martes, mayo 28, 2019

Entre Chocrón y los mayas

El Popol Vuh en escena.
 La comedia dramática Asia y el lejano oriente, de Isaac Chocrón, fue estrenada el 12 de marzo de 1966 en el Teatro Municipal de Valencia, bajo la égida de Román Chalbaud y con la participación  actoral de América Alonso, Luis Abreu, Doris Wells, Asdrúbal Meléndez, Eduardo Serrano, Conchita Obach, Hilda Breer, Enrique Benshimol, Daniel Farias y Marta Lancaster. Y sirvió como semilla artística para la creación de El Nuevo Grupo, a mediados de la temporada de 1968, el cual debutó con la pieza Trick Track, el Teatro de Camara de las hermanas Contreras, sala que después adoptó el nombre de Teatro Alberto de Paz y Mateos.
 Y recordamos esto, porque cuando es creada la Compañía Nacional de Teatro, el 22 de mayo de 1984,según el Decreto No. 122, publicado en la Gaceta Oficial No, 32981, fue designado Isaac Chocrón como director general de la nueva institución, asociación civil del Estado, según el Decreto No. 134, para iniciar así un gran desafío que era, y sigue siendo, apoyar la labor de los profesionales que han contribuido al desarrollo del teatro venezolano, así como propiciar  la promoción y capacitación de los nuevos valores, y cuyo repertorio debe incluir las mejores obras del teatro venezolano e internacional para el disfrute de todo el país.
Y Chocrón no lo pensó dos veces: el 27 de febrero de 1985, dispuso que la CNT debutara, precisamente, con Asía y el lejano oriente, nuevamente dirigida por Chalbaud. El espectáculo, ahora en el Teatro Nacional de Caracas,   hizo 49 funciones para contabilizar unos 14 mil espectadores. Y  el histórico elenco  lo integraron, entre otros,  Rafael  Briceño, Francis Rueda, Manuel Salazar, Marcelo Rodriguez, Javier Paredes, Saul Arocha, Costa Palamides,  Aura Rivas, Marta Track ,Tania Sarabia, Eva Moldofi, Aleska Díaz Granados y Gabriela Martínez.
Cuando Asia y el lejano oriente fue mostrada por la CNT, Venezuela era otro país. Chocrón tomó el extraño absurdo que proponía su texto para presentarle a los espectadores una reflexión sobre los excesos con la deuda pública, el perenne caso de los políticos corruptos y los banqueros ladrones, además de un cierto deseo de fuga antipatriótica en algunos sectores de la población.
Y comenzó así la CNT una empresa cultural en la cual los teatreros depositaron sus esperanzas para que ayudara al siempre soñado y anhelado el desarrollo de las artes escénicas nacionales y además formara nuevos actores y atrapara más espectadores. Una tarea que no ha cesado y que permitido la participación de un centenar de actores y técnicos, además del estreno o el debut de escritores nacionales y extranjeros, y el importante adiestramiento del desempeño de un personal administrativo y las gerencias responsables de profesionales como Alfredo Caldera, Eduardo Gil, Néstor Caballero, Ugo Ulive, Pantelis Palamides, Hector Manrique y llegamos hasta Carlos Arroyo, un artista llanero que tiene su agrupación en Guanare, desde hace un treintena de años y está ahora prestado, por así decirlo, a la CNT.
Y como la historia de las artes escénicas criollas no se detiene en la contemplación del pasado sino que se proyecta con fuerza en el presente y prepara a las nuevas generaciones, La Compañía Nacional de Teatro (CNT), al arribar a su 35 años de labores artísticas,  ejecutó la producción y exhibición de un monumental espectáculo basado en Popol Vuh, el libro sagrado del pueblo maya, también conocido como El libro del consejo o El libro de la comunidad, para la apertura del Octavo Festival Internacional de Teatro de Caracas, el viernes 12 de abril, a las 11 de la mañana, en el teatro Municipal, histórica sala donde permaneció hasta el 26 de mayo, tras hacer no menos de 14 funciones para casi unos diez mil espectadores.
Habría que subrayar que el Ministerio del Poder Popular para la Cultura avaló este proyecto de la CNT, cuyo director general es Carlos Arroyo, ya que está consciente de “la urgente necesidad de reafirmar nuestros valores como pueblo, venezolano y de nuestra América”, y para eso nada mejor que llevar a escena uno de los textos más poéticos y génesis de la creación del hombre como es Popol Vuh, texto que ha sobrevivido a las traducciones y otras amputaciones propias de la cultura colonial española, aunque las nuevas generaciones han revisado sus textos.
Cabe puntualizar que la contemporánea y ambiciosa propuesta artística de este trabajo de la CNT con el Popol Vuh está basada en la historia de la región latinoamericana y adaptada, como es lógico, a las diferentes culturas indígenas de nuestro país, como un aporte fundamental para el fortalecimiento de nuestra identidad.
Este Popol Vuh, sobre el cual ha estado trabajando la CNT, está basado en el mito de la creación según la leyenda maya quiché. Ahí, los dioses en consejo hacen la palabra y en acuerdo se proponen crear el mundo,  emerge la tierra de la magia, montañas, mares, ríos y cielo, luego dan vida a los animales esperando su reconocimiento y adoración, al no ser adorados por aquellos seres, deciden condenarlos a vivir errantes en la tierra y ser devorados entre ellos. En un tiempo sin tiempo donde no existía el sol ni luna ni los días ni las noches. Los dioses continúan su cometido en busca del ser que los adorara, el consejo, moldeo barro y madera en busca de la máxima creación: el hombre.
La propuesta escénica del espectáculo Popol Vuh ha sido llevada a cabo por el maestro José Luis León, bajo un concepto minimalista en sus elementos, pero con mucha riqueza visual y sonora. Los personajes son representados por actores-bailarines y manipulación de objetos. La escenografía refleja el carácter mágico de la obra, con tecnología audiovisual y lumínica, sobre fondo en completo blanco, con escasos elementos corpóreos. La iluminación refleja el vacío, la nada, tomando luego un juego de tonos haciendo alusión al sol y la luna. La música, creada por el maestro Federico Ruiz e interpretada por la Orquesta Filarmónica, es parte esencial de la historia, se relaciona en todo momento con los elementos agua, tierra y aire y acompañará la pieza durante unos 90 minutos de duración. Y, como es lógico, el elenco estable de la CNT aportó su musculo y su sangre, además del talento de ese grupo de profesionales ahí reunidos, donde destacaron Aura Rivas y una pléyade de nuevas figuras actorales.
No es la primera vez que en Caracas se escenifica a este mágico y extraño texto para el público criollo. Sin lugar a dudas que ahora se hizo con una producción ambiciosa, como pocas se han ejecutado de dicho texto, demostrando una capacidad creativa más que digna, una muestra indudable de la madurez que el teatro está alcanzado a lo largo y ancho del país por la fortaleza y el talento de sus nuevas generaciones.
Durante el segundo semestre de este 2019 se podrá ver una segunda temporada del Popol Vuh con mayores rigores estéticos, como se debe hacer en una CNT

jueves, mayo 23, 2019

La profecía de Isaac Chocrón

Un melodrama que tiene vigencia.
Mientras se monten sus obras teatrales y estas susciten cultas polémicas entre los artistas y los espectadores, él seguirá vivo y sus prédicas no se habrán perdido. Decimos esto porque hace temporada en Caracas el espectáculo La máxima felicidad (1975), una versión escénica sobre la homónima obra teatral de Isaac Chocrón Serfaty (Maracay, 25 de septiembre de 1930 / Caracas, 6 de noviembre de 2011); la cual se presenta en la sala experimental del Celarg, bajo la precisa direccion de Leonardo Mendoza y con la participación profesional de Gonzalo Velutini, John Vicent y María Jaimes. El resto del equipo artístico es conformado por Jesús Carreño, encargado del montaje lumínico de la propuesta, y Óscar Salomón Ley, quien se ocupó del levantamiento escenográfico de la propuesta.
La máxima felicidad sí escandalizó a los caraqueños de los años 70, como también lo había hecho antes con La revolución, y ahora en este agitado y acalorado siglo XXI relanza al economista y célebre escritor por su visión profética sobre los cambios que se suscitan en las sociedad venezolana, ya que ahí se materializa un triángulo de tres seres humanos íntimamente preocupados por el amor y la soledad. No es el clásico y estremecedor triangulo pasional, sino una formación o una propuesta de tres humanos que buscan la máxima felicidad, la cual puede interpretarse o materializarse como una indagatoria de los vínculos amorosos posibles y capaces de abordar inquietudes sobre las contexturas que el grupo familiar ha ido adquiriendo a través del tiempo, no solo en Venezuela sino en otras sociedades.
El homosexual Pablo, la turbulenta Perla y el joven Leo forman, pues, un triángulo familiar para compartir el amor y la convivencia. No se trata del clásico triángulo donde interfiere un tercero, sino que es una formación de tres que buscan “la máxima felicidad” humana posible, donde el sexo es secundario. Ahí, uno de sus personajes proclama que “la familia es la gente que nos fue legada automáticamente, uno escoge gente extraña para crearse otra familia: la que se elige”.
Para la crítica argentina los personajes de esta pieza construyen una partitura para un trío, en la que los instrumentos marchan al unísono, se apartan y regresan de formas diferentes. “En esas tensiones y distensiones se crea una música que canta al amor, a intentar maneras de vivirlo cuando zozobra el sistema tradicional”.
Chocrón dijo que “el amor es todo, que lo demás son contingencias, avatares que se convierten en noticias de unos hacia otros”. Esto es lo que el autor quiere mostrar: no existe amor sin compromiso, no importa la fórmula que se use. Las alternativas de este trío son un camino que si bien no lleva a “la” felicidad, sí lleva a la “máxima felicidad” posible.
Para Chocrón, y no es desechable reiterarlo, su texto gira en torno a un trío de seres desarraigados, que se debaten entre soledades compartidas y el deseo, nunca satisfecho, de encontrar ese estado pleno de armonía definido como felicidad. Y hasta se ha demostrado que ‘la máxima felicidad’ se traduce en metáfora de vida, en ‘anhelo constante’, que no cesa y que da aliciente para la lucha y la búsqueda de ese supremo objetivo: ser feliz, a pesar de ciertas críticas de grupos conservadores.
Seguramente el dramaturgo Chocrón, al escribir su obra, no pensó en la categoría que estaba creando como referencia de los niveles de vida satisfactoria y plena de las personas. Esa es una de las cualidades del arte: ser testigo de su tiempo y visualizar lo que el común de los mortales, pudieran no percibir. Hoy, pues, su teatro sigue vigente.
Hoy en día, ‘la máxima felicidad’ es, en Venezuela, mucho más que el título de una exitosa obra de teatro. Es la certeza de un país que decidió, con su pueblo, salir a escena para ser libre, próspero y soberano, a cualquier precio, pero sin desechar al amor que todo lo iguala.
Nos sorprendió, gratamente el ritmo del espectáculo y la veracidad de las actuaciones ahí logradas, especialmente del ya veterano Velutini, quien fuera uno de los comediantes que formara Carlos Giménez hacia los años 80, bien secundado ahora por Vicent y Jaimes, valiosos jóvenes.

miércoles, mayo 22, 2019

Compañía Nacional de Teatro cumple 35 años de labores culturales

Carlos Arroyo hace un balance de la CNT.



