martes, marzo 31, 2020
sábado, marzo 28, 2020
Santana sigue vivo
Roberto Santana Rodríguez |
Conocí a su padre, Rodolfo, y fue por
eso que durante cuatro semanas, de lunes viernes, venía desde el apartamento de
Aura Salas, en el edificio El Tejar, atravesaba
ese largo pasillo que lo une al edificio Mohedano, y en mi casa, a cuatro manos
escribimos mi texto Como es Rodolfo Santana,
publicado en marzo de 1995.
Ese exótico texto sobre la vida, obra
y otros milagros de Rodolfo Santana Salas (Caracas, 25 de octubre/21 de octubre
de 2012) me permitió conocer
personalmente su tercer hijo, Roberto, y tener así una entrevista que
ahora transcribimos para los lectores, la cual publicamos el 11 de marzo de 2018:
Así, en un tono cercano al grito,
escuchamos la enfática tarjeta de presentación de un adulto cuarentón, vestido
muy modernamente, todo de negro, identificado como Roberto Santana Rodríguez,
en la tarde lluviosa de un martes en la cafetería de Unearte. El resto de los
asistentes, no menos de 15 personas no se inmutaron, porque seguramente
creyeron que era una expresión más de ese conspicuo grupo o “jauría” ansiosa de
conocimientos que en ese sector pulula. Nosotros, que no dejamos de reír para
dentro, ya conocíamos de trato al personaje que se presentaba así, tan
bulliciosamente. Y tras de los protocolares saludos abrimos nuestra grabadora y
se dio esta entrevista:
¿Cuál es su nombre legal?
Roberto Adolfo, el único hijo
vivo de Rodolfo. Nací en Caracas el 10 de enero de 1970, hacia las tres y
media de la tarde, según me contara mi mamá Gladys, quien se casó,
cuando tenía 23 años con mi padre, de 19 años, el 23 de noviembre de 1963,
precisamente el día que mataron al presidente Kennedy.
¿Su madre, la primera esposa de
Rodolfo Santana, vive?
No, falleció hace dos años
aproximadamente. Ella y mi papá concibieron un primer niño, Rodolfo, que murió
posteriormente. Ellos se divorciaron durante los años 70.
¿Tiene más hermanos?
Sí, tengo un hermano por parte de
madre, que vive en México.
¿A la gente de teatro le preocupa lo
que pasará con las obras y los guiones de cine de su
papá, a los cuales usted tiene derecho por ser su hijo? ¿Algunos
teatreros esperan que usted organice una fundación para proteger ese legado
intelectual?
Yo puedo darte una respuesta muy
larga, parte de la cual no quiero que se publique para no herir
susceptibilidades, lo que sí puedo adelantarte es que mi padre me dijo, en una
ocasión, que me cuidara mucho porque una buena parte de los teatreros,
nacionales e internacionales, son “unos vampiros y hasta guevones”, pero que si
había gente muy correcta y respetuosa de las normas. Apenas mi padre murió,
hacia el 2012, apareció mucha gente ansiosa e interesada en sus obras. Yo deje
que pasara un tiempo para que esa gente se aplacara, porque ya sabía lo que me
tocaría lidiar con algunos de ellos.
¿Usted tiene el control del disco
duro de la computadora de Rodolfo?
Si, conseguí un tanto de dinero y
pude comprar el disco duro externo y todo eso lo tengo a buen recaudo.
¿Usted tiene ya visualizadas las
obras que ahí dejó su papá?
No he tenido la disciplina para
estructurar esos archivos que dejo, los cuales solo los entendía él. Ahí no hay
carpetas, sino una serie documentos en Word, muy desordenados.
¿Qué ha pasado con usted después de
la muerte de su padre?
