El escritor y dramaturgo polaco Slawomir Mrozek regresa a los escenarios caraqueños. El viernes 13 de noviembre estrenan su pieza Emigrantes, en la sala experimental del Celarg, gracias al tesón de la venezolana Elia Schneider y al trabajo actoral de José Manuel Peña y Paúl Gámez.
Elia explica que ha elegido el texto de Mrozek porque es un autor polaco, nacido en 1930, que vivió muchos años en el exilio. Sus obras son muy dramáticas, los personajes se enfrentan a situaciones extremas y absurdas. “Para mí es como un Eugene Ionesco contemporáneo. Los personajes de sus obras se comportan todos de formas extravagantes, de formas insólitas, son situaciones absurdas, no tienen argumento, conllevan siempre a algo trágico”.
Subraya que conoció a Mrozek cuando vino a uno de los Festivales Internacionales de Teatro, esos que se hacían antes en Caracas. “Me tocó ir a buscarlo al aeropuerto y llevarlo al hotel. Antes de llegar, en plena autopista La Guaira- Caracas, el carro se detuvo. Tuvimos que empujarlo entre todos en medio del tráfico. Ahí conocí al personaje AA, que era muy parecido a su autor”.
Monta Emigrados porque “es una obra excelente que indaga profundamente en la condición humana. Por que me interesa mucho la temática: la obra trata sobre los obstáculos de las emigraciones en el mundo. Soy hija de emigrantes y viví esta experiencia desde muy pequeña y se lo difícil que es superarla, si es que se puede afirmar que uno la ha superado”.
Agrega que tiene muchos amigos que han emigrado a otros países en los últimos tiempos y que me han transmitido sus vivencias muy dramáticas por cierto. Creo que emigrar es un duelo, un viaje sin regreso…ellos piensan en regresar todo el tiempo y si lo hacen, encuentran todo cambiado y las raíces que echaron ya no existen. La emigración es una condición que uno decide cuando no se vislumbran alternativas, cuando se truncan tus esperanzas, cuando no eres indispensable , cuando se te degrada, cuando se te cuestiona por lo que piensas o lo que dices, cuando se te desvaloriza, cuando se te castiga arbitrariamente, cuando se te excluye sin razón”.
Elia, casada con el cineasta José Ramón Novoa y progenitores del abogado y novel creador cinematográfico Joel, recuerda que “una vez, cuando visitaba a Brasil, durante la época de la Dictadura, en medio del trafico, en una cola, había un carro delante de mi, que tenia una calcomanía pegada en el vidrio la cual decía:Brasil ame o deje. Esa frase me hizo preguntarme varias cosas, entre ellas, cómo se podría sentir un brasilero que quería cuestionar el régimen Militar en el Brasil de esa época”.
“En mi caso personal más de una vez me he sentido poco apreciada como profesional en este país a pesar de los logros y honores obtenidos en el exterior. No puedo negar que esta idea de emigrar no haya pasado más de una vez por mi cabeza. También la inseguridad en la que vivimos es algo que me aterra y me paraliza, la considero parte fundamental de mi descontento. Aunque también soy guerrera, tal vez por eso sigo aquí trabajando. Soy de aquí”.
-¿De qué trata la obra?
-No se debe contar el teatro, porque el público tiene que descubrirlo, pero como tu eres un comunicador te cuento que alude a dos personajes que emigran a una gran ciudad desarrollada: es AA, un intelectual pretencioso, que va huyendo de su país de origen por razones políticas y XX, un obrero pobre que ha emigrado de ese mismo país con la idea de regresar con dinero para mejorar su calidad de vida y la de su familia. Ambos viven en un sótano inhóspito en condiciones infrahumanas. Es la noche de Año Nuevo y esto acentúa la enorme soledad que los invade al recordar su pasado. Los dos son totalmente opuestos y conflictúan todo el tiempo, hasta el extremo. Hacen evidente que sus diferencias sean irreconciliables. Ninguno se pone en los zapatos del otro. La incomunicación es una constante. La intolerancia es la norma, pero ambos se necesitan mucho, aunque intentan tapar esto”.
Puntualiza que la idea del autor no es contarnos una historia sino hacer que nos insertemos en este contexto y seamos testigos de como transcurre esa relación. “Mrozek no sitúa esta obra en ninguna parte, tampoco quiere una especificidad política, su idea es adentrarse en la condición humana, penetrar en las oscuridad de cada personaje, en su ironía en su lado mezquino. La obra esta escrita en un género naturalista, pero hay partes que el autor resalta con el absurdo de las situaciones. Ambos personajes esconden cosas uno del otro en sus maletas, como es el caso del obrero que compró una lata de comida de perro porque no entendió lo que dice en la etiqueta y tenia hambre. Son situaciones insólitas y extremas, que te provocan risa…totalmente absurdas, como cuando el intelectual AA pretende hacerle ver al obrero XX que es un ser libre y que no tiene porque encadenarse al pasado”
-¿Cómo ha sido el proceso de montaje?
-El montaje tuvo una duración de un año. Pasamos del realismo más conservador, donde todo el set era muy parecido a la vida cotidiana, muy barroco, lleno de muebles y objetos, y de una obra que duraba tres horas, tal cual como la concibió Mrozek, a un simbolismo austero minimal, casi sin objetos, que dura 85 minutos, con un set que toma en cuenta solo lo estrictamente necesario para contar la obra. Trabajamos en equipo. Todos los integrantes son de mi taller de formación actoral y esto hizo que la comunicación fuera muy fluida. Es magnifico hablar el mismo idioma actoral y escénico. De esta manera toda la energía se va en el trabajo creativo. Estoy encantada con esto”.
“Nada en la puesta esta ahí por azar. Todo esta reflexionado, es una pieza difícil de dirigir, la mayor parte del peso está en el texto y los actores. Es una obra sobre la condición humana de estos personajes. La obra tiene momentos absurdos agudos. Esta finamente hilada, llena de sugerencias y contrastes. Es lo que yo llamaría dramaturgia de guantes blancos, impecable, donde no se percibe casi la mano del escritor”.
Explica que trabajó con dos de sus alumnos: Paul Gámez (XX) y José Manuel Peña (AA). “Llevamos tiempo trabajando juntos, de tres a cinco años. Los conozco a fondo les tengo un gran aprecio y una gran confianza a nivel humano y actoral. Son absolutamente dedicados y disciplinados. Después de este montaje, estoy segura que van a dejar huella en el medio actoral venezolano. Tienen mucha verdad”.
“También debo señalar que tres de mis alumnos más destacados en mis talleres de formación actoral, trabajan en el montaje. Ellos son: Sebastian Torres, primer asistente de dirección; Michelle Ruth, segunda asistente y Marisol Da Silva funge como State Manager. Todos laboraron con excelencia y absoluta dedicación”.
-¿Cómo está resuelta la escenografía, el vestuario y la iluminación?
-En cuanto al espacio, trabajé conjuntamente con Maitena del Guezabal, con quien trabajo desde 1986, y quien es una de las arquitectas y diseñadoras mas reconocidas de este país, decidí colorear de gris el espacio escénico para encerrarlo en una especie de laberinto imaginario, sin salida. Eso hará que el público sienta ese encierro. El vestuario es de Raquel Ríos, muy talentosa que ha obtenido a lo largo de su larga carrera varios premios nacionales en obras anteriores. Diseñó el vestuario en gris también, con una textura dura, casi como de cartón, para que sea parte del contexto espacial. La iluminación también jugara un rol fundamental en esta obra, y es diseñada por José Ramón Novoa. El tiene la cualidad que desde niño entendió la importancia de la luz en la creación de los espacios escénicos. En este caso deberá buscar la atmosfera que transmita esa soledad, ese encierro que rodea los personajes. Debe definir el alma, la esencia de esa estética de sótano infrahumano. La producción es de Yomaira Molina, una joven emprendedora, muy inteligente, excelente negociadora, es la que ha movido todo el proyecto adelante.
-¿Este montaje marca otro retorno a los orígenes?
-El origen siempre da pie a nuevos procesos...Nunca se vuelve atrás...pero siempre se recuerda el origen... Ya las cosas sucedieron...ahora vendrán nuevos acontecimientos. En todo caso la idea es profundizar en los temas de la estética. Es probable que mis obras anteriores sea un estimulo importante, por la influencia visual y musical que tenían, pero ahora me interesa seguir investigando sobre el texto. Mis metas: volver esto no solo en una obra de teatro, sino en una experiencia conmovedora que haga reflexionar a la gente que lo vea.Yo no creo en el teatro solo como entretenimiento. Para mi es un arte que me permite expresar lo que pienso de la vida. Esto es de gran responsabilidad, por lo que no me interesa para nada hacer un teatro sin estas condiciones. Mi puesta en escena de Emigrantes tiene como objetivo llevar un mensaje de tolerancia a quienes decidan embarcarse en esta nueva experiencia a partir del próximo 13 de noviembre en la Sala Experimental de la Fundación Celarg”.