 Todo un gran desafío para la cultura venezolana comenzó el 22 de mayo de 1984, cuando el Ejecutivo Nacional publicó en la Gaceta Oficial No.32982, el Decreto No. 133 para crear la Compañía Nacional de Teatro; en sus artículos 1 y 4 se consignaron que la nueva institución, una asociación civil del Estado, tiene como objetivo apoyar la labor de los profesionales que han contribuido al desarrollo del teatro venezolano, así como propiciar la promoción y capacitación de los nuevos valores, y que su repertorio debería incluir las mejores obras del teatro venezolano e internacional para el disfrute del público de todo el pais; un decreto siguiente, el 134,designó a Isaac Chocron Serfaty como director general de la Compañía Nacional de Teatro.
La CNT a lo largo de 1984 comenzó a estructurar sus planes y asegurar la infraestructura económica y laboral de la institución; formó un grupo de colaboradores, aseguró como sede permanente el Teatro Nacional (en la esquina de Cipreses), consiguió los indispensables locales para las oficinas y salas de ensayo, gracias a los directivos del Complejo Cultural Teatro Teresa Carreño y aseguró los servicios escenográficos y de vestuario, así como un taller para las realizaciones escenográficas.
La respuesta a todo ese trabajo colectivo se hizo evidente en la noche del 27 de febrero de 1985, cuando a solo nueve meses de creada oficialmente, la CNT realizó su primer estreno con la pieza Asia y el Lejano Oriente, de Isaac Chocrón Serfaty, y bajo la direccion de Román Chalbaud. En 49 funciones unos 14 mil espectadores respaldaron el trabajo que se iniciaba.
Así arrancó una tarea que no ha cesado y la cual ha  permitido la participación de un centenar de actores y técnicos, además del estreno o debut de dramaturgos nacionales y extranjeros, además el desempeño de un personal administrativo y las gerencias responsables de profesionales como Alfredo Caldera, Eduardo Gil, Néstor Caballero, Héctor Manrique, Ugo Ulive, Pantelis Palamides, y llegamos hasta Carlos Arroyo, un conocido artista portugueseño que tiene su agrupación en Guanare, desde hace un treintena de años y está ahora en la conducción de la CNT.
Arroyo respondió así a nuestras preguntas.
¿Cuál es su balance profesional sobre su trabajo y el de la CNT durante estos dos años y lo que esto significa para la institución, ahora que cumplirá 35 años de labores?
Al arribar a sus primeros 35 años, la CNT debe iniciar toda una campaña nacional para poder hacer así una serie de ajustes de carácter en lo político, gerencial y lo artístico. La CNT deberá definir y adelantar sus planes actuales y los venideros, transformarse en un Centro Nacional de Teatro, pero en su primera instancia deberá analizar el gran legado social de nuestro país, la revitalización de un tejido de organización teatral y, muy en especial, hacer énfasis en la teatralidad venezolana. Entiéndase como un continuo fortalecimiento de los modos y maneras de hacer teatro en nuestro país.
 Con respecto a la teatralidad venezolana, insistió,  en que el público actual está ávido de un teatro que permita abordar diversos temas, realidades y necesidades de nuestro pais, desde la actual contemporaneidad, entiéndase siglo 21 y nuestro proceso político revolucionario,  hasta los distintos tópicos que abordan la conformación de lo identitario.  Además, hay que revisar los pénsum y programas académicos con el fin de integrar o reforzar la dramaturgia nacional, y una constante revisión sobre el teatro nacional. Fortalecer círculos de lecturas dramatizadas de las autores emergentes, insistir en una revisión profunda de la historia venezolanas a través de la investigación de sus artes escénicas, así como también el regreso del Festival Nacional de Teatro.
Destacó que la CNT proseguirá con su Premio Apacuana para una dramaturgia cuya temática promueva el análisis y la discusión de la actualidad venezolana mediante el reconocimiento de nuevos planteamientos discursivos y estéticos de la dramaturgia nacional, este premio forma parte de las políticas de fortalecimiento de la dramaturgia nacional para el enaltecimiento de la capacidad creativa y de producción artística criolla. Así como el de investigación Concurso de Ensayo que aborda la memoria y el presente de nuestro hacer teatral. Poner en funcionamiento un sistema de núcleos de la CNT en todo el territorio nacional para acompañar a los muchos mujeres y hombres del teatro que se hace en todo el pais. Impulsar una Ley para el Teatro Nacional que de rango jurídico y vinculante a las decisiones y necesidades de desarrollo que tiene nuestro teatro venezolano. Velar en conjunto con los distintos organismos de estado una coherencia en las políticas teatrales. En el apoyo al recurso humano, de infraestructura y técnico aún en adversas circunstancias.
Por primera vez, la CNT, al arribar sus 35 años, tiene su sede artística, el teatro Alberto de Paz y Mateos. ¿Cómo ha sido esa gerencia y cuáles son los alcances de la misma, especialmente por la consecución de una nueva audiencia?
El teatro Alberto de Paz y Mateo fue el escenario del lanzamiento durante mediados del siglo pasado de la dramaturgia de Chocron, Román Chalbaud, José Ignacio Cabrujas, Rodolfo Santana y Elio Palencia entre otros. De colectivos artísticos como El Nuevo Grupo y el Theja y de infinidad de sucesos de mucha importancia para el teatro Nacional. Es ciertamente una infraestructura que gravita en el imaginario del teatrero venezolano.
Hay que observar que la dinámica de la ciudad la construcción de sus rutas de transporte, el facil acceso a las mismas no favorecieron del todo a este espacio teatral por lo cual hay que aceitar nuestros sistemas de promoción   para captar más y más espectadores. No es una tarea fácil pero nos corresponde.
¿Cuáles son los espectáculos que llevará la CNT a escena, después del montaje Popol Vuh?
El Popol Vuh, dirigido por Jose Luis León y con la participación esmerada del elenco estable de la CNT. , contando con la Filarmónica Nacional bajo la batuta de Daniel Gil la coreografía de Carmen Ortiz, Muñequería de Noelia Rojas, video mapping de Daniel Carrillo y Vestuario y utilería de León Padilla. Destacando la participación del maestro y compositor como Federico Ruiz, quien compuso una especial partitura para ese texto, cuyo original es atribuido a los aborígenes centroamericanos, el pueblo maya.
Para este año vamos a reponer Oscuro, de noche, de Pablo García Gámez. Estamos ensayando Fin de mundo de Rubén Joya, y alistanos los ensayos y la producción de Un dorado llamado pais, centrado en la explotación petrolera,   escrito y dirigido por Franklin Tovar. El núcleo Portuguesa estreno Los inmigrantes basado en el cuento de Rómulo gallegos versionado y dirigido por Aníbal Grunn. Repondrá  El extraño del frente escrito y dirigido por Manuel Manzanilla y su próximo estreno Todo Clandestino basado en el cuento de Luis Brito Garcia sobre la masacre de Cantaura.
¿Cuál es la programación formal para celebrar los 35 años de la CNT?
Seguimos ajustando los proyectos que hemos anunciado para ejecutar desde nuestra sede. Realizaremos una temporada de Oscuro, de noche, en la sala Anna Julia Rojas de Unearte. Y para este domingo las 11 de la mañana, cuando se presentará, por ahora, la última función del Popol Vuh en el teatro Municipal de Caracas, haremos unos reconocimientos a personalidades  vinculadas a fortalecer la cultura de nuestros pueblos originarios.