La situación de nuestro país ha sido
muy difícil desde el año 2012 y cuando murió mi papa yo he tenido que sortear
una situación económica muy compleja e incluso llegue a pesar unos 53 kilos. Yo
no tenía tiempo sino para buscar mi sobrevivencia, no podía pensar sino en cómo
conseguir ocho mil bolívares diarios para mi alimentación y así pase muchos
meses. Recuerdo que me iba para la urbanización Los Palos Grandes para recoger
los mangos y alimentarme con ellos. Fueron tiempos ya superados.
¿Usted tiene hijos?
Sí, tengo una hija ya grande, que
anda por los 18 años.
¿Qué pasado con el legado literario
de su papa?
Junto con algunos amigos hemos
estudiado la posibilidad de relanzar al grupo Cobre, que era el equipo de
batalla de mi papá. E incluso intentamos montar su obra Los criminales,
pero aparecieron las famosas guarimbas y eso nos alteró completamente los
ensayos, porque no podíamos reunirnos como acordábamos. Se paralizó el montaje
porque algunos actores se fueron del país. Mientras tanto, me contactaron unos
cineastas mexicanos porque querían rodar una película basada en su obra El
animador. Y al final de las negociaciones me adelantaron una parte de los respectivos
derechos de autor. Y mi situación económica cambió e incluso hasta me compre un
carrito. Yo vivo entre Maracay y en Guarenas, en el apartamento de mi papá.
Estoy planificando el relanzamiento del grupo Cobre, el cual realizaría varias
actividades culturales y hasta tendríamos una editorial para libros
electrónicos, además de una emisora por Internet. Queremos organizar
foros sobre sus creaciones dramáticas. Eso no es fácil, hay que trabajar mucho.
Pero el grupo Cobre de Santana vuelve a la escena, lo garantizo. Mi padre
seguirá vivo mientras su teatro se represente…porque amaba mucho a su
Venezuela.
¿Cómo es su relación con la
Asociación de Autores y Compositores de Venezuela (Sacven), ya que Rodolfo era
miembro de esa organización?
Si, lo sé, porque tengo contactos con
Karina Cisnero (su apellido es Cisneros), una seria profesional y muy
trabajadora funcionaria de Sacven, que vive en Los Valles del Tuy, ella era una
fiel amiga de mi papá. Mi relación con ellos continúa hasta ahora, porque a
ellos además les interesa. A Sacven hay que contactar todos los que pretendan
montar algunos de los textos de mi padre. Precisamente, estoy muy bien
informado que la Compañía Nacional del Teatro, que ahora dirige Carlos Arroyo, dispuso
el estreno de Baño de damas,
famosa obra de mi padre, según puesta en escena de Aníbal Grunn, para el 23 de
marzo de 2018, en el teatro Alberto de Paz y Mateos, evento al cual espero
asistir.
Nunca más pudimos conversar con el
heredero de Rodolfo Santana Salas y hemos revivido ese encuentro porque los mangos
ya se caen de los arboles caraqueños.
lunes, marzo 23, 2020
Murió Santiago García
Murió el maestro
Santiago García y muy pocos podrán despedirlo, hoy 23 de marzo, informa El País, de Madrid.En medio de la pandemia del VID19, hay fronteras cerradas y al referente del teatro colombiano,
la leyenda, el fundador de la compañía La Candelaria, le tocará una despedida
teatral, solitaria.
A lo mejor, fiel a
su humor sarcástico, él haría una broma. O lanzaría uno de sus juegos de
cábala, que tanto le gustaban. Cuando el Teatro La Candelaria cumplió 45 años,
rodeado de sus actores, dijo: “el trece en la cábala puede ser de mala o de
buena suerte. Funciona en el grupo de una manera extraña, porque somos trece
miembros y tenemos una mata en la entrada del patio que todos los semestres
florece y da trece rosas". Ellos hubieran querido verlo por última vez en
la sala del Teatro que fundó con Patricia Ariza, en 1966, abrazarse y “sentir
su cuerpo despidiéndose”, como escribe César Badillo, uno de sus actores.
