Paul Salazar
y Aura D’Arthenay son teatreros y
esposos en la vida real y en el trepidante mundo de la ficción escénica. Preparan
los debidos festejos para conmemorar los 80 años del glorioso nacimiento y los luctuosos
40 del inexplicable asesinato del legendario artista John Lennon, ambos sucesos
en el venidero 2020. Por eso lo entrevisto aquí:
¿Puede echar el cuento de cómo fue el proceso
y cómo fue el inicio de su profesionalización?
Mi primer acercamiento al teatro fue
en el bachillerato, siendo yo muy joven, a los 15 años, en enero de 1983. Esa
fue la primera vez que estuve en una obra, en el grupo del Instituto
Experimental de Formación Docente, ahora, Instituto Luis Beltrán Prieto Figueroa,
en la avenida Rómulo Gallegos, con un texto de Aquiles Nazoa, Los seres superiores o al que no le haya
pasado alguna vez que levante la mano, dirigida por el profesor Henry
González. Tuve la suerte que desde mis inicios en el bachillerato en ese grupo
conocí la disciplina teatral, pues la tropa era muy buena y se lo tomaba en
serio. Pero la verdad es que para mí nunca hubo presión con la disciplina, yo
nací con un código que no sé de donde me vino, era muy extraño que a esa edad
uno tenga tanto rigor, pues realmente no los tomábamos muy en serio. Yo entré
al teatro y en mi familia nadie era del medio, ni algo parecido, y siempre me
sentí en casa. Puntualidad, respeto por el público, sacar el proyecto adelante
de todas todas, aprenderse el texto. Sé que mucha gente empieza en el teatro en
bachillerato o en la primaria, eso me ocurrió a mí, solo que tuve la suerte que
aun en ese nivel amateur estuve con gente muy disciplina y entregada, fueron
unas muy buenas bases. Yo, en ese liceo destacaba en deporte, especialmente en
atletismo, pues corría muy rápido, eso me ayudaba para ciertos deportes, por lo
que en algún momento pensé que haría la carrera de docencia en deportes en el
Pedagógico de Caracas, pero el Teatro ya me había mordido la mente y el alma, y
una vez que estaba haciendo una diligencia en la zona educativa, muy cerca del
Ministerio de Educación, por la Esquina del Cuño, vi pasar a Luis Pardi, ese señor
me llamó la atención, pues, él parecía
fuera de contexto, realmente se me parecía a un embajador inglés y veo que
entra a una puerta justo al lado de la oficina en donde esperaba ser atendido
por algo relacionado a unos papeles del Ministerio de Educación, creo que
con el objetivo de entrar a estudiar en el Pedagógico, y vi que esa puerta,
donde ingresó Pardi, era la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo, en
donde él era el director, entré, me encantó el ambiente, pregunté qué era eso,
me explicaron, me inscribí para empezar el año escolar 1987-1988,
audicioné, quedé, y hasta el sol de hoy no he dejado de hacer teatro. Ahí
empezó nuestra profesionalización. La formación que tuvimos en la Escuela fue
muy buena, con profesores de primera, y en lo personal, tuve la suerte que no
solo tuve el aprendizaje académico, sino el práctico, pues estuve involucrado
en muchos montajes oficiales de la Escuela. Con ellos viajamos y aun siendo
estudiantes de teatro, pisamos importantes salas de Caracas: el Aula Magna de
la Universidad Central de Venezuela con El
testamento del perro. Todas las salas del Ateneo de Caracas de entonces,
Teatro Nacional. Viajamos con Luis Pardi a su Boconó natal, a Valera, Trujillo.
Nos presentamos en El teatro de La Ópera de Maracay, Ateneo de Valencia, en
fin, para unos jóvenes de 20 años, era lo mejor que nos podía pasar, por eso es
que esa época nos marcó tanto a los compañeros que tuvimos la suerte de
vivirla, y reitero, con un gran staff de profesores, a los que les agradecemos
inmensamente la formación. Fueron cuatro años maravillosos, en mi caso, de 1987
a 1991, con la lamentable situación de la muerte de Pardi, el 7 mayo de 1990,
es decir, nuestro último año de formación lo hicimos con ese duelo, que todavía
pega. Pero, todo tiene su final –se terminaba la Escuela-, y había que seguir
adelante, por lo que la formación nunca se detuvo. Nos empezamos a involucrar
en distintos proyectos teatrales en diversos grupos. En lo personal, descubrí
que mi lugar en las tablas era en la dirección y en la dramaturgia, descubrí
que aquel joven que quería ser actor por encima de cualquier cosa era en esencia
un director de sus obras. Nos empezamos a preparar para eso, cursos talleres.
