Así lo captamos durante un ensayo en el viejo Ateneo de Caracas. |
Se marchó Humberto Orsini este 26 de octubre de
2017. Estaba en recuperación de sus dolencias. Pero este teatrero nunca morirá porque
fue y seguirá siendo una Leyenda Viviente del
Teatro Venezolano y Mundial. Había nacido en Santa Cruz del Orinoco, Anzoátegui,
el 4 de abril de 1926.
Su afición al teatro comenzó a los 5 años cuando actuó en una velada organizada
por su maestra Ignacia Mata de Aguirre, donde él hizo
el papel de un campesino que viene “tomado” de una fiesta, con un cuatro, una
botella de ron y desde luego con alpargata y sombrero de cogollo. En 1933, su
padre, comerciante de ganado y vegas, lo envió a Ciudad Bolívar con un primo
que tenía negocios, con la finalidad que Humberto fuera comerciante. Trabajó en
una pulpería 13 años. De día trabajaba en el negocio y de noche asistía a una
escuelita llamada Escuela de Artesanos y Obreros, donde estudió hasta tercer
grado. Sin embargo la idea del teatro lo perseguía, pues en la escuelita
montaba obritas escritas, dirigidas y actuadas por él.
Esto fue determinante para las inclinaciones
teatrales de Orsini, al punto que en
1941 escribió El Conde de Luna, un
drama romántico en 13 actos, que tenía entre otros personajes al Rey de España,
Don Alfonso de Borbón, seguramente bajo la influencia de las óperas que oía por
radio junto con su mamá. La finalidad de escribir esta obra era que
se representara en carnaval pero los cómicos de la legua, que no memorizaban
textos sino que improvisaban, al ver las 150 páginas del libreto se alarmaron;
la obra nunca se montó y el libreto se extravió más tarde.
A los 20 años de edad, 1946, Orsini rompió con la profesión de
comerciante, que desde luego no era su vocación, se retiró de la pulpería
y se fue a trabajar en las compañías petroleras de Anzoátegui, en San Tomé y
Puerto La Cruz, pero solamente duró un año, ya que trabajaba en teléfonos y
allí querían que él se especializara en ese oficio, que tampoco era de su
agrado. Así que se retiró y volvió a Ciudad Bolívar.
En Ciudad Bolívar comenzó a trabajar en la Creole
Petroleum Corporation y como en la pulpería, entre otras cosas, había aprendido
algo de inglés, la empresa lo transfirió, en 1949, al departamento de ventas en
la ciudad de Caracas, donde necesitaban una persona que hablara inglés y
conociera de materiales. Continuó los estudios de inglés, tomó diversos
cursos de otras especialidades y continuó haciendo deporte, que fue lo único
que hizo con placer en San Tomé. Así pasó el tiempo hasta que en julio de 1950 vio en la prensa un aviso
del Curso de Capacitación Teatral,
donde ofrecían clases de teatro y no lo pensó dos veces, se inscribió de
inmediato. El Curso fue clausurado dos años después, Orsini se incorporó por
poco tiempo al Grupo Teatral
Cuicas, que había fundado Gilberto
Pinto. Ya que en 1953, en conjunción con algunos compañeros del Curso
del dramaturgo César Rengifo y de otras personalidades de la cultura, fundaron
el Grupo Teatral Máscaras,
un pionero de los grupos de teatro popular en Venezuela, que durante una década
(1953-1963) recorrió el país montando obras venezolanas y universales de acento
social, en hospitales, colegios, cárceles, manicomios, cuarteles y donde quiera
que hubiera un público cautivo deseoso de ver teatro.
Orsini se casó en 1953 con Carmen Gavidia (Malú del
Carmen), compañera cofundadora del Grupo Máscaras, quien también cantaba y
trabajaba en la radio y la televisión, de cuyo matrimonio nacieron Ylich y
Hely, ambos músicos.
Orsini continuó trabajando en la Creole de día y
por las noches hacía teatro y generalmente los fines de semana montaban obras
en la provincia. Pero en 1958 se planteó vivir solamente del teatro y se retiró
de la Creole. Con las prestaciones que le dieron se fue de viaje. Realizó un
recorrido por 17 países de Europa y los Estados Unidos durante seis meses,
viendo teatro, visitando museos, observando escuelas de teatro, viendo ensayar
a muchos de los grandes directores teatrales de la época, en el Old
Vic de Londres, en el Teatro de Jean-Loui Barrault en Paris, a Jean Vilar en
Avignon, a Strehler en el Pícolo Teatro de Milán, a los directores
del Berliner Ensemble en Berlín y a los directores del Teatro de Arte de
Moscú.
En este viaje a Orsini se le abrió el mundo. Todo
lo que había leído en los libros ahora lo confrontaba directamente. En él se
produjo un cambio muy profundo. Y a su regreso comenzó a hacer en Máscaras y en
otros de sus grupos, una especie de revolución estética. Un crítico llegó a
decir: “en Orsini se produjo no una evolución con este viaje sino una
revolución”. Vinieron los grandes montajes: El
diario de Ana Frank , “Una
libra de carne, Lo que dejó la tempestad, El
Quijote, las obras de Teatro NOH Kantan y La almohada mágica, Zoológico de Cristal, La
cantante calva y La otra
historia de Hamlet, por sólo mencionar algunos de aquellos célebres
montajes.
Había dirigido no menos de 120 obras teatrales de
todos los géneros y estilos. Escribió, versionó o adaptó 20 obras teatrales. Había
viajado por 50 países. Hablaba inglés, francés, alemán, ruso y español. En los
últimos tiempos estaba dedicado al estudio y reflexión sobre la enseñanza
teatral en Venezuela, sobre la cual tiene críticas severas y soluciones muy
revolucionarias, pero difícil de instrumentar en la actualidad.
El 27 de marzo de 1995,con motivo del Día Mundial
del Teatro, dijo que se permitía convocar a los hombres de teatro del mundo
para que “le devolvamos al teatro su maravilloso poder de divertir, de conmover
nuestros corazones, de despertar nuestra conciencia frente a las terribles
desigualdades en que vivimos los hombres de este planeta, de detener la ira de
los guerreros conquistadores de pedazos de patrias ajenas, de transportarnos
aunque sea por unas horas a ese mundo aún desconocido que reposa en el fondo de
nuestro ser y de descubrir cada día nuevos lenguajes teatrales que permitan un
más efectivo diálogo del hombre con el hombre”.
Seguirá, pues, vivo,
mientras se le recuerde en el teatro.
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