Elia explica que ha elegido el texto de Mrozek porque es un autor polaco, nacido en 1930, que vivió muchos años en el exilio. Sus obras son muy dramáticas, los personajes se enfrentan a situaciones extremas y absurdas. “Para mí es como un Eugene Ionesco contemporáneo. Los personajes de sus obras se comportan todos de formas extravagantes, de formas insólitas, son situaciones absurdas, no tienen argumento, conllevan siempre a algo trágico”.
Subraya que conoció a Mrozek cuando vino a uno de los Festivales Internacionales de Teatro, esos que se hacían antes en Caracas. “Me tocó ir a buscarlo al aeropuerto y llevarlo al hotel. Antes de llegar, en plena autopista La Guaira- Caracas, el carro se detuvo. Tuvimos que empujarlo entre todos en medio del tráfico. Ahí conocí al personaje AA, que era muy parecido a su autor”.
Monta Emigrados porque “es una obra excelente que indaga profundamente en la condición humana. Por que me interesa mucho la temática: la obra trata sobre los obstáculos de las emigraciones en el mundo. Soy hija de emigrantes y viví esta experiencia desde muy pequeña y se lo difícil que es superarla, si es que se puede afirmar que uno la ha superado”.
Agrega que tiene muchos amigos que han emigrado a otros países en los últimos tiempos y que me han transmitido sus vivencias muy dramáticas por cierto. Creo que emigrar es un duelo, un viaje sin regreso…ellos piensan en regresar todo el tiempo y si lo hacen, encuentran todo cambiado y las raíces que echaron ya no existen. La emigración es una condición que uno decide cuando no se vislumbran alternativas, cuando se truncan tus esperanzas, cuando no eres indispensable , cuando se te degrada, cuando se te cuestiona por lo que piensas o lo que dices, cuando se te desvaloriza, cuando se te castiga arbitrariamente, cuando se te excluye sin razón”.
Elia, casada con el cineasta José Ramón Novoa y progenitores del abogado y novel creador cinematográfico Joel, recuerda que “una vez, cuando visitaba a Brasil, durante la época de la Dictadura, en medio del trafico, en una cola, había un carro delante de mi, que tenia una calcomanía pegada en el vidrio la cual decía:Brasil ame o deje. Esa frase me hizo preguntarme varias cosas, entre ellas, cómo se podría sentir un brasilero que quería cuestionar el régimen Militar en el Brasil de esa época”.
“En mi caso personal más de una vez me he sentido poco apreciada como profesional en este país a pesar de los logros y honores obtenidos en el exterior. No puedo negar que esta idea de emigrar no haya pasado más de una vez por mi cabeza. También la inseguridad en la que vivimos es algo que me aterra y me paraliza, la considero parte fundamental de mi descontento. Aunque también soy guerrera, tal vez por eso sigo aquí trabajando. Soy de aquí”.
-¿De qué trata la obra?
-No se debe contar el teatro, porque el público tiene que descubrirlo, pero como tu eres un comunicador te cuento que alude a dos personajes que emigran a una gran ciudad desarrollada: es AA, un intelectual pretencioso, que va huyendo de su país de origen por razones políticas y XX, un obrero pobre que ha emigrado de ese mismo país con la idea de regresar con dinero para mejorar su calidad de vida y la de su familia. Ambos viven en un sótano inhóspito en condiciones infrahumanas. Es la noche de Año Nuevo y esto acentúa la enorme soledad que los invade al recordar su pasado. Los dos son totalmente opuestos y conflictúan todo el tiempo, hasta el extremo. Hacen evidente que sus diferencias sean irreconciliables. Ninguno se pone en los zapatos del otro. La incomunicación es una constante. La intolerancia es la norma, pero ambos se necesitan mucho, aunque intentan tapar esto”.
Puntualiza que la idea del autor no es contarnos una historia sino hacer que nos insertemos en este contexto y seamos testigos de como transcurre esa relación. “Mrozek no sitúa esta obra en ninguna parte, tampoco quiere una especificidad política, su idea es adentrarse en la condición humana, penetrar en las oscuridad de cada personaje, en su ironía en su lado mezquino. La obra esta escrita en un género naturalista, pero hay partes que el autor resalta con el absurdo de las situaciones. Ambos personajes esconden cosas uno del otro en sus maletas, como es el caso del obrero que compró una lata de comida de perro porque no entendió lo que dice en la etiqueta y tenia hambre. Son situaciones insólitas y extremas, que te provocan risa…totalmente absurdas, como cuando el intelectual AA pretende hacerle ver al obrero XX que es un ser libre y que no tiene porque encadenarse al pasado”
-¿Cómo ha sido el proceso de montaje?