Un día nos dimos cuenta, Aura D’Arthenay, Milagro Alvarado y yo, que teníamos
la necesidad de desarrollar una voz propia, y fundamos nuestra agrupación,
Producciones Pequeño Grupo. Pero la preparación nunca termina, al punto que a
mis 50 años, luego de 28 años de egresado de la César Rengifo y un trabajo
continuo en el teatro, ingresé a Unearte donde se nos otorga el título de TSU
en Teatro, haciendo justicia y revalidando lo que tanto Luis Pardi exigía en su
momento, la profesionalización del estudiante de Arte, desde todo punto de
vista, incluso el académico desde la formalidad de su título respectivo. Seguí
estudios en la Universidad de las Artes, y ya egresé de ella también, en la
mención dramaturgia, próximamente lo hará Aura en la mención de Actuación.
Previamente, yo ya había sacado el título de TSU en publicidad y Mercadeo. Como
se ve, un andar continúo de estudio y trabajo. Momentos buenos, momentos malos,
frustraciones, logros, alegrías, siempre intentando ser mejores personas.
¿Cómo ha sido la lucha para
sobrevivir y ser alguien?
Es difícil hablar de eso, pues
la lucha es muy dura para todos los del gremio teatral, y ha sido así siempre.
¿Qué ahora tenga sus particularidades? Seguramente. La situación es muy complicada
y realmente necesitas de mucha mística, voluntad o vaya usted a saber qué para
seguir adelante. Ahora, a Aura y a mí, se nos hace muy difícil hablar de eso,
pues no quiero caer en la posición de víctima. Aura y yo tenemos una
personalidad que lo hace todo más difícil, espero no ser mal interpretado, pues
la personalidad no es de arrogancia, todo lo contrario, somos muy bajo perfil y
eso tiene su precio en este ambiente, ahora lo sabemos, además, nadie nos manda
a ser así, lo cierto es que no podemos ser de otra manera. Aquí hay que tener
agallas para trabajar y sacar un proyecto adelante, pero hay que tener agallas
para darte a respetar, hacerte ver. Nosotros lo intentamos por medio del
trabajo, y acéptenlo o no, eso no basta. Tal vez, resulta que el trabajo
realizado por nosotros en estos 32 años no haya sido suficiente, eso no lo voy
a juzgar yo, le compete a otros. Nosotros no tenemos recursos personales para
financiar nuestros proyectos, los cuales siempre tienen que realizarse en
circunstancias muy difíciles que tal vez atenten contra el proyecto mismo, me
refiero en la producción, pero eso es el caso de todo el mundo. No puedes hacer
la cantidad de proyectos que quisieras, todos los procesos se han venido
complicando, nos hemos tenido que adaptar a una realidad muy particular, que va
desde los nuevos horarios teatrales, hasta las cortas temporadas que puedes
conseguir y lo difícil de conseguir espacios para mostrarnos.
¿Logros?
El todavía estar, el haber
sobrevivido, el estar intentando hacer cosas. Un logro es la fundación de
Producciones Pequeño Grupo, por el empeño de Aura, Milagro y mi persona. El año
que viene cumplimos 20 años de trabajo ininterrumpido, de haber estrenado 13
obras, -ya en diciembre 2019 estrenaremos la catorceava- todas de autor
venezolano, 12 mías, una de Oscar Acosta y otra de Armando Africano. Nuestros
mayores logros oficiales en el marco de algún reconocimiento -por llamarlo de
alguna manera- vienen de la dramaturgia, pues hemos obtenido seis premios en
ese renglón, Don Shakespeare, La última voluntad de Felipe Pirela, Un
duende en navidad y Yo soy John Lennon, son piezas de las estrenadas que han sido
premiadas, tres de ellas publicadas. Muerte
en el cielo (publicada) y Quién se llevó el cumpleaños feliz, son
otras dos premiadas, pero no estrenadas. El haber propuesto obras de autor
venezolano me parece un logro, claro, eso no las hace buenas ni malas -eso lo
juzgarán otros- pero nos enorgullece. Haber propuesto obras inéditas, es decir,
haber puesto en la mesa nuevos textos. Haber intentado una nueva manera de
contar la historia del país, o algunos puntos particulares de nuestra sociedad,
al menos según nuestro parecer. ¿De qué habla Rivales eternos (La historia de una magallanero que fue caraquista
