año siguiente conquistó sendos premios Tony: para el autor y el actor Jefferson Mays. Kaufman estaba nominado como mejor director.
Kaufman ha revelado que se siente satisfecho por lo logrado en casi dos décadas en Nueva York. “Siempre se comienza con mucha fe en el trabajo y especialmente en las artes narrativas, la base del teatro mismo. Es la importancia de contar cuentos, de reanimar la historia, de tratar de comprendernos y de comprender a los demás. Y cuando el trabajo trasciende y logra llegar al público, es muy emocionante. Es una de las pocas veces cuando uno se siente parte de la humanidad. Me parece que a eso aspiramos todos. Ya sea que tengamos a un espectador en la platea o a un millar”.
Confiesa que le es dificil hablar de “claves” o “secretos” para el oficio teatral, para él hay siempre dos nortes. “El primero es seguir indagando: ¿Qué es el teatro? ¿Cómo contamos cuentos en el escenario? ¿Cuál es la magia del arte escénico y qué cuentos se benefician de ser contados en un escenario? Estas preguntas llevan a un cuestionamiento formal: ¿Cómo logramos que el teatro, en un mundo en las manos del cine y la televisión, siga manteniendo un diálogo con el público? Creo que mucho del trabajo tiene resonancia porque sigue un riguroso planteamiento estético. Y la segunda razón es que los temas que trato de abarcar deben ser temas que nos permitan dialogar con un público de hoy. Necesito que el material al cual nos dedicamos sea válido en nuestro momento histórico. Esas dos anclas han sido la fundación de nuestro trabajo”.
Victoriosa trilogía gay
¿Habría podido Moisés Kaufman hacer en Caracas esa espectacular carrera teatral que ahora adelanta en Estados Unidos? Difícilmente, porque “los actos culturales y artísticos, no son inocentes”. Todos ellos tienen un contexto histórico, social y político que los enmarca. En Venezuela hay que hacer múltiples colas para lograr un subsidio y además luchar para que los dueños o administradores de las salas permitan una temporada de 24 funciones como máximo, y ,por si fuera poco, hay que perseguir al público,ya que este quiere un teatro para hacer la digestión y rechaza todo aquello que lo confronte o le genera preguntas.¿Habrían gustado tres piezas sobre la homosexualidad y sus críticas feroces a la intolerancia y a la persecución social contra los que eligieron sus conductas sexuales? ¡No!, jamás, aquí lo que gustan son las “locas” y nunca un gay encerrado y sufriendo en su closet, por aquello de los espejos... aunque los tiempos han ido cambiando. La trilogía de obras exitosas de Kaufman tienen como protagonistas a homosexuales de diferentes épocas y periplos: el irlandés Oscar Wilde y su tragedia personal por la severa justicia británica del siglo XIX, que le arruinó su carrera profesional y lo mató antes de tiempo. Matheus Shepard, de 21 años, en los años 90 y en Estados Unidos, fue torturado y crucificado por su homosexualidad al caer en manos de dos homofóbicos en Laramie.Y el caso del travesti alemán Charlotter von Mahlsdorf (Lothar Berfelde 1928-2002), fantástico personaje que logró imponer su estilo de vida al régimen nazi y después a la dictadura comunista. Sobre esta “dama”, el dramaturgo Doug Wright y Kaufman hicieron un pieza,I Am My Own Wife, que ahora será vista en Caracas. Moisés Kaufman hizo pues lo correcto. Ahora reina en Estados Unidos y aquí lo miran con asombro. ¿Pero como él hay otros criollos que aún luchan allende las fronteras por llegar muy lejos... y triunfar? Sí y de ellos se sabrá.
jueves, marzo 02, 2006
Rajatabla 35
La muerte de Carlos Giménez el 28 de marzo de 1993 escindió en dos la historia del grupo teatral Rajatabla. La fundacional y su brillante ascenso, que arranca el 28 de febrero de 1971 con el montaje emblemático Tu país está feliz, versión del poemario de Antonio Miranda, y la otra que comenzó tras la desaparición del fundador y la cual es liderizada, desde entonces, por el actor y gerente Francisco Alfaro, integran por ahora su saga.
La primera etapa suma montajes verdaderamente históricos y por ende casi imposibles de superar, además de ser escuela de cómo se debe trabajar no sólo para el público venezolano sino del mundo, porque en esos primeros 22 años la institución fue el faro de las artes escénicas latinoamericanas y punto de referencia para el resto del teatro universal. Y enseñó la más positiva gerencia cultural artística posible en esta Tierra de Gracia.El segundo trecho ha sido complejo y convulso porque se ha mantenido dentro del vendaval de cambios sociopolíticos del país, los cuales terminaron por afectar no sólo los recursos financieros de Rajatabla, sino que generó un severo deterioro en su calidad artística, al no conseguirse o poderse contratar una selecta plantilla de directores artísticos o de escena para la realización de espectáculos cercanos a la tradición conocida, a pesar de los esfuerzos del gerente Alfaro. Eso ha lastrado a la institución y esta ya no tiene la preponderancia de las primeras dos décadas, aunque la última página de la crónica rajatablina no está escrita todavía ni tampoco está en la víspera de su hundimiento final.
Sin embargo, sería imposible ignorar la persistencia de Alfaro y de su gente para proseguir con dignidad en la lucha artística. Otros habrían cambiado de ramo o se habrían exiliado. Éstos, al menos, están haciendo todo lo posible porque la historia no fenezca sin aviso. Por supuesto que han acertado con algunos montajes, pero con otros se han equivocado, porque equivocarse es un "pecado" de la inteligencia, como enseña Dios y la ciencia , libro producido por el pensador venezolano Julio Chaparro Alfonzo y publicado por Monte Ávila, en el 2005.
Y otro equívoco, el más reciente, lo ha tenido este Rajatabla de la segunda etapa con la obra En un lugar de la Mancha , de Javier García Montero, dirigida por José Domínguez Bueno. Ahí se convoca a Miguel de Cervantes a una venta manchega en la que se encuentra con los rufianes Rinconete y Cortadillo y donde además conoce a un tal don Quijote, quien confundiendo a la posada con un castillo llega pidiendo ser armado caballero andante, aunque en ello se le fuese la vida, y donde conoce también al ventero (Sancho Panza), y a otros ilustres personajes que le inspirarían la más grande obra escrita en lengua castellana.
Sí, el autor, con gran audacia, mezcla fragmentos de la vida literaria y otros personajes de Cervantes, pero aquel "arroz con mango" no convence. No termina de cuajar. No se explica en la escena el para qué se hizo ese injerto. Ni se comprende por qué se mutila una obra de las dimensiones de El Quijote para hacer un show con ribetes de "pastillita" o de "resumen" al estilo de la revista Selecciones. Si se quería meterle mano a El Quijote, pues se hace una versión con todas las de la ley, pero mezclar los textos cervantinos y además amputarlos, no se comprende tal tarea. ¡Mucho riesgo y nada convence... salvo la dignidad del trabajo escénico!
La puesta en escena es bastante plausible al menos. Ya se le ve cierta madurez al director José Domínguez, aunque debe prohibirle a sus actores que griten en la forma como lo hacen, porque tapan la poesía y el humor de Cervantes. La torta teatral se habría puesto bien grande si el montaje no hubiese logrado esa dignidad profesional y esos preciosos 75 minutos que dura. Ahí trabajan, con convincente solvencia, especialmente Francisco Alfaro (Miguel de Cervantes) y Germán Mendieta (Don Quijote), apuntalados por José Sánchez (Sancho Panza), Gerardo Luongo, Yurahy Castro, Dora Farías, Rufino Dorta, Demis Gutiérrez y además Pedro Pineda tiene una participación especial. Todos ellos logran darles vida a los famosos personajes cervantinos. Ellos habrían podido hacer íntegra una versión de El Quijote y así Rajatabla habría retomado el ascenso. Por ahora no será.
Habrá que esperar los otros espectáculos anunciados en ocasión del 35 aniversario. ¡Se hace historia teatral con buenos montajes!
La primera etapa suma montajes verdaderamente históricos y por ende casi imposibles de superar, además de ser escuela de cómo se debe trabajar no sólo para el público venezolano sino del mundo, porque en esos primeros 22 años la institución fue el faro de las artes escénicas latinoamericanas y punto de referencia para el resto del teatro universal. Y enseñó la más positiva gerencia cultural artística posible en esta Tierra de Gracia.El segundo trecho ha sido complejo y convulso porque se ha mantenido dentro del vendaval de cambios sociopolíticos del país, los cuales terminaron por afectar no sólo los recursos financieros de Rajatabla, sino que generó un severo deterioro en su calidad artística, al no conseguirse o poderse contratar una selecta plantilla de directores artísticos o de escena para la realización de espectáculos cercanos a la tradición conocida, a pesar de los esfuerzos del gerente Alfaro. Eso ha lastrado a la institución y esta ya no tiene la preponderancia de las primeras dos décadas, aunque la última página de la crónica rajatablina no está escrita todavía ni tampoco está en la víspera de su hundimiento final.
Sin embargo, sería imposible ignorar la persistencia de Alfaro y de su gente para proseguir con dignidad en la lucha artística. Otros habrían cambiado de ramo o se habrían exiliado. Éstos, al menos, están haciendo todo lo posible porque la historia no fenezca sin aviso. Por supuesto que han acertado con algunos montajes, pero con otros se han equivocado, porque equivocarse es un "pecado" de la inteligencia, como enseña Dios y la ciencia , libro producido por el pensador venezolano Julio Chaparro Alfonzo y publicado por Monte Ávila, en el 2005.
Y otro equívoco, el más reciente, lo ha tenido este Rajatabla de la segunda etapa con la obra En un lugar de la Mancha , de Javier García Montero, dirigida por José Domínguez Bueno. Ahí se convoca a Miguel de Cervantes a una venta manchega en la que se encuentra con los rufianes Rinconete y Cortadillo y donde además conoce a un tal don Quijote, quien confundiendo a la posada con un castillo llega pidiendo ser armado caballero andante, aunque en ello se le fuese la vida, y donde conoce también al ventero (Sancho Panza), y a otros ilustres personajes que le inspirarían la más grande obra escrita en lengua castellana.
Sí, el autor, con gran audacia, mezcla fragmentos de la vida literaria y otros personajes de Cervantes, pero aquel "arroz con mango" no convence. No termina de cuajar. No se explica en la escena el para qué se hizo ese injerto. Ni se comprende por qué se mutila una obra de las dimensiones de El Quijote para hacer un show con ribetes de "pastillita" o de "resumen" al estilo de la revista Selecciones. Si se quería meterle mano a El Quijote, pues se hace una versión con todas las de la ley, pero mezclar los textos cervantinos y además amputarlos, no se comprende tal tarea. ¡Mucho riesgo y nada convence... salvo la dignidad del trabajo escénico!
La puesta en escena es bastante plausible al menos. Ya se le ve cierta madurez al director José Domínguez, aunque debe prohibirle a sus actores que griten en la forma como lo hacen, porque tapan la poesía y el humor de Cervantes. La torta teatral se habría puesto bien grande si el montaje no hubiese logrado esa dignidad profesional y esos preciosos 75 minutos que dura. Ahí trabajan, con convincente solvencia, especialmente Francisco Alfaro (Miguel de Cervantes) y Germán Mendieta (Don Quijote), apuntalados por José Sánchez (Sancho Panza), Gerardo Luongo, Yurahy Castro, Dora Farías, Rufino Dorta, Demis Gutiérrez y además Pedro Pineda tiene una participación especial. Todos ellos logran darles vida a los famosos personajes cervantinos. Ellos habrían podido hacer íntegra una versión de El Quijote y así Rajatabla habría retomado el ascenso. Por ahora no será.
Habrá que esperar los otros espectáculos anunciados en ocasión del 35 aniversario. ¡Se hace historia teatral con buenos montajes!
miércoles, marzo 01, 2006
Allende se inmola en Nueva York
“El pueblo no quiere violencia; no necesita la violencia. Soñamos con una sociedad distinta y queremos luchar por ella, sin ser imitadores. La revolución chilena la haremos con gusto a vino tinto y sabor de empanada de horno”.
Así se despidió de los chilenos su presidente Salvador Allende, aquel 11 de septiembre de 1973, hacia las dos de la tarde. Con esas palabras, él estaba certero en que su sacrificio no sería en vano y alertaba a su gente porque un fracaso podía ser transformado en una extraña victoria.
Eso y mucho más de lo que ocurrió en aquel inolvidable negro martes septembrino se podrá ver y sentir en el Theater for the New City, una histórica sala ubicada en la 1 Avenida y la calle 10, en el Lower East Side de Nueva York, a partir del 30 de marzo, cuando se estrene el monólogo Allende/La muerte de un presidente, del argentino Rodolfo Quebleen, actuado y dirigido por los colombianos Ramiro Sandoval y Germán Jaramillo, respectivamente.
Allende/La muerte de un presidente desarrolla durante las últimas horas de la vida de Salvador Allende, presidente de Chile, pero el tiempo cronológico de lo acaecido ese 11 de septiembre de 1973, en el Palacio La Moneda está roto, pues el autor Quebleen consideró necesario incluir situaciones acontecidas en distintas horas de la mañana de ese día. Su muerte se produjo alrededor de las dos de la tarde. Había llegado a La Moneda a las siete y treinta de la mañana. También se incluyen comentarios de Allende expresados en horas diversas durante esa fecha.
Quebleen (Rosario, Argentina, 1938) informa que Pablo Mayor es el compositor de la música del espectáculo cuyo diseño de producción (iluminación, escenografía y vestuario) es una tarea de Luis Cantillo. “Este es el mismo equipo de profesionales que acaba de hacer una versión teatral del poema Canto a mí mismo ,de Walt Whitman, el cual presentaron en diferentes sitios de Nueva York, como universidades, colegios, Instituto Cervantes, etcétera”.
Este montaje permanecerá durante tres semanas en el Theater for the New City, cuya dirección artística es de Crystal Field, y quien además es la productora ejecutiva del monólogo. Al terminar la temporada irá a universidades y colleges, además de otras presentaciones. “Hace dos años tratamos de hacer la obra en el mismo teatro y el actor que iba a interpretar a Allende era Abraham Murray, ganador de un Oscar por Amadeus, pero por sus compromisos no se pudo hacer, y ahora es cuando se llevará a escena”, comenta Quebleen.
Quebleen, cuya carrera periodística comenzó a los 14 años, revela que desde los años 60 fue admirador de Salvador Allende. “Me identifiqué con sus ideas y planes para cambiar a Chile. Para mí siempre estuvo claro que él combatía contra molinos de viento que tenían nombre propio: ITT, Anaconda, CIA, Kissinger, etc. Nunca vislumbré el desenlace y su actitud final sobrepasó mi admiración por él. ¿Murió como presidente porque supo morir como hombre o viceversa? Allende puede ser acusado de inocente como político, pero fue honesto. Por no ocultar sus debilidades se perjudicó y eso tiene un valor. Por supuesto, su final me obsesionó. Los primeros días después del golpe del 11 de septiembre de 1973 no pude dormir, no sólo acosado por su muerte sino por el contexto de sangre en el cual se desarrolló y porque era evidente que desembocaría en lo que todos conocemos: desapariciones, sangre, tortura, avasallamiento indiscriminado de los ciudadanos y el pueblo reprimido por un Estado militarizado. Allende había muerto defendiendo la dignidad de Chile y su gente”.
Señala que hoy, después de casi 33 años, “su figura cobra una dimensión inusitada en una América Latina plagada de gobernantes corruptos y cobardes, defenestrados miserablemente y asilados en cualquier parte, pero nunca sufriendo los sacrificios del exilio, por el contrario, con limusinas con choferes, y en el peor de los casos presos, reclamando derechos que no les corresponden. En cuanto si Allende siguió los pasos de alguien, pues sí, del presidente chileno Jose Manuel Balmaceda, que esperó el minuto en que terminó su mandato para suicidarse y no enfrentar así vejaciones e ignominias”.
Su decisión de estrenar el monólogo en inglés y en Estados Unidos, es porque cree que es un punto de partida apropiado para proyectarla tanto en esa nación y en otros países. “También por su tema y por lo que implica estrenar un autor latinoamericano en Nueva York. Es además un toque de atención para que se averigüe de qué se trata. En el caso de Allende/La muerte de un presidente, no es para mí un sentido trabajo de ficción, sino el primero que se hace, sobre ese gran hombre. Quisiera que esta pieza se monte en Venezuela, para que allá nadie olvide lo que pasó y cómo se llegó a esa situación”.
La saga de un periodista
Rodolfo Quebleen está en Nueva York desde 1965. “Me casé y sigo con mi esposa desde hace más de 35 años, es colombiana y tenemos tres hijos y un nieto. Mi adaptación a la realidad de Estados Unidos y su gente tuvo diversas fases: vivir en un país y no estar de acuerdo con su conducción a través de sucesivos gobiernos no es fácil. Llegué en pleno auge de la guerra de Vietnam y participé en múltiples demostraciones antibélicas. Viví las épocas de Kent, Bekerley, las revueltas raciales en Nueva York y otras ciudades, el apoyo a los contra, irangate, etcétera. En cuanto a la gente, uno se enfrenta con múltiples nacionalidades, entonces uno se pregunta: ¿adaptarse a qué o cuál gente?. No sé si sirve como respuesta, pero no soy ciudadano norteamericano. En la época de las dictaduras militares en América Latina (Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay) trabajé muy activamente en grupos de los derechos humanos y de apoyo a Madres de Plaza de Mayo, para no olvidar a mi país de origen”.
A los 14 años, Rodolfo, abandonó los estudios porque quería ser periodista y para ello ingresó a trabajar en La Tribuna (Rosario). Después vinieron: La Acción, Crónica y La Capital. “Pasaron los años y con los dueños de La Capital negocié instalarme en Nueva York como corresponsal por un año. Quería conocer a esta urbe y al país. No les convine económicamente y me quedé anclado aquí, pero sin ganas de regresar. Apareció un periódico en español (ya había otro EL Diario-La Prensa), El Tiempo y entré a trabajar en él y a colaborar con publicaciones en el exterior. En 1971 Torcuato Luca de Tena, heredero de ABC de Madrid, funda en Nueva York a ABC de las Américas y entro en esa revista, colaboro incluso con ABC de Madrid. En 1973 se cierra la revista y paso a ser corresponsal de la Editorial Mercurio de Colombia, al mismo tiempo soy corresponsal de Televisa, México, e ingreso al equipo del Noticiero del Canal 41 (en español y actual cadena Univisión). Ya en televisión, surge en Televisa la idea de un cable en español, actual Galavisión, y me transfieren para que me haga cargo de la revista TV Guía, los lineamientos generales de la programación y realizo mis propios programas en Los Ángeles sobre temas cinematográficos, durante diez años. La empresa se muda a Los Ángeles y yo ingreso a El Diario-La Prensa en donde llegué a estar a cargo del periódico durante siete meses hasta que los nuevos dueños no me quisieron más. Volví a trabajar independiente y regresé a escribir para mí. Había ganado concursos de cuentos y poesía en Argentina y Estados Unidos. Monté un espectáculo de poesías y textos sobre Latinoamérica en el Teatro Repertorio en Español, de Nueva York. Actualmente dirijo el semanario en español Hora Hispana, editado por la empresa del periódico Daily News. Es la tercera vez que trabajo para esta empresa. Antes lo hice para la publicación El Daily News bilingue. Ahora estreno mi monólogo”.
Así se despidió de los chilenos su presidente Salvador Allende, aquel 11 de septiembre de 1973, hacia las dos de la tarde. Con esas palabras, él estaba certero en que su sacrificio no sería en vano y alertaba a su gente porque un fracaso podía ser transformado en una extraña victoria.
Eso y mucho más de lo que ocurrió en aquel inolvidable negro martes septembrino se podrá ver y sentir en el Theater for the New City, una histórica sala ubicada en la 1 Avenida y la calle 10, en el Lower East Side de Nueva York, a partir del 30 de marzo, cuando se estrene el monólogo Allende/La muerte de un presidente, del argentino Rodolfo Quebleen, actuado y dirigido por los colombianos Ramiro Sandoval y Germán Jaramillo, respectivamente.
Allende/La muerte de un presidente desarrolla durante las últimas horas de la vida de Salvador Allende, presidente de Chile, pero el tiempo cronológico de lo acaecido ese 11 de septiembre de 1973, en el Palacio La Moneda está roto, pues el autor Quebleen consideró necesario incluir situaciones acontecidas en distintas horas de la mañana de ese día. Su muerte se produjo alrededor de las dos de la tarde. Había llegado a La Moneda a las siete y treinta de la mañana. También se incluyen comentarios de Allende expresados en horas diversas durante esa fecha.
Quebleen (Rosario, Argentina, 1938) informa que Pablo Mayor es el compositor de la música del espectáculo cuyo diseño de producción (iluminación, escenografía y vestuario) es una tarea de Luis Cantillo. “Este es el mismo equipo de profesionales que acaba de hacer una versión teatral del poema Canto a mí mismo ,de Walt Whitman, el cual presentaron en diferentes sitios de Nueva York, como universidades, colegios, Instituto Cervantes, etcétera”.
Este montaje permanecerá durante tres semanas en el Theater for the New City, cuya dirección artística es de Crystal Field, y quien además es la productora ejecutiva del monólogo. Al terminar la temporada irá a universidades y colleges, además de otras presentaciones. “Hace dos años tratamos de hacer la obra en el mismo teatro y el actor que iba a interpretar a Allende era Abraham Murray, ganador de un Oscar por Amadeus, pero por sus compromisos no se pudo hacer, y ahora es cuando se llevará a escena”, comenta Quebleen.
Quebleen, cuya carrera periodística comenzó a los 14 años, revela que desde los años 60 fue admirador de Salvador Allende. “Me identifiqué con sus ideas y planes para cambiar a Chile. Para mí siempre estuvo claro que él combatía contra molinos de viento que tenían nombre propio: ITT, Anaconda, CIA, Kissinger, etc. Nunca vislumbré el desenlace y su actitud final sobrepasó mi admiración por él. ¿Murió como presidente porque supo morir como hombre o viceversa? Allende puede ser acusado de inocente como político, pero fue honesto. Por no ocultar sus debilidades se perjudicó y eso tiene un valor. Por supuesto, su final me obsesionó. Los primeros días después del golpe del 11 de septiembre de 1973 no pude dormir, no sólo acosado por su muerte sino por el contexto de sangre en el cual se desarrolló y porque era evidente que desembocaría en lo que todos conocemos: desapariciones, sangre, tortura, avasallamiento indiscriminado de los ciudadanos y el pueblo reprimido por un Estado militarizado. Allende había muerto defendiendo la dignidad de Chile y su gente”.
Señala que hoy, después de casi 33 años, “su figura cobra una dimensión inusitada en una América Latina plagada de gobernantes corruptos y cobardes, defenestrados miserablemente y asilados en cualquier parte, pero nunca sufriendo los sacrificios del exilio, por el contrario, con limusinas con choferes, y en el peor de los casos presos, reclamando derechos que no les corresponden. En cuanto si Allende siguió los pasos de alguien, pues sí, del presidente chileno Jose Manuel Balmaceda, que esperó el minuto en que terminó su mandato para suicidarse y no enfrentar así vejaciones e ignominias”.
Su decisión de estrenar el monólogo en inglés y en Estados Unidos, es porque cree que es un punto de partida apropiado para proyectarla tanto en esa nación y en otros países. “También por su tema y por lo que implica estrenar un autor latinoamericano en Nueva York. Es además un toque de atención para que se averigüe de qué se trata. En el caso de Allende/La muerte de un presidente, no es para mí un sentido trabajo de ficción, sino el primero que se hace, sobre ese gran hombre. Quisiera que esta pieza se monte en Venezuela, para que allá nadie olvide lo que pasó y cómo se llegó a esa situación”.
La saga de un periodista
Rodolfo Quebleen está en Nueva York desde 1965. “Me casé y sigo con mi esposa desde hace más de 35 años, es colombiana y tenemos tres hijos y un nieto. Mi adaptación a la realidad de Estados Unidos y su gente tuvo diversas fases: vivir en un país y no estar de acuerdo con su conducción a través de sucesivos gobiernos no es fácil. Llegué en pleno auge de la guerra de Vietnam y participé en múltiples demostraciones antibélicas. Viví las épocas de Kent, Bekerley, las revueltas raciales en Nueva York y otras ciudades, el apoyo a los contra, irangate, etcétera. En cuanto a la gente, uno se enfrenta con múltiples nacionalidades, entonces uno se pregunta: ¿adaptarse a qué o cuál gente?. No sé si sirve como respuesta, pero no soy ciudadano norteamericano. En la época de las dictaduras militares en América Latina (Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay) trabajé muy activamente en grupos de los derechos humanos y de apoyo a Madres de Plaza de Mayo, para no olvidar a mi país de origen”.
A los 14 años, Rodolfo, abandonó los estudios porque quería ser periodista y para ello ingresó a trabajar en La Tribuna (Rosario). Después vinieron: La Acción, Crónica y La Capital. “Pasaron los años y con los dueños de La Capital negocié instalarme en Nueva York como corresponsal por un año. Quería conocer a esta urbe y al país. No les convine económicamente y me quedé anclado aquí, pero sin ganas de regresar. Apareció un periódico en español (ya había otro EL Diario-La Prensa), El Tiempo y entré a trabajar en él y a colaborar con publicaciones en el exterior. En 1971 Torcuato Luca de Tena, heredero de ABC de Madrid, funda en Nueva York a ABC de las Américas y entro en esa revista, colaboro incluso con ABC de Madrid. En 1973 se cierra la revista y paso a ser corresponsal de la Editorial Mercurio de Colombia, al mismo tiempo soy corresponsal de Televisa, México, e ingreso al equipo del Noticiero del Canal 41 (en español y actual cadena Univisión). Ya en televisión, surge en Televisa la idea de un cable en español, actual Galavisión, y me transfieren para que me haga cargo de la revista TV Guía, los lineamientos generales de la programación y realizo mis propios programas en Los Ángeles sobre temas cinematográficos, durante diez años. La empresa se muda a Los Ángeles y yo ingreso a El Diario-La Prensa en donde llegué a estar a cargo del periódico durante siete meses hasta que los nuevos dueños no me quisieron más. Volví a trabajar independiente y regresé a escribir para mí. Había ganado concursos de cuentos y poesía en Argentina y Estados Unidos. Monté un espectáculo de poesías y textos sobre Latinoamérica en el Teatro Repertorio en Español, de Nueva York. Actualmente dirijo el semanario en español Hora Hispana, editado por la empresa del periódico Daily News. Es la tercera vez que trabajo para esta empresa. Antes lo hice para la publicación El Daily News bilingue. Ahora estreno mi monólogo”.
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