Es tiempo de homenajes y de reconocimientos. De mirar atrás y recolectar la cosecha dejada. Es tiempo también, como enseña J. Krishnamurti, de investigar y de aprender, porque es necesario alentar el desarrollo de una buena mente capaz de habérselas con múltiples problemas de la vida. Y para ello Xiomara Moreno ha escrito, dirigido y producido un unipersonal con el cual exalta la memoria y el trabajo del coleccionista Hernán Ruz por intermedio del consecuente actor profesional Germán Mendieta. Con su De especies... muestra a un ser urbano que para sobrevivir ha creado sus propias fantasías y las materializa con los exiguos medios que están a su alcance, como la voz grabada, el video, la fotografía, los maniquíes, los muñecos y por supuesto la teatralizaciòn de unos textos elementales en su estructura pero con hondos significados. Ahí, el teatro es el alfa y la omega, principio y consecuencia del todo.
Gracias al depurado trabajo performántico de Germán Mendieta (Coro,1960), valiosa ficha de la plantilla estable del sobreviviente grupo Rajatabla, la autora-directora-productora Moreno evoca con De especies... la memoria del ya desaparecido Ruz, quien tuvo su peculiar museo privado, en su apartamento de Santa Eduviges. Lo materializa con seis “estaciones” o “momentos”, los cuales van desde la venta ilegal de una mujer enamorada, que se transforma en mercancía fácil para el disfrute, hasta el convidado de piedra que llega para acompañar al eterno Don Juan o la patética visita de una mujer empeñada en una inseminación artificial con miras a la trascendencia humana, además del estremecedor dialogo de una cachifa con un señorito que no bebe café.
En síntesis, el teatro es el noble vehículo y el pretexto para llevar al público en un fino tránsito dentro del mínimo espacio teatral que constituye la Sala José Ignacio Cabrujas (C.C. El Parque, Nivel C 1, Los Palos Grandes). Se trata de una visita al infierno privado del atormentado personaje creado por la autora. Ahí se palpan los seis peripepatéticos momentos de un unipersonal que no permite aburrirse por la brevedad de sus 30 minutos, y donde el actor Mendieta se apoya en un mínimo y casero video que lo exhibe en los roles de un travestido y después encarna a un refinado caballerito que compone sus múltiples facetas gracias a sus innegables dotes actorales, aunque aquí lo notamos bajo en intensidad y con un agotamiento cansino.
De especies... es, pues, una audaz búsqueda artística por parte de Xiomara Moreno de una estructura teatral más acorde con los tiempos contemporáneos. Es un ambicioso experimento escénico que le permite interactuar con computadoras, proyecciones cinematográficas y múltiples atmósferas que emanan del desplazamiento del público (no más de 25 personas) en un espacio mínimo y casi asfixiante y nada apto para los que tengan fobias, como es la sala que evoca al dramaturgo y autor ausente.
Gracias al depurado trabajo performántico de Germán Mendieta (Coro,1960), valiosa ficha de la plantilla estable del sobreviviente grupo Rajatabla, la autora-directora-productora Moreno evoca con De especies... la memoria del ya desaparecido Ruz, quien tuvo su peculiar museo privado, en su apartamento de Santa Eduviges. Lo materializa con seis “estaciones” o “momentos”, los cuales van desde la venta ilegal de una mujer enamorada, que se transforma en mercancía fácil para el disfrute, hasta el convidado de piedra que llega para acompañar al eterno Don Juan o la patética visita de una mujer empeñada en una inseminación artificial con miras a la trascendencia humana, además del estremecedor dialogo de una cachifa con un señorito que no bebe café.
En síntesis, el teatro es el noble vehículo y el pretexto para llevar al público en un fino tránsito dentro del mínimo espacio teatral que constituye la Sala José Ignacio Cabrujas (C.C. El Parque, Nivel C 1, Los Palos Grandes). Se trata de una visita al infierno privado del atormentado personaje creado por la autora. Ahí se palpan los seis peripepatéticos momentos de un unipersonal que no permite aburrirse por la brevedad de sus 30 minutos, y donde el actor Mendieta se apoya en un mínimo y casero video que lo exhibe en los roles de un travestido y después encarna a un refinado caballerito que compone sus múltiples facetas gracias a sus innegables dotes actorales, aunque aquí lo notamos bajo en intensidad y con un agotamiento cansino.
De especies... es, pues, una audaz búsqueda artística por parte de Xiomara Moreno de una estructura teatral más acorde con los tiempos contemporáneos. Es un ambicioso experimento escénico que le permite interactuar con computadoras, proyecciones cinematográficas y múltiples atmósferas que emanan del desplazamiento del público (no más de 25 personas) en un espacio mínimo y casi asfixiante y nada apto para los que tengan fobias, como es la sala que evoca al dramaturgo y autor ausente.
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