por un día)? ¿De béisbol? Quién piense eso se quedó en la anécdota de la
historia y no vio más allá, pero esa pieza, sin hablar de política directamente
fija la posición muy distinta de dos personas, las cuales si no se ponen de
acuerdo, ponen en riesgo la vida de un ser querido de uno de los dos. Esa pieza
habla de la amistad, no de béisbol. ¿De qué habla Yo soy John Lennon? ¿De la vida de John Lennon? Sería otra vez
quedarse en el caparazón de la historia, pues esa pieza habla sobre la tragedia
de cuatro inmigrantes latinoamericanos –un venezolano, un argentino, un
colombiano y un mexicano- en Nueva York, apunto de ser deportados, cuando se
topan con John Lennon, horas antes de ser asesinado. ¿De qué hablan Zona liberada, Cambur verde no sirve para tostón y El inmortal? Constantemente leo o escucho comentarios de que la
dramaturgia nacional de estos días no refleja la realidad del país, y tal vez
sea cierto, y obviamente mi dramaturgia no habrá tenido la trascendencia
necesaria y no ha sido leída por quienes dicen eso en pleno derecho, y claro
estoy que lo digo desde una posición personal pues yo no representó a ningún
sector de la dramaturgia, pero, en mi opinión, para contar la historia
actual, la que se está desarrollando es difícil hacerla ahora mismo, y además,
si lo hicieras, no veo porque hay que reflejarla de manera literal, ya sabemos
que el asunto es como cuentas la historia. El crecimiento y solidez actoral de
Aura D’Arthenay es otro logro. Para mí, Aura es una dura del teatro, ha
desarrollado un gran talento, y es de las personas más disciplinadas con las
que he trabajado.
¿A qué aspiran?
A seguir mostrando nuestras obras, a
seguir intentando escribir. Actualmente damos clases en varias áreas en La
Escuela Nacional de Artes Escénicas Cesar Rengifo y en el Pedagógico de Caracas
en dramaturgia -de alguna manera si llegué al Pedagógico, ese en donde no
estudié docencia en deportes para ser actor-. Yo, paso por el período de
adaptación. Trato de hacerlo lo mejor posible. No sé hasta cuando lo haré, pero
hasta cuando sea, dejaré el alma tratando de estimular a los jóvenes a la
disciplina teatral, al mejoramiento, a la ética, al trabajo.
¿En cuál rubro del teatro se
desenvuelven mejor?
Realmente nos hemos desarrollado en
varias áreas del quehacer teatral. La actuación, la dirección y la dramaturgia.
Los procesos nos han llevado a realizar trabajo de productor -lo cual yo no
soy-, e involucrarnos en todo lo posible, obviamente esto puede interpretarse
como abarcar mucho. Pienso que nos preparamos para cado uno de estos roles, y
en el fondo todos son complementos de todos. Yo empecé en el teatro como actor,
y aunque ya escribía y dirigía -incluso en el bachillerato- nunca pensé que me
dedicaría a eso, pues mi objetivo principal era ser actor, era lo único para
mí, pero ya ve, es lo que menos me gusta. Pero obviamente, esa formación
actoral me sirvió para intentar comprender al actor desde la dirección e
igualmente desde la escritura. Ahora, la dirección y la dramaturgia las veo muy
ligadas. El que ha salido mejor parado es el dramaturgo, pero ha sido muy
injusto con el director, pues el Paúl director es el que arma las obras al
dramaturgo, es el que tiene la intuición de saber por dónde seguir, donde
desencadenar el clímax, donde introducir una escena de humor -si es que eso se
requiere- es el director. Yo diría que me desempeño en la dirección de mis
obras. Creo que pronto dejaré de dirigir, y me dedicaré -si el destino lo
permite- a solo intentar escribir, y claro que el director seguirá colaborando
con el dramaturgo, pero ya no dirigiré en carne y hueso. Aunque me han montado
otros directores, realmente no soy un dramaturgo muy montado por otros
directores. Es el trabajo hecho en Pequeño Grupo, el trabajo realizado por
Aura, y nuestros colaboradores del momento los que han ayudado a dar a conocer
nuestros textos. No sé qué pasará cuando ya no montemos.
¿Cómo ha sido la llave profesional y
sentimental que tiene con Aura?