sábado, mayo 18, 2019

El regreso de los Anunnaki

Álvaro Pérez Capiello,escritor con obras propias.
Álvaro Pérez Capiello nos obsequió una pieza literaria de ficción, realmente una novela, corta en su formato y en el número de páginas (60), y nos vimos, pues, casi obligados a entrevistarlo, ya que el presentar al venezolano autor de Relatos de la tierra negra/El regreso de los anunnaki así lo exigía. He aquí las respuestas a nuestros interrogantes, pero antes recomendamos a nuestros lectores que se busquen esa obra por su calidad y su estilo, muy personal.
¿Cuántas obras literarias tiene hasta ahora?
He publicado 14 libros, en los géneros del cuento, la novela y el ensayo. Aunque, hay algunos, seis más, que todavía esperan su turno para ver la luz.
¿Cómo nació esta pasión o vocación?
Pienso que el verdadero artista nace, empero, con los años, se perfecciona el oficio del escritor. En mi caso, desde los ocho años de edad, escribo cuentos. Tal vez, mis padres se sorprendieron cuando les pedí de regalo una máquina de escribir, junto a otros juguetes apetecidos, como los rompecabezas, los ladrillos de Lego, o aquellos sets de construcción con tornillos, llaves de tuercas, arandelas y planchas de metal.
 ¿Satisfecho?
En verdad sí. Quizá, no desde el punto de vista financiero, pues es bien sabido que, tanto hoy como antaño, resulta muy difícil vivir del arte. Durante el Renacimiento, grandes mecenas, como: los Médici, los Sforza, algunos reyes coronados y papas, acogieron a los artistas para que pudieran desarrollar su trabajo. Claro, con grandes y variadas limitaciones en la escogencia de los temas… Estudié economía en la Universidad Católica Andrés Bello y, quizá, eso me haya servido bastante para capotear las facturas pendientes de pago y lograr difundir mi trabajo. Una de mis grandes alegrías supuso recibir un cheque de 150.000 bolívares (de los viejos) por un cuento que se publicó en una antología, para mí fue el mejor dinero ganado hasta aquel momento.
¿Y la poesía?
Es un género que no he cultivado… Sin embargo, muchos críticos literarios y amigos escritores, advierten matices poéticos en mi obra. El arte va unido a la belleza, si bien ello no significa caer en ese preciosismo meloso, en esa adjetivación innecesaria que, lejos de cautivar al lector, degrada el lenguaje.
 ¿Cómo inicia o qué alista primero cuando se dispone a escribir ficción o narrativa intimista?
Dicen que las primeras líneas de un libro son las más difíciles de escribir… Algunos hablan de “la angustia que supone enfrentarse a la página en blanco”, al vacío que debe ser vencido bajo el imperio de las palabras. Yo creo que el escritor trabaja a diario aunque no tenga un lápiz entre los dedos, y las cosas más simples pueden convertirse, por derecho propio, en un buen pretexto para narrar. No tengo un método de trabajo, cada obra dicta sus propios códigos y, a veces, no tener claras todas las opciones que se encaminan hacia un desenlace, permite que los personajes de una novela se sientan vivos y asuman posturas, tal vez bastante alejadas a las del novelista emplazado en una situación similar.
¿Cómo surgió Relatos de la Tierra Negra?
La pregunta es interesante… De niño nunca fui un campeón en los deportes. Recuerdo que, cuando me tocaba jugar al fútbol en el campo del Colegio San Ignacio, el capitán del equipo coincidía conmigo en designarme como defensa. La elección no podía resultar mejor, pues como mis compañeros eran tan buenos futbolistas, rara vez tenía que proteger la portería de un peligro inminente… Aquellos momentos, los desquitaba con mi amigo Miguel Ángel García (defensa como yo) hablando de seres que transitaban ese nebuloso terreno que media entre la realidad y la ficción. Me refiero, por ejemplo, al Abominable Hombre de las Nieves, el Monstruo del Lago Ness, y los visitantes venidos del espacio exterior. Creo que Relatos de la Tierra Negra es un homenaje a esas pláticas perdidas en las arenas del tiempo.
¿Por qué el subtítulo El regreso de los Anunnaki?
Según los antiguos pobladores de Mesopotamia, los Anunnaki vivían en un planeta del sistema solar llamado Niburu, el cual chocó haciéndoles emprender una expedición a la Tierra para buscar ciertos metales necesarios para el desarrollo de su civilización. En mi novela Relatos de la Tierra Negra, las acciones discurren en una misteriosa y aislada villa de Phoenix (Arizona. EUA), llena de leyendas y extraños fenómenos lumínicos que, inevitablemente, nos conectan con mundos lejanos y seres venidos del espacio exterior.
¿Satisfecho con lo logrado? ¿En qué escuela literaria se ubica?
No soy proclive de circunscribir el trabajo literario dentro de los estrechos corredores de un movimiento, o de una generación de escritores. Hoy en día, los “ismos” están abolidos… En una conversación informal con Ana Teresa Torres, intelectual a quien admiro, ella me hizo notar que mi trabajo no se parecía en nada a lo que estaban haciendo los creadores de mi generación. Por ello, no dudó en incluir mi cuento “Una cifra conveniente”, obra de por sí bastante experimental que apela por las placas de los automóviles para inventariar la ciudad, dentro del volumen Quince que cuentan, publicado por la Fundación para la Cultura Urbana. ¿Satisfecho? Sí, no hay que temerle a las diferencias…
¿Cree que esta temática está agotada o que le falta todavía una gran obra?
Los temas son inagotables, me temo que como la vida misma… Eso, para el caso de quienes creemos que la muerte no es el final sino el transitar a otro nivel más elevado de conciencia. En mi caso, cada nueva obra es un desafío, y la última es siempre la mejor… El día que deje de cultivar el asombro frente a lo que escribo, simplemente dejaré de hacerlo…
¿No escribe para el cine o para la televisión?
No, pero me gustaría… Muchas de mis novelas pudieran funcionar bien en La Pantalla Grande. Concretamente; El bar de Luso, El desván de lo oOculto, Las pinceladas de la inmortalidad e, incluso, Relatos de la Tierra Negra. Quizá, esta creencia se derive del hecho de que son obras donde la atmósfera pesa mucho, hasta el punto de convertirse en un personaje más de la trama. Ojalá, un buen día, algún director de cine se anime a leerlas…
¿Qué está escribiendo ahora?
Acabo de terminar una novela del género negro, sobre un candelabro maldito que, por circunstancias de la vida, acaba asociado a una familia. La leyeron en una editorial de Madrid, y ya estoy en conversaciones para publicarla. Dios quiera este año tengamos un nuevo libro.

jueves, mayo 16, 2019

Vivamos a pedazos con Diana Carvallo

Con el título Vivimos a pedazos será inaugurada la segunda muestra individual de la artista venezolana Diana Carvallo, el domingo 19 de mayo de 2019 a las 11 am, en la sala La Caja del Centro Cultural Chacao, en El Rosal.
 La muestra está integrada por un total de 16 instalaciones con piezas escultóricas realizadas en cerámica y  elementos orgánicos como hojas, arena y troncos, hierros oxidados, conchas de mar entre otros, para expresar el  sentir de la artista de que “vivimos a pedazos”.
 “Mi proceso creativo es muy orgánico. Uso la cerámica al igual que uso los otros materiales y me dejo llevar por la sensibilidad del día a día, por la reflexión, por el dibujo y la escritura y allí fluyen ideas que luego, eso que sale de allá adentro, lo miro desde afuera y lo empiezo a intervenir con otros elementos que pueden ser  hierros, telas, cuerdas o arena, y algunos elementos que arropan, envuelven y rodean a la pieza en arcilla, que pueden o no  ser muy fuerte, provocadora, viva”, afirma Carvallo.
 Con la figura femenina siempre presente en su obra, Diana Carvallo desarrolla su trabajo artístico en arcilla, que para ella es el elemento más primario y elemental que tenemos los seres humanos, más leal y auténtico de nuestra conexión con el planeta,  la que tomamos de la tierra y la trasformamos para expresarnos desde el principio de los tiempos. 
 También utiliza el hierro, los alambres, los clavos y las grapas, que enlazan, cocen y unen los distintos elementos que nos conforman como seres humanos, así como objetos que recoge en la calle o en el mar, guardados por mucho tiempo, a los que llama su basura personal. “Son como nuestros huesos, que unen fragmentos de nuestra vida. Son mi abecedario personal, mi lenguaje a la vez que ellos me hablan”, expresa la artista.
 Con estudios de diseño gráfico en el Instituto de Diseño Hans Newmann y de sociología en la UCAB, Diana Carvallo trabajó durante 12 veranos, como asistente del  curso de pintura, en la Escuela Internacional de Arte de Salzburgo, Austria, creada por Kokoshka. Además ha trabajado como diseñadora en revistas, catálogos e ilustraciones. Durante años se ha relacionado con las artes visuales, bien sea realizando escenografías de obras teatrales, dibujando, o desde su taller de cerámica trabajando arcilla, maderas, textiles, hierro y otros materiales. Sus esculturas fueron exhibidas en una individual en la galería GSiete del Centro de Arte Los Galpones en 2015, en la muestra Manifiesta Calle, 2017 y en la Feria Internacional de Arte de Aruba en 2018.
 El público tendrá la oportunidad de apreciar la obra de Diana Carvallo a través de la exposición Vivimos a pedazos, que cuenta con el apoyo de la Fundación Fenice Larralde y la misma se estará presentando  del 19 de mayo hasta finales de junio de 2019 en la sala La Caja del CCCH-Centro Cultural Chacao, ubicado en la Avenida Tamanaco de El Rosal, Caracas. El horario es de martes a viernes de 10 am a 2 pm y sábados y domingos de 11 am a 5 pm. La entrada es libre.
 Para mayor información seguir las cuentas del Centro Cultural Chacao en twitter e instagram @cculturalchacao

Vivimos a pedazos

Sonreímos en trozos

Lloramos lágrimas rotas

Caminamos en zigzag

Nos atrevemos de a poquito

Nos rompemos con coraje

Batallamos cada respiro

Respiramos cada batalla

Como un hipo constante nos ilusionamos,
Y tercamente nos aferramos
a cada rota ilusión.                                 

Para no seguir rompiéndonos

.... vivimos

Hacemos pausa…
Amarramos nuestras entrañas
Engrapamos los pellejos.

 Nos cosemos unos a otros.
Empaquetamos nuestros sueños   

   Amamos a bocanadas
En clave Morse pensamos
Cantamos cómo fieras
Lloramos entre líneas
Pescamos trozos de sueños antes de que se hundan en el lodo


atreviéndonos
... de a pedazos

Para no seguir rompiéndonos

.... vivimos

 Diana Carvallo


martes, mayo 14, 2019

POR SI MUERO MAÑANA


El colega periodista Albor Ruiz nos hizo llegar, desde Nueva York, un ejemplar de su libro Por si muero mañana, por intermedio de un matrimonio de amigos, María Clemencia López y José Ignacio Jiménez. Leerlo fue como comernos un plato grande de dulce de lechosa y ahora debemos de comunicárselo los lectores. Una tarea fácil.
Albor nací el 27 de noviembre de 1940, en Cárdenas, una ciudad costera tranquila e histórica: en ella fue donde ondeó la bandera cubana por primera vez. Pertenece a la provincia de Matanzas, y queda a unas tres horas de La Habana. Es su primer libro de poemas, aunque algunos de sus versos datan del año 1974. Es decir, entre 1974 y 1981 escribió lo que conforma la mitad del libro más o menos.
“Después no hice más poesía hasta hace unos tres años. Estos últimos componen la otra mitad aproximadamente. Entre esos dos períodos me dediqué al periodismo. Siempre me ha parecido un atrevimiento atribuirse el título de poeta, después de todo creo que la poesía es lo más depurado del lenguaje y seguramente lo más hermoso. Pero como suele suceder, los amores tormentosos e intensos avivan los sentimientos y los deseos de expresarlos y de ahí surge lo poesía en mi caso, en particular durante los primeros años”.
“Luego, ya con el peso del tiempo sobre los hombros, es la nostalgia, la casa donde nací, el mar, los amigos, la patria, los recuerdos y el deseo de dejar en claro quién soy y en qué creo Por si muero mañana”.
“Además, sencillamente me encanta la poesía, lo mismo leerla que escribirla y me sorprendió cuando alguna gente sugirió que debía publicar mis poemas. De ahí, y sin grandes pretensiones, este libro de 62 páginas que en tres capítulos compilan a no menos de 38 poemas”
Albor, con más de 50 años fuera de Cuba, advierte que mucha gente lo conoce como columnista político y algunos se han sorprendido de que en este libro se revele su parte más íntima, más vulnerable quizás. “No parece escrito por la misma persona”, me han comentado varios amigos. Es que esta es la otra cara de mi moneda, es decir, la otra dimensión de quién soy”, afirma en una mini entrevista que le hicimos a la distancia
“De los lectores sencillamente espero que les guste, que lean mi poesía y se identifiquen con el hecho de que están escritos con el corazón, y en definitiva que quieran leerme más de una vez”.
Tendrán ustedes, los lectores interesados buscarlo, posiblemente en Amazon, o pedirlo a alguien que se los traiga desde la famosa Capital del Mundo.
EN nuestra intensa lectura topamos, en la página 24 con “Puesta de sol”, donde dice:

No sé si hay vida después de la muerte,
Aunque sería bonito levantarse andar
Solo sé que cuando se pone el Sol
Hay muerte después de la vida
(2017)
 Y más adelante, en la página 41, regala esto, muy íntimo y hermoso, además:

“Una tarde”
El silencio de la tarde y su misterio
En el cuartito de estudiante
La vieja cama y un extraño
Hilo de sombra en la ventana
La luz abrumadora y secreta
De tu guardada desnudez
(2018)

Y cierra con, en la página 62, con
“Por si muero mañana”
Lo escribo en el muro de los sueños
Sepan todos que nunca tuve dueños
En Nueva York, San Juan, Miami ni La Habana
 Volver al suelo, tierra cubana
Extranjero soy y ella me llama
Sepan todos que Cuba me reclama
Por si muero mañana
(2018)
Albor Ruiz no anuncia más poemarios pero es posible que si lo haga, mientras espera el final de ese e inevitable largo viaje.

domingo, mayo 12, 2019

El molino no es solo teatro

El  teatro de Angola Heredia en escena.