"Nosotros los candelarios, y me atrevo a decir, que muchos teatreros del
país y del mundo, sabemos que el mejor reconocimiento que le podemos hacer es,
a pesar del dolor que nos estrecha la garganta, fortalecer este barco de la
creación, que como él mismo dijo, “el único lugar donde no se naufraga”, dijo
Badillo en una sentida carta.
García, fallecido a
los 91 años tras sufrir un infarto, también decía que “la imagen que uno tiene
de sí es al revés porque, frente al espejo, lo que está a la izquierda uno lo
ve a la derecha”. A través de su teatro, él puso a Colombia frente al espejo de
la realidad. Obras como Guadalupe infart sin cuenta, De
Caos y de Cacaos o El Paso, obligaban a mirarse en la
historia violenta de Colombia, aunque doliera.
Su gran obra fue la
creación del teatro independiente y contestatario La Candelaria, una
institución que se ha mantenido a pesar de las angustias económicas y
políticas. Como las amenazas que recibían o aquella vez en 1987 cuando la
Policía allanó el escenario para llevarse los fusiles de palo y cascos de
utilería de una obra; o cuando, acorralados por las deudas para pagar el
alquiler de la sede,- una casa de 1630-, cavó huecos junto a los actores
buscando posibles tesoros enterrados.
Representaba, como
ha dicho el también dramaturgo, Miguel Torres, el big bang del
teatro colombiano. Alrededor de su energía y sus ideas filosas, enmarcadas en
la corriente de creación colectiva, orbitaron intelectuales y artistas de
Latinoamérica como el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, el nobel Gabriel
García Márquez y los pintores Fernando Botero o Alejandro Obregón y su hermano
teatral, Eugenio Barba, del Odin Teatret.
Santiago García
comenzó su carrera actoral en 1957 con el director japonés SekiSano, pasando
por la Universidad de Praga, el Actor’s Studio de Nueva York y la Universidad
de Teatro de las Naciones en Vincennes (Francia). En 2012, la Unesco le nombró
Embajador Mundial del Teatro y un tiempo después se retiró de las tablas por
enfermedad. Hasta esa época era común verlo caminando por el centro histórico
de Bogotá y responder un saludo, muy a su estilo. “Maestro, cómo le va”. Él
levantaba la mano desde la otra acera: "Bien, gracias” y acto seguido le
preguntaba fuerte a su acompañante: “¿Y esta quién es?”. Su escenario era el barrio.
Decenas de los
mejores actores de Colombia trabajaron junto a él e hicieron creación
colectiva, el estilo de construcción de las obras, que consistía en tomar un
momento social de la realidad colombiana y, a partir de este discutir,
improvisar y amasar hasta llevar al escenario. Muchos de ellos lo despedirán a
la distancia, recordarán la frase con la que solía saludar en alemán: “soy el
guardián de las puertas del universo, pero se me perdió la llavecita”. Y se
reirán.
"Partió como
un niño inocente. Y aún sufriendo una enfermedad que normalmente ensombrece,
nunca perdió el don del payaso. Se fue sin decirnos dónde estaba “la llavecita
del cagado espíritu de este mundo”, escribió César Badillo.
domingo, marzo 22, 2020
El talento literario de Josefa Zambrano Espinosa
Josefa Zambrano, escritora con obras densas. |
“Cuando pienso en la escritura de Josefa Zambrano (Boconó, Trujillo, 1950) la palabra que viene a mi memoria es densidad. No obstante no se trata de esa densidad académica un tanto postiza, sino más bien de esa densidad porosa y que se encuentra oculta en frases bien construidas, en párrafos estructurados con la minuciosidad del artesano”, así lo publica Carlos Yusti en la respetable revista Letralia, que reproducimos o republicamos aquí.
“Josefa me contó,
mucho tiempo después, que había leído algunos de mis textos en un suplemento
cultural y le gustaba de mis ensayos, creo, ese estilo fortuito, sin clip
sujetador. También yo conocía a Josefa a través de sus cuentos pertenecientes
al libro Magia de páramo”.
