Bigotes y Cloe con el cineasta Chalbaud en feliz compañía |
“El teatro, la magia y la religión son
invenciones de los humanos, y especialmente de los artistas o intelectuales o
pensadores, quienes se han dedicado a esas tareas desde hace miles de años.
Ahora que estamos en este trepidante siglo XXI, gracias al desarrollo del cine,
la televisión y la Internet, la utilización de lo mágico religioso, como lo
denominan los periodistas, se ha repotenciado mucho más y llega así a millones
de personas. Y por eso puedo predecir que nadie escapará de las prédicas
religiosas ni las creencias mágicas”.
Así se expresa Román Chalbaud (Mérida, 10 de
octubre de 1931), importante dramaturgo y reconocido cineasta, quien puntualiza
que “desde los años 40, cuando vivíamos
en San Juan, con mi mamá, mi abuela y mi hermana, y es por eso que en sus
páginas encontré, y seguiré, encontrando materiales populares para mis
creaciones, y esto lo he dicho siempre, especialmente en sus páginas rojas;
como es el caso de mi obra Los ángeles terribles, el ritual mágico
de un anciano con unos niños y niñas y una fiesta que organiza con extrañas
muñecas, una historia sacada de un noticia ultimeña de sucesos”.
-¿Por qué liga teatro con magia y religión?
- El teatro, la magia y la religión son
rituales populares, algunos totalmente lúdicos y otros sacros, porque aquellos
seres humanos prehistóricos inventaron los dioses, los crearon y a ellos les
ofrecían sacrificios; de ahí nació la magia y después derivo en religión. Y
eso, por supuesto ha evolucionado en cada una de esas disciplinas. Y ahora
tienen caminos independientes, pero comunicados entre si. Y aquí quiero
repetir, lo que encontrarás en alguna página web –maravilloso invento que
sustituyó a los diccionarios en papel-, que magia es la capacidad de los magos
para modificar la realidad sin medios estrictamente causales. A esos seres
humanos extraordinarios también se le llaman brujos o brujas. Y hay múltiples
historias sobre esa gente que existió, y todavía existen, para ejercer la magia
o la brujería. Y ahora la televisión y el cine los utilizan mucho, como es el
caso del maguito Potter, además todo un personaje de la literatura de masas.
-¿Cómo utilizó la religión o la magia y los milagros en sus teatros y en sus películas?
-¿Cómo utilizó la religión o la magia y los milagros en sus teatros y en sus películas?
- Todo eso ha estado presente en mis creaciones
y también en mi vida personal, como lo contaré más adelante. En mi teatro y en
mi cine he utilizado una serie de altares populares, donde están presentes
imágenes y esculturas, no solo de santos sino de políticos, médicos y hasta de
gobernantes. Yo he encontrado altares donde han colocado efigies del presidente
Chávez. La gente cree en ellos y les ponen velas y los invocan, porque
necesitan creer en algo y puede ser un cantante o un jugador de pelota o algún
político. Así ha sido, y seguirá siendo durante muchos siglos más. La humanidad
necesita amar, adorar o creer en alguien todopoderoso, en sus dioses, que son
inventos de las sociedades. Los curas dirán otras cosas.
-¿Por qué utiliza altares en sus teatros y sus
películas? ¿Son rellenos de utilería o escenografías?
-Nunca son rellenos ni adornos. Son elementos
básicos en mis propuestas estéticas. El pueblo, la gente, o el público, creen
en eso y se identifica con ellos, porque son símbolos culturales. Por ejemplo,
en mi obra teatral Caín adolescente, que después se
llevó al cine, utilizo elementos de la Navidad, los Carnavales y la Semana
Santa, que son soportes o el contexto donde están los personajes. Eso mismo se
repite en mi pieza La quema de Judas y en mi drama Sagrado
y Obsceno, después en la película El
pez que fuma, donde hay elementos de esas creencias populares, como es la
presencia de las prostitutas en un manantial donde son bendecidas Lo mágico
religioso también está presente en los guiones o los textos de los personajes.
Todo está sumergido en esa magia o esa creencia, esa maravillosa fe popular,
porque pueblo no es solo los pobres, si o también los ricos, porque pueblo
somos todos.
-¿Cree en esas costumbres populares? ¿Ha estado
involucrado en algún milagro o predicción?
- Soy pueblo y nado en esas creencias populares. No puede negarme a sus influencias y hasta podría decir que no creo en las brujerías, ni soy supersticioso…pero de que vuelan, vuelan. En lo personal tengo una historia curiosa, que me comenzó en los años 50, durante la época del general Marcos Pérez Jiménez. Ocurrió que conocí a Beatriz Veit-Tane, maga o bruja, que después se convirtió en sacerdotisa de María Lionza. Ella me inspiró un personaje en La quema de Judas, en teatro y en cine. Ella quiso que le diera ese rol, pero yo opté por Hilda Vera. Con eso lo que conseguí fue que me maldijera y me amenazara con una desgracia apocalíptica. Nada pasó desde entonces, y estamos hablando a más de 40 años de esos acontecimientos.
- Soy pueblo y nado en esas creencias populares. No puede negarme a sus influencias y hasta podría decir que no creo en las brujerías, ni soy supersticioso…pero de que vuelan, vuelan. En lo personal tengo una historia curiosa, que me comenzó en los años 50, durante la época del general Marcos Pérez Jiménez. Ocurrió que conocí a Beatriz Veit-Tane, maga o bruja, que después se convirtió en sacerdotisa de María Lionza. Ella me inspiró un personaje en La quema de Judas, en teatro y en cine. Ella quiso que le diera ese rol, pero yo opté por Hilda Vera. Con eso lo que conseguí fue que me maldijera y me amenazara con una desgracia apocalíptica. Nada pasó desde entonces, y estamos hablando a más de 40 años de esos acontecimientos.
-¿En Zamora, su película número
24, hay elementos mágico religiosos?
-Totalmente mágico religiosos no hay, aunque si
tengo un personaje, encarnado por Antonieta Colón, una especie de bruja que le
dice, al “general del pueblo”, que en las guerras no hay nombres, sino muertos.
Y mientras
viva seguirá declarando sobre su arte teatral y cinematográfico.
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