Aura es todo en mi vida, y le debo
todo en mi vida. Soy muy afortunado por los padres que tuve, mi madre vive y a
ella le debo muchísimo. Pero hay cosas que solo se pueden levantar desde la
pareja, y eso fue lo que nos ocurrió a nosotros. Jamás en la vida, yo habría
logrado lo poco que he logrado sin el apoyo de Aura, y esto que no sea un lugar
común, es algo tan cierto como nuestro amor. Ella siempre ha trabajado, sacando
nuestro hogar adelante para que el proyecto de Pequeño Grupo pudiera tomar
vuelo, para que mi dramaturgia pudiera realizarse, y encima, ha realizado un
trabajo actoral bárbaro: Don Shakespeare,
La última voluntad de Felipe Pirela,
Un duende en navidad, Una prueba de amor, El ladrón está aquí y Rivales eternos son piezas donde Aura hizo personajes
memorables, esto en Pequeño Grupo, pero Aura trabajó en su momento con grandes
directores, como Orlando Arocha y Xiomara Moreno. Ella ha mostrado un trabajo
desde la producción teatral, fundamental. No solo ha sido mi inspiración, sino
mi ejemplo a seguir, responsable, humilde, trabajadora, una dura del teatro
venezolano. Yo quisiera, que en algún momento, ocurra algo que le dé a Aura el
puesto que se ha ganado en nuestro teatro. Ahora, una gran docente. Yo no puedo
más que aplaudirla, y dejar testimonio de su talento inmenso, su versatilidad,
su carisma y fuerza actoral, todo esto en su cuerpo de contextura normal,
carita hermosa y corazón brutalmente grande. Yo, aprovecho su pregunta para
darle a Aura un aplauso de pie, y el premio a la gran actriz que es. A Aura la
conocí en la Escuela César Rengifo en el año 1988. Son más de 30 años de
amistad. En mayo próximo cumpliremos 29 años de novios y 24 años de casados.
Por alguna extraña razón siento que Aura fue mi novia desde la primaria.
Realmente me emociona hablar de ella, y quiero hacer saber de este amor,
admiración y respeto. Quiero hacer saber, la gran actriz que es. Sé qué quienes
la hayan visto lo saben. Es muy raro que alguien tan talentoso sea tan bajo
perfil, tan humilde, tan tranquila, tan tolerante. Bravo Aura.
¿Qué preparan?
Actualmente estamos ensayando Yo soy John Lennon. Venimos de
presentar cuatro obras en un ciclo de conmemorativo a nuestros 19 años, todo en
el Laboratorio Anna Julia Rojas de le respetada Carmen Jiménez, con dos obras
invitadas, una de ellas ¿Retazos? de
María Castillo y Oriana Matos, ambas talentosas colaboradoras del Pequeño
Grupo. La otra: Baby Bomm de Ana
Istarú bajo la dirección de Haudy Pacheco y con la brutal actuación de Aura
D’Arthenay. Repetimos La última voluntad
de Felipe Pirela y estrenamos La que
te conté de Armando Africano. Para el 12 de diciembre, haremos un ensayo
abierto de Yo soy John Lennon. Esta
pieza se estrenó en el 2010 en la Fundación Rajatabla, bajo la producción del
maestro Paco Alfaro, incluso, tuvo un participación con una voz en off que
realizó, seguramente fue de las última cosas que hizo, ya que lamentablemente
falleció pocos meses después. El año pasado hicimos una lectura dramatizada de
la pieza, pero ya la estrenaremos esta vez con Pequeño Grupo, será nuestro 14
estreno, y la obra 12 de nuestra autoría que Pequeño Grupo intenté hacerle
llegar al público. Esperamos poder presentarnos en el próximo Festival de
Teatro de Caracas, 2020. El año que viene se cumplen 80 años del nacimiento de
Lennon, 40 años de su asesinato, 20 años de la Fundación de Pequeño Grupo y 10
años del estreno de la pieza, es decir, las condiciones están para que hagamos
el más grande esfuerzo y podamos hacer este montaje, que será el cierre de
muchas cosas en nuestro grupo, y obviamente, el inicio de otras. Quisiéramos
presentar la obra en la sala Rajatabla, donde se estrenó y caminar con ella
como hemos hecho con muchos de nuestros montajes. Estamos actualmente
recibiendo la colaboración de un valioso grupo de jóvenes, muchos de ellos
estudiantes de la César Rengifo, quisiéramos consolidar con ellos un equipo.
Así como el de Larissa Colmenares y Charles Ramos, compañeros de la vida
teatral que nos apoyan en Yo soy John
Lennon. Milagro Alvarado, fundadora junto con nosotros del grupo, otra leal
y siempre integrante del nuestras filas. Norma D’Arthenay, siempre
colaboradora. A todos, a los que saben que están en nuestro corazón aunque aquí
no mencione, gracias, a todas las personas que en estos 32 años han colaborado
con nosotros, y los que han sido unos Pequeños Gruperos en algún momento en
estos casi 20 años de trabajo continuo. A usted, amigo Moreno Uribe, que nos ha
seguido y apoyado siempre, así como lo hizo Carlos Herrera, ambos reseñando y
criticando buena parte de nuestro trabajo.