Nada mejor que
recordarlo en estos tiempos de revolución ya que no podemos contactarlo en el
más allá, en ese espacio ignoto de las ondas gravitacionales donde está
su voz ronca, agorera y entusiasta. Murió vivo y legó vastísima obra
literaria que lo sobrevive. Nació el 17 de julio de 1937 en Caracas y le falló
el corazón en Porlamar, el 21 de octubre de 1995. Era José Ignacio Cabrujas,
vitriólico y original intelectual que amó demasiado a esta Tierra de Gracia y
quien sí enseñó las claves de su método, cabrujiano, para interpretarla. Lo
recordamos hoy para que nadie, inteligente y además patriota, lo
borre de sus agendas y menos en este año cuando se cumplen 25 años de su
desaparición física.
Imposible
evocar a Cabrujas sin aludir al crítico Leonardo Azpárren Giménez, quien,
auspiciado por la Universidad Simón Bolívar, adelantó la compilación de toda su
obra teatral, y la periodista y escritora Yoyiana Ahumada porque en su libro El mundo
según Cabrujas , importante compendio de 320 páginas, impresas
por Editorial Alfa, con textos ineludibles que recogen las impresiones de una
de las intelligentzias más complejas y brillantes del siglo XX criollo; ahí
reposa una parte de la consecuencia del periplo intelectual y humano del
legendario autor de El día que
me quieras , Acto
Cultural , Profundo y El
Americano Ilustrado, para citar algunas piezas memorables de ese mural de
la Gran Venezuela que nos enseñó a conocer y amar. Pero dejemos que sea esta
apasionada trabajadora cultural quien revele más detalles sobre esta joya
literaria nacida de un acto de amor.
Vigencia de un
autor
La colega
Ahumada puntualizó que cuando un investigador se obsesiona con un autor, y eso
es exactamente “lo que me ha sucedido a mí. Desde mi tesis de Magister
Literarae en la Universidad Simón Bolívar, hasta los artículos que he escrito,
los seminarios etcétera, me han permitido descubrir claves cabrujianas sobre
una de las intelligentzias más completas del siglo XX venezolano como lo fue, o
lo sigue siendo Cabrujas”.
Pero
Ahumada no propone a Cabrujas como modelo, “porque en su permanente juego
dialéctico, y su brillante juego paródico, siempre marcó distancia con voces
como la de Arturo Uslar Pietri, que fungía de una especie de oficiante del
“deber ser” del venezolano. Cabrujas rompió con el modelo del intelectual
distante del país, del venezolano de a pie y se puso de tú a tú con él. Creo
que las nuevas generaciones deberían estudiarlo para comprender las claves del
fracaso del proyecto de Venezuela como país, para profundizar en los tópicos
sobre los cuales hemos construido la idea de la venezolanidad y el porqué de
nuestras taras: la provisionalidad, la distancia entre las instituciones y el
individuo; el fracaso de esas propias instituciones, el concepto del Estado
Mágico; el país como lugar de paso, la ciudad del “mientras tanto y por si
acaso”, el redentorismo entre otras. Comparto lo de que dice el escritor
Alberto Barrera Tyzka en cuanto a que “El Estado del Disimulo”, una entrevista
realizada en el marco de la Comisión para la Reforma del Estado (1987) debería
ser un texto fundamental en el bachillerato”.
¿Vale la pena
recordar a Cabrujas, cuando no lo montan con la frecuencia que se merece?
El hecho de
que no lo lleven a escena es un tema que habría que preguntarse, y siempre me
ha llamado la atención que salvo Profundo y
por supuesto su obra más famosa, El día que
me quieras, sean las únicas que se hayan montado varias
veces. El Trasnocho Cultural ha hecho varios homenajes a través de lecturas
dramatizadas y montajes, pero hasta ahí llega. Pienso en Acto
Cultural (mi favorita) que hoy día tiene mucha vigencia, mucho
que decirle al país sobre un proyecto cultural que a troche y moche se quiere
imponer al país. Me refiero al anacronismo de la cultura endógena de pájaros
guarandoles, y chiriguares, de un teatro político mediocre; y marcado por una
orientación del “prolet kult”. Creo en la resistencia cultural e insisto ir en
contra de la desmemoria. ¿Qué es lo importante de Cabrujas?
-Cabrujas me
apasiona en primer lugar porque desde el punto de vista dramatúrgico es un
genio que combina con maestría el manejo de técnicas modernas de intervención
ficcional, como la parodia, la ironía, etcétera, con géneros aparentemente
arcaicos como el sainete. Su construcción de personajes es muy profunda y ese
es un gran hallazgo que no se repite en otros autores venezolanos, la
construcción de personajes que llegan a convertirse en arquetipos Pío Miranda
por ejemplo. Son personajes con los cuales el autor te permite establecer
empatía porque son como uno, meten la pata, con una ingenuidad, que sólo te
despierta compasión y ese giro ya los hace inolvidables y profundamente
humanos.
En cuanto a
los argumentos indudablemente la capacidad de “historiar” el teatro es
extraordinaria, de que la historia nacional le sirva como telón de fondo para
un argumento es un teatro enraizado en la venezolanidad para hurgar en esa Gran
Historia, la de Eduardo Blanco o Gil Fortoul y parodiarla, y decirnos “mira epa
no sigas creyendo que somos un país grande”, sino un gran país mediano donde un
protocolo, como el de Rojas Freire, borra 300 mil kilómetros del Esequibo
porque se derramó una compota de hicacos como en la escena de El
americano ilustrado . Cuando llevaron a escena El día que
me quieras, yo la veía y decía está hablando de Pío Miranda, un comunista
que ni siquiera leyó el Manifiesto, que ni sabía por qué lo era. Símbolos
vaciados de significado. Así mismo desde el punto de vista de la estructura
dramática Cabrujas y eso lo recoge buena parte del trabajo crítico sobre su
obra está construida como una partitura porque era melómano y erudito de la
ópera.
Cabrujas
publicó casi todas sus obras y otros libros, entre ellos recordamos: Profundo, Acto
Cultural, Fiésole, El día que
me quieras, Una noche
orienta, El
Americano Ilustrado, Autorretrato
de artista con barba y pumpá y Sonny.
Y un libro póstumo, Latinoamérica
inventó la telenovela, resultado de un taller que dictó sobre “El Libreto
de Telenovelas”, en el Instituto de Creatividad y Comunicación (ICREA).
Para el
crítico Azpárren Giménez, El Americano Ilustrado es
la coda del conjunto de obras que hicieron de él un dramaturgo indispensable.
La historia de los hermanos Lander y sus relaciones con Antonio Guzmán Blanco,
el Ilustre Americano, trasciende los enredos de la intriga para presentar el
mundo de privaciones, anhelos y frustraciones de los personajes. Arístides y
Anselmo Lander no resuelven, al igual que los personajes de obras anteriores,
sus incompetencias en sus vidas privadas, en particular las relaciones con la
pareja, al tiempo que su proyección pública, uno Ministro de Asuntos Exteriores
y el otro Obispo, termina siendo un grotesco lamentable.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario