A Santana lo fotografiamos en los espacios de la Villa del Cine,uno de sus proyectos . |
El fantasma del
dramaturgo y guionista de cine Rodolfo Santana Salas recorre escenarios y
también oficinas públicas y privadas de productores y empresarios teatrales. No
descansará todavía, a pesar de haber muerto el 21 de octubre de 2012, porque se
marchó sin culminar uno de sus más ambiciosos proyectos: la
institucionalización del Festival Nacional de Teatro Venezolano. Sí,
institucionalizarlo, o sea dotado de un presupuesto proveniente del Estado y
adecuado para lo que ese ambicioso proyecto cultural exige y, por si
fuera poco, libre de rémoras y alcabalas que suelen casi siempre ahogar
proyectos semejantes.
Santana luchaba
para que, cada dos años, las salas teatrales de Caracas y otras ciudades
albergaran los montajes de los dramaturgos nacionales y de esa manera hacer
conocer al público la existencia del pensamiento, el sentimiento, la historia y
los mitos de los hijos e hijas de esta Tierra de Gracia, poetizados y
convertidos en espectáculos.
Logró la promesa
de recursos económicos y físicos, además de logísticos, para ese gran evento
teatral, y solo faltaba que fijaran la fecha y las respectivas convocatorias
destinadas a los teatreros y la organización de sus agendas de trabajo.
Inicialmente el Estado avaló el proyecto y algunas progresistas
instituciones se iban a sumar a tan magna empresa impresionadas ante esa
“hemorragia teatral” que se avecinaba y de la cual la televisión y el cine
sacarían obvios beneficios.
Por eso ahora su
fantasma esta por ahí merodeando y maquinando para que no lo echen al olvido,
lo encarpeten o lo pospongan para la próxima semana. En Venezuela es larga la
historia de instituciones culturales que se hundieron tras la desaparición de
sus gestores, dañando así a nuevas generaciones y echando cenizas sobre esas
memorias positivas para la identidad nacional.
FESTIVALES
CARAQUEÑOS
Mientras tanto,
porque lo de Santana tenía tiempo gestándose, la Alcaldía de Caracas y su brazo
cultural, Fundarte, se entregaron a la tarea de tantear “el terreno” de lo que sería
esa gran muestra teatral y optaron por evaluar “la musculatura” disponible.
Para eso
ejecutaron durante los dos últimos meses de 2011 el Festival de Teatro de
Caracas, el cual sirvió además para reinaugurar una serie de teatros del casco
central capitalino, magno proyecto para salvar el patrimonio nacional afectado
o abandonado.
Y como los
resultados de la asistencia de los espectadores fueron tan positivos, optaron
por planificar y ejecutar el segundo Festival de Teatro de Caracas, entre el 23
de febrero y el 10 de marzo de 2013- a pesar del fallecimiento de Santana -un
evento que arroja unos cómputos cercanos a los 70 mil espectadores, quienes
disfrutaron 300 funciones de unos 150 elencos, todos criollos por supuesto,
además de una serie de talleres y conversatorios. Un festival caraqueño con
abundante representación de agrupaciones regionales, donde el espectador
solamente pagó 10 bolívares por boleto para cada representación.
La muerte sin
aviso de Santana afectó a la gente de Fundarte y es ahora cuando aún no se
conocen los planes concretos para hacer el primer Festival Nacional de Teatro
del siglo XXI, contando además con el apoyo de la Compañía Nacional de Teatro,
ente del Ministerio del Poder Popular para la Cultura.
Hay obras
suficientes, de nuevos y consagrados autores, hay diversos espacios teatrales,
y los necesarios recursos financieros están disponibles. Nunca antes hubo tanto
interés para echar a caminar esa sana ambición que tenía Santana: tun evento
teatral dedicado a mostrar a esta Venezuela desde la escena, algo nunca jamás
visto.
Creemos, pues,
que el Festival de Teatro Venezolano deberá llevar el epónimo de Rodolfo
Santana, como reconocimiento a la calidad y la cantidad de sus obras
comprometidas profundamente con esta nación que lo pario y le permitió mostrar
los mejores frutos de su talento.