Temo a ese día cuando la tecnología sobrepase a nuestra humanidad, porque así el mundo solo tendrá una generación de idiotas, dicen que dijo el judío Albert Einstein, el más grande científico del siglo XX, quien no creía en Dios, porque era ateo, pero si advertía de que existir aquel no estaría jugando dados.
 Y cito ahora al maravilloso Einstein porque vive y existe en esta vivaz Venezuela un director y productor teatral, José Tomás Angola, quien insiste, tozudamente, en hacer sus montajes aplicando las más modernas tecnologías teatrales existentes, las cuales no todos sus coterráneos dominan o conocen, como pueden ser la iluminación, el video, el multimedia y mapping, estereoscopia virtual, digitalización y virtualización de personajes y escenografías, etcétera. Ver uno de sus montajes es una experiencia totalmente diferente a los que hacen o se exhiben en otras las salas caraqueñas.
 Se trata, pues, de una creación de Angola Heredia, todo un artista sensato, profundamente comprometido con la sociedad venezolana, quien no le teme a los incesantes desarrollos tecnológicos aplicados al arte teatral, porque así busca la mayor y la mejor comprensión y satisfacción de sus espectadores, porque él, como lo predicaba Carlos Giménez, ha sabido combinar la dirección con la producción, columnas básicas para el teatro contemporáneo en el mundo, aunque en Venezuela eso se esté ignorando.
Y la prueba de que Angola Heredia ha combinado sabiamente la tecnología y la eterna y perene humanización del milenario arte teatral, está presente en su más reciente espectáculo, El molino, que es la saga del capitán José de Jesús Sánchez Carrero, cuasi mítico militar venezolano que luchó a favor de la Legión Extranjera Francesa y murió en el Chemin des Dames a un mes de finalizar la Primera Guerra Mundial (1914/1918), defendiendo el Molino de Laffaux, en el norte de Francia.
El molino es un drama histórico antibelicista sobre el honor y los héroes de esa Gran Guerra, para lo cual ha requerido de Manuel Troconis (iluminación), Ángel Fernández (sonido), José Martínez (video, multimedia y mapping), Fabiola Neri y Elizabeth Yrausquín (vestuario), quienes son sus importantes actores-tecnológicos. Contando además con las conmovedoras actuaciones, de carne, hueso y sangre de un ejemplar Ignacio Serrano, como José de Jesús Sánchez Carrero; Andrea Mariña, interpretando a Nicole; Andrea Miartus, representando a la Esposa; Carlos Abbatemarco, dándole vida al soldado viejo; Salvador Pérez Castro, encarnando al veraz Paul Steiner; e Ignacio Marchena en la voz del soldado joven. Asimismo, con el profesional Carlos Silva en la producción general. Un equipo de lujo para aplaudir en el teatro de la Asociación Cultural Humboldt, en la calle Juan Germán Roscio, en San Bernardino
 Este regalo a la sensibilidad antibélica que es El molino, de Angola Heredia, ofrece música original de Kevin MacLeod, compositor norteamericano, creador de más de 2000 piezas musicales libres de regalías, varias de las cuales fueron incluidas en la película Hugo.
En El molino el estruendo de los cañones se acompaña con utilería real de la Primera Guerra Mundial, para recrear una trama de ficción construida a partir de una historia verdadera, dividida, narrativamente, en cuadros que alegan en contra de las muertes absurdas ocurridas en las guerras, bajo consignas de honor y heroísmo.
Apoyados en el libreto de El Molino hemos rescatado algunos textos que muestran el sentir humanista de esos artistas y sus técnicos ahí comprometidos: “Quien no tiene un motivo para morir, no tiene un motivo para vivir”.  Pero una de las premisas de El molino que para nosotros define la globalidad del espectáculo, es cuando el legionario venezolano le dice a su rival alemán: “En la guerra no hay compañeros. Sólo hay gente que dispara de un lado y gente que dispara del otro. Uno simplemente se para con los unos o los otros y ruega haberlo hecho del lado de los que ganarán. Esa es la guerra mi buen mariscal”.
Ver, pues, El molino es disfrutar de un texto, bien dicho, apoyado o ayudado por imágenes y acciones que nos llevan a una sala de cine o ante un televisor gigante, logrando así esa catarsis tan necesaria para que sus predicas penetren o calen en los sentidos y en las siquis de la múltiple audiencia. Es un regalo ver El molino porque es buen teatro, tecnológicamente ayudado o apuntalado para evitar que los venezolanos seamos tomados por idiotas.
¡Texto y espectáculo muy oportunos para los tiempos que vivimos en esta patria de Bolívar!