“Desconocía que
escribía ensayos y cuando leí las galeradas del libro Taumaturgias del verbo (Fondo
Editorial Predios, 1999), facilitadas por el editor, no sólo me deleité con sus
ensayos, que proporcionaban inteligentes puntos de vista, sino por una
escritura que era una tersa filigrana de belleza con las palabras. Los ensayos
de Josefa, en comparación con mis textos ensayísticos, escritos con la
brusquedad tosca del aficionado, estaban escritos con la sencillez más compacta
y precisa de la inteligencia y en la que una destilación de orfebre con el
lenguaje dejaba su indiscutible marca de agua. Pero decir esto es una vaguedad
y es necesario leerla. En su ensayo sobre la pintora Remedios Varo escribe: “A
través de los siglos, su voz es la de todas las mujeres. Mujeres que vivimos en
un mundo donde la palabra y la agresividad viriles aún tienen la fuerza para
hacer de la guerra, por ser ‘cosa de hombres’, un arte, pero, afortunadamente,
ese poder es insuficiente para hacer del arte una guerra, pues el talento, el
genio, también es ‘cosa de mujeres’. ‘Soy mujer, pero tengo talento’, clama
Lisístrata desde la Acrópolis”.
“En los relatos y
en los ensayos Josefa deja a la intemperie su manera de moverse en la vida, de
observar la existencia como un compendio estético, algo así como una música
lenta y brumosa en un día lluvioso borrando algún paraje del páramo. En una
entrevista confesó cómo era su proceso de escritura: “Es de ritual. Esquivo la
escritura. Hago una y mil cosas antes de dejarme atrapar por las palabras que
se agolpan en mi cabeza esperando que me siente a plasmar con ellas una
historia, una reflexión; en fin, un nuevo texto. Mi proceso de escritura sigue
siendo de mucha inseguridad, de escribir y reescribir hasta conseguir la
palabra, la frase que exprese mis sentimientos, mis pensamientos”. Y de eso
está hecha su escritura: de sentimiento y filoso ingenio. Josefa no sólo busca
construir bien una frase (o un párrafo), sino que trata de que las palabras
formen una estética, especie de pincelada de palabras que congregan claridad,
concreción y agudeza. Hay en todo su trabajo como una emocionada meditación,
tan parca, pero a la vez rotunda, muy propia de la gente de montaña”.
“El trabajo
literario de Josefa Zambrano ha permanecido en ese despiste sorprendente de los
cenáculos literarios, que glorifican a tanto zoquete con ínfulas de autor y que
premian el enconado arribismo del escritor en los pasillos del poder. A pesar
de esos equívocos hace poco la Academia Venezolana de la Lengua la ha elegido
miembro correspondiente por el estado Trujillo”.
“Muchos escriben
para labrarse una reputación literaria, pero en el caso de Josefa Zambrano la
cosa no funciona de esa forma tan simplista y carente de estilo. Creo que
Josefa escribe para atrapar entre palabras esa realidad que se escapa por la
ventana, que huye en los discursos del poder, y que ella conoce bastante bien;
de esa realidad que a veces es un aforismo y otras una larga retahíla de lugres
comunes. Escribe para ordenar la velocidad indescriptible del presente. Me
aficioné a la escritura de Josefa Zambrano cuando leí su indefinible ensayo,
relato, entrevista, indagación exhaustiva sobre un artista con el
característico título: A. J. Fernández, “El hombre del anillo”: la
magnífica y atroz bizarría del imaginario trujillano.
En el texto condensa ese universo de lo estético, con sus contradicciones,
errores y aciertos, a través de un pintor popular. La entrevista, que es una
amalgama de cuento, ensayo, investigación y toda esa mezcolanza de géneros, es
resuelta con una originalidad puntual y de una riqueza creativa tal que el
lector se ve abrumado por lo que dice aquel hombre sencillo (en pugna con los
ruidos mundanos del día a día y los demonios del arte) y por la manera como lo
cuenta Josefa: sin dejar cabo suelto, sin dejar de inmiscuirse en los entresijos
íntimos del creador, sin dar tregua ni conceder nada. Todo cocinado en ese
fuego lento (e implacable) de la literatura”.