-El montaje tuvo una duración de un año. Pasamos del realismo más conservador, donde todo el set era muy parecido a la vida cotidiana, muy barroco, lleno de muebles y objetos, y de una obra que duraba tres horas, tal cual como la concibió Mrozek, a un simbolismo austero minimal, casi sin objetos, que dura 85 minutos, con un set que toma en cuenta solo lo estrictamente necesario para contar la obra. Trabajamos en equipo. Todos los integrantes son de mi taller de formación actoral y esto hizo que la comunicación fuera muy fluida. Es magnifico hablar el mismo idioma actoral y escénico. De esta manera toda la energía se va en el trabajo creativo. Estoy encantada con esto”.
“Nada en la puesta esta ahí por azar. Todo esta reflexionado, es una pieza difícil de dirigir, la mayor parte del peso está en el texto y los actores. Es una obra sobre la condición humana de estos personajes. La obra tiene momentos absurdos agudos. Esta finamente hilada, llena de sugerencias y contrastes. Es lo que yo llamaría dramaturgia de guantes blancos, impecable, donde no se percibe casi la mano del escritor”.
Explica que trabajó con dos de sus alumnos: Paul Gámez (XX) y José Manuel Peña (AA). “Llevamos tiempo trabajando juntos, de tres a cinco años. Los conozco a fondo les tengo un gran aprecio y una gran confianza a nivel humano y actoral. Son absolutamente dedicados y disciplinados. Después de este montaje, estoy segura que van a dejar huella en el medio actoral venezolano. Tienen mucha verdad”.
“También debo señalar que tres de mis alumnos más destacados en mis talleres de formación actoral, trabajan en el montaje. Ellos son: Sebastian Torres, primer asistente de dirección; Michelle Ruth, segunda asistente y Marisol Da Silva funge como State Manager. Todos laboraron con excelencia y absoluta dedicación”.
-¿Cómo está resuelta la escenografía, el vestuario y la iluminación?
-En cuanto al espacio, trabajé conjuntamente con Maitena del Guezabal, con quien trabajo desde 1986, y quien es una de las arquitectas y diseñadoras mas reconocidas de este país, decidí colorear de gris el espacio escénico para encerrarlo en una especie de laberinto imaginario, sin salida. Eso hará que el público sienta ese encierro. El vestuario es de Raquel Ríos, muy talentosa que ha obtenido a lo largo de su larga carrera varios premios nacionales en obras anteriores. Diseñó el vestuario en gris también, con una textura dura, casi como de cartón, para que sea parte del contexto espacial. La iluminación también jugara un rol fundamental en esta obra, y es diseñada por José Ramón Novoa. El tiene la cualidad que desde niño entendió la importancia de la luz en la creación de los espacios escénicos. En este caso deberá buscar la atmosfera que transmita esa soledad, ese encierro que rodea los personajes. Debe definir el alma, la esencia de esa estética de sótano infrahumano. La producción es de Yomaira Molina, una joven emprendedora, muy inteligente, excelente negociadora, es la que ha movido todo el proyecto adelante.
-¿Este montaje marca otro retorno a los orígenes?
-El origen siempre da pie a nuevos procesos...Nunca se vuelve atrás...pero siempre se recuerda el origen... Ya las cosas sucedieron...ahora vendrán nuevos acontecimientos. En todo caso la idea es profundizar en los temas de la estética. Es probable que mis obras anteriores sea un estimulo importante, por la influencia visual y musical que tenían, pero ahora me interesa seguir investigando sobre el texto. Mis metas: volver esto no solo en una obra de teatro, sino en una experiencia conmovedora que haga reflexionar a la gente que lo vea.Yo no creo en el teatro solo como entretenimiento. Para mi es un arte que me permite expresar lo que pienso de la vida. Esto es de gran responsabilidad, por lo que no me interesa para nada hacer un teatro sin estas condiciones. Mi puesta en escena de Emigrantes tiene como objetivo llevar un mensaje de tolerancia a quienes decidan embarcarse en esta nueva experiencia a partir del próximo 13 de noviembre en la Sala Experimental de la Fundación Celarg”.
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