jueves, mayo 09, 2019

"El aniversario " de Chéjov a la venezolana

Unos payasos a la venezolana.
No todo está dicho sobre el pasado Festival Internacional de teatro de Caracas. Se nos quedaba por ahí una breve reseña del espectáculo El aniversario, el cual se presentó en el Laboratorio teatral Anna Julia Rojas, ese mágico espacio que comanda Carmen Jiménez, a la salida Sur del Metro de Caracas, en Bellas Artes.
Lo logrado es una atrevida versión de un grupo de jóvenes artistas que trabajaron a partir del texto original la pieza El aniversario de Antón Chéjov. Lo obtenido resultó ser un trabajo libérrimo, escrito y dirigido por Adrián Jiménez y actuado por grupo de muchachos, protegidos por “el paraguas” del grupo Teatro Tracodra.
Se trata de una venezolanización donde se muestra a un grupo de disparatados personajes que coinciden en la oficina del presidente de un banco y donde los insólitos enredos no se harán esperar. Este es el punto de partida de espectáculo El Aniversario, original del célebre Antón Chejov, que en esta ocasión vuelve a la escena venezolana en una versión libre escrita y dirigida por el novel director Adrián Jiménez.
Con esta propuesta se pretende “venezolanizar” esta pieza escrita a mediados del siglo XIX,  la cual, salvando las distancias entre la sociedad rusa de ese momento y la sociedad venezolana actual, permite en tono de farsa permite plasmar de la manera más ridícula y grotesca algunos de los aspectos más oscuros de nuestra sociedad contemporánea, donde la corrupción, el oportunismo, la ineptitud, la explotación, la mediocridad, entre otros vicios, quedan expuestos ante el espectador a través de unos personajes que carecen de valores positivos y que lamentablemente en muchos casos vemos reflejados en la vida real.
El director Jiménez resalta que es un remontaje, ya que la primera  versión  fue estrenada durante en la temporada del 2015 para representar a la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo en el Festival de Teatro del Autor que se realizó ese mismo año.
Jiménez destacó que “dentro de mi proceso de capacitación como director en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo tuvimos la oportunidad de participar en el FESTEA 2015 con El aniversario, y en esa oportunidad recibimos la sorpresa de resultar ganadores en las categorías de mejor vestuario, mejor maquillaje, mejor escenografía, mejor producción y mejor actor de reparto”.
"Gracias al apoyo de Bruno Mateo y de la Asociación Civil Tracodra la pieza realizó dos exitosas funciones en la octava edición del Festival Internacional de Teatro de Caracas. Luego de esto mi equipo tiene planes de realizar una gira por algunas ciudades del interior del país a partir de este mes de mayo, para finalizar realizando una temporada en   Caracas"
Además, Jiménez afirmó que: “esta producción es posible gracias al trabajo comprometido de un grupo de jóvenes, que a pesar de las innumerables dificultades, apostamos por seguir llevando al público venezolano  una serie de trabajos entretenidos  y que al mismo tiempo inviten a la reflexión, sobre todo tomando en cuenta el momento histórico que atraviesa nuestro país”.
El elenco en orden de aparición está conformado por: Leomar Aponte en los papeles de Pedro Pérez y el dueño, Javier González como el presidente Pantaleón Verdi, Yordano Marquina y Wilson Medina compartiendo el rol de Tatiana Estefanía y Michael Pérez quién interpreta a la señora Dolores del Carmen. La producción está a cargo de Isaías Herrera y Sandra Jiménez. El diseño y la realización del vestuario, escenografía y la utilería son obra de Sandra Jiménez y Adrián Jiménez.
Jiménez explica que parte de la propuesta de Chejov, o llega a él por casualidad. “Resulta que en el año 2015 yo estaba en mi segundo año de formación en la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo y en la cátedra de Dirección 1 nos colocaron como asignación final montar una pieza para participar en la edición de ese año del Festival Teatral de Autor (FESTEA) que en ese oportunidad dedicó su edición a los autores: Ibsen, Strindberg, Wilde y Chejov.  Debo confesar que me aterroricé, era la primera vez que me tocaba dirigir formalmente y todos estos autores eran extremadamente complejos e interesantes, no sabía que elegir y seleccioné a Chejov, me enamoré de su obra; pero me costó mucho conseguir una pieza en la cual me sintiera cómodo para intentar abordar el trabajo y que el resultado no terminara siendo un desastre. Resumiendo la historia, gracias a mi mejor amigo conseguí El Aniversario, me encantó la crítica tan aguda, tan mordaz, las denuncias de la pieza y los paralelismos entre la Rusia de finales del siglo XIX y la Venezuela actual. Luego junto a mis compañeros de estudio y la tutoría de mis profesores logramos sacar adelante un trabajo que gustó bastante, incluso ganamos cinco premios en esa edición del FESTEA; pero solo hicimos tres funciones. Quede en deuda con el trabajo de meses y por eso desde finales del año pasado (2018) me propuse realizar un remontaje del trabajo junto a un nuevo elenco. 
Jiménez puntualiza que no se atreve a decir que usa al clown en su propuesta, “lo que si tomo del clown es la estética, algunos símbolos y códigos. Los personajes no están concebidos, ni pensados para ser clowns. Lo que quise lograr o transmitir utilizando esta estética o la de imagen del payaso trágico es el papel que muchas veces nos toca encarnar en nuestra vida real. En donde atravesamos situaciones dignas de un número de payasos, en un circo patético y de mal gusto. 
Desde un principio Adrián Jiménez les planteó a sus actores que realizarían una farsa con una obra de Chejov, que buscarían lo grotesco, lo circense, elementos de clown y de la comedia del arte.
“También les pedí que desde la técnica del animal crearan la corporalidad de sus personajes, y que también tuvieran formas muy peculiares de hablar y moverse. La idea era deshumanizar a los personajes, que fueran dibujos animados, muñecos, caricaturas... Además se les agregó el uso de la máscara desde un principio de los ensayos para que lograran transmitir sus expresiones y emociones con todo el cuerpo y no solo con el rostro. Los personajes como en todo proceso fueron resultado del ensayo y el error, incluso con cada presentación se van alimentando más, van creciendo, ya que las reglas que plantea la obra crea un interacción con el público que hace que los personajes está cada vez más vivos en escena”. 
“No tengo miedo de caer en el histrionismo exagerado, pero si tengo pánico de caer en este montaje no solo por el uso de la estética de payasos, sino porque la manera que está planteado tiende a la exageración, a lo barroco, a lo excesivo y en cada función estamos en una frontera muy delgada entre generar risas o aturdir al público. La obra está recargada de elementos visuales y sonoros, todo con la intensión de crear un caos colectivo, pero si no se tiene cuidado puede ser desastroso y terrible”. 
¿Y después que viene?
En un principio presentar el trabajo en todos los espacios posibles, mi intención es viajar con la pieza. La concebimos como una "obra portátil" que se adapta a cualquier espacio. A corto plazo tenemos, después de nuestra reciente participación en el Festival Internacional de Caracas 2019, tenemos compromisos en el oriente del país, también estamos en la búsqueda de salas en Caracas. 

"Fin de mundo" llegará en julio

El teatrero Rubén Joya.

Rubén Joya López (Maracay, 25 de abril de 1970) ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Apacuana 2018 y durante la temporada 2019 de la Compañía Nacional de Teatro está en su programación del venidero mes de julio, bajo la dirección de Carlos Arroyo. Se trata de Fin de mundo.
¿Dónde nace y cómo fue su infancia y primera juventud?
Como dijo el poeta Víctor Valera Mora: “Nací de parto bravo…” y así fue como después de 15 horas salí a este mundo en   Maracay. Mi infancia vive entre una familia trabajadora que hereda una mezcla más allá de la orilla caribeña y entre amigos de varios sitios por la mudanzas, nos establecimos en un hogar con ciertas comodidades de rigor y a la moda de ese entonces. Me inscribieron en deportes, como el béisbol, pero nunca tuve la inquietud de asegurarme nada ahí, así que la natación me ofreció el gusto por el agua y competí durante ocho años donde obtuve premios, medallas y récords reconocidos. Mis padres se fueron al extranjero a un viaje de visita y cuando regresaron me trajeron lo que se llama un “View Master”, una especie de proyector con varios discos de ese entonces, para mí fue de una gran emoción, así que invité a varios amigos a ver “películas” y luego hacíamos dibujos de lo que veíamos. Yo hacía historias, que no eran relatos ni cuentos (lo sé ahora) y las ilustraba. Más tarde, compraron una colección de cuentos, otros temas y mi madre en algunos viajes nos leía a mi hermana y a mí, asunto que me permitió después leer todos los libros llenos de fantasías, aventuras, seguir dibujando y escribiendo sobre lo que imaginaba. Hacia también, pequeñas escenografías, eso porque mi tía Teresa era maestra de preescolar y tenía una colección de libros de esa naturaleza incluso cuentos que los abría y tenían en su contenido formatos que se armaban al abrirlos. Mi tía, era una mujer rebelde, conoció a personalidades como el Che Guevara por sus viajes, y estaba rodeada siempre de artistas y una música “extraña” de gente con palabras bonitas, es decir, de poetas. Más crecido, fui con ella a varias partes y conocí un movimientos de “poetas malditos”, artistas plásticos, músicos, en fin, me fue absorbiendo un mundo que no tenía en cuenta sino solo en mi imaginación.
¿Cómo llega al teatro y por qué tanto ahínco para ser el mejor o el más útil?
Mi tía me llevo a ver una obra infantil en Caracas, luego en el liceo nos reunimos varios a formar un grupo entre bailes y representaciones sin ninguna orientación técnica, solo el impulso de querer recrear, por ejemplo, a Pedro Navaja y mis amigos tocaban algunos instrumentos. Me fui integrando a ese movimiento personal que nacía en mí, y fui a dar a Coprocine, pero no pude inscribirme, desde temprana edad empecé a trabajar, así que me compre una betamax, veía películas, copiaba ciertos parlamentos, me los aprendía, baile “breakdance”, pintaba mis franelas, hice un juego en cartulina con dados, escribía cosas existencialistas que no iban a llegar a ser nada, así que mis padres veían un “desvío” de las reglas naturales al darse cuenta de mi preferencia por el arte. La rebeldía se hizo y los obstáculos fueron la prueba de crecimiento y decisión absoluta en lo que quería. En la universidad privada, estudie Turismo y ahí estaba un grupo de teatro y de inmediato me acerqué, estaban muchachos y jóvenes con cierta experiencia teatral, y el grupo estaba entre los más destacados de Aragua; sin dudar fue mi escuela, mi refugio y la grieta frente al muro. Pude, entonces compartir lo que escribía, realizar talleres e iniciarme definitivamente en el arte dramático, y en los audiovisuales dispuestos a colocar en la vida lo que no tenía nombre. ¿El mejor? Bueno si voy por ese camino es que soy un compendio de los mejores, una síntesis de creación verosímil.
¿Ha ganado anteriormente otros premios?
Fíjate,  en estos días reflexionaba cuantos premios han ganado los artistas; eso que reciben aplausos y dejan una huella imborrable en la memoria histórica del teatro, y nunca han recibido una premiación en físico o en metálico; Creo que son, somos ganadores, pero si  voy al terreno concreto he recibido el premio del Concurso Nacional de Dramaturgia “Gilberto Pinto” 2017 con la obra Viejo Año, un premio al mejor actor de reparto en el Ecofilms 2018 donde compiten varios cortometrajes y ahora este premio Apacuana, el cual recibo con emoción y sencillez.
¿Esta obra que le premia la CNT qué es y qué persigue?
Pues me han dicho: sigue, no te detengas porque llegar apenas es un suspiro. Creo que es un gran estímulo a la creación, a visibilizar esfuerzos engavetados, y me inquieta mucho más saber que tanto puedo ofrecer a quienes les interesa escribir o hacer teatro. El premio, en fin, es reconocer y encontrarnos en la palabra frente al mundo insensato y una asociación espacio- tiempo inolvidable. Además, tenemos el derecho de continuar expresando y esta es una de las oportunidades para ofrecerle a la vida algo más interesante; a veces, hay que inhabilitar lo cotidiano, traicionar la lógica; el hecho real por sí me fastidia. Hay que motivar a crear otros concursos con una línea de montaje, o lo que esté al alcance para que a obra salga a la luz, como un parto bravío.
¿Puede resumir la temática y la argumentación de Fin de mundo?  
El tema es la opresión frente a un mundo que decide cambiar y vuelve a reincidir tanto en lo que aspira, como en lo que intenta y va dejando a su interés. Presenta una estructura con cuatro obras cortas, concatenadas que llamo cuadríptico, pues, su composición es importante dentro de la relación temática.  Es una obra atemporal, con visos absurdos, con un ambiente de guerra, personajes enigmáticos dentro de un lenguaje particular y realista. Es un ejercicio poético de la desdicha y la esperanza que se desarrolla en un entramado de teatro, música, danza, performance. Hay que vivir el teatro para entender qué nos está pasando y que podemos reflexionar al menos en torno a eso.
¿Hay más obras escritas o tienes más proyectos para desarrollar?
He escrito varias obras, incluso algunas han sido estrenadas como por ejemplo, Tacones segurosIndependencia una historia de hoyUna tarde gloriosaLos nadie (homenaje a Eduardo Galeano), una breve obra infantil El cochinito desobediente, obras cortas para espacios de calle y no convencionales, otras para Radio Teatro, algunas por encargo como Poseidón en el cual fui su coautor y se presentó en una gira por varios estados del país.
“Quiero escribir una pieza donde refleje un contexto de niños, es decir, actores representando a niños de la calle o sin refugio, además de toda esa imaginación lúdica, también llevo adelantado un tema sobre el petróleo y sus vaivenes históricos, quiero fortalecer mi ejercicio escritural en el guion para cortos y largometrajes, así como este año ser parte dela Compañía Nacional de Teatro ¡Qué gran sorpresa! Y quizás ser sorprendido de nuevo, quizás, como actor de Fin de mundo, o sea, de mi propia obra”.
¿En un país donde el profesional del teatro no sobrevive fácilmente, que hace usted para ayudarse?
La subjetividad siempre ayuda, es un motor para seguir creando sin que las criaturas cotidianas te encadenen al suelo. Pero hay que formalizar los sueños, tratar de que tengan un espacio terrenal, y eso amerita colocarse paralelamente en otro oficio por ejemplo en la docencia, como facilitador de procesos de aprendizaje, también como productor o más bien, “entrompador” para lograr viabilizar políticas en colectivo acordes con las acciones que pueden impulsar condiciones creativas con más posibilidad productiva.
¿Qué perspectivas tiene o trabaja para realizar?
Concebir un teatro más integrado, desde la escritura como en la puesta en escena; trabajar por un movimiento que pueda generar acciones en torno al arte dramático, como festivales, muestras, formación, como ya lo habíamos hecho en gran parte. El teatrista, siempre tiene algo pendiente. Siempre tiene una desobediencia ante lo maltrecho, frente a la opresión; El dramaturgo, frente a los desajustes, eso nos da un escenario para repensarnos en todos los ámbitos tanto educativos, como socioculturales. Debemos vernos en la realidad concreta, y convertir todo lo que acontece en un riesgo mucho más creativo. Debemos vernos frente al espejo pero no para contemplarnos, parafraseando a Octavio Paz, el espejo es el destino donde nos realizamos.
¿Por qué la actividad cultural de la provincia no llega en cantidad y con más frecuencia hasta Caracas?  
Yo creo que a caracas le queda lejos la provincia.  Dentro de esta “provincia” Maracay, por ejemplo, el talento es una potencia para el mundo, claro y en toda Venezuela, pero la actividad caraqueña se regodea de luces y colores entre amigos y amigas de la capital. No quiero ser arrogante, pero esta ciudad ha hecho de la historia teatral un libro relevante para el país y Sudamérica. Hace unos años escribí un proyecto para que Aragua y Caracas se encontraran en un circuito, mucho antes del circuito de Caracas, ahora estas fronteras necias y mal entonadas, deben desaparecer; si bien es cierto que Caracas tienes espacios o salas convencionales de diferentes formatos y características propicias y no, tal vez no hemos visto o fortalecido las relaciones entre artistas que sufren, padecen y sueñan, y por otro lado las relaciones interinstitucionales  que pueden establecer vínculos con las organizaciones o agrupaciones de los estados, así como canalizar su centralismo, una lluvia de ideas que inunde la apatía gubernamental con respecto a la cultura en ciertos lugares. Yo me pregunto ¿Qué se centraliza? ¿Qué se retiene? Porque las ideas van libres y propiciamos una soberanía hasta intelectual. Si revisamos la historia reciente, Maracay es forjadora de ideas rebeldes que forman parte de grandes debates nuestro americanos.
“Hay que dejarse de tanta pendejada, porque aquí como allá laten corazones que guardan secretos, una especie de calidoscopio de escenas, un drama detrás, un olvido, un adiós, una  realidad  inhabitable y otra dispuesta a seguir creyendo junto al espectador. No hagamos que el horizonte se obstine. El escenario, es nuestro; necesario es vernos. Un aplauso para todos”.