“Josefa Zambrano
sabe que la realidad hay que pasarla a limpio cuando se escribe, hay que
trabajarla con obstinada fragua desde el lenguaje, otorgándole una belleza
inusitada, que se escapa a simple vista. Que la realidad a veces nos esquiva y
que es necesario retenerla, por breves momentos, en la escritura, y vislumbrar
de alguna manera esa belleza otra postulada por Lautréamont
como “el encuentro fortuito sobre una mesa de disección, de una máquina de
coser y un paraguas”.
"Enjambres" es novela oportuna del venezolano Edgar Borges
“Firmé mi nueva novela Enjambres con Altamarea Ediciones, un
sello español que me interesa por su apuesta literaria ajena al ruido comercial
que hoy inunda el mundo del libro. Comenzaron publicando obras de autores
italianos que admiro (Pasolini. Pavese) y hoy suman autores españoles y
latinoamericanos a su catálogo. Otro punto importante es que Altamarea llega a
varios países de Latinoamérica”, nos escribe desde Madrid el escritor
venezolano Edgar Borges.
“Enjambres es una novela que
acontece a pulso entre una historia particular y un caos general. En el mundo
estalla “la guerra del todos contra todos”; lo que comenzó como una
conformación de bandos en torno a opiniones, terminó en combates cuerpo a
cuerpo. Cualquier cosa, desde una nacionalidad hasta una opinión, puede ser
motivo de guerra. En este contexto, un grupo de padres deciden mandar a sus
hijos a refugiarse en la casa que uno de ellos tiene en un bosque. Cinco
jóvenes se ocultarán del caos dentro de ese bosque; pero la huida impuesta
desata otras motivaciones de fuga: el mundo adulto, la culpa de los padres, el
fracaso del sistema”.
“El grupo de mi novela no huye de la
peste, como en El Decamerón, huye de “la guerra del todos contra todos”, lo
que podría ser una crisis posterior a cualquier otra epidemia. Enjambres intenta desarrollar dos ideas: la fuga de la adolescencia
hacia la infancia, y la guerra de opiniones que hoy domina la realidad. María
José es el personaje por el que atraviesan las ideas de la novela; ella se
encuentra entre dos direcciones: la infancia que dejó, con sus hazañas y los
columpios voladores, y el mundo adulto enfrentado en micros guerras generalizadas.
Creo que la sociedad se está desintegrando para conformar numerosos enjambres.
Se están conformando tantos grupos como opiniones. Toda opinión hoy es motivo
para crear un enjambre. El ruido es el escudo que impide conocer los argumentos
del “enemigo”. Bajo esta premisa quería escribir una novela donde aconteciera
una guerra entre vecindarios. Todo se cuenta desde la perspectiva de estos
cinco jóvenes que habitan la casa del bosque”.
“En la novela nunca se dice exactamente
por qué estallaron estas micro guerras generalizadas. Las causas sobrevuelan en
las preguntas de los personajes. Que nadie se llame a engaño. El
capitalismo no está en crisis, pues en sí mismo opera como una crisis para
mutar, cual epidemia, cada vez que necesita sostener su nivel de producción. El
enemigo que antes nos inventaban bajo distintas formas, ideas o identidades,
ahora es invisible. Nos quieren educar para que aprendamos a vivir en crisis,
como si de pronto el gran poder hubiera decidido que el presente será el siglo
de las crisis. El enemigo invisible tiene la particularidad de que nos permite
darle forma al miedo y esa forma siempre la tendrá lo más inmediato:
familiares, vecinos o incluso nosotros mismos”.
“La presencia de la libélula es algo
importante en la novela. La libélula es la comprensión profunda del significado
de la vida; en la novela María José imagina libélulas, pero también las ve en
la realidad del bosque. Las libélulas acompañan las distintas huidas de María
José, la necesidad de vuelo del personaje”.