DRAMATURGIA
Rodolfo Santana
(Caracas, 24 de octubre de 1944/Guarenas, 21 de octubre de 2012) aclaraba que
el teatro fue, es y será intrincado, tanto que su acceso se vuelve misterioso
por lo que abarca. Él, que pergeñó no menos de 100 textos, además de 13 guiones
cinematográficos, afirmaba que “ante las complicaciones que ofrece el arte
teatral, lo más habitual es ubicar sus aportes a nivel de maricones
exhibicionistas u orgias post estreno. Me perdonaran los poetas y narradores
venezolanos, pero Cabrujas Chocrón, Chalbaud, Rengifo, Ott, Viloria, Agüero y
otros más, constituyen una parte sustancial de la cultura venezolana”. Lo que
pasa, insistía, “también es que el dramaturgo latinoamericano posee una
minusvalía extraordinaria. Por lo general se le considera un extraviado entre
la literatura y el mal decir. Una excrecencia al pie de una columna dórica. He
visto dramaturgos extraordinarios como Tito Cossa -estrenado en todo el
mundo-confesando atributos de galeote y peón de arte. Y no es raro. Los
dramaturgos latinoamericanos, con buenas obras, debemos enfrentarnos a la
estulticia de los directores, a los planos del lenguaje convencional de las
instituciones, al terrible hermetismo de las editoriales. El crítico Rubén
Monasterios, a los autores de los años 70 nos denominó “dramaturgos de gaveta”,
un término que, personalmente, he utilizado para saltar sobre la humillación de
crear sin ningún sustento”.
HOMENAJE
En el emblemático Teatro Nacional, durante este mes de octubre, el
Circuito Teatral de Caracas, a través de la Fundación para la Cultura y las
Artes (Fundarte), rinde un sentido homenaje a uno de los grandes iconos del
teatro venezolano,) quien fue en vida un célebre dramaturgo y director, con la
presentación de sendos espectáculos basados en dos de sus obras más conocidas.
La Farra fue la pieza dispuesta para la gran inauguración del sábado 14 de
octubre. Es un montaje dirigido por David Blanco con la interpretación de la
compañía Teatro Katia con K. La trama expone cómo la inmoralidad, conducta
invisible del ser humano, bajo ciertas circunstancias, puede ser el detonante
de la venganza y el crimen. La iglesia, la política y la milicia son tres
escenarios donde ese sombrío juego se desarrolla.
Esta obra, escrita en los años
60, no solo indica la culminación de un sistema político, sino también, habla
del agotamiento de un modo de encarar la vida colectiva. Describe las nefastas
consecuencias de todo lo hecho contra la estabilidad del mundo. La
Farra estará disponible los días 13, 14, 28 y 29 de octubre a las 5:00
p.m.
La siguiente obra dramática
será El animador, producida por la Compañía Regional de Teatro de
Portuguesa. Esta puesta en escena, resuelta por Carlos Arroyo y con las
actuaciones de Aníbal Grunn y Wilfredo Peraza, se caracteriza por su impacto
controversial. Narra cómo se entrecruzan las desiguales vidas de Marcelo, dueño
de un canal de televisión, y Carlos, un hombre criado frente al destello de tal
aparato, quien secuestra a Marcelo con el propósito de hacer una programación a
su medida. A través de situaciones tragicómicas, la pieza se pasea entre el
drama y el humor negro.
El animador es una
clara sátira a los medios de comunicación masivos y sus efectos negativos sobre
las personas. Es punto de partida para corroborar como el consumo de películas
y comerciales contribuyen a la generación de trastornos y desordenes de la
personalidad. La misma estará disponible los días 21 y 22 de octubre a las 5:00
p.m.
Las entradas para estos espectáculos tendrán un
costo de mil bolívares (1000 Bs.) y podrán ser adquiridas el mismo día de la
función en las taquillas del Teatro Nacional a partir de las 2:00 p.m.
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