Va en busca del respaldo de 27.760 espectadores posibles durante cuatro meses de funciones, quienes pueden dejar unos Bs. 892,8 millones en la taquilla. Es Tal para cual, la segunda obra de la temporada del Teatro Trasnocho –o Ateneo del siglo XXI- escrita, dirigida y actuada por Javier Vidal, que se estrena este viernes, a las 10:00 pm, con la coprotagonización de Julie Restifo.
Vidal, venezolano nacido en la española Barcelona el 13 de abril de 1953, casado con Restifo y progenitor de Jan y Josette, explica que su decimaquinta pieza es íntima sin llegar a la impudicia de la intimidad. “Son viejas deudas. Son 30 años de la vida de una pareja que se conoce a finales de los años 70. Son confesiones de un matrimonio del trópico y alrededor de una cama que es donde se arreglan mejor las cosas. Los conflictos de ese matrimonio van transparentando un país y la actitud de una generación que se reconoce a través de las crisis universitarias, el poder joven, el disco-dancing, el viernes negro, el Sida, el Caracazo, los golpes del ’92, el deslave de Vargas hasta las “misiones bolivarianas”. No es una crónica periodística. Es teatro y todo teatro es público y si es público es político. Toda mi dramaturgia es política, más no proselitista. Es imitación, espejo, inversión, trasgresión, burla y escarnio. El teatro siempre será un compromiso para quien lo hace y una evasión para quien lo consume. No debemos engañarnos con las superadas tretas del viejo Bertold Brecht”.
-¿Qué busca?
-Entretener a un público mientras le recuerdo algunos episodios que lo harán caer en la trampa de la nostalgia. Es una comedia con final feliz, destinada, en principio, a los asistentes que tengan posibilidad de retratarse en taquilla; y en el fondo para todo público. El dramaturgo escribe para que lo vayan a ver y el actor quiere vivir todas las noches a teatro lleno, quien diga lo contrario es un falsario. Escribo para mi país. Estaré en cartelera hasta 1 de mayo.
-¿Dónde se encuentra más cómodo?
-Cómodo, en la dirección, pero esa comodidad no trae la felicidad anhelada. Encuentro mi plenitud como actor. Soy un Cómico del Arte, es decir, del oficio. El trabajo de dramaturgo es mucho solitario y con unas exigencias muy particulares al simple rigor pero es donde la inmanencia se reduce y emerge la trascendencia en el espacio y en el tiempo. No escribo para el mañana. Soy eso, un hombre de teatro. El actor escribe su nombre sobre el agua, decía Coquelin, el dramaturgo sobre el papel y el director sobre la madera. Son 35 años de vida profesional donde no he dejado un solo año de pisar las tablas actuando, dirigiendo, produciendo y escribiendo.
-¿Qué teatro se merece Venezuela?
-Venezuela tiene todo lo que se merece, ni más ni menos. No tenemos que menospreciar lo que tenemos y lo que hemos logrado, buscado y encontrado en toda la cosmogonía de nuestro país. Tenemos nuestro teatro que es el producto de una sociedad que se viene haciendo en gerundio. La moral y la ideología son iguales de subjetivas e inexactas. Bueno o malo tenemos un teatro que responde a un público muy reducido en la gran capital. ¿El público que no ve el teatro vive feliz sin él? Lo que sí puedo afirmar es que el que va al teatro tiene mayor calidad de vida. Nos merecemos a nosotros mismos. Tenemos a un Presidente con un 60% de aceptación electoral y una oposición con el resto, por ende, nos merecemos tanto uno como otro, ni más ni menos.
-¿El teatro perdió la brújula y está al garete?
- El teatro no está al garete ni se ha extraviado. Todo lo contrario. Hay un sector que sabe donde está el norte porque no ha perdido la brújula de los tiempos o de los fuertes vientos. Si no entendemos lo que está pasando ahora, este año que empieza será el definitivo entierro de los grupos subvencionados, porque sólo les queda el exilio, la muerte o negociar. Se negocia o con el público (léase taquilla) o con el Estado revolucionario (léase subvención), ni más ni menos. Si aceptamos que el país cambió es porque cambió su gente. ¿Eso es científicamente aceptable? No lo sé y no quiero caer en empirismos. Lo que sí cambió es el teatro, el público y el subvencionado. Han cambiado las relaciones de teatro y Estado y por ende también las relaciones con el público
-¿Vale discutir el para qué y el por qué del teatro comercial?
-Es necio si se sigue llamando al teatro profesional, comercial. Término bastardo y despectivo para el teatro de todos los tiempos. ¿O es que el teatro de Lope, Shakespeare y lo mejor de Moliere no era comercial? Se llama Commedia dell’Art porque el arte era un oficio. Ser actor es un arte y un oficio. El teatro igual. El subvencionado ha existido durante toda la historia, desde los tiempos de Pericles hasta hoy, pero tampoco ha muerto el teatro por la falta de mecenazgo. Como dicen los antiguos hay dos tipos de teatro: el bueno y el malo, y el malo se distingue por lo aburrido o fastidioso, ni más ni menos. El teatro es ocio, tiempo libre, no tiempo muerto. Quien va al teatro no va a trabajar, va a divertirse, a reflexionar, a olvidar, a ilusionarse, a evadirse. La evasión es la esencia del ocio y el ocio la esencia del arte. La civilización es civil por el arte. La civilización es arte y cultura. Ese es el compromiso de la humanidad. En la medida que estemos más cerca del Arte estaremos más cerca del bien.