“En Enjambres extraños
insectos invaden el bosque; nada es lo que parece, la propia naturaleza se ha
vuelto una cosa extraña para la mirada de las personas. Un zumbido se convierte
en otro personaje. María José cree que detrás de ese zumbido hay una clave, una
pregunta con la que todos los bandos acorralan a cuanto individuo encuentran en
el camino: Y tú, ¿con quién estás?”.
sábado, marzo 21, 2020
27 de marzo Día Mundial del Teatro 2020
El autor del mensaje del Día Mundial del Teatro del International
Theatre Institut ITI, es el galardonado dramaturgo pakistaní Shahid Nadeem y
hoy las publicamos porque los lectores deben meditarlas, especialmente
los que realizan actividades artísticas como tal y sus espectadores en general.Y nosotros como periodista y dramaturgo aquí estamos, no podíamos obviar esta colaboración de la teatrera Yahaira Salazar, desde aquel París con pandemia,además.
El objetivo de los fundadores de ITI era construir
una organización que estuviera alineada con los objetivos de la UNESCO en
materia de cultura, educación y arte, y que centrara sus esfuerzos en mejorar
el estado de todos los miembros de las profesiones de las artes
escénicas. Ellos concibieron una organización que creó plataformas para el
intercambio internacional y para la participación en la educación de las artes
escénicas, para principiantes y profesionales por igual, así como el uso de las
artes escénicas para el entendimiento mutuo y la paz. El ITI se ha convertido en la organización más
grande del mundo para las artes escénicas, con más de 90 Centros distribuidos
en todos los continentes.
Shahid NADEEM, El teatro como santuario.
Al final de una representación de la
obra de teatro de Ajoka sobre el poeta sufí Bulleh Shah, un anciano, acompañado
por un niño, se acercó hasta el actor que había interpretado el papel del gran
sufí, “Mi nieto no se encuentra bien, ¿podría bendecirlo? dijo, El actor se
sorprendió y contesto: "No soy Bulleh Shah, solo soy un actor que
interpreta el papel". El anciano entonces contesto: "Hijo, no eres un
actor, eres una reencarnación de Bulleh Shah, su Avatar".
De repente, se nos ocurrió un concepto
completamente nuevo de teatro, donde el actor se convierte en la reencarnación
del personaje que interpreta. Explorar historias como la de Bulleh
Shah, historias como esta existen en todas las culturas y pueden
convertirse en un puente entre nosotros los creadores de teatro, una audiencia
desconocida pero entusiasta.
En nuestro compromiso con los desafíos
del presente, nos privamos de las posibilidades de una experiencia espiritual
profundamente conmovedora que el teatro puede proporcionar.
En el mundo de hoy donde la
intolerancia, el odio y la violencia están en aumento, nuestro planeta se está
hundiendo cada vez más en una catástrofe climática, necesitamos reponer nuestra
fuerza espiritual.
Necesitamos luchar contra la apatía, el
letargo, el pesimismo, la avaricia y el desprecio por el mundo en que vivimos,
por el planeta en el que vivimos.
El teatro tiene un papel, un papel
noble, debe dinamizar y hacer avanzar a la humanidad ayudarla a
levantarse antes de que caiga en un abismo. El teatro puede convertir el
escenario en un templo, el espacio de actuación, en algo sagrado.
En el sur de Asia, los artistas tocan
con reverencia el piso del escenario antes de pisarlo, una antigua tradición en
la que lo espiritual y lo cultural estaban entrelazados. Es hora de recuperar
esa relación simbiótica entre el artista y el público, el pasado y el futuro.
Hacer teatro puede ser un acto sagrado y los actores pueden convertirse en los
avatares de los roles que desempeñan.
El teatro tiene el potencial
transformador de convertir la escena en un santuario y ese santuario en
un espacio de actuación.
Biografía de Shahid Nadeem.
Shahid Nadeem, director de teatro y el
más importante dramaturgo pakistaní, también dirige el famoso teatro Ajoka.
Shahid Nadeem nació en 1947 en Sopore,
Cachemira. Se convirtió en refugiado a la edad de un año, cuando su familia
tuvo que emigrar al Pakistán recién creado después de la guerra de 1948 entre
India y Pakistán cerca del conflictivo
estado de Cachemira.
Vivió en Lahore, en Pakistán, donde
realizó su maestría en psicología en la Universidad de Punjab.
Escribió su primera obra de teatro como
estudiante universitario, pero se convirtió en dramaturgo cuando comenzó a
escribir desde su exilio político en Londres obras de teatro para la
compañía disidente paquistaní Ajoka, creada por Madeeha Gauhar, una
activista, con la que luego se
casó.
Ha colaborado con la Televisión
paquistaní como productor y gerente. Ha sido encarcelado tres veces bajo
diferentes gobiernos liderados por el ejército por su oposición al régimen
militar y fue seleccionado como preso de conciencia por Amnistía Internacional.
En la tristemente célebre prisión de
Mianwali Jail, comenzó a escribir obras de teatro para los fines de semana
producidos por y para los prisioneros. Más tarde trabajó como coordinador de
campañas internacionales y ha sido responsable de la comunicación Asia Pacifico
para Amnistía Internacional. Fue becario en el Getty Research Institute,
International Pen, en los Estados Unidos y en el National Endowment for
Democracy.
También es miembro de la red
"Teatro sin fronteras".
Las obras de Shahid Nadeem se han
montado y publicado en Pakistán e India. Sus
obras también han sido montadas y actuadas en el mundo entero incluyendo Bulha en el Hammersmith Teatro (Londres, Reino Unido), Tranvía (Glasgow, Escocia, Reino Unido) y Helsignor (Dinamarca), Amrika Chalo en el Center Davis for
Performing Arts, Universidad de Georgetown, Washington (USA), Bala king en el Black Box Theatre (Oslo, Noruega), Burqavaganza en los Estados Unidos en
El Bravo for Women Theatre (San Francisco), Acquital en Highways(Santa Monica).
Sus obras han sido traducidas al inglés
y publicadas por Oxford University Press, Nick Hern Editores y en varias
antologías.
Recibió la Medalla Orgullo de
Rendimiento en 2009 por el presidente de Pakistán. También ha dirigido
obras para teatro y televisión y organizado el Festival de Teatro por la
Paz en India y Pakistán. Colabora con los principales periódicos
pakistaníes e hindúes y con el servicio BBC Urdu. Produjo
documentales sobre temas culturales, en particular sobre el museo de
Lahore, las costumbres de Punjab, el poeta Iqbal y el pintor Sadeqain.
Las obras de Shahid Nadeem son muy
apreciadas por su audacia en temas socialmente relevantes y a veces tabú como
el extremismo religioso, la violencia hechas a las mujeres, la discriminación
contra las minorías, la libertad de expresión, el clima, la paz y el sufismo. Varias
de sus piezas abordan las cuestiones de la separación del sur de Asia y el
patrimonio cultural común de esta región.
Combina hábilmente temas sociales y
políticos contemporáneos con formas tradicionales y herencia popular para
presentar un teatro entretenido e intelectualmente estimulante. La música forma
parte integral de sus producciones teatrales.
Enseña el arte de escribir en el
Instituto Ajoka de Artes Escénicas y el Instituto de Arte y Cultura, en Lahore.
Versión en español: Yahaira Salazar, presidenta del Nuevo
Centro ITI Venezuela. Instituto Internacional de Teatro ITI.Organización
Mundial para las Artes de la Escena UNESCO.
lunes, marzo 16, 2020
Elio Palencia cuenta todo sobre su premiada obra Escindida
domingo, marzo 15, 2020
Big espera su turno para conocer Caracas
sábado, marzo 14, 2020
Para no olvidar a Cabrujas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)