Vidal, venezolano nacido en la española Barcelona el 13 de abril de 1953, casado con Restifo y progenitor de Jan y Josette, explica que su decimaquinta pieza es íntima sin llegar a la impudicia de la intimidad. “Son viejas deudas. Son 30 años de la vida de una pareja que se conoce a finales de los años 70. Son confesiones de un matrimonio del trópico y alrededor de una cama que es donde se arreglan mejor las cosas. Los conflictos de ese matrimonio van transparentando un país y la actitud de una generación que se reconoce a través de las crisis universitarias, el poder joven, el disco-dancing, el viernes negro, el Sida, el Caracazo, los golpes del ’92, el deslave de Vargas hasta las “misiones bolivarianas”. No es una crónica periodística. Es teatro y todo teatro es público y si es público es político. Toda mi dramaturgia es política, más no proselitista. Es imitación, espejo, inversión, trasgresión, burla y escarnio. El teatro siempre será un compromiso para quien lo hace y una evasión para quien lo consume. No debemos engañarnos con las superadas tretas del viejo Bertold Brecht”.
-¿Qué busca?
-Entretener a un público mientras le recuerdo algunos episodios que lo harán caer en la trampa de la nostalgia. Es una comedia con final feliz, destinada, en principio, a los asistentes que tengan posibilidad de retratarse en taquilla; y en el fondo para todo público. El dramaturgo escribe para que lo vayan a ver y el actor quiere vivir todas las noches a teatro lleno, quien diga lo contrario es un falsario. Escribo para mi país. Estaré en cartelera hasta 1 de mayo.
-¿Dónde se encuentra más cómodo?
-Cómodo, en la dirección, pero esa comodidad no trae la felicidad anhelada. Encuentro mi plenitud como actor. Soy un Cómico del Arte, es decir, del oficio. El trabajo de dramaturgo es mucho solitario y con unas exigencias muy particulares al simple rigor pero es donde la inmanencia se reduce y emerge la trascendencia en el espacio y en el tiempo. No escribo para el mañana. Soy eso, un hombre de teatro. El actor escribe su nombre sobre el agua, decía Coquelin, el dramaturgo sobre el papel y el director sobre la madera. Son 35 años de vida profesional donde no he dejado un solo año de pisar las tablas actuando, dirigiendo, produciendo y escribiendo.
-¿Qué teatro se merece Venezuela?
-Venezuela tiene todo lo que se merece, ni más ni menos. No tenemos que menospreciar lo que tenemos y lo que hemos logrado, buscado y encontrado en toda la cosmogonía de nuestro país. Tenemos nuestro teatro que es el producto de una sociedad que se viene haciendo en gerundio. La moral y la ideología son iguales de subjetivas e inexactas. Bueno o malo tenemos un teatro que responde a un público muy reducido en la gran capital. ¿El público que no ve el teatro vive feliz sin él? Lo que sí puedo afirmar es que el que va al teatro tiene mayor calidad de vida. Nos merecemos a nosotros mismos. Tenemos a un Presidente con un 60% de aceptación electoral y una oposición con el resto, por ende, nos merecemos tanto uno como otro, ni más ni menos.
-¿El teatro perdió la brújula y está al garete?
- El teatro no está al garete ni se ha extraviado. Todo lo contrario. Hay un sector que sabe donde está el norte porque no ha perdido la brújula de los tiempos o de los fuertes vientos. Si no entendemos lo que está pasando ahora, este año que empieza será el definitivo entierro de los grupos subvencionados, porque sólo les queda el exilio, la muerte o negociar. Se negocia o con el público (léase taquilla) o con el Estado revolucionario (léase subvención), ni más ni menos. Si aceptamos que el país cambió es porque cambió su gente. ¿Eso es científicamente aceptable? No lo sé y no quiero caer en empirismos. Lo que sí cambió es el teatro, el público y el subvencionado. Han cambiado las relaciones de teatro y Estado y por ende también las relaciones con el público
-¿Vale discutir el para qué y el por qué del teatro comercial?
-Es necio si se sigue llamando al teatro profesional, comercial. Término bastardo y despectivo para el teatro de todos los tiempos. ¿O es que el teatro de Lope, Shakespeare y lo mejor de Moliere no era comercial? Se llama Commedia dell’Art porque el arte era un oficio. Ser actor es un arte y un oficio. El teatro igual. El subvencionado ha existido durante toda la historia, desde los tiempos de Pericles hasta hoy, pero tampoco ha muerto el teatro por la falta de mecenazgo. Como dicen los antiguos hay dos tipos de teatro: el bueno y el malo, y el malo se distingue por lo aburrido o fastidioso, ni más ni menos. El teatro es ocio, tiempo libre, no tiempo muerto. Quien va al teatro no va a trabajar, va a divertirse, a reflexionar, a olvidar, a ilusionarse, a evadirse. La evasión es la esencia del ocio y el ocio la esencia del arte. La civilización es civil por el arte. La civilización es arte y cultura. Ese es el compromiso de la humanidad. En la medida que estemos más cerca del Arte estaremos más cerca